Viernes - 11- Octubre a las 22:00 en La 1, foto.
Mohamed El Khatib: "Ya no vemos muertos: es un tabú",.
El
dramaturgo presenta en los Teatros del Canal un programa doble sobre la
muerte. De un lado, un montaje sobre el fallecimiento de su madre. Del
otro, un proyecto de padres que han perdido a sus hijos. El objetivo:
hallar una palabra para esos 'huérfanos a la inversa'.
Hay una teoría que intenta explicar por qué el euskera no tiene una palabra propia para el verde
-y tiene que recurrir a neologismos como "orlegi" o "berdea"- en un
lugar en el que allá donde mires te acabas encontrando con ese color. El
verde sería innombrable, en cuanto sagrado. Otras teorías son más
mundanas y hablan de que no hace falta mentar lo que existe en todas
partes, pero esa incapacidad de denominar determinadas cosas resulta
interesante. Según la Biblia, lo primero que hace Adán es poner nombre a
los animales y lo que le rodea. Y así ha sido desde entonces. Pero ese afán por nombrar de los humanos se ha topado con numerosos obstáculos.
En español, igual que en francés y en otros muchos idiomas, no existe una palabra para definir a los progenitores que han sufrido la muerte de algún hijo.
Hace un par de años hubo una propuesta para que la RAE aceptase
"huérfilo" para definir este caso, aunque la Academia lo rechazó. El
caso es que así siguen, con un dolor para el que no existen palabras.Mohamed El Khatib (Beaugency, 1980) considera que la misión del teatro es precisamente ésa:usar la palabra para definir lo indefinible. Cuando murió su madre en 2012 escribió 'Finir en beauté', un espectáculo sobrio entre los escombros de la pérdida.
Una noche, tras una representación del montaje, se le acercaron dos personas: Daniel Kenigsberg y Fanny Catel. Al primero se le había suicidado un hijo de 25 años. La segunda había perdido otro de apenas cinco. Le contaron su historia a El Khatib y se solidarizaron con él por la pérdida de su madre, aunque quisieron dejarle clara una cosa sobre la equiparación entre ambas pérdidas: "Es un chiste en comparación con lo que hemos vivido nosotros". De ahí nació 'C'est la vie', un espectáculo que interpretan los propios Kenigsberg y Catel, y que presenta emparejado junto a 'Finir en beauté' en los Teatros del Canal de Madrid entre el próximo viernes y domingo.
Programa doble sobre la muerte en una época en que ésta queda reducida a necrológicas vanas en Twitter e Instagram. "En Francia y en toda Europa Occidental no sabemos qué es la muerte ni qué hacer con ella. Es un tabú", denuncia El Khatib. "Ya no vemos a los muertos: los esconden en los hospitales, se meten rápidamente en los cementerios". Y eso, según él, es tan doloroso como la propia pérdida. "Desaparecieron los rituales. Hay un retroceso de la religión, pero nada vino a suplirla". Por eso él propone que "el teatro sea el lugar del ritual".
"Cuando murió mi madre, pensé: 'Qué extraño. Todos vamos a pasar por esta situación. Pero nadie habla de ello'", recuerda sobre su duelo. "Yo quería hacerlo de manera factual, sin carga patética, de la forma más sencilla posible".
Aunque su madre murió en Francia, fue enterrada en Marruecos, su país de origen. "Y para llevar su cuerpo encontramos varias dificultades administrativas con los diferentes países. A veces era incluso divertido. Y eso también lo quería compartir con la gente: que incluso en los peores momentos hay igualmente vida y risas".
Otra cuestión interesante para El Khatib es "la dificultad de hablar del final de la vida". En su caso concreto, cómo decir a alguien que está muy enfermo: "Vas a morir". Sin un atisbo de resentimiento, cuenta cómo los facultativos que atendieron a su madre se enredaron en tecnicismos y lenguaje científico para dar rodeos en torno a lo inevitable. "Los médicos nunca le dijeron que tenía un cáncer terminal. Hablaban de 'enfermedad hepática'. Y cuando les pregunté por qué no se lo decían, respondían que era porque no se lo preguntaba directamente". Ahí se encontró con otra cuestión: "que los médicos no tienen la formación necesaria para hablar con la gente y acompañarlos en el camino a la muerte".
El Khatib no juzga a los doctores, porque él mismo experimentó algo parecido. Kenigsberg y Catel le hablaban. "Es lo peor que puede suceder. Es algo antinatural", rememora el dramaturgo. "Y en aquel entonces, que no tenía hijos, yo podía entenderlo intelectualmente, pero no me provocaba nada, mientras que la muerte de mi madre me duele en el vientre. Es algo físico".
Así que puso a ambos en escena con una máxima casi impensable: "Hacerlo lo más ligero posible".
En el documental 'One more time with feeling' (2016), el músico australiano Nick Cave habla de la muerte de Arthur, uno de sus dos hijos mellizos, tras caer por un acantilado en Brighton. En un momento, Cave comenta que no se puede sacar nada en limpio de una experiencia así, que sucede y hay que vivir con ello. "Estoy totalmente de acuerdo con Nick Cave", asegura El Khatib. "Es demasiado oscuro. Pero lo que puede hacer el teatro es inventar palabras y rituales. El primer objetivo de este proyecto es ése: crear una palabra para los padres que perdieron un hijo. Es el primer agujero que queremos cruzar".
De ahí que 'C'est la vie' sea "una manera de hablar sin moralejas: El tiempo se va; nosotros hemos perdido nuestros hijos y sabemos que hay que aprovechar el tiempo que queda. Eso tan antiguo de vivir como si cada día fuese el último. Y cuidar a la gente que amas".
Sin embargo, el poner la vida sobre un escenario plantea unos riesgos y unas cuestiones que conectan con la naturaleza misma del teatro: "Cómo se puede representar el vacío. Cómo representar una emoción mientras la vives realmente, qué recursos del teatro podemos usar para compartir y que sea un momento interesante. Qué significa llorar en un escenario. Cómo contar tu propia historia siendo la persona y el personaje, yendo y volviendo entre estas dos situaciones".
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