DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Rei Kawakubo Diseñadora de modas,./ REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - Al otro lado del cable,.
TITULO: DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Rei Kawakubo Diseñadora de modas,.
DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - Rei Kawakubo Diseñadora de modas, fotos.
Rei Kawakubo(川久保 玲Kawakubo Rei?, Tokio, 11 de octubre de 1942) es una diseñadora de modasjaponesa y fundadora de Comme des Garçons. Nunca estudió como diseñadora de modas y se graduó como Licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad de Keiō en Tokio. Luego de graduarse en 1964, trabajó en una compañía textil como estilista freelance en 1967. En 1969 funda su empresa Comme des Garçons, dedicado exclusivamente a la moda femenina. En 1975 abre su primera boutique en Tokio y en 1978 expande su línea con ropa masculina. Al llegar la década de 1980 muestra sus vestidos en las pasarelas de París y en 1982 abre una boutique en dicha ciudad. Junto con Issey Miyake y Yohji Yamamoto
ejercieron una corriente en la moda internacional durante la década de
1980, mostrando un estilo que desafiaba el glamoroso estilo occidental,
siendo austero y deconstructivo con un sentimiento de antimoda. También quiso pretender romper el sexismo en la moda usando un código propio de colores. Su estilo ha inspirado a otros diseñadores como los belgas Martin Margiela y Ann Demeulemeester y al austríaco Helmut Lang. Uno de sus discípulos, Junya Watanabe, fundó su propia marca de ropa en la década de 1990.
Marcas principales
Comme des Garçons
Comme des Garçons Comme des Garçons
Tricot Comme des Garçons
Comme des Garçons Robe De Chambre (descontinuado)
Comme des Garçons noir
Comme des Garçons Homme
Comme des Garçons Homme Plus
Comme des Garçons Homme Plus Evergreen
Comme des Garçons Homme Deux
Comme des Garçons Shirt
Play Comme des Garçons
Comme des Garçons Parfums,.
TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - Al otro lado del cable,.
vivir, fotos.
Al otro lado del cable
Los protagonistas de Las chicas
del cable nos descubren los secretos de la primera serie española que
nace con vocación global. El retrato de una época efervescente (y dura)
en la que nacía una nueva forma de ser mujer y que Netflix estrena esta
semana.
Estilismo José Herrera / Maquillaje y
peluquería Natalia Belda (Talents), Pedro Cedeño (Talents) y Gabriel
Llano para Lancôme. Asistente fotografía Álvaro Tomé / Asistentes
estilismo: Fran Jymz y Samuel Sanz. Nadia de Santiago: vestido Sandro/
Blanca Suárez: vestido Max Mara y zapatos Úrsula Mascaró / Maggie
Civantos: vestido Elisabetta Franchi Gold / Yon González: camisa Emidio
Tucci para El Corte Inglés, traje Dsquared2 / Ana Fernández: look
Christian Dior y zapatos de Pinko / Ana Polvorosa: américana Pati Conde
by Dandara, pantalón de Georges Rech Paris, camisetas de Christian Dior /
Portada: Maggie, Dsquared2 ; Blanca, María Grazia Severi; A. Polvorosa,
Sportmax; A. Fernández, Replay: Nadia, Sportmax y anillos de &Other
Stories.
J. Biosca
A España, la locura de los años 20 llegó
tarde y algo descafeinada, pero llegó. El estilo cómodo y holgado que
proponía Coco Chanel le dio un puntapié al corsé; algunas mujeres se
reían a carcajadas, bebían, fumaban y conducían, mientras otros (y
otras) las señalaban con un mohín de reproche.
Fueron los años de
la Residencia de Estudiantes y las Sinsombrero, de los movimientos
feministas y sufragistas, tiempos de lucha para las que querían dejar de
ser solo "mujeres de" y empezar a ser también "mujeres que..."
(piensan, trabajan, se enamoran, opinan). En 1928, además, la Compañía
Nacional de Teléfonos abría su sede en la Gran Vía de Madrid, en el
primer rascacielos de este país, todo un símbolo de modernidad. Cientos
de chicas se presentaron para trabajar como operadoras.
