jueves, 13 de agosto de 2020

Un país en la mochila - Comida al descubierto: Halloumi, semillas de manzana y masa madre. / AQUI HAY TRABAJO - La junta de Extremadura se hace mayor,. / 80 cm' - Los marroquíes buscan este verano las playas y las compras en libertad,. / Hacer de comer - Juan Carlos Verdú: «El helado es mi vida»,.

TITULO: Un país en la mochila - Comida al descubierto: Halloumi, semillas de manzana y masa madre.
Otros documentales - Comida al descubierto: Halloumi, semillas de ... 

Comida al descubierto: Halloumi, semillas de manzana y masa madre,.


foto / En este episodio, Jimmy viaja hasta Chipre para averiguar qué hace que el halloumi sea halloumi. Kate intenta descubrir si son ciertos los cuentos de viejas que afirman que las semillas de manzana contienen algo mortal. Y Matt se sorprende ante las maravillas de la fermentación.


TITULO: AQUI HAY TRABAJO - La junta de Extremadura se hace mayor,.

La Junta de Extremadura se hace mayor,.

Retiro. La jubilación de más de 4.000 empleados de la administración autonómica en los próximos cinco años obliga a plantear una renovación de las plantillas,.



Trabajadores de la Junta en las consejerías de Mérida. / HOY
foto / Trabajadores de la Junta en las consejerías de Mérida.






La Junta de Extremadura tiene alrededor de 49.000 empleados entre Administración General, Servicio Extremeño de Salud y docentes. El presidente regional, Guillermo Fernández Vara, afirmó en el debate sobre orientación política regional que más de la mitad, 25.000, se jubilará en los próximos quince años. De entrada, 4.000 lo harán antes de 2025.
El presidente extremeño sugirió anticiparse a los acontecimientos y plantear la adaptación de la estructura de la Administración autonómica a los nuevos tiempos. Como dijo, muchos de estos empleados accedieron a sus puestos cuando ni siquiera había ordenadores. La evolución tecnológica, así como las propias necesidades de la población, obligan a cambiar la forma de trabajar. Algo que ha quedado especialmente en evidencia durante la pandemia del coronavirus, con cientos de personas en sus casas sin realizar sus funciones, mientras que en otros casos se ha demostrado que tiene más sentido trabajar por objetivos en lugar de con un horario fijo.
Según los datos aportados por la Junta, en torno a 4.000 trabajadores pasarán a la jubilación de ahora a 2025. Muchos de ellos son empleados que accedieron a la función pública con la creación de la autonomía en 1983. En esos primeros años se impulsó el crecimiento de las plantillas, ya que había que asumir la creciente cartera de servicios. Aquellos que se incorporaron con edades comprendidas entre los 25 y los 30 años pasan actualmente de los 60.
Estos trabajadores forman el grueso de la Administración general, que alberga las distintas consejerías de la Junta de Extremadura. Según la información facilitada por Hacienda y Administración Pública, de 16.683 trabajadores un total de 1.577 tiene actualmente más de 60 años, por lo que se avecina su jubilación entre el próximo ejercicio y 2025.
Las consejerías con más empleados en esta situación son Sanidad y Servicios Sociales, con 528, y Educación y Empleo, con 469. También destaca Agricultura, con 285 trabajadores que se aproximan al retiro.
Los problemas de personal pueden ser aún mayores en los siguientes quinquenios. De los cerca de 17.000 trabajadores de la Administración general, 3.333 tienen entre 56 y 60 años; mientras que 3.430 están entre 51 y 55, lo que representa el colectivo más numeroso en la Junta. También destacan los que cuentan de 46 a 50, con 3.181. Hay un dato que muestra el envejecimiento de las plantillas: solo mil empleados tienen de 26 a 35 años.

Más de 2.000 docentes

La creación del Estado de las autonomías impulsó la incorporación de personal a las administraciones regionales, pero el crecimiento económico, demográfico y social del país en los años 80 también se reflejó en otros sectores, como la sanidad y la educación. La Junta no asumió estas competencias hasta pasado el año 2000, pero en aquel momento incorporó a un buen número de trabajadores que ya contaban con décadas de experiencia.
Eso explica que la mayor parte de los funcionarios que se jubilará en los próximos años corresponde a los cuerpos docentes, con 2.257 profesionales que dejarán sus puestos antes de 2024, según indica la Consejería de Educación y Empleo. De ellos, 1.073 son maestros y 962 son profesores de Secundaria, a los que se suman 137 de Formación Profesional.
Las necesidades de renovar la plantilla docente serán más acuciantes cada año. La previsión es que en 2020 se jubilen 366 trabajadores, una cifra que llegará a 537 en 2024.
Eso a pesar de que la plantilla extremeña no está especialmente envejecida. De 17.368 docentes, el colectivo más numeroso, con 3.666, es el que tiene una edad comprendida entre 41 y 45 años, mientras que apenas 629 pasan de 60. Pero se mantiene la posibilidad de jubilarse con esa edad en función de los años de servicio, lo que explica las previsiones de aquí a 2024. De hecho, hay 2.298 docentes que tienen de 56 a 60 años.
También la sanidad tuvo su crecimiento en los años 80 con la construcción de nuevos hospitales, ambulatorios y centros de salud. El impulso definitivo vino con las competencias a partir del año 2000 y la creación de más instalaciones, pero en ese momento ya había una plantilla veterana.
El SES indica que entre este año y 2026 se jubilarán 977 médicos. La mayoría, 458, corresponde a la especialidad de medicina familiar y comunitaria. También destacan los 62 de Atención continuada. Unos datos que ponen de manifiesto la necesidad de reforzar la Atención Primaria, ahora más valorada por la gestión del coronavirus.

