¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE ,.
Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.
REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA -Semillero islamista en el corazón de París ,.
Semillero islamista en el corazón de París , fotos.
En Francia, 93 es sinónimo de terrorismo. Con este número se conoce al departamento del norte de París donde el ISIS busca reclutas entre los hijos de emigrantes árabes. Un fotógrafo catalán es uno de los pocos periodistas que han logrado adentrarse en este gueto de bandas, drogas y desempleo.
Cae la noche y los amigos de Youseff se reúnen en su coche ante un ruinoso edificio a pasar el rato y fumar algo de marihuana. Las capuchas de sus chaquetas oscuras caladas hasta los ojos, los brazos cruzados, la mirada fija en las pantallas de sus móviles; «se está bien aquí», sentencia Youssef, de 18 años, y nadie vuelve a abrir la boca.Así es la vida de muchos jóvenes en Seine-Saint-Denis, al norte de París. Le neuf trois (‘el nueve tres’) le dicen aquí o Quatre-vingt-treize, 93, su numeración entre los 101 departamentos en que se divide la administración provincial francesa. Para muchos franceses, decir Departamento 93 es decir bandas, drogas y gueto; torres destartaladas habitadas por aquellos a los que la miseria del mundo arrastró hasta Francia y, desde los atentados de 2015 en el Stade de France Abdelhamid Abaaoud, supuesto cabecilla de los ataques, fue abatido aquí, también es sinónimo de terrorismo.
La banlieue (‘periferia’) es el espejo cóncavo donde convergen todos los problemas de Francia. Cuando hay un atentado, todos vuelven la vista acusadora hacia las colmenas donde crecen quienes mejor encajan en el perfil habitual de los supuestos autores. hombre joven con raíces árabes.
Vivir aquí significa vivir en el margen. Un anillo de autopistas, el Boulevard Périphérique, con cuatro o cinco carriles por sentido, separa los suburbios del centro de París. La Périph es una frontera. administrativa, social y psicológica. A Youssef no le interesa «el otro lado», como él dice. Ha crecido aquí; fue al colegio y cuando este se acabó ya no pasó gran cosa. En una región donde el desempleo juvenil ronda el 40 por ciento, Youssef trabaja con su tío en la construcción. «La mayoría de los chicos va de un empleo precario a otro dice Nidal, un trabajador social local. Pero no es por el gueto y la marginación; es que no hay trabajos fijos».
Nidal trabaja en la ludothèque, un espacio de juego para los jóvenes. «Como francés de origen árabe, te discriminan constantemente denuncia. Sucede lo mismo en casi toda Europa. Sientes que se te trata de forma injusta y empiezas a trapichear para salir adelante, a meterte en líos… Y el mecanismo de la miseria se pone en marcha».La periferia es el espejo cóncavo donde convergen todos los problemas de Francia. Cada vez que se produce un atentado, todos vuelven la vista acusadora hacia las ‘colmenas’
Los padres de Nidal llegaron desde Argelia a finales de los setenta y le inculcaron a su hijo un entusiasmo total por su nueva patria. «Siempre me decían. Puedes conseguir todo lo que quieras, solo tienes que esforzarte , pero no es cierto. No sirve de nada seguir contándoles ese cuento a los chicos de la banlieue». Por otro lado, tampoco soporta el discurso de pobres hijos de emigrantes marginados. Su enemigo pedagógico es el «discurso victimista»: el lamento por los musulmanes discriminados es uno de los principales problemas a los que se enfrenta a diario. Cuando escucha a los jóvenes compadecerse y culpar al Estado y a la sociedad, se pone furioso. «Somos franceses. Ni mejores ni peores que los demás, solo tenemos unas raíces diferentes. Tenemos que asumirlo, no podemos estar todo el tiempo quejándonos». Anima a los jóvenes a quedarse e implicarse en el barrio. «Aquí tienen menos problemas que en París».
En el Departamento 93 vive un millón y medio de personas; la mayoría, en las cerca de 200 cités: enormes barrios de hormigón que proliferaron en torno a París desde los años cincuenta. Una cuarta parte de estas cités son zonas de casas ruinosas y, cuanto más apartadas se encuentren, peor calidad de las construcciones, más pobreza, más deterioro… Dime cuántos medios de transporte tomas para llegar a tu casa y te diré dónde estás en la escala social.
La cité de Clichy-sous-Bois está a solo diez kilómetros del centro de Saint-Denis, pero hacen falta casi dos horas para llegar en transporte público. El lugar se hizo famoso en 2005, cuando murieron aquí dos jóvenes que se escondieron de la Policía en unos transformadores eléctricos. El barrio se convirtió en epicentro de la ira: la banlieue contra el Estado.
Después de aquello se inició un programa de renovación y saneamiento del barrio, con demoliciones y nuevas construcciones, pero de eso hace ya diez años. Hoy lo único que avanza aquí es el deterioro. Las casas parecen hechas de papel maché; los balcones están llenos de piezas de coche, neveras y muebles viejos; lo que no se necesita sale volando por la ventana.Ante el vacío del Estado aumenta la influencia de los religiosos. Les prometen justo lo que estos jóvenes andan buscando: pertenencia, reglas claras, visión del mundo
Bilel tiene 22 años y dice que le sobra el tiempo. «Aquí todo el mundo tiene tiempo», tanto que envidia a los musulmanes que rezan cinco veces al día. «Me apuesto lo que quieras a que la mayoría se hacen salafistas para combatir el aburrimiento. Si eres salafista, tienes que leer, estudiar, seguir reglas… ¡Siempre tienes algo que hacer!».
«Los encargados de radicalizar a los jóvenes buscan gente inestable, gente a la que se puede convencer fácilmente», dice la trabajadora social Nadia Remadna. Hace dos años fundó en Sevran, en pleno Departamento 93, una organización de ayuda llamada Brigade de Mères [Brigada de Madres]. Remadna tiene raíces argelinas y sus cuatro hijos, como ella, han crecido en la banlieue.
«La radicalización no se combate con casas bonitas y mejores empleos», dice. El problema reside en que, desde los noventa, el Estado se ha retirado progresivamente mientras crecía la influencia de los religiosos. «Al principio ofrecían cursos de árabe del Corán en realidad. Luego empezaron a ofrecer informática, cursillos para buscar trabajo… toda la oferta para jóvenes ociosos pasaba por ellos. Un día, mi hija me pidió que le comprara una abaya y mi hijo me dijo que no podía ser una musulmana decente si no llevaba velo. Todos los políticos locales apoyan a los líderes religiosos; tienen una gran influencia en la comunidad y les garantizan votos».
Remadna dice que, últimamente, también acuden a ella madres del centro de París preocupadas por la radicalización de sus hijos. Los «pescadores de almas», como llama a los clérigos, les prometen justo lo que están buscando. pertenencia, reglas claras y una visión del mundo en la que todo tiene respuesta.
Desde comienzos de los noventa, en Francia se intenta consolidar lo que se ha dado en llamar un islam de France, intención que no se ha materializado, entre otros motivos, por las luchas entre los partidos, incapaces de consensuar aspectos tan básicos como decidir con qué organizaciones musulmanas se debía negociar. Para colmo, la histeria que domina el debate sobre los símbolos religiosos no ha hecho más que enconar las posturas. En el año 2000, aquí cobró fuerza el movimiento de «los identitarios», contra la amenazante islamización de la Grande Nation, mientras en el 93 los jóvenes desarrollaban su propio estilo hip-hop y estética musulmana , y las chicas adoptaban vestimentas cada vez más rigurosas cuanto más se les dijera que en Francia no se lleva ese tipo de ropa.
Los salafistas se convirtieron en un fenómeno generacional, escribe el experto en islam Gilles Kepel en Quatre-vingt-treize, su libro sobre la cultura musulmana en el Departamento 93. Los jóvenes idealizaron a los salafistas hasta el punto de hacer de ellos una especie de élite. Socialmente desvalidos, constantemente señalados por su ropa y sus barbas, la estética y el lenguaje de la propaganda del Estado Islámico, ajustada perfectamente a estos parámetros, los cautivó con una mezcla de rebelión y cohesión interna contra la mayoría dominante para entregarse a un objetivo más elevado.
Si se les pregunta a los jóvenes de la banlieue por sus experiencias con la radicalización y el islamismo, su silencio se vuelve aún más obstinado. Son jóvenes, hombres y de origen árabe, se ajustan a la descripción de casi cualquier terrorista. «En su día a día se los trata de forma injusta y, luego, en Internet oyen hablar de la opresión de los musulmanes dice Nidal, el trabajador social. Hay que ver con ellos el material propagandístico del Estado Islámico, que, por cierto, está muy bien hecho. Hay que explicarles muchas cosas».
Nadia Remadna añade: «Mire alrededor. En los campos de fútbol: jóvenes. En las zonas de juego: jóvenes. En la pista de skate: jóvenes. En los salones de té. hombres. ¡Hay que cambiar esto! Que las chicas musulmanas puedan elegir cómo crecer. Que se pueda ser religioso y cosmopolita a la vez». Nadia está convencida de que la liberación de las chicas será también la liberación para los chicos.
Las colmenas de la ira
Todo empezó en los bloques de Clichy-sous-Bois. En 2005, dos jóvenes musulmanes Zyed Benna y Bouna Traore murieron aquí cuando escapaban de la Policía. Bautizados como la Intifada Francesa, los disturbios que siguieron al episodio mostraron la ira de estos barrios contra el Estado. El Gobierno prometió reformas. Pero hoy lo único que avanza es el deterioro.TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - VIAJANDO CON CHESTER -DE LA QUE NOS HEMOS LIBRADO,.
VIAJANDO CON CHESTER
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género
periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - DE LA QUE NOS HEMOS LIBRADO,.
foto,.
Ea, ya pasó. Ya hay Gobierno. No sé si muy bueno o muy regular, pero ya lo hay. Los comentarios acerca de la idoneidad de todos sus miembros dejémoslos de lado, ya que tiempo tendrán de demostrar su eficacia o su incompetencia. No es esa hoy la preocupación. La interrogación viene clara: ¿de cuánto tiempo dispondrá este Gobierno para encauzar las cosas con el consentimiento del Parlamento? El espiral de la política habrá de depararnos situaciones insospechadas, pero convengamos que, de partida, este Congreso de los Diputados está tocado con la mano grasienta de la urgencia populista. Habiendo comprobado el nivel bajuno de alguno de sus representantes, toda sorpresa irritada está de más: lo que la extrema izquierda pueda hacer lo hará. Viene a ser como un remedo de la primera de las leyes de Murphy: si algo puede ir mal, irá mal. En la política española, si alguien puede ser rastrero, lo será.
Hace poco menos de tres años cobró inusitada fuerza el populismo comunista de Podemos. Venían a conquistar la sociedad para cambiarle los polos negativos y positivos y revertirla como los calcetines del eterno ejemplo. A fuerza de repetir consignas baratas y soluciones mágicas a problemas enquistados -agrandados por la crisis-, consiguieron captar la atención de miles de individuos, desde desheredados a clases medias con sentido de abandono, que quisieron ver en la renovada palabrería del comunismo más rancio una solución a los problemas que una descomunal crisis económica les había producido. La culpa de que unos no tuvieran suficiente para vivir estaba en que otros acaparaban todos los recursos. Si A no tenía piscina es porque B la tenía muy grande. Y así.
Los concienzudos partidarios de esta revolución tardía pero urgente no utilizaron demasiado tiempo como para desengañarse del vocerío podemista. Al poco de comenzar su andadura, la formación mostró sus vicios en pantallas de 3D. Demasiada violencia verbal, demasiado artificio, demasiado disimulo, demasiado pasado dudoso… Demasiado cuento.
Una vez desatascado el engrudo y afrontando una incierta época de crecimiento económico -aún no materializado del todo en esferas domésticas-, la política española se dirime en una relación de fuerzas que puede dar al traste con los incipientes beneficios. Los profesionales del cuento han conseguido inocular la idea, en determinados ambientes, de que la ruptura con lo establecido es la única forma de llegar al bien común, a la justicia añorada, a la Arcadia inevitable. Y han establecido un protocolo de actuación que contempla gestos primitivamente subversivos que ya eran antiguos a mediados del siglo anterior. Han llegado al Parlamento y son conscientes de que solo desde la provocación o embarrando el terreno de juego van a conseguir la atención de los medios y de la opinión pública. toda perversión de la vida parlamentaria, por tanto, es posible y contemplable a partir de esta fecha. En pocas palabras: lo de estos días en plena investidura puede ser un sencillo aperitivo de lo que esta banda de ‘rufianes’ tiene preparado para los próximos meses.
Conviene saber con quiénes se juega los cuartos la mayoría social española. Hablamos de tipos de no demasiados años que abrazan ideas que ya eran antiguas cuando sus padres jugaban a revolucionarios. Hablamos de individuos que apuestan por el juego sucio de la movilización ‘social’ acosadora, por el aplauso a los amigos de la violencia etarra y por el apoyo a los zafios sujetos activos del odio y del rencor a la España surgida de la Constitución del 78. No digamos por aquellos que apuestan por la desaparición de España como nación y como Estado. Hablamos de la basura dialéctica del simplismo más desolador. Probablemente efectivo para con la baratura de una casta paralela en la que priva por igual la desinformación y el fanatismo, pero basura al fin y al cabo.
Con esta extrema izquierda de histriones, bocazas, numereros, matones, iluminados, zafios y oportunistas quería Pedro Sánchez formar un ‘Gobierno de progreso’. Quede constancia para aquellos a los que vaya a pedirles su apoyo en el periplo español por carretera que, al parecer, quiere arrancar en pocos días.
De la que nos hemos librado.
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