domingo, 15 de marzo de 2015

A FONDO: LA ESCUELA DE LOS PODEROSOS, ./ ENTREVISTA MARIA DUEÑAS ESCRITORA,./ DOMINGO CINE, SALVAJES,./ REVISTA GIGANTES, LIGA BALONCESTO, BARCELONA-88- fuenlabrada -82-

TÍTULO: A FONDO: LA ESCUELA DE LOS PODEROSOS, .

A fondo

La escuela de los poderosos

Por la London School of Economics han pasado 45 jefes de Estado, 18 premios Nobel, 7 premios Pulitzer, pesos pesados de Goldman Sachs y Merrill Lynch y una docena de los multimillonarios de la lista 'Forbes'. ¿Cuál es el secreto de esta pequeña universidad de la que salen tantos hombres brillantes y poderosos? Se lo contamos.
Es la menos 'british' de todas las universidades británicas. Y en Los listados de las mejores del mundo no está entre las primeras. Sin embargo, cada año compiten ferozmente por entrar en ella 15 candidatos por cada plaza.
Su reputación académica está basada en lo que los entrenadores de baloncesto llaman 'intangibles', cualidades que no se pueden medir estadísticamente, pero que hacen ganar partidos. Por eso hay codazos para entrar. Y también por eso a los licenciados y doctores de cada nueva promoción se los rifan gobiernos y multinacionales. De hecho, es la cuarta universidad del mundo donde más pescan los cazatalentos. ¿Cuáles son esos intangibles?
PRIMER MANDAMIENTO. MEZCLA DE IDEALISMO Y PRAGMATISMO.
El primer intangible es una curiosa mezcla de idealismo y pragmatismo, un cóctel muy juvenil. La London School of Economics (LSE) fue fundada por miembros de la Sociedad Fabiana en 1895, durante un desayuno en el que se discutió qué hacer con las 20.000 libras de una herencia. Los fabianos eran socialistas no utópicos, que pretendían que sus ideales fueran calando en las democracias no mediante revoluciones traumáticas, sino con reformas paulatinas. En aquella primera hornada había escritores como George Bernard Shaw y H. G. Wells y feministas como Emmeline Pankhurst. Pusieron los mimbres para la creación del Partido Laborista. No en vano la LSE siempre ha tenido una impronta de progresismo en comparación con los conservadores colegios de élite del Reino Unido, como Eton. 
En sus aulas se coció la Tercera Vía del ex primer ministro Tony Blair como reacción al neoliberalismo de Margaret Thatcher. Y David Vegara fue secretario de Estado de Economía con Zapatero.Idealistas, sí. Pero muy bien remunerados. El alumno medio de la LSE percibe un salario anual de 70.000 euros al quinto año de su graduación. Y eso que la inmensa mayoría de los estudiantes aseguran que un buen sueldo no es su principal motivación, sino seguir su vocación personal. Y solo el diez por ciento aspira a trabajar en un banco de inversiones. Prefieren el sector público o una ONG. Una vez atemperado el noble propósito de intentar cambiar el mundo, muchos acaban en Merryll Lynch y Goldman Sachs. Y once alumnos pueden presumir de haber amasado un capital superior a los mil millones de dólares. No obstante, la rebeldía se nota incluso entre los multimillonarios, como el inclasificable George Soros, especulador y filántropo.
DOS. AUTONOMÍA DEL ALUMNO
El segundo intangible es la autonomía de la que goza el alumno.Hubo un profesor, Erik Ringmar, que se hizo famoso por dar la bienvenida a los estudiantes con un discurso en el que les advertía, irónico, de que los catedráticos tenían la mente puesta en sus investigaciones y no en la enseñanza.Si querían aprender algo, deberían hacerlo por su cuenta. Exageraba, sí. Pero no tanto... Por esta universidad han pasado 18 premios Nobel y 7 premios Pulitzer, pero lo que te transmite un Nobel no es tanto su sabiduría, sino su entusiasmo. En cierto modo, el verdadero conocimiento no se imparte, se contagia. «Yo tengo un recuerdo excelente de allí, todo eran facilidades. La biblioteca, por ejemplo, abre las 24 horas todos los días del año», rememora José María Casado, doctor por la LSE y economista sénior del Banco de España.
 «El método de enseñanza es el mismo que el de las mejores universidades estadounidenses. Te enseñan a pensar y a desarrollar ideas más que a memorizar contenidos. Te dan los instrumentos analíticos y los fundamentos y luego tienes que desarrollarlos haciendo muchos ejercicios. Quizá el nivel de competencia entre los alumnos es menor que en las americanas, pero esto permite un mayor compañerismo. Yo comencé mi doctorado en España. Aquí sufrías como estudiante las guerras internas de los departamentos. Allí los alumnos no nos enterábamos de las rivalidades, si las había. Cuando acabé la tesis, el proceso administrativo, que en España te hace perder mucho tiempo, allí lo ejecutan en un par de semanas. Se forma un tribunal objetivo de profesionales del tema sobre el que has investigado y pueden rechazar la tesis u obligarte a presentarla de nuevo con cambios. En España, casi todas las tesis reciben el sobresaliente cum laude con una discutible generosidad». Otro exalumno, Óscar Feito, experto en marketing on-line, también tuvo un periplo inolvidable por esta universidad, donde recibió clases del historiador Paul Preston y del premio Nobel de Economía Christopher Pissarides. 
