domingo, 17 de noviembre de 2024

MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA - Ciclismo - Milímetros que son kilómetros ,. / Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - ¿ Que fue de la Europa fraterna ? ,.

 

 TITULO:  MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves   -   LA NOCHE ABIERTA  - Ciclismo -   Milímetros que son kilómetros   ,.

MAS VALE TARDE LA SEXTA - BICICLETA - La lotería - Cruz Roja - La loteria jueves - LA NOCHE ABIERTA -   Ciclismo -  Milímetros que son kilómetros  ,. fotos,.

 LA NOCHE ABIERTA ,.

Resultat d'imatges de la noche abierta 

Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.

 

 Milímetros que son kilómetros,.

 

 

El que fuese gran dominador del ciclismo en la pasada década vivirá su último año como profesional en 2025 con un papel residual, pero siendo el corredor en activo con más grandes vueltas,.

Chris Froome
 
Chris Froome,.

El paso del tiempo es inexorable y acaba borrando muchas huellas del pasado. Recién acabada la temporada ciclista 2024, el corredor en activo con más grandes vueltas en su palmarés es ahora poco menos que un anónimo. Una sombra de su propio pasado que pasa absolutamente inadvertida en el pelotón. Tadej Pogacar, Remco Evenepoel, Vingegaard... los nombres que se reparten el presente y el futuro han hecho olvidar que queda un ciclista con seis 'grandes' en su palmarés y todavía sigue en activo.

 

¿Quién se acuerda ya hoy de Chris Froome? En la pasada década dominó con mano de hierro el ciclismo mundial al frente de su Team Sky, imponiendo además una forma de correr que, en cuestión de un lustro -incluso menos- ha sido totalmente vapuleada. Mirando el potenciómetro, escondido tras su 'tren' de gregarios -esto sí se mantiene- y lanzando el ataque final sólo cuando los números decían que podía hacerlo. Así ganó cuatro Tours de Francia (2013, 15, 16 y 17), una Vuelta a España (2017) y un Giro de Italia (2018). Luego, en 2019, le darían como ganada también la Vuelta a España 2011, la carrera donde explotó y fue segundo, tras la sanción de Juanjo Cobo.

 

Ahora, Froome languidece al filo de los 39 años en el seno del Israel-PremierTech. Tras la caída que tuvo en el reconocimiento de la contrarreloj del Dauphiné, en 2019, ya nada volvió a ser igual. Cuando iba a 54 kilómetros por hora, sobre un asfalto mojado, una racha de aire le hizo perder el control de su bici y terminó estrellándose contra un muro. Múltiples fracturas y la temporada hecha añicos. Volvería en febrero de 2020, pero semanas después el mundo se paraba de nuevo por la pandemia. Así que su regreso definitivo a la competición sería en otoño de aquel año. Pero ya no era el temible Froome.

 

Aun así, hubo un momento en que pareció que podría recuperar un nivel, al menos, parecido al de antaño. El Israel le firmó un contrato a razón de 5,5 millones por temporada. Parece evidente que esas cifras se han renegociado, o tal vez había cláusulas que apuntaban a un descenso en caso de bajada del rendimiento. Todavía tuvo algún destello en 2022, en el Tour de Francia. Pero un inoportuno positivo por Covid cuando andaba entre los 25 mejores de la general -estuvo cerca de ganar en Alpe D'Huez desde la fuga- le hizo bajarse de la carrera.

 Luego iría a la Vuelta a España de aquel año, pero como si no hubiese corrido. Desde 2022 no ha vuelto a pisar una grande, ni tampoco una clásica de prestigio. Es más, en este 2024 ha hecho 35 días de competición en sitios tan remotos como China, Rumanía, Ruanda o Noruega. Sólo ha estado en Dauphiné y una Tirreno-Adriático que abandonó -se rompió el escafoides por una caída- como grandes plazas.

 Precisamente en China, en los últimos compases del año, pudo alzar la voz para hablar de sus actuales motivaciones para ser ciclista profesional. "Ya no puedo competir por las victorias", admitió, y es que sincero siempre ha sido. Sin embargo, sí tiene algunas inquietudes: "Tenemos talentos jóvenes en el equipo como Blackmore, y puedo ayudarle. A mí me encanta estar encima de la bicicleta, por eso quiero seguir compitiendo y tengo mucha motivación. Lo que quiero es sentirme ciclista profesional", aseguraba.

 El 2025 será su último año con un dorsal a la espalda. Cuando se retire, seguirá sin haber nadie con más grandes vueltas que él, y probablemente Pogacar todavía tardará un poco en igualarlas. Pero el ciclismo que dominó durante buena parte de la pasada década queda como un recuerdo cada vez más difuso. El paso del tiempo no perdona.

TITULO: Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - ¿ Que fue de la Europa fraterna ?,.

 ¿ Que fue de la Europa fraterna ?,.