TITULO: 80 cm' -   Los marroquíes buscan este verano las playas y las compras en libertad,. 

 

Los marroquíes buscan este verano las playas y las compras en libertad,.



Vida apacible en el malecón que conduce a la ciudad amurallada de Essaouira./AFPfoto / Vida apacible en el malecón que conduce a la ciudad amurallada de Essaouira.

España, Francia y Turquía lugares para disfrutar de entornos diferentes y asequibles,.


No resulta fácil conseguir un visado para entrar legalmente en España. Hay que certificar un trabajo estable, entre otros requisitos que complican el acceso de muchos marroquíes. Porque el flujo de magrebíes que cruzan el estrecho cada verano cuenta con dos sentidos. Unos forman parte de la diáspora diseminada por Europa y regresan a su tierra durante varias semanas, mientras que otros aspiran a disfrutar de sus vacaciones en un entorno diferente al habitual. Alrededor de 800.000 entran cada año y el 65% tienen como objetivo Andalucía, en concreto, localidades como Fuengirola, Benalmádena, Torremolinos y Marbella. «Buscan una combinación de sol, playa y shopping», explica Beatriz Mesa, profesora en la Universidad Internacional de Rabat.
El cierre de fronteras y el cerrojazo impuesto a Casablanca, Tánger y otras grandes ciudades, anuncia un mes de agosto inusual, sin apenas tráfico hacia el exterior o el interior del reino alauita. En circunstancias normales, las elites ya se hallarían disfrutando de la canícula en sus mansiones de Sotogrande. «La familia real y el Majzén, el núcleo del poder, poseen megaviviendas en zonas opacas», indica. La capital francesa constituye un reclamo importante, pero la influencia cultural de la metrópoli francesa no compite con el poder de seducción de la Costa del Sol. «La prefieren porque está cerca y resulta más asequible, con más sol y una gastronomía atractiva, y, además, los visitantes puede viajar en su propio vehículo», explica.
El ocio también refleja las enormes disparidades del país vecino. «Hablamos de una sociedad muy difícil de dibujar, con referentes tanto en Occidente como en los países del Golfo», aduce. A su juicio, las nuevas generaciones se debaten entre la modernidad y el regreso a la tradición, la fe y el laicismo, la chilaba y el prêt-à-porter del ubicuo Zara. Los cambios se han agudizado en las dos últimas décadas, bajo el reinado de Mohammed VI, años de desarrollo económico, a pesar de las crisis. El Banco Mundial considera que ha emergido esa clase media, formada por el 15% de la población, que busca ofertas del todo incluido en los portales de viajes.
Los funcionarios de la Administración y los empleados en las grandes empresas financieras o de telecomunicaciones, integran el nuevo estrato, ávido de experiencias novedosas. «Sus demandas no tienen nada que ver con las de los turistas que llegan al país», apunta Mohammed Fuad, director de la Fundación Atil, que lucha contra el abandono escolar. El exotismo de las ciudades imperiales atrae a 13 millones de foráneos, mientras que las playas mediterráneas constituyen el principal reclamo para los autóctonos, que las prefieren sobre los enormes arenales atlánticos, con algunas excepciones como Agadir o Essaouira.
El aislamiento autoimpuesto impide los movimientos internacionales, aunque, en el tórrido verano magrebí, los mayores desplazamientos corresponden a nativos. En cualquier caso, los marroquíes no suelen desplazarse a las repúblicas limítrofes de Mauritania, con escaso atractivo para el turismo de masas, o Argelia, que ni siquiera lo promociona. Tampoco Túnez resulta especialmente interesante para los marroquíes. «No acuden porque se trata de un contexto muy similar», alega.
Turquía se ha convertido en un destino privilegiado a lo largo de las últimas temporadas. El pasado año unos 200.000 locales disfrutaron de sus encantos euroasiáticos. Al parecer, las series televisivas otomanas han sido el reclamo para elegir unas vacaciones asequibles que no precisan de la visa Schengen. «Una semana en régimen de media pensión supone unos 600 o 700 euros, precio inferior al de un alquiler en Tánger o Tetuán», señala Fuad. Más allá de la demanda cultural o el deseo de comprar, existe la convicción de que París, Málaga y Estambul, proporcionan al marroquí un espacio de libertad que, a pesar del progreso, aún carece en su vida cotidiana, my condicionada por el conservadurismo social.


El Benidorm frustrado
La expansión del turismo nacional fue el objetivo del Plan Azur, programa que impulsó la construcción de infraestructuras hoteleras a lo largo de la última década. El objetivo principal fue la costa mediterránea, entre Tánger y la frontera argelina. Pero algo no salió bien. «La construcción desbordada, la especulación y la corrupción, han esquilmado zonas naturales y arruinado buena parte del encanto del litoral», lamenta Mohammed Fuad. El proyecto, que pretendía competir con el levante español, no sólo no ha atraído el turismo internacional, sino que también desanima al local, ya que los precios de sus apartamentos ni siquiera se antojan especialmente competitivos frente a la oferta exterior.

 

TITULO: Hacer de comer  - Juan Carlos Verdú: «El helado es mi vida»,.


  lunes -10-   a viernes -14- Agosto  a las 13:25h, en La 1 , foto.


Juan Carlos Verdú: «El helado es mi vida»,.


El artesano Juan Carlos Verdú prepara un helado de mantecado en su factoría de La Manga. /J. M. Rodríguez
El artesano Juan Carlos Verdú prepara un helado de mantecado en su factoría de La Manga.

Su profesión como artesano heladero en Cartagena no tiene vacaciones estivales, pero asegura que «no lo cambio por nada»,.


Junto con un recetario de sabores y el oficio de heladero, a Juan Carlos Verdú le han dejado sus antepasados una forma de vida que no concibe las vacaciones estivales. No le pesa en absoluto. Espera todo el año su temporada fuerte, cuando miles de turistas llegan a la costa del Mar Menor para repetir la fórmula veraniega de la infancia: sol, playa y helados. El artesano cartagenero no se queja de las largas jornadas de trabajo que le reporta ese pico de la demanda, sobre todo cuando evoca cómo su bisabuelo creó en 1890 una flota de carritos heladeros, que conservaban los productos con barras de hielo. Como cuarta generación de artesanos, ha continuado la tradición familiar con su marca 'La Valenciana José Verdú' y una carta de sabores que renueva cada año. El espíritu innovador le lleva cada año a competir a nivel internacional con sus creaciones bajo cero.
– Otro verano sin vacaciones, ¿cuántos van ya?
– No sé qué es un verano de vacaciones. Es mi temporada fuerte y, aunque estamos todo el año en activo, al menos 9 meses tenemos menos actividad.
– Si lo compara con el esfuerzo de los heladeros de tiempos pasados, ¿esto no es nada?
– Claro, para mí no es duro trabajar en verano porque llevo haciéndolo desde los 8 años, cuando mi padre me puso un delantal para aprender el oficio. Y no me quejo de lo que me apasiona, sobre todo pensando en cómo tuvo que trabajar mi bisabuelo. Iba desde Cartagena a La Unión con dos burros para traer barras de hielo con las que hacer el mantecado granizado, a base de leche, azúcar, huevo, corteza de limón y vara de vainilla. Y todo era a mano, triturando el hielo y mezclando tan solo con fuerza de brazos.
– ¿Qué compensa verse fuera de ese verano de pareo y chiringuito?
– Compensa hacer lo que te gusta. Gracias a todos los que se lo pasan bien, estamos aquí. Y esperamos que vengan muchos turistas. No cambio mi vida por nada y eso que en verano trabajo 14 horas al día. Empezamos a las 7 de la mañana y, a veces a las 9 de la noche seguimos preparando pedidos. Ya llegará el otoño, cuando me toca descansar y aprovecho para viajar, hacer deporte y estar con la familia.
– ¿En qué se diferencia este verano de los demás?
– Es un verano diferente en todo, complicado y difícil. La gente va con mucho miedo. Las ventas han bajado bastante, pero no puedes compararlo con otro año. Hay que pasarlo lo mejor que se pueda y esperar que no empeore la situación, porque si nos confinan en mitad del verano sería un desastre para la hostelería. Esperamos todo el año estos 40 días.
– ¿Qué nuevos sabores explora este año?
– El pasado enero estuve en la feria de Rímini (Italia) y, entre las nuevas ideas que me traje, están las 'otellas' de chocolate, con efecto crujiente. Luego están las nuevas gamas de chocolates, los de arroz con leche. Es un sinfín. Mucha fórmula para un helado de vanguardia. Participo cada año en el Campeonato del Mundo para probar sabores nuevos.
– ¿Mantiene en su carta los sabores tradicionales?
– El mantecado de mi bisabuelo lo sigo haciendo por encargo. El helado es para mí una forma de vida. Nos transporta a antaño, a cuando nuestros padres nos compraban un cucurucho. Los sabores clásicos siempre están ahí y, en verano, también piden sorbetes de melón, de kiwi y de sandía.

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