«Me chocó la ingente cantidad de materia que había que cubrir en un trimestre. Y con el tiempo comprendí su filosofía educativa. Los exámenes contenían decenas de preguntas, pero los alumnos solo teníamos que contestar a un puñado de ellas. Si durante el curso te centrabas en estudiar aquello que más te interesaba, las probabilidades de que aprendieras algo útil eran más elevadas. ¿Qué consiguen con esto? Que te pases el día descubriendo qué es lo que te gusta, en lugar de memorizar las preguntas que van a salir en el examen, que se suelen olvidar al día siguiente». Feito recuerda que en un día típico solo tenía dos o tres horas de clase. «El papel de la universidad es despertar la curiosidad del alumno, que vaya a la biblioteca y que decida el camino que más le llame la atención. Es una escuela para la vida, donde el diploma final es solo un subproducto accidental de toda la jugada». Que le pregunten al cantante Mick Jagger, que estudió Contabilidad en la LSE. No terminó la carrera, pero desde luego encontró su camino...
TRES. ESPÍRITU CRÍTICO
El tercer intangible es el espíritu crítico. Un alumno de la LSE no se casa con nadie. Ni siquiera con la LSE. Solo hay que echarle un vistazo a The Beaver ('El Castor'), el incisivo periódico universitario. En su última portada destapan los donativos millonarios que la universidad ha venido recibiendo en los últimos años por parte de organismos, bancos (como el Deutsche Bank) y empresas extranjeras: entre otros, dos millones de euros de Kuwait y más de un millón de China para el controvertido Instituto Confucio, un organismo cultural integrado en la LSE y otras universidades occidentales que le sirve al Gobierno chino para controlar a sus estudiantes expatriados en 460 universidades. Y no es una información que el Rectorado haya servido en bandeja. Los periodistas tuvieron que recurrir a la Ley de Libertad de Información para obtenerla y critican la opacidad de la LSE en materia informativa. No es la primera vez que las donaciones están en el punto de mira. El anterior rector, Sir Howard Davies, dimitió en 2011 después de que se conociera que el dictador libio Muamar el Gadafi había recompensado a la universidad con dos millones de euros por 'doctorar' a uno de sus hijos.
CUATRO. DIMENSIÓN GLOBAL
El cuarto intangible es su dimensión global. El campus es una melting pot en el sentido más norteamericano, por su mestizaje y por su filosofía. Solo que no hay que irse a Boston o Berkeley. Está en el centro de Londres, a un paseo de la City: unos 9000 estudiantes de más de 145 países que han superado los durísimos requisitos de acceso «y que dan sus primeros pasos hacia la grandeza en los foros de debate, en los cafés, en los bares, incluso a veces en los seminarios de las facultades», según The Sunday Times, que subraya la capacidad de influencia en los gobiernos que tiene en la LSE, en especial en África y Asia, donde buena parte de la élite tiene pedigrí londinense. Aquí se han formado la friolera de 45 jefes de Estado, como John F. Kennedy, la reina Margarita II de Dinamarca, el indio Narayanan, el italiano Romano Prodi... Esto permite a los alumnos crearse una agenda de contactos o networking envidiable.
CINCO. EFERVESCENCIA
Y el quinto es la efervescencia. Hay cientos de fraternidades universitarias. Y eventos que llenarían la agenda del Pequeño Nicolás. Un día Angelina Jolie inaugura el primer centro Europeo que lucha frente a la violencia contra la mujer en zonas de guerra. Y otro día la pianista Anna Gogova da un recital. La fiesta de bienvenida a los novatos es legendaria, aunque este curso se le fue de las manos al equipo de rugbi, que distribuyó unos folletos con contenido misógino. La respuesta fue fulminante. Este año no hay equipo. Una 'tragedia' equivalente a que Oxford o Cambridge se queden sin remeros para su regata. La rivalidad tradicional con el King's College pone la salsa. Y la vida nocturna, catalogada como la mejor de las universidades británicas, el picante.

Qué hay que hacer para entrar aquí
-Convertirse en alumno de la London School of Economics es una hazaña. El curso pasado se presentaron 17.500 candidatos para 1200 plazas. Se tienen en cuenta tres variables; y hay que cumplir las tres, como en las universidades estadounidenses, pero con una diferencia esencial: no suele haber entrevista, solo en casos excepcionales.
-Los requisitos son: 1) Un excelente expediente académico. 2) Examen oficial de inglés. Aceptan cuatros títulos (IELTS, Pearson, Cambridge, TOEFL), con unas notas mínimas. 3) Para algunos programas se pide también GRE o GMAT, que son exámenes de capacidad verbal y numérica.
-No es barata. La matrícula más común para un estudiante europeo que quiera cursar un grado es de 9000 libras (12.385 euros). Una titulación típica como el diploma en Contabilidad y Finanzas ronda los 16.000 euros. Pero algunos títulos específicos se pueden ir por encima de los 40.000 euros. El doctorado cuesta unos 5600 euros anuales. Además, Londres es caro y la universidad recomienda que el alumno reserve unos 1500 euros mensuales para alojamiento, manutención y transporte.
ALUMNOS DESTACADOS DE LA LSE
-John F. Kennedy. Presidente de los Estados Unidos. Estuvo en 1935. No fue el único del clan. Su hermano Joseph y su sobrino Robert Jr. también pasaron por sus aulas.
-David Attenborough. Naturalista. Estudió Antropología. «Fue maravilloso», recuerda, aunque antes de terminar se incorporó ya a la BBC, donde arrasó con su programa.
-George Soros. Inversor. Se pagó los estudios con trabajos a tiempo parcial en 1952. Fue alumno del filósofo Karl Popper, que lo influenció por su crítica al totalitarismo.

-Romano Prodi. Ex primer ministro de Italia y de la Comisión Europea. Hizo el doctorado. Le gusta recordar: «Uno de mis hogares intelectuales es Londres».
-Cherie Blair. Jurista. Esposa del ex premier británico Tony Blair. «En el colegio no era la chica con mejor conducta, pero destacaba en debate y arte dramático, así que la LSE me admitió en Derecho».
-Zygmunt Bauman. Sociólogo. Teórico de la modernidad líquida. Aprovechó su estancia en Londres para escribir el primero de sus 57 libros, un estudio del movimiento obrero en el Reino Unido.
-Paul Krugman. Economista. Premio Nobel. Como a tantos americanos atraídos por la LSE, se le asocia con un chiste sobre las siglas de la universidad: Let's See Europe ('veamos Europa').
-Monica Lewinsky. Psicóloga social. En 2005, casi una década después de su aventura con Bill Clinton y harta de la persecución mediática en los Estados Unidos, se mudó a Londres y se graduó en Psicología Social.

TÍTULO: ENTREVISTA MARIA DUEÑAS ESCRITORA,.

Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detras,.

Entrevista

María Dueñas: "Nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros detrás"

La autora de 'El tiempo entre costuras', el gran 'best-seller' de los últimos años, publica nueva novela: 'La templanza'. Un libro romántico y lleno de aventuras que escribió sumida en la tristeza por la muerte de su hermano y de su madre. Así nos lo confiesa en esta entrevista. De eso y mucho más hablamos con María Dueñas en su nuevo piso de Madrid.
Escritora tardía, María Dueñas publicó su primera novela a los 45 años. Con la tranquilidad que le daba su plaza fija de profesora, ganada en una oposición, en la Universidad de Murcia, esta licenciada en Filología Inglesa nacida en Puertollano (Ciudad Real) nunca imaginó el impacto que causaría aquella historia. Las cifras, a seis años de su lanzamiento, son apabullantes. El tiempo entre costuras lleva vendidos más de tres millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 30 idiomas. 
Tres años después, Misión olvido, su segunda novela, superó los 500.000 ejemplares sólo en España, donde la media por libro no alcanza los 3000. Sus lectores llevan tiempo aguardando esta tercera novela, La templanza (Editorial Planeta), que sale a la venta el 17 de marzo, con una tirada inicial de 500.000 ejemplares. Y en tiempos de crisis...
XL. Ha dicho: «Tras una tesis, escribir una novela está chupado».
M.D. Y un compañero se enfadó mucho [risas]. Yo preparé la tesis embarazada y con una niña pequeña en casa; y la leí en el noveno mes de embarazo. Eso te curte. Escribir una novela donde tú diriges, tú mandas, me parece muy fácil y muy gustoso. Esto no quiere decir que no lleve mucho trabajo.
XL. ¿Qué manías de escritora tiene?
M.D. Yo no soy maniática, vengo de familia numerosa [se ríe]. El proceso de escritura esta vez ha sido más complicado porque, durante el mismo, ha muerto mi madre, ha muerto mi hermano... Pero, al final, parece incluso que estas cosas te pueden llegar a estimular de alguna manera.
XL. ¿Y no se refleja su estado de ánimo en la novela?
M.D. Soy muy fría para estas cuestiones. Cuando trabajo, trabajo; y paro cuando la vida me exige otras cosas.
XL. Sus tres novelas son historias de supervivencia después de perderlo todo, ¿marca de la casa?
M.D. No es algo consciente, surge así. Debo de tener una cosa rarita metida dentro del cerebro [ríe]. La vida nos da golpes a todos. Y nunca sabes de lo que eres capaz hasta que no tienes los perros mordiéndote detrás.
XL. Su vida también dio un giro inesperado a los 45 años... 
M.D. Nada que ver. Mi vida es más tranquila que la de mis protagonistas. Yo sigo siendo la misma.
XL. ¡Veamos! Estuvo 20 años de profesora de inglés; pasó a ganar una fortuna; ahora es una mujer conocida y admirada; su agenda está repleta de viajes, presentaciones, eventos...
M.D. Me han cambiado muchas cosas, sí; pero no ha sido un cataclismo que me haya hecho otra persona. Me he empeñado en no cambiar. Mis prioridades, mis valores, mi yo... todo eso sigue igual. Me levanto por las mañanas, me miro en el mismo espejo que antes y todo sigue en su sitio.
XL. ¿Se viste igual?
M.D. Básicamente visto de la misma manera: Mango, Zara, Camper, vaqueros... no voy ahora de Loewe ni de Prada. ¡Que no! Queréis ver más cosas de las que hay. Me subo a los tacones cuando no tengo más remedio; pero, en cuanto puedo, tiro los tacones y me pongo unas botas planas.
XL. El suyo es un glamour urbano, yo la veo como una especie de Preysler casual, aunque más prêt-à-porter...
M.D. ¡Ja, ja, ja! ¡Cómo voy a ser yo una Preysler!
XL. Muy suavita, muy arregladita, muy comedida, muy geisha de modales... y, luego, una mujer brava, independiente, inteligente y con mucha fuerza.