 Con Horacio por los montes sabinos - Zenda

foto / No hagamos caso a los manipuladores, a los ignorantes ni a los simples. Da igual ser creyente o no serlo: sin el cristianismo, primero, y la Iglesia católica, después, resulta imposible comprender la Edad Media y el nacimiento de la futura Europa. Se trata de un hecho histórico que los europeos del siglo XXI debemos asumir con naturalidad, tanto en lo bueno, que fue mucho, como en lo malo, que no fue poco. Ya entre los siglos V y VI después de Cristo, el proceso estaba siendo complejo y azaroso, aunque imparable. El derrumbe del imperio romano apenas perjudicó a la Iglesia, que además de adaptarse a lo nuevo supo beneficiarse de ello. Fin del imperium político, comienzo de la auctoritas religiosa: había nacido una estrella, y estaba allí para quedarse. Empezó con una crucifixión en Palestina, siguió con persecuciones y catacumbas, se hizo oficial bajo Constantino el Grande y estuvo a punto de caramelo con la conversión de los jefes bárbaros y sus respectivas tribus. Y ahora, en el desmadre general, crecían el prestigio social y la influencia de los obispos de Roma. De una parte, por dos veces habían evitado, con arte y mojarra, el saqueo de la ciudad, tanto por parte de los hunos de Atila (año 452) como por los vándalos de Genserico (455), y eso les daba una imagen popular extraordinaria: la gente se los comía a besos por la calle. Además, los obispatas romanos tenían una carta en la manga que les daba ventaja sobre el resto de colegas de otros lugares: allí estaba la tumba del apóstol y mártir San Pedro, a quien el propio Jesucristo, en plan compadre pescador de Galilea, había llamado piedra fundacional de su Iglesia (Tu es Petrus, etcétera). Por eso, pese a la competencia de fulanos de postín como Ambrosio, obispo de Milán, y otros rivales de Alejandría, Jerusalén, Antioquía y Constantinopla (muy mimados éstos por los emperadores bizantinos), los de Roma fueron haciéndose los gallos del corral y acabaron llamándose papas. Su mejor baza fue que, a medida que la extensión del cristianismo suscitaba disidencias y herejías entre los ideólogos del gremio, convirtiendo el asunto en una jaula de grillos donde opinaba todo hijo de vecino (y menos mal que aún no existía Twitter), los obispos romanos tuvieron el detalle de convertir la ciudad en sede de reuniones de una especie de comités de expertos que analizaban las disputas teológicas. Esas reuniones se llamaron concilia, o sea, concilios. Y como Jesucristo había dicho sed hermanos pero no había dicho sed primos, sus organizadores (que eran los que soltaban la viruta, dietas incluidas) procuraban barrer para casa. Y así, tacita a tacita, el prestigio y la influencia de Roma crecieron hasta convertir al papa de turno en pontifex maximus. O sea, en árbitro de la cristiandad. Pero es que, para completar la jugada, las familias con posibles, o sea, la nueva aristocracia romano-bárbara o como queramos llamarla, empezó a meter a sus criaturas en la carrera eclesiástica, que ofrecía seguridad, influencia y futuro. Eso ocurrió en toda Europa, favorecido por la cristianización no sólo de las élites, sino de la sociedad en general. Los esclavos seguían siendo esclavos y los pobres seguían siendo pobres a pesar del buen rollito de la igualdad fraterna y otros camelos; y ahí se introdujo una jugada maestra de las clases superiores, al patentar éstas un invento que iba a dar juego durante los doce o catorce siglos siguientes: lo que podríamos llamar caridad aristocrática. Una nueva forma de dominio social que relacionaba de arriba abajo las clases dominantes civiles y religiosas, bien avenidas entre ellas, con las masas de creyentes a los que se imponía, a cambio de la vida eterna y otros premios espirituales y materiales, la sumisión al poder político y religioso, así como la renuncia a los placeres sexuales (idea recuperada de algunos filósofos griegos) como nueva moral. Pero cuidado: tampoco es que las autoridades políticas y las religiosas anduvieran dándose besos con lengua. Las tensiones eran muchas, pues cada cual iba a lo suyo. Ahí se pusieron al tajo mentes brillantes para ver quién se llevaba el gato al agua, pero la Iglesia estaba mejor dotada y metía goles hasta de chilena: San Agustín, San Ambrosio, los papas Gelasio I y Gregorio el Grande, así como otros secundarios de tronío, pulieron la óptica para enfocar el asunto. Y el resultado fue la famosa teoría de las dos espadas, resumible en que había en la tierra dos grandes poderes, uno espiritual y otro temporal: los reyes y los papas, vale, de acuerdo. Pero, por designio de Dios, los reyes debían estar sometidos a los papas. O sea, que donde había patrón no mandaba marinero. Y aunque ahora parezca absurdo, en aquel momento no fue ninguna tontería, sino todo lo contrario. Durante muchísimo tiempo, la historia de Europa iba a decidirse en torno a eso.

 

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