domingo, 1 de febrero de 2015

A FONDO, Los mejores maestros del mundo,./ EN PRIMER PLANO, Jeffrey Epstein, el amigo pedófilo del príncipe Andrés ,.

TÍTULO: A fondo, Los mejores maestros del mundo,

Los mejores maestros del mundo--foto,.

Una fundación presidida por el expresidente de Estados Unidos Bill Clinton busca al mejor profesor o profesora del mundo. El premio: la friolera de un millón de dólares. Más de 5000 docentes de 127 países se presentaron a la selección, pero solo 38 incluido un español optan a la gran final. Hablamos con cinco de ellos.
Mi historia empieza con un escupitajo. Hace años, yo trabajaba en otro cole y daba Ciencias. Había un niño que no daba palo al agua y que molestaba a los demás. Un día le puse un cero y se fue mosqueado. Yo aparcaba la moto junto al cole; se acercó a la moto y, zas, escupitajo".
César Bona no sería el único finalista español del Global Teacher Prize, que premiará en marzo al mejor profesor del mundo, sin aquel acto de rebeldía de un alumno que lo dejó pensativo. Al certamen, convocado por una fundación de Dubái, se han presentado cinco mil docentes de 127 países. El ganador se embolsará un millón de dólares. «El niño del escupitajo suspendió muchas asignaturas. Pero lo que hice fue cambiar yo, no intentar cambiarlo a él», recuerda Bona. «Así que le pregunté qué le gustaba hacer. Me dijo que escribir... Durante ese curso fue transformando los temas de Ciencias en cuentos y se los enseñaba a los compañeros. Iba contento al cole cada día. Sacó un notable. Y cuando vino a recoger las notas, me dio las gracias por haberle dado esa oportunidad. Esa historia me marcó. Cada niño tiene sus inquietudes, a cada niño le gusta hacer algo... Tienen que sentirse importantes. Y los maestros podemos estimular su creatividad. Podemos hacer que vengan a gusto a clase. Pasan seis horas al día sentados en un pupitre. Mínimo van a estar diez años ahí. Se trata de animarlos, de que sean felices. Y de exigirles también. Mostrarles que sin esfuerzo no se consiguen las cosas. Me gusta la frase en inglés no pain, no gain ('sin dolor, no se gana'). Y a los maestros les diría que cuanto más difícil es un niño, mayor es el reto».
El galardón lo convoca la Varkey GEMS Foundation, cuya presidencia de honor ostenta Bill Clinton. Esta fundación es el paraguas filantrópico de GEMS Education, una compañía internacional que cuenta con una red de escuelas privadas en los países árabes, el Reino Unido, la India, África, Estados Unidos... Tiene 142.000 alumnos y 11.000 docentes. Y su historia, que empieza en 1959, no está exenta de controversia, sobre todo por el cierre de escuelas poco rentables. Ahora tiran de chequera para ganar prestigio. Y a fe que han dado en el clavo. A pesar de que es la primera vez que se convoca el certamen, la equiparación al Nobel en los titulares de prensa ha calado. Al fin y al cabo van a soltarle un millón a un humilde maestro.
Las candidaturas podían presentarla los alumnos del profesor, sus colegas... o el mismo docente. ¿Qué cualidades busca el jurado, formado por más de 60 personalidades de los cinco continentes, entre las que abundan CEO de grandes empresas, salpimentado por el glamour del actor Kevin Spacey o el príncipe Hakoon de Noruega? Métodos de enseñanza innovadores, que los profesores impliquen a la clase en el devenir de la actualidad, que sus enseñanzas se conecten con el mundo real... Pero lo más llamativo, indagando en el perfil de los finalistas, más allá del uso de las herramientas tecnológicas y las redes sociales, es que todos son maestros, en el sentido más noble y más antiguo. Gente que se implica, que inspira, que deja huella. «Oh, capitán, mi capitán...». Es el factor humano lo que ha sobresalido. Y en un mundo tan competitivo, en el que los rankings de PISA marcan la frontera entre triunfadores y fracasados, se agradece ese soplo de aire fresco y sencillez.
El propio César Bona reconoce que su candidatura ha sido un balón de oxígeno para una profesión muy maltratada en los últimos años y con la moral bastante baja: recortes, pérdida de autoridad, tasas de fracaso escolar descorazonadoras... Curiosamente, entre los aspirantes no hay ninguno de Corea del Sur, Singapur o Finlandia, países muy bien situados en el ranking PISA. Quizá porque gracias a la excelencia de sus sistemas educativos los docentes no necesitan ser héroes, ir a contracorriente o desafiar condiciones muy adversas con imaginación y muchas ganas.
Bona es un nómada de la enseñanza pública, un 'trotacoles'. Y, donde va, la arma. Se curtió en un centro de Zaragoza de los llamados, eufemísticamente, de difícil desempeño. Mayoría de alumnado de etnia gitana e inmigrante. «Me dieron la clase de cuarto de primaria. Muchos no sabían leer con diez años, y los primeros días eran un pulso. Cambié de estrategia. Me pregunté qué me podían enseñar ellos. Y así, mientras un chaval me daba lecciones de cajón flamenco, yo les escribía una obra de teatro de dos horas para que pudieran acercarse a la lectura. ¡Y funcionó!». 
Luego fue destinado a una escuela rural en un pueblo aragonés de 200 habitantes, Bureta. Una única clase de seis estudiantes de diferentes edades, que Bona logró cohesionar rodando un cortometraje en el que participaron abuelos y nietos. Más tarde pasó por Muel, otro pueblo, donde doce niños montaron El Cuarto Hocico, una protectora de animales virtual que fue elogiada por la famosa primatóloga Jane Goodall. En la actualidad está en un colegio público de Zaragoza. Y siempre da la oportunidad a sus alumnos para que se expresen libremente. De que la aprovechan, con humor, da fe el corcho de su clase, 5.º B, apartado de sugerencias: hay quien pide sillones en vez de pupitres; o lianas para bajar al recreo...
Para conocer mejor la Fundación Varkey GEMS existe una referencia de primera mano. En 2013 presentó un estudio realizado en 21 países; entre ellos, España. Algunas de sus conclusiones levantaron ampollas. Según el informe, el 60 por ciento de los españoles (en el resto de los países, el porcentaje es incluso más alto) verían con buenos ojos que el sueldo de los profesores estuviera relacionado con el rendimiento de sus alumnos. En cuanto al estatus del maestro, va por países. La mitad de los padres chinos animarían a sus hijos a ser profesores. Solo el 30 por ciento en España.
Polémica aparte, hay que reconocer que el galardón está sirviendo para reabrir un debate: ¿otra educación es posible? «No solo es posible, es imprescindible argumenta Pauline Rose, experta de la Unesco. Estamos ante una crisis mundial de la enseñanza, 250 millones de niños no están aprendiendo lo básico. Y cualquier solución pasa por que las autoridades refuercen la figura y la calidad de los profesores». Que el problema es de una enorme trascendencia lo demuestra un estudio de mucho más calado. Se conoce como TALIS, por sus siglas en inglés. Y es el PISA de los profes. Los resultados del último sondeo, realizado en 34 países, están ahora en plena discusión, pero es un debate con sordina en comparación con el tumulto mediático con el que se recibe cada nueva oleada de PISA. Lo que refleja TALIS es que la escasez de personal y de material es el pan nuestro de cada día no solo en España. 
Casi el 40 por ciento de los docentes trabajan en centros con estos problemas. Y lo hacen en un entorno muy burocratizado, donde pasan más tiempo rellenando formularios que dando clase. No es extraño, pues, que siete de cada diez profesores sientan que su trabajo no es valorado. Y un dato significativo: a pesar de que cada vez hay más herramientas para el trabajo en equipo, pocos colaboran. Cada maestrillo sigue teniendo su librillo. Cada cual se preocupa por impartir su materia como buenamente puede. En España y Francia, el 75 por ciento de los docentes jamás han sentido curiosidad por ver cómo da la clase otro profesor. Y mirándose el ombligo es difícil inspirarse.
Por eso, el ejemplo de César Bona es tan refrescante. Porque inspira. «La educación es una cuestión de empatía», dice. ¿Y cómo baremar la empatía? La empatía no la miden las pruebas estandarizadas y globalizadas a las que se somete a los alumnos de medio mundo cada dos por tres. ¿Las notas? «Lo importante no son los dieces que saque un estudiante sentencia Bona, sino que adquiera las herramientas necesarias para valerse cuando sea adulto».
ESPAÑA. César Bona. Colegio público Puerta de Sancho. Zaragoza.
-¿Por qué he sido elegido? He pasado por colegios de barrios marginales y por escuelas rurales. Intento aprender de los niños y hacerles ver que lo que dicen y lo que hacen me importa. En clase preparamos obras de teatro, cortometrajes, óperas, incluso una protectora de animales virtual para que todos participen.
-¿Cuál es mi receta? En todos esos proyectos, nadie está obligado a involucrarse. Funcionan porque no son obligatorios. Pero yo creo en el efecto contagio. ¡Los niños pueden cambiar el mundo! Unos serán periodistas; otros, panaderos... Y también está el futuro marido que respetará a su mujer o la señora que tratará con cariño a los animales. Por eso es tan importante educar en empatía, el respeto a los demás y hacia ellos mismos. Pero igual que no se puede obligar por ley a que alguien se enamore, el respeto tampoco se puede imponer. La única manera es estimular a esa persona para que el respeto, como la amistad o el amor, le salga de dentro. Por eso es tan importante la profesión de maestro. Y es hora de que se valore.

ESTONIA. Merit Karise. Instituto de Formación Profesional. Kuressaare. Y Escuela de Arte. Tartu.
-¿Por qué he sido elegida? Enseño creatividad y publicidad. Cuando Estonia se independizó de la Unión Soviética, me impresionó el poder de los medios de comunicación. Y eso me alentó a usar audiovisuales y luego Internet en clase. Fundé con los chicos una ONG que rescata canciones y cuentos del folclore popular.
-¿Cuál es mi receta? Lo que motiva a los alumnos es la personalidad del profesor, su pasión, su chispa, su espíritu de equipo... El buen maestro ayuda a los jóvenes a abrirse al mundo, espolea su curiosidad. Les hace sentir que ellos importan y que su contribución es importante para el mundo. Las emociones son fundamentales. Mi nominación también es una reivindicación de la formación profesional, subestimada por las autoridades, por los padres y por los estudiantes. Pero como la jubilación se retrasa, cambiamos más de trabajo y nos vemos obligados a ser flexibles y 'multitarea', tenemos que mentalizarnos de que el aprendizaje se desarrolla durante toda la vida. Es una tendencia mundial. En Estonia hay cursos gratuitos de FP para mayores de 18 y puedes hacer todos los que quieras. ¿El gran problema de nuestro sistema educativo? No hay suficientes jóvenes que quieran ser profesores, por los bajos sueldos.
MACEDONIA Vese Vesela. Escuela de primaria Koco Racin. Ivanjevci.
-¿Por qué he sido elegida? Combino el aprendizaje de la lectura y las mates con las artes y los juegos. Grabo mis lecciones en vídeo y las subo a Internet para que sirvan de inspiración a otros maestros y mantengo varias páginas web de acceso gratuito.
-¿Cuál es mi receta? Vivo en un pueblo. Nuestra clase es como un país de cuento. Un día nos vestimos con las ropas de los pitufos y otro nos disfrazamos de príncipes y princesas. Aprendemos a escribir metiendo mensajes en botellas. Y hacemos cálculo con anzuelos y peces hechos con piedras. En nuestros pupitres hay también sitio para la harina, la sal, el azúcar, las verduras... Hacemos representaciones con marionetas. Y, por supuesto, antes las fabricamos; y también el teatrillo; y escribimos el guion. Tenemos ordenadores. Pero lo más importante es que los niños satisfagan su necesidad de juego y exploración. Trabajamos con los materiales de la naturaleza y con la última tecnología. Pero la mayoría del material lo fabricamos nosotros, en grupo. Los niños son mis socios. Me ayudan a descubrir nuevos métodos de enseñanza. Vengo de una familia de maestros. Mi madre no era una maestra corriente; creaba el material para sus alumnos. También yo quiero dejar mi impronta, que mis alumnos, cuando sean adultos, se acuerden de su maestra.

Richard Gerver. Habla el mayor experto en educación del mundo
"¿Aprender de memoria? ¿Para qué? ¡Emocionémoslos!"
Este profesor inglés es uno de los más influyentes del mundo. Pide un cambio radical en el sistema educativo: ni deberes ni exámenes. 
Por Fátima Uribarri
XLSemanal. Usted defiende que los profesores, antes que conocimientos, deben trasladar emociones a los alumnos. 
Richard Gerver. Se aprende mejor cuando uno se emociona. Es difícil aprender sentado detrás de un pupitre. Es mucho más efectivo que un olor o una música te lleven a un periodo histórico. Yo explicaba las fracciones de Matemáticas llevando una pizza a clase y cortando porciones. La experiencia ayuda a aprender.
XL. Su sistema funcionó: logró convertir la Grange Primary School, una de las peores escuelas del Reino Unido, en ejemplar. ¿Por qué no se aplica su método? 
R.G. Porque es un proyecto a largo plazo y complejo. Los políticos están en el poder un periodo de tiempo corto, no les compensa implicarse en una transformación tan inmensa. Hay que reciclar a los profesores, los contenidos... ¡No se puede hacer en un solo gobierno!
XL. ¿Qué podemos hacer los padres con los adolescentes que gastan todo su tiempo en maquinitas?
R.G. Los videojuegos demuestran la gran capacidad de resiliencia de los jóvenes: pierden la partida y comienzan de nuevo, no se rinden. Además, con los juegos on-line colaboran con otros chicos. No es tan malo. Los adolescentes de ahora utilizan técnicas de aprendizaje más sofisticadas que las nuestras. Lo que hay que conseguir es que utilicen esas habilidades en otras cosas. No están interesados en aprender algo que les parece aburrido, pero todos quieren aprender.
XL. ¿Es partidario de memorizar?
R.G. Pasamos años enseñando a escribir a mano, ¿para qué? Consumí parte de mi infancia en ejercicios de deletreo, ¿por qué? Estamos empeñados en enseñar lo que era importante hace 30 o 40 años. Para encontrar trabajo, para acceder a la información no es necesario haber memorizado batallas y reyes. Las habilidades que hoy importan son las interpersonales: la capacidad de comunicarse, de colaborar, de resolver, de encontrar la información. Pasé horas y horas memorizando los reyes de Inglaterra, ¿para qué? Los he olvidado.
XL. Para mantener una conversación, para tener una cultura... Richard Gerver acciona su teléfono y ordena: «Siri, dime los reyes de Inglaterra». 
R.G. ¿Lo ve? No es necesario. Me lo dice Siri o lo busco en Internet.
XL. ¿Por qué están tan mal pagados los maestros?
R.G. Si la sociedad quiere ser civilizada, tiene que formar buenos maestros y pagarles igual que a los abogados, a los médicos... Dicho esto, hay maestros que no se comportan como profesionales.
XL. ¿A qué se refiere?
R.G. Disculpan su fracaso diciendo que no tienen tiempo, medios... ¡No hay excusa! ¿Acaso argumenta eso un médico para no curar a un paciente? Si un profesor no consigue que sus alumnos aprendan, no es un buen profesional.
EE.UU. Stephen Ritz. Escuela pública 55. Nueva York
-¿Por qué he sido elegido? Doy clases en una escuela pública del sur del Bronx, el distrito más pobre de Estados Unidos, donde el 37 por ciento de los que residen allí no tienen seguridad alimentaria. Mi idea fue crear edificios 'comestibles': usar patios y paredes para cultivar huertos.
-¿Cuál es mi receta? Animo a los estudiantes a aplicar los conocimientos de la ciencia a sus vidas. Usamos tecnología low cost para crear jardines y viveros en interiores y exteriores. Hemos instalado más de cien solo en Nueva York. Lo primero era que los chavales pudiesen comer lo que cultivan. Pero surgieron oportunidades de negocio. Colaboramos con comerciantes y empresarios locales. Es una cultura escolar que mezcla aprendizaje y trabajo. Y ha tenido efectos colaterales beneficiosos: la asistencia a clase ha pasado del 40 al 93 por ciento. Cientos de alumnos se han graduado, muchos han ido a la universidad. Hemos sacado a chavales de la delincuencia. Y hemos creado unos 2200 puestos de trabajo directos o indirectos. Este programa está concebido para que, además, pueda ser copiado en cualquier lugar del mundo.

HOLANDA. Jelmer Evers. Escuela UniC.Utrecht.
-¿Por qué he sido elegido? Enseño Historia. He escrito libros sobre alternativas al sistema tradicional basado en exámenes. Mi enfoque es holístico, es decir, total e interdisciplinario. En mis clases mezclo juegos, redes sociales y desafíos que relacionan los hechos de la historia con la vida actual.
-¿Cuál es mi receta? A muchos profesores se nos trata como a monos adiestrados en el circo. En los últimos veinte años hemos visto cómo los gobiernos han adoptado políticas neoliberales para reformar la educación. El paradigma es que la escuela debe atenerse a las leyes del mercado. A los niños se los ve como a una mercancía a la que hay que dotar de valor añadido. La obsesión por medirlo todo nos lleva a preocuparnos más por los exámenes que por educar. Es el peligro de las pruebas estandarizadas, que se han convertido en la norma para comparar países y colegios. Estamos dejando a millones de niños atrás. Y la responsabilidad se externaliza. Primero, los padres se la pasaron a los profesores. Y, ahora, los profesores al sistema. Mi receta es que el educador debe asumir riesgos. Lo que un niño aprende no se puede medir fácilmente, porque cada niño es único y sus resultados, impredecibles. Educar no es solo transmitir conocimientos; es socializar y también ayudar al individuo a profundizar en sus cualidades.

TÍTULO: EN PRIMER PLANO,  Jeffrey Epstein, el amigo pedófilo del príncipe Andrés,.

En primer plano

Jeffrey Epstein, el amigo pedófilo del príncipe Andrés( fotos)

Durante años, Jeffrey Epstein fue un respetado financiero y filántropo. Pero, al mismo tiempo, dirigía una red de prostitución de menores que tenía a poderosos hombres de negocios y líderes mundiales como clientes. De eso le acusan tres mujeres en Florida. Condenado por pedofilia en 2005, pasó 13 meses en prisión. Ahora, su nombre ha vuelto a los titulares. Una de sus víctimas aporta detalles sobre un cliente muy especial: el príncipe Andrés de Inglaterra.
Una llamada de teléfono lo cambió todo. Hasta entonces, Jeffrey Epstein era un hombre de negocios algo enigmático, pero muy respetado; un millonario con una envidiable agenda. Entre sus amigos figuraban personajes como Bill Clinton o Donald Trump, un filántropo que se codeaba con premios Nobel y era capaz de donar 30 millones de dólares de una tacada a la Universidad de Harvard. Pero en 2005, la Policía de Palm Beach (Florida) recibió la llamada de una mujer. Quería denunciar que su hijastra, una niña de 14 años, le había confesado a una amiga que mantuvo relaciones sexuales con un hombre de mediana edad a cambio de dinero. Su nombre era Jeff. Vivía en una gran mansión. Así empezaba una investigación policial que, diez años después, sigue coleando y que ha salpicado, entre otros, al príncipe Andrés de Inglaterra.
La de Epstein es la típica historia del hombre hecho a sí mismo: hijo de un empleado de mantenimiento de los parques de Nueva York, creció en el barrio periférico de Coney Island y, aunque siempre destacó académicamente, nunca llegó a licenciarse en la universidad. Pero las matemáticas se le daban bien y consiguió un trabajo dando clases en el elitista colegio privado Dalton, en el Upper East Side de Manhattan. Pronto se convirtió en un profesor popular, una suerte de señor Keating, el inspirador maestro de El club de los poetas muertos. El padre de uno de sus alumnos le ofreció un trabajo en el mundo de las finanzas. Epstein aprendió rápido los secretos de Wall Street trabajando en el banco de inversión Bear Stearns y, seis años después, puso en marcha su propia firma financiera, J. Epstein & Co. No gestionaba las cuentas bancarias de cualquiera, sino las de los más ricos entre los ricos, aquellos que manejaban fortunas de más de mil millones de dólares. Parte del misterio en torno a Epstein era que nadie conocía la identidad de sus clientes, a excepción de Leslie Wexner, fundador de la cadena de ropa The Limited y, según se cree, su mayor benefactor. Mientras tanto, él mismo se estaba convirtiendo en multimillonario y empezaba a ejercer como tal.
LA COARTADA DE LA FILANTROPÍA
Como se espera de todo hombre rico y poderoso, Epstein también cumplió con la cuota filántropa y extendió suculentos cheques para financiar, a través de una fundación con su nombre, proyectos de investigación sobre el alzhéimer, la esclerosis múltiple y diferentes tipos de cáncer. Apasionado de la ciencia y de la tecnología, se codeaba con científicos tan respetados como Stephen Hawking o Marvin Minsky y con premios Nobel como Murray Gell-Mann o Gerald Edelman, pero también le gustaba intimar con los poderosos.
Su agenda de contactos era un listín telefónico de plutócratas famosos. En 2002, Epstein viajó a África en su avión privado con Bill Clinton, Kevin Spacey y Chris Tucker para promocionar la lucha contra el sida del expresidente norteamericano. Aquel viaje lo puso en el punto de mira. De pronto, todo el mundo empezó a preguntarse quién era ese hombre aparentemente tan poderoso que rara vez llevaba corbata y prefería vestir vaqueros, camisetas y zapatillas que trajes caros. Convertido en uno de los reyes de Manhattan, Epstein se forjó una imagen enigmática al estilo del Gran Gatsby. Apenas existían fotografías de él y durante años se negó a conceder entrevistas. Solo se sabía que era adicto al yoga, al té Earl Grey y que no probaba el alcohol. Le gustaba decir que era un solitario y que la vida nocturna no le interesaba. Tampoco había estado casado nunca. Pero tenía una misteriosa relación con Ghislaine Maxwell, hija del magnate de la prensa británica, Robert Maxwell, que falleció en extrañas circunstancias en las islas Canarias en 1991. Habían sido novios, pero nunca llegaron a formalizar su relación, aunque seguían siendo íntimos.
En 2005, tras una llamada a la comisaría de Palm Beach, la Policía registró la casa de Epstein, donde se encontraron evidencias de que el de aquella niña de 14 años no era, ni mucho menos, un caso aislado. Como ella, había habido decenas de chicas; muchas de ellas, menores de edad. Se las reclutaba para dar masajes a Epstein, pero terminaban acostándose con él a cambio de entre 200 y 1000 dólares. Aunque la Policía manejó el testimonio de al menos cuarenta chicas y Epstein podría haberse enfrentado a una condena de entre diez años y cadena perpetua, los poderosísimos abogados del multimillonario lograron alcanzar un beneficioso acuerdo con la Fiscalía y consiguieron que solo se lo juzgara por un delito de incitación a la prostitución de una menor. Fue condenado a 18 meses, pero solo cumplió 13 entre rejas.
ATRAPADAS EN LA RED
El caso volvió a resucitar el pasado mes de diciembre, con las acusaciones presentadas por tres mujeres en un tribunal de Florida sobre la supuesta organización de «esclavas sexuales» que dirigía Epstein. «Mantenían una red de abusos sexuales en la que participaron políticos, ejecutivos, presidentes extranjeros y líderes mundiales», sostiene la demanda. En realidad, las víctimas se han querellado contra el Gobierno americano por considerar que hubo trato de favor en el caso de Epstein y con el objetivo de revertir el acuerdo que este alcanzó con la Fiscalía. La historia empezó a acaparar titulares al conocerse que una de las víctimas, Virginia Roberts, afirmaba haber mantenido relaciones sexuales siendo menor de edad con el príncipe Andrés de Inglaterra, uno de los mejores amigos de Epstein.
Roberts entró en la órbita de Epstein cuando tenía 15 años. Ghislane Maxwell se había encargado de reclutarla. Fue invitada a la casa del magnate con el pretexto de darle un masaje, pero terminó manteniendo relaciones sexuales con él y recibiendo dinero a cambio. Pero Roberts y el resto del pequeño harén de Epstein no complacían solo al millonario, sino también a algunos de sus amigos más poderosos, como Alan Dershowitz uno de los abogados que defendió a O. J. Simpson, el polémico aristócrata Claus von Bulow o el príncipe Andrés de Inglaterra. Luego, la consigna era facilitarle a Epstein todos los detalles del encuentro. «El príncipe parece interesado en ti... Dale todo lo que te pida», le llegó a decir Epstein a Roberts. Su primera cita fue en Londres. «Tienes que arreglarte bien porque hoy vas a bailar con un príncipe», le sugirió Ghislaine Maxwell, que ha sido identificada por las tres demandantes como la 'madame' al frente de la red de prostitución de Epstein. 
Según el testimonio de Roberts, cenaron, bailaron y terminaron en la cama. Le pagaron 15.000 dólares por sus servicios. No fue la única vez. Roberts cuenta que tuvo otros dos encuentros con Andrés de Inglaterra en los dos siguientes años. En una ocasión, junto con otra chica. El príncipe ha negado categóricamente que mantuviera ninguna relación con Roberts, por mucho que una fotografía de ambos en la que él la coge cariñosamente por la cintura haya debilitado su versión de los hechos. El Palacio de Buckingham también ha salido en auxilio del hijo de Isabel II. «Esas acusaciones son falsas y no tienen ningún tipo de fundamento».
Alejada de los focos a la espera de la resolución judicial, Roberts solo ha emitido un breve comunicado. «Quiero reivindicar mis derechos como víctima inocente. No voy a dejar que vuelvan a silenciarme». Obviamente, tiene mucho más que contar. Algunos extractos del pormenorizado diario que escribió durante aquellos años ya han sido publicados en Internet. Pero este podría ser solo el comienzo. Se cree que Roberts podría estar preparando un libro que haría temblar, una vez más, los cimientos del Palacio de Buckingham.
EL MUNDO DE EPSTEIN
-Las chicas de la red: Cuando Epstein salió de la cárcel, en 2009, pasó a engrosar la lista oficial de agresores sexuales. Su inclinación por las menores era conocida. Virginia Roberts cuenta que Ghislaine y el príncipe Andrés llegaron a bromear sobre que ella, con 19 años, ya era vieja para Epstein.
-La mujer en la sombra: Ghislaine Maxwell, hija del magnate Robert Maxwell, es un personaje clave, aunque no haya sido juzgada. Ella es, según las menores, la organizadora de la red. Pero eso no impidió que en 2010 fuera invitada a la boda de la hija de Bill Clinton y siga teniendo una intensa vida social con su fundación para la protección de los océanos.
-Las amistades peligrosas: Cuando Epstein salió de la cárcel tras cumplir condena por prostituir a una menor, casi todos sus poderosos amigos le habían dado la espalda. Todos menos uno: el príncipe Andrés de Inglaterra, con quien fue visto en febrero de 2011 paseando por el neoyorquino Central Park. Se habían conocido a través de Ghislaine Maxwell, amiga de la exmujer del príncipe, Sarah Ferguson. La imagen con Epstein contribuyó a saturar la paciencia del Gobierno británico.
En 2011, la Cámara de los Comunes le retiró al príncipe Andrés el título de representante especial del Reino Unido para el comercio exterior. Ahora, podría ser llamado a declarar como testigo, a pesar de su inmunidad diplomática. Él ha negado cualquier relación inapropiada con la joven que le acusa, Virginia Roberts, y el Palacio de Buckingham califica las denuncias de «falsas y sin fundamento». Sarah Ferguson ha defendido a su ex marido: «Es un gran padre y un buen hombre. No voy a quedarme mirando mientras le difaman. No puedo decir nada malo de él».
LA AGENDA NEGRA DE EPSTEIN
-La agenda de contactos de Jeffrey Epstein, filtrada por uno de sus exempleados, se ha convertido en objeto de especulación y morbo, pero no es fácil sacar conclusiones de ella. Aparecen cientos de números de celebridades, como Mick Jagger, el exalcalde de Nueva York Michael Bloomberg, Rupert Murdoh, Barbara Walters, Alec Baldwin, Liz Hurley, Tom Ford, Dustin Hoffman, Tony Blair, Henry Kissinger... ¿Son todos clientes de su servicio de 'masajistas' (epígrafe con el que en la agenda aparecen numerosos nombres de mujer)? No parece probable, pero algunos han llamado mucho la atención: Donald Trump, amigo y defensor de Epstein; el príncipe Andrés, del que tiene 16 números de teléfono (y otros 18 de Sarah Ferguson), pero también Charles Althorp, conde de Spencer y hermano de Lady Di. Y si cree usted que 16 números son muchos números, Epstein tiene anotados en su agenda un total de 21 teléfonos para localizar a Bill Clinton.
-DONALD TRUMP, en 2003: «Conozco a Jeff desde hace 15 años. Es un tipo estupendo. Es muy divertido. Dicen que le gustan las mujeres guapas tanto como a mí, y muchas de ellas son más bien jóvenes».
-GEORGE MITCHELL, exsenador, en 2002: «Epstein ha apoyado varios de mis proyectos filantrópicos y ha recaudado dinero para mi campaña en alguna ocasión. Ciertamente diría que es un amigo y un apoyo».
-SARAH FERGUSON, en 2011: «Fue un gran error de juicio por mi parte (pedirle dinero a Epstein para pagar una deuda). No puedo explicar lo arrepentida que estoy. No volveré a tener relación de ningún tipo con Jeffrey Epstein».
-JIMMY CAYNE, CEO, de Bear Sterns, en 2002: «Es un tipo muy inteligente y se ha convertido también en uno de nuestros mejores clientes».
-BILL CLINTON, en 2002: «Jeffrey es al mismo tiempo un exitoso financiero y un comprometido filántropo, con un agudo sentido de los mercados globales y un profundo conocimiento de la ciencia del siglo XXI».
-ALAN DERAHOWITZ, abogado, en 2003: «Estoy escribiendo mi libro número veinte. La única persona a la que envío los borradores más allá de mi más cercana familia, es a Jeffrey».
EL CASO DE VIRGINIA ROBERTS
Virginia Roberts fue durante cuatro años 'masajista' de Epstein y es quien asegura haberse acostado con el príncipe Andrés. Su relación con Epstein empezó en 1983, a los 15 años. Según ha contado ella a The Mail on Sunday, era una adolescente problemática, que había sufrido abusos de niña, que con 12 años se escapaba de casa y se acostó con hombres a cambio de comida. A los 15, la situación parecía mejorar cuando su padre se la llevó a Palm Beach, Florida, donde trabajaba como jefe de mantenimiento de un club de Donald Trump. Allí, Virginia conoció a Ghislaine Maxwell, que le ofreció ser la masajista personal de Jeffrey Epstein. Su padre lo aprobó creyendo que realmente iba a recibir preparación como masajista. Pero ya en el primer encuentro con el millonario quedó claro que ese no era su cometido. El masaje derivó en encuentro sexual.
Ella dice que se sintió incómoda, pero no se atrevió a oponerse. Al final, le dieron 200 dólares. Virginia cuenta que tanto el dinero como el hecho de que Epstein fuese poderoso y amable hicieron que siguiese haciéndolo. Fue dos años después, cuando él y Ghislaine la invitaron a «entretener» también a amigos de Epstein. La subían a un avión, la llevaban a las mansiones y allí satisfacía a «hombres de negocios, un científico de prestigio internacional, un respetado político, un secretario de Estado». No ha dado nombres. De momento.Había otras chicas. Todas, menores. Según ella, a ninguno le parecía extraña o incómoda la situación.
Para entonces, Virginia manejaba mucho dinero y consumía Xanax (hasta ocho pastillas diarias), un tranquilizante que la hacía más manejable. Confiesa que llegó a sentir que Jeffrey y Ghislaine eran su familia y se preocupaban por ella. La situación cambió cuando a los 19 años le propusieron que engendrase un hijo de Jeffrey. Renunciaría a sus derechos sobre el niño. A cambio tendría su propia mansión y un sueldo mensual. Dice que fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba siendo utilizada. No se atrevió a contrariarlos, pero alegó que era demasiado joven y que antes quería sacarse el título de masajista.
En 2002, Epstein la envió a Tailandia a estudiar. Allí conoció a Robert, un profesor de artes marciales. Se enamoraron y se casaron sobre la marcha. Virginia llamó a Epstein para contárselo. Él se limitó a decir: «Que te vaya bien» y le colgó. La cosa podía haber quedado ahí. Aunque ella sufrió serias depresiones, lo cierto es que para 2005 empezaba a superarlo. Y entonces recibió una llamada del FBI. Habían encontrado fotos de ella en la casa de Epstein. Él iba a ser juzgado por pederastia. Le pidieron que testificara y Virginia lo hizo. Epstein salió bien parado del juicio, gracias a sus abogados. Solo 13 meses de cárcel. Ella pensó que no había nada que hacer e intentó seguir con su vida, pero en 2011 vio la foto del principe Andrés y Epstein paseando tan tranquilos por Central Park y algo cambió. Decidió hablar. «Era un insulto. Creen que están por encima de la ley. Y Jeffrey es un monstruo».

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