M.D. ¡Qué va, por Dios! Soy mucho menos suave de lo que parece. Soy muy curranta. Me remango y bajo al barro cuando hace falta. Soy una todoterreno. Lo mismo estoy delante del ordenador con mi pinza en el pelo y mis gafitas que tirando de una maleta por los aeropuertos. Soy de pico-pala, pico-pala...
XL. Hay maridos que no llevan bien que sean las mujeres las que llevan el peso económico de la familia, sobre todo si ellos no ganan mucho; ni que estén semanas enteras fuera de casa...
M.D. Nada, nada. Mi marido es un tío estupendo que no tiene ningún problema con esto y que le parece genial que entre y que salga. Pero es que, además, yo no era una maestrita de pueblo haciendo bollitos. Que dejé a mis hijos pequeñitos y me fui un mes a Canadá; y mis hijos me han visto siempre salir de casa con una maleta cuando trabajaba en la Universidad.
XL. ¿Qué edad tienen?
M.D. La mayor, 20 años; y el pequeño, camino de 18. Son muy intensos, dos gatos callejeros [se ríe]. Son buenos niños, muy sensatos y, a la vez, van a lo suyo; cosa que me parece muy bien porque eso nos favorece a todos. 
XL. ¿Han leído sus libros?
M.D. Eso se lo tienes que preguntar a ellos.
XL. O sea, no. 
M.D. Ja, ja, ja. Son poco lectores, y es una lástima. Y mira que lo hemos intentado. Una tristeza. Pero que no hayan leído mis libros lo interpreto como una resistencia [se ríe]. Y está bien que me resten importancia, que les preocupe más que les vaya a echar la bronca por no haber recogido la habitación que por no haber leído mis novelas.
XL. Manuel, su marido, también es filólogo.
M.D. Sí, él es catedrático de Latín.
XL. Y, en casa, ¿hablan más de libros o de política?
M.D. De política procuro hablar poco. Hablamos de cosas menos sesudas que la política o la lengua: de qué vamos a comer, del dentista de mi hijo Jaime, de la selectividad, de los horarios de vuelta a casa... Cosas del día a día.
XL. Su padre es economista y trabajaba en Puertollano en Repsol; y su madre era maestra, profesora de infantil. 
M.D. Era una mujer muy echada para delante y siempre trabajó, pese a tener ocho hijos en casa. Yo ahora me arrepiento de haber tenido solo dos hijos, lo que pasa es que tomé esa decisión en una época muy dura.
XL. Hace unos meses cumplió los cincuenta...
M.D. Sí, en septiembre, y no he pasado ninguna crisis por ello; no tengo ningún problema en mirarme en el espejo. Como dice Sabina: «Siempre que me confieso me doy la absolución».
XL. ¿No le impone cambiar de década?
M.D. Para mí, la década durísima fue la de los treinta, siempre con la lengua fuera: los niños pequeños, los embarazos, los biberones... Además, yo tenía anemia, ganaba poquísimo, me pasaba el día en la carretera, sin un duro... Aquella época fue un espanto y la recuerdo con angustia. En cambio, a los cuarenta, todo empezó a ir mejor; y ya en los cincuenta... pues mejor todavía.
XL. Es que usted va a contrapelo: el país está en crisis y María Dueñas triunfando como nunca...
M.D. Es chocante, sí; pero ¿qué le voy a hacer? No me voy a esconder [sonríe].
XL. Murcia es una región muy castigada, ¿tiene parados en su familia?
M.D. No casos muy dramáticos, pero sí personas cercanas con una situación muy complicada. Soy consciente de que la situación es muy dramática para muchos y que estos años son muy tristes para mucha gente. Quiero pensar que las cosas empezarán a cambiar pronto.
XL. Para celebrar el éxito de ventas de El tiempo entre costuras, organizó un viaje a Nueva York con padres, hijos, hermanos, sobrinos...
M.D. ¡Sííí!, quería celebrarlo con ellos. Aquello fue como el circo Price con tres pistas: mi hermano Pablo, en silla de ruedas; mi madre, recién salida de la quimioterapia en otra silla; una o dos embarazadas... [se ríe].
XL. He leído que le preocupa la escasa investigación de enfermedades raras porque es algo que le toca de cerca, ¿a qué se refería?
M.D. Me refería a mi hermano Pablo, tenía esclerosis múltiple progresiva y ha muerