viernes, 15 de enero de 2016

Muere Manolo Velázquez, centrocampista del Real Madrid ye-yé,./ CALLEJEROS - EL AVE, POR SALAMANCA,.

TÍTULO: Muere Manolo Velázquez, centrocampista del Real Madrid ye-yé,.

El exjugador del Real Madrid  Manuel Velázquez ha fallecido este viernes a los 72 años de edad, informó la entidad merengue en un comunicado, donde recordó todos los éxitos conseguidos con la camiseta blanca. Veláquez jugó en el Real Madrid entre 1965 y 1977 y ganó una Copa de Europa -la sexta de los madridistas-, seis Ligas y tres Copas de España. Miembro del Real Madrid ye-yé, se convirtió en todo un referente en el centro del campo.
foto-- Manolo Velázquez, durante un partido contra el Barcelona.
Velázquez nació en Madrid el 24 de enero de 1943 y fue "uno de los mejores canteranos de la historia del club", como demostró durante las 12 temporadas que formó parte del primer equipo, en las que disputó 402 partidos, recuerda el Real Madrid.
"Su inteligencia, habilidad técnica y elegancia hicieron disfrutar al Bernabéu y le convirtieron en el creador del juego madridista", añade el club blanco en el comunicado donde confirmó su fallecimiento.
Velázquez disputó 10 partidos con la selección española, coincidiendo con la época que vistió la camiseta del Real Madrid y marcó dos goles. Una grave lesión en 1977 le hizo dejar el fútbol español. Después, vivió un breve periodo de seis meses en el Toronto Metros Croatia de Canadá antes de colgar las botas definitivamente.
El ex futbolista, que padecía Alzheimer, será enterrado el sábado en la localidad malagueña de Fuengirola, según informa el Real Madrid que "se une al dolor de su familia y muestra su pésame por su fallecimiento". Iker Casillas también ofreció sus condolencias en Twitter.

TÍTULO: CALLEJEROS - EL AVE, POR SALAMANCA,.

El AVE, por Salamanca,.

 Tren rápido entre Madrid y Salamanca. foto

  • Para los hippies de diseño, seguiremos siendo su sabana cercana,.

    Tren rápido entre Madrid y Salamanca. :: hoyLa última noche que el tren Lusitania pasó por la estación de Cáceres, yo estaba allí. Fui a despedirlo. Se lo merecía: llevaba más de un siglo circulando por la provincia de madrugada, uniendo Madrid con Lisboa, manteniendo vivo mi discurso, como si fuera el germen de algo mucho más importante que un tren entre dos capitales europeas.
    Porque servidor tenía un discurso para ilusionarse, para creer en un futuro halagüeño, para esperar que no fuéramos solo ese paraíso de los 'bohèmes bourgeois', los BoBos, los hippies de diseño que vienen a pasar el fin de semana a la sabana cercana y se marchan el domingo por la tarde a Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao dejándonos su mensaje perdonavidas: «No cambiéis nunca, no os convirtáis en una región desarrollada, así sois guais». Pues nada, que no se preocupen los nuevos señoritos, los bobos y los hippies de diseño, que vamos a seguir siendo guais porque no nos van a dejar cambiar nunca.
    Yo tenía un discurso para soñar con una Extremadura viva y emprendedora, a medio camino de España y Portugal, centro paradisíaco de un eje dinámico Madrid-Lisboa-Sevilla, punto estratégico de armonía para crear y progresar. Porque el AVE Madrid-Lisboa que anunciaban no era para que nosotros fuéramos, sino para que otros vinieran y se quedaran. Esos trenes, en fin, parecían la señal de que éramos la tierra elegida. Pero va a ser que no.
    Cuando puedo, me voy a pasar unos días a Entroncamento (Santarém), un magnífico lugar para viajar en tren. Por allí pasan los convoyes que unen Lisboa con el norte y el oeste de Portugal. En el hotel de la plaza de la estación, me reservan una habitación elevada que da a los andenes. En Entroncamento, antes de acostarme, me acerco cada noche a la estación a tomar un café y a ver pasar el Lusitania a medianoche, camino de Salamanca. Así, me duermo a la portuguesa: recreándome en el pesimismo. Porque, digámoslo de una vez, cuando nos quitaron el Lusitania, no nos arrebataron solo un tren, de paso, decapitaron nuestra última esperanza de ser un país razonablemente desarrollado: Extremadura y Alentejo, el maltratado Extretejo, que si tuviéramos que elaborar un memorial de agravios para pedir la independencia, necesitaríamos semanas para completarlo. Pero no, pierdan cuidado, nosotros ni nos agraviamos, ni nos quejamos, ni protestamos ni mucho menos nos independizamos. Sufrimos y lo llevamos bien. Es nuestro sino, nuestro estado natural.
    El primer ministro socialista António Costa me ha dejado sin discurso y sin ilusión. ¡Maldito sea! El mandatario portugués, al igual que antes otros mandatarios portugueses y españoles, me ha robado el discurso que me había construido para creer en algo y transmitir ilusión a mi hijo y esperanza de volver a Extremadura y encontrar aquí un trabajo decente a mis sobrinos, hoy desperdigados por medio mundo.
    Mi discurso era que Extremadura, destrozada y atrasada por culpa de las guerras entre Lisboa y Madrid, había vivido sus mejores momentos cuando había estado unida a Portugal o habían desaparecido las fronteras, ya fuera durante la Lusitania romana, el reino taifa de Badajoz o la unión hispanoportuguesa con los 'felipes'. Ahora, abolidas las aduanas y con el AVE uniéndonos, llegaría nuestro momento estelar.
    Pero nada, Costa ha pinchado mi discurso ilusionado y ya solo me queda la desazón. Primero, Portugal renunció al AVE a Madrid por Badajoz. Después, eliminó el Lusitania por Cáceres. A continuación, anunció su decisión de unir Madrid, Oporto y Lisboa a través de Salamanca y el pasado lunes, António Costa prometía en Vila Nova de Gaia que dedicaría los fondos europeos a modernizar la conexión ferroviaria entre Aveiro y Salamanca y entre Oporto y Galicia. O sea, Portugal nos da tan de lado como nos está dando España. ¿Entienden mi tristeza cuando voy a despedir al Lusitania? Es que no se fue solo un tren, con él se marchó el futuro.

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