Antonio Lamela, foto.
Antonio Lamela Martínez | ||
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Antonio Lamela en el año 2010, |
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Información personal | ||
Nacimiento | 18 de diciembre de 1926 Madrid, España |
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Defunción | 1 de abril de 2017 (90 años) Madrid, España |
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Carrera profesional | ||
Estudio | Estudio Lamela | |
Biografía y obras
Titulado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) en 1954 y doctorado en 1959, desde el inicio de su carrera profesional demostró ser un arquitecto visionario e innovador, fruto de su gran inquietud profesional y de sus continuos y largos viajes por los cinco continentes.3- En 1954 fundó el Estudio Lamela, donde ha desarrollado toda su carrera profesional.
- Entre 1956 y 1958 levantó el primer edificio de viviendas en Madrid que tuvo aire acondicionado, vertedero de basuras individualizados, shunts interiores de ventilación, tabiques móviles, iluminación exterior completa, terrazas ajardinadas, portal elevado y fachadas ligeras suspendidas. Estos elementos, estructuras y diseño eran absolutamente novedosos en aquellos años. A este edificio le siguieron otros modernos edificios y conjuntos residenciales en la capital, e incluso barrios enteros para miles de habitantes como es el caso de San Ignacio de Loyola. En 1960 proyectó el primer supermercado de España.
Innovación y materiales
Antonio Lamela introdujo en España en 1965 los hormigones preamasados a través de la firma Prebetong. La empresa se expandió pronto por diferentes áreas geográficas (Madrid, Aragón, Costa del Sol, Baleares y Canarias). En la práctica fueron los primeros camiones hormigoneras que rondaron por las carreteras españolas.En 1968 puso en marcha la compañía Shockbeton, dedicada a fabricar piezas de hormigón arquitectónico. Era la primera vez en España que se creaban estructuras prefabricadas de ese material para fachadas, con unos resultados de gran trascendencia técnica y estética. Otras de las empresas punteras que lanzó en aquellos años es CTC, una firma pionera en suministro industrial en obra de ladrillos empaquetados.
Santiago Bernabéu y T4 del Aeropuerto de Barajas
En Madrid, Antonio Lamela firmó dos obras referenciales. La primera es la remodelación y ampliación en 1988 del Estadio Santiago Bernabéu (el arquitecto es el socio número 59 del Real Madrid); la segunda, la premiada9 10 Terminal 4 del aeropuerto de Barajas (desde 2014, Adolfo Suárez Madrid-Barajas), junto con Richard Rogers.11Organismos internacionales y publicaciones
Fundó en 1976 el Club de Roma en España, una organización internacional que trata de mejorar el mundo con herramientas como la educación, la integración social y el desarrollo justo y equitativo del planeta.Antonio Lamela ha escrito diferentes libros y publicaciones, además de numerosas ponencias, escritos y ensayos sobre el uso del territorio, las políticas hídricas, la conservación del medio ambiente, e incluso sobre la protección del idioma español.
La arquitectura de Antonio Lamela es también una trayectoria de más de 1.500 proyectos y realizaciones de planeamiento territorial. Algunos se han recogido en el libro “Lamela: Urbanística y Arquitectura. Realizaciones y Proyectos 1954-1992” así como en el complemento “Proyectos y Realizaciones 1990-2003”. Su arquitectura narra por sí sola toda una época de la historia de España.
La arquitectura ha sido para Antonio Lamela un camino hacia otras disciplinas. Humanista y pensador, es el inventor de las nuevas ciencias “Geoísmo” y “Cosmoísmo”,12 que desarrolla en el libro homónimo de 1975. Estas nuevas disciplinas constituyen una síntesis de urbanismo a escala planetaria. En ellas preconizó, cuando el término ecológico no existía, la arquitectura sostenible. Por aquel entonces, el arquitecto lo define como “naturalismo”.,etc.
TITULO :Muere a los 90 años el filósofo Salvador Pániker.
Muere a los 90 años el filósofo Salvador Pániker, foto.
Fundador de la editorial Kairós, presidió la Asociación Derecho a Morir Dignamente.
Salvador Pániker Alemany
(Barcelona, 1927-2017) ha dejado este mundo con un montón de dudas
sobre si hay otro. Posiblemente ése era su aspecto más interesante e
inquietante: la perpetua duda sobre todo. Incluso sobre las certezas acumuladas a lo largo de la vida.
Hablar con él era un paseo por la incertidumbre y, a la vez, por una
más que notable alegría de vivir. De haber vivido. Hizo casi todo lo que
quiso. Incluso quejarse de lo que no hacía.
La vida de Pániker está marcada por su familia. Hijo de padre indio afincado en Barcelona, y de madre barcelonesa, creció en un ambiente claramente burgués que ha narrado en sus varios libros de memorias. Estudió ingeniería y acabó haciéndose cargo durante un periodo muy breve de la empresa familiar porque su hermano, Raimundo Panikkar (cada uno eligió la transcripción del apellido paterno que creyó adecuada) desertó de los negocios mundanos para hacerse sacerdote, miembro del Opus Dei, expulsado de la orden y, finalmente, místico a su manera.
La libertad económica que le dio la herencia familiar le permitió hacer lo que le dio la gana.
Por ejemplo, dedicarse la política (fue diputado por la UCD en 1977 y
dimitió a los cuatro días por puro aburrimiento). Fundó una editorial,
Kairós, que sigue viva en manos de su hijo Agustín. Hijo también de la
mujer que más tiempo estuvo junto a Salvador y, probablemente, la que
más le influyó: Núria Pompeya.
En la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta, Salvador Pániker fue un referente constante de la vitalidad cultural extramuros del franquismo. Su editorial editó libros tan sorprendentes como el Manifiesto subnormal, de Manuel Vázquez Montalbán; Las Rumbas, de Joan de Sagarra, o El sadismo de nuestra infancia, de Terenci Moix. Pero pronto optó por una vía que trataba de unir lo que quedara de la sabiduría de occidente con la que le llegaba de oriente. La ciencia de un ingeniero de profesión con lo insondable de los pensadores orientales. Curiosamente, todo ello sin la colaboración de su hermano instalado en la India, después de haber sido expulsado del Opus porque, según alguno de sus biógrafos, hacía sombra intelectual a José María Escribá de Balaguer, algo que no era demasiado difícil.
Fue en esos sesenta cuando publicó dos libros que fueron relativos
best-sellers: conversaciones en Cataluña (1966) y Conversaciones en
Madrid (1969). Un compendio de charlas con las principales figuras
políticas e intelectuales de la época.
Salvador Pániker era también un gran relaciones públicas de sí mismo. Se vendía, pero a decir verdad, estaba convencido de que no timaba a nadie, de que el producto que promocionaba era realmente de calidad. Desde luego, tenía una cultura enciclopedista. No había asunto del que se pudiera hablar con él del que no tuviera cumplida información. Ya fuera de ciencias o de letras. Y de vez en cuando se atrevía con afirmaciones provocadoras. En la última charla que mantuvimos en su casa barcelonesa, desde donde puede verse la gótica silueta del monasterio de Pedralbes, se despachó con calma: “Eso ya lo dijeron los griegos pero, claro, los griegos lo dijeron todo; si no, es que no valía la pena”. Tenía también un notable sentido del humor que le permitía asumir que parte de Barcelona lo reconocía con una expresión atribuida a Juan Marsé: “Pániker en las calles”.
Como Sócrates, fue un gran hablador y, también como Sócrates, no temía la muerte. En sus últimos años batalló por el derecho a una muerte digna. Sin excesivo éxito político, aunque sus ideas sí han cuajado en una población tan distanciada de los usos parlamentarios y, por supuesto, de las consideraciones de la iglesia católica. En una de las últimas conversaciones que mantuvimos me comentó al respecto: “Decía Jacques Monod que la religión es un cerebro biológico. En algún sentido, subsistirá, porque el hombre es una criatura tan desamparada que es comprensible que invente a los dioses. Pero la Iglesia se mantiene, al margen de esto, en una posición integrista para mí incompresible, lo que la hace responsable de que deserte de ella tanta gente”. Recordaba el caso de una amiga suya (fue hombre de múltiples amistades femeninas) que le aseguró que había tenido la mente fuera del cuerpo. “Hay parapsicólogos que se lo toman muy en serio. No lo descarto, aunque sea escéptico. La verdad es que no entendemos casi nada y si profundizamos en la física cuántica, el sentido común se va a paseo. La inteligencia es un órgano para sobrevivir, como los colmillos o los dientes, pero el fondo de la realidad se nos escapa”.
Desde este sábado, Salvador Pániker está en otra realidad. Quizás en uno de esos universos paralelos de los que hablan los físicos. Unos universos con los que, al menos de momento, no hay modo de comunicarse. ¡Es una lástima!,.
TITULO : HISTORIAS DE NUESTRO CINE - SIERRA DE TERUEL,.
La vida de Pániker está marcada por su familia. Hijo de padre indio afincado en Barcelona, y de madre barcelonesa, creció en un ambiente claramente burgués que ha narrado en sus varios libros de memorias. Estudió ingeniería y acabó haciéndose cargo durante un periodo muy breve de la empresa familiar porque su hermano, Raimundo Panikkar (cada uno eligió la transcripción del apellido paterno que creyó adecuada) desertó de los negocios mundanos para hacerse sacerdote, miembro del Opus Dei, expulsado de la orden y, finalmente, místico a su manera.
En la segunda mitad de los sesenta y principios de los setenta, Salvador Pániker fue un referente constante de la vitalidad cultural extramuros del franquismo. Su editorial editó libros tan sorprendentes como el Manifiesto subnormal, de Manuel Vázquez Montalbán; Las Rumbas, de Joan de Sagarra, o El sadismo de nuestra infancia, de Terenci Moix. Pero pronto optó por una vía que trataba de unir lo que quedara de la sabiduría de occidente con la que le llegaba de oriente. La ciencia de un ingeniero de profesión con lo insondable de los pensadores orientales. Curiosamente, todo ello sin la colaboración de su hermano instalado en la India, después de haber sido expulsado del Opus porque, según alguno de sus biógrafos, hacía sombra intelectual a José María Escribá de Balaguer, algo que no era demasiado difícil.
Salvador Pániker era también un gran relaciones públicas de sí mismo. Se vendía, pero a decir verdad, estaba convencido de que no timaba a nadie, de que el producto que promocionaba era realmente de calidad. Desde luego, tenía una cultura enciclopedista. No había asunto del que se pudiera hablar con él del que no tuviera cumplida información. Ya fuera de ciencias o de letras. Y de vez en cuando se atrevía con afirmaciones provocadoras. En la última charla que mantuvimos en su casa barcelonesa, desde donde puede verse la gótica silueta del monasterio de Pedralbes, se despachó con calma: “Eso ya lo dijeron los griegos pero, claro, los griegos lo dijeron todo; si no, es que no valía la pena”. Tenía también un notable sentido del humor que le permitía asumir que parte de Barcelona lo reconocía con una expresión atribuida a Juan Marsé: “Pániker en las calles”.
Como Sócrates, fue un gran hablador y, también como Sócrates, no temía la muerte. En sus últimos años batalló por el derecho a una muerte digna. Sin excesivo éxito político, aunque sus ideas sí han cuajado en una población tan distanciada de los usos parlamentarios y, por supuesto, de las consideraciones de la iglesia católica. En una de las últimas conversaciones que mantuvimos me comentó al respecto: “Decía Jacques Monod que la religión es un cerebro biológico. En algún sentido, subsistirá, porque el hombre es una criatura tan desamparada que es comprensible que invente a los dioses. Pero la Iglesia se mantiene, al margen de esto, en una posición integrista para mí incompresible, lo que la hace responsable de que deserte de ella tanta gente”. Recordaba el caso de una amiga suya (fue hombre de múltiples amistades femeninas) que le aseguró que había tenido la mente fuera del cuerpo. “Hay parapsicólogos que se lo toman muy en serio. No lo descarto, aunque sea escéptico. La verdad es que no entendemos casi nada y si profundizamos en la física cuántica, el sentido común se va a paseo. La inteligencia es un órgano para sobrevivir, como los colmillos o los dientes, pero el fondo de la realidad se nos escapa”.
Desde este sábado, Salvador Pániker está en otra realidad. Quizás en uno de esos universos paralelos de los que hablan los físicos. Unos universos con los que, al menos de momento, no hay modo de comunicarse. ¡Es una lástima!,.
TITULO : HISTORIAS DE NUESTRO CINE - SIERRA DE TERUEL,.
Historia de nuestro cine' recuerda la Guerra Civil, fotos.
Se emitirán ‘Sierra de Teruel’, ‘La paz empieza nunca’, ‘Canciones para después de una guerra’, ‘Biba la banda’ y ‘Libertarias’
En el coloquio, el profesor especialista en el cine sobre la Guerra Civil, Rafael R. Tranche, el director Oscar Aibar y el historietista Paco Roca
‘Historia de nuestro cine’ recorrerá la próxima semana la Guerra Civil a través del cine español con las películas ‘Sierra de Teruel’, ‘La paz empieza nunca’, ‘Canciones para después de una guerra’, ‘Biba la banda’ y ‘Libertarias’. En el coloquio del viernes, previo a la película y moderado por Elena S. Sánchez, estarán el profesor universitario, especialista en el cine sobre la Guerra Civil, Rafael R. Tranche; el director Oscar Aibar; el historietista Paco Roca; y el crítico de cine Javier Ocaña, colaborador habitual del programa.
El lunes se emitirá ‘Sierra de Teruel’, de André Malraux, que presentará el historiador, escritor y crítico de cine Carlos F. Heredero; el martes, ‘La paz empieza nunca’, de León Klimovsky, que introducirá el crítico de cine, Javier Ocaña; el miércoles ‘Canciones para después de una guerra’ de
Basilio Martín Patino, que comentará el historiador cinematográfico y
coordinador de contenidos del programa Luis E. Parés; el jueves ‘Biba la banda’, de Ricardo Palacios, de la que hablará el crítico de cine Luis Martínez.
Y el viernes, ‘Libertarias’,
de Vicente Aranda, que presentará la periodista Elsa Fernández-Santos.
Antes de la película (20:55 horas) en el coloquio sobre Guerra Civil
Española a través del cine participarán el profesor universitario,
investigador sobre la relación entre el cine español y la Guerra Civil, Rafael R. Tranche; el director Oscar Aibar, que acaba de dirigir ‘El bosque’, ambientada en la contienda; el historietista Paco Roca,
Premio Nacional del Cómic y autor de varias novelas gráficas
relacionadas con la Guerra Civil como ‘Los surcos del azar’ y ‘El ángel
de la retirada’; y el crítico de cine Javier Ocaña, colaborador habitual del programa.
‘Historia de nuestro cine’
‘Historia de nuestro cine’ se estrenó en mayo de 2015 en La 2 con la idea de revisar en prime time gran
parte del cine español desde los años 30 hasta finales del siglo XX y
recuperar muchas películas que no se han emitido en muchos años en otros
espacios de cine de RTVE. Presentado por Elena S. Sánchez, coordinado por el historiador cinematográfico Luis E. Parés y dirigido por Francisco Quintanar, el espacio cuenta con un equipo de expertos que introducen cada película.
- Reparto
- Andrés Mejuto, Nicolás Rodríguez, José Sempere, Julio Peña, Pedro Codina, José María Lado, Serafín Ferro, Miguel Del Castillo,.
- Primeros meses de la Guerra Civil en España. El 27 de diciembre de 1936
fue derribado uno de los aparatos que formaban una escuadrilla aérea
perteneciente a las Brigadas Internacionales, y que cayó sobre el
término municipal de Valdelinares, en Teruel.
La película estuvo lista en julio de 1939. Se proyectó dos veces en París y en pases privados, pero el Gobierno de Franco presionó a la diplomacia francesa en Madrid hasta que la censura prohibió su exhibición pública. Durante la Segunda Guerra Mundial se destruyeron todas las copias que se encontraron, por lo que se llegó a pensar que la película se había perdido para siempre, hasta que se descubrió una bobina etiquetada con un nombre que no correspondía al título. Se hicieron copias y se estrenó el año 1945, presentándola como un filme francés. En España no se vio hasta 1977.
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