La ciudad fue para ellas
En
ese contexto arranca Las chicas del cable, la primera serie española
producida para Netflix, sobre cuatro mujeres que buscan ser
independientes en ese Madrid en transformación. Lidia, Marga, Ángeles y
Carlota son las protagonistas destacadas en un reparto muy coral, que es
un mosaico de la sociedad del momento. Mujeres rurales o urbanas,
cultivadas o ignorantes, casadas o solteras, ricas o pobres, con un
mismo objetivo: la libertad.
La serie, creada por Ramón Campos y
Gema R. Neira, y que los responsables de Netflix han comparado con la
mítica Mad Men, se estrenará simultaneamente en 190 países, el 28 de
abril. Habrá amor, rivalidad, amistad y misterio. Habrá drama y retazos
cómicos; pero, sobre todo, habrá mucho material para la reflexión,
porque toca temas como la lucha por el derecho al voto, el divorcio, las
custodias compartidas, los malos tratos... "La libertad que disfrutamos
hoy viene de muy atrás, de mujeres que han sudado, sufrido y llorado
para que nosotros veamos como normales cosas que hasta hace muy poquito
no lo eran", dice Blanca Suárez.
Muchas mujeres han llorado y sufrido por nuestra libertad”
Blanca SuárezActriz
Ella
interpreta a Lidia, el personaje que narra la historia, una mujer llena
de secretos, hecha a no confiar en nadie y a sacarse las castañas del
fuego. Y que, después de media vida escapando de su pasado, se dará con
él de bruces en el edificio de la Telefónica. "Dejando de lado la
política, terreno en el que la serie no entra, refleja muy bien el
momento social y, sobre todo, ese movimiento naciente de mujeres que
quieren ser autosuficientes, salir de casa, estudiar, realizarse como
personas y rebelarse contra el hecho de que ser mujeres se lo impida".
En
un polígono industrial cerca de Madrid, unas naves de hormigón albergan
una pequeña ciudad de ficción, un pedazo del Madrid de los años 20: las
calles adoquinadas, la torre de la Telefónica destacando sobre los
viejos tejados... Allí está la pensión Dolores -modesta, pero pulcra y
decente-, que hospedará a algunas de las chicas: camas de latón, colchas
de ganchillo, colchones de lana... Un obrero martillea rematando algún
detalle. Faltan dos días para que comience el rodaje de la segunda
temporada y seis de los actores principales se reúnen en el decorado de
El café de enfrente, un lugar de calidez modernista y ajetreo urbano,
donde las protagonistas traban amistad, entre vermús, manhattans y white
ladies, las bebidas de moda en aquella época.
Un feminismo, dos rostros. Formadas en la
pantalla pequeña (Ana Polvorosa, izda., en Aída; Ana Fernández, dcha.,
en Los protegidos), encarnan a dos mujeres rebeldes: la sufragista Sara y
la flapper Carlota. Ana Polvorosa (izq.), cazadora, falda y cinturón de
Fay y camiseta de Christian Dior; Ana Fernández, sahariana de Uterqüe.
Look de belleza de Lancôme.
J. Biosca'
Despertares
Cuenta Nadia de Santiago
cómo su personaje, Marga (una chica de pueblo que se enfrenta muerta de
miedo y de ganas a la vida en la gran ciudad), le ha devuelto esa
sensación de vértigo que produce lo desconocido. A través de sus ojos,
descubriremos la fascinación por la vida más allá de las estrecheces del
pueblo, la magia de vivirlo todo por primera vez. "Marga me ha enseñado
mucho. Yo nací en 1990 y no sé si por eso o porque mi madre, que se
quedó sola muy pronto, nos ha educado así, el machismo me quedaba muy
lejos. La serie me ha hecho más sensible a todo esto, me ha hecho
reflexionar. Me ha ayudado a ser consciente de dónde procede la libertad
que tenemos y a sentirme más mujer".
El machismo me quedaba muy lejos. Ahora soy más sensible”.
NAdia de SantiagoActriz
Maggie
Civantos, que ya protagonizó Vis a vis, otra serie con reparto
femenino, es Ángeles, un ama de casa de la época, sumisa y convencional.
Si trabaja como operadora es porque en su casa falta dinero y no queda
más remedio. "Por supuesto, su marido tiene que darle permiso para que
pueda trabajar -dice Civantos- y ella no tiene ni cuenta bancaria ni
derecho a nada. Cuando a él lo ascienden y le suben el sueldo, le pide a
Ángeles que vuelva a casa y ahí empieza su drama. Porque ella ya ha
saboreado esa cota de libertad. Ha descubierto a una mujer nueva en el
trabajo: se siente autosuficiente y valorada, algo que no le ocurre en
el ambiente familiar. Ángeles plantea un dilema en el que las mujeres
siguen debatiéndose: la culpabilidad de querer sostener esas dos
facetas, la laboral y la familiar".
Pasiones del pasado. La tensión sexual entre
los personajes que encarnan Yon González (Francisco) y Blanca Suárez
(Lidia) es evidente. Los actores trabajaron juntos en El internado y la
película Perdiendo el norte. Yon, jersey de Ermengildo Zegna Couture y
pantalón de Ermenegildo Zegna; Blanca, vestido de Drome para Just One y
joyas de Aristocrazy. Look de belleza de Lancôme.
J. Biosca'
Pioneras
Maggie Civantos, que quiso
empaparse de los orígenes de la lucha feminista leyendo Feminismo para
principiantes, de Nuria Varela, cuenta cómo le impactó la historia de
Concepción Arenal, que se pasó media vida disfrazada de hombre para
poder estudiar, escribir y acudir a tertulias, que firmaba sus artículos
con el nombre de su marido y que, cuando este murió y se supo la
verdad, pudo seguir escribiendo, pero cobrando la mitad.
"Estamos
hablando de mujeres que han creado nuestro presente -afirma la actriz-.
Gracias a la toma de conciencia y a la valentía de mujeres como ella,
Clara Campoamor o Victoria Kent [que aparece en un capítulo] somos lo
que somos. Y se lo debemos también a muchas mujeres anónimas como las
protagonistas de Las chicas del cable, que se atrevieron a desafiar las
normas. Puede que no pasaran a la historia, pero su lucha por su
independencia y por ser tenidas en cuenta las convirtió en heroicas".
Es una historia de líneas trazadas y de gente se atreve a cruzarlas”
Yon GonzálezActor
En
la ficción, la más activa políticamente es Sara, interpretada por Ana
Polvorosa, la jefa de las operadoras y una sufragista muy implicada. "Lo
que me enamoró del personaje es que es una valiente que lucha por los
derechos de las mujeres -dice Polvorosa- y tiene una gran disciplina en
el trabajo porque, igual que sabía que ni somos tontas ni inútiles,
también tenía claro que había que demostrar el doble, por eso es tan
estricta. Pero fuera del trabajo se ve su parte más vulnerable, los
miedos y las inseguridades que podía tener una mujer en esa época. Si me
hubiera tocado vivir en esos años, yo habría sido muy parecida a Sara.
Tengo mucho carácter y me considero valiente y luchadora. Y con mis
debilidades, claro, pero esas no las tengo por ser mujer, sino por ser
persona".
Aprender a volar. Nadia de Santiago (izda.) y
Maggie Civantos (dcha.), encarnan a Marga y Ángeles, dos mujeres que
han vivido enclaustradas en cárceles distintas (el pueblo, el hogar) y
que descubren una nueva libertad como chicas del cable. Nadia (dcha.)
viste chaqueta de Georges Rech Paris, top de Dsquared2 y pantalón de
Maje; Maggie, traje de Dsquared2. Look de belleza de Lancôme.
J. Biosca'
La visión flapper
Si Sara es la
sufragista de estética más masculina -sin maquillar, discreta, seria-,
Carlota, interpretada por Ana Fernández, es todo lo contrario: rebelde,
descarada, despreocupada y alegre. "Es una flapper -afirma- que comparte
la misma ideología de la sufragista, pero desde el lado divertido.
Lleva toda esa lucha y esa liberación a la provocación estética. Es la
que va más maquillada y con las faldas más cortas, es su manera de
desafiar a la sociedad". Carlota es una niña bien que no necesita
trabajar; para salir adelante, solo tiene que decir "sí, quiero" a
alguien de su clase social. Pero..."¡Yo no quiero un marido, yo quiero
un trabajo, quiero ser independiente!", le espeta Carlota a su padre,
coronel, que le contesta que una señorita de su categoría no trabaja y
le da un bofetón.
Mi personaje se quiere divertir, su provocación es estética”
Ana FernándezActriz
"Hay
muchas mujeres que se conforman con permanecer en esa zona de confort
que les da el estatus: el coche, las vacaciones, la casa, la ropa... y
no son capaces de renunciar aunque no sean felices -dice Fernández-. Por
eso admiro a Carlota, porque quiere diseñar su propia vida y buscar su
felicidad viviendo como desea". Suponemos que el señor coronel se va a
llevar más berrinches a medida que avancen los capítulos, porque, en su
voluntad de devorar la vida sin ponerle puertas a los sentimientos,
Carlota descubrirá que es posible amar a un hombre, pero también a una
mujer.
"Es una historia de líneas trazadas y de personas que se
atreven a cruzarlas y a atenerse a las consecuencias", explica Yon
González. Él es Francisco, el director de la compañía telefónica, que en
su adolescencia tuvo una relación pasional con la protagonista y ahora
se ha convertido en un hombre cerebral. El actor está encantado de que
sean las mujeres las que lleven la voz cantante en la trama. "Esta vez
les toca a ellas. La serie está contada desde su punto de vista, pero se
habla de asuntos que nos interesan a todos: el amor, la amistad y los
valores de una época". Yon reflexiona, acariciándose una barba de días
que está a punto de perder, porque en Las chicas del cable va hecho un
dandy, afeitado, engominado y vestido con trajes impecables.
Aunque
no es esa elegancia lo que le gustaría rescatar de aquellos tiempos,
sino la actitud con la que se paseaba por la Gran Vía, con la cabeza
alta, cruzando miradas y saludos -una mano al ala del sombrero-, y
observando el bullir de la ciudad. "Hoy es raro ver a alguien caminando
tranquilamente. Lo normal es unirte a la masa que te arrastra. Miramos
hacia abajo, cada uno va encerrado en su universo y eso hace que haya
menos unión, cuando tanta falta hace. ¡Si hasta dejamos a nuestra pareja
por teléfono!".
Las chicas del cable es, sobre todo, una historia
de amistad, y de cómo de esa unión femenina nació su fuerza. Que los
acontecimientos históricos posteriores acabaran con sus sueños, sus
ideales y todo lo conseguido y volvieran a encerrar a las mujeres en los
estrechos límites de "sus labores" (casa, calceta, cocina), esa ya es
otra historia...
Las cifras del cable
190 países emitirán simultáneamente la serie en todo el mundo a partir del 28 de abril.
93 millones es el número de espectadores potenciales de Las chicas del cable.
19 idiomas hablan ya nuestras operadoras de Telefónica, en los distintos doblajes.
8 capítulos tiene la primera temporada. La segunda está en preparación.
5 meses de intenso trabajo ha durado el rodaje, que se inició en agosto de 2016.
La vergüenza de trabajar...
En
los países que participaron en la I Guerra Mundial, la ausencia de los
hombres empujó a las mujeres al mercado laboral. Pero en España, que no
tomó parte en la contienda, trabajar era de pobres o de mujeres poco
decentes. Aun así, ser operadora tenía más prestigio que trabajar en los
talleres, las fábricas, el servicio doméstico o el campo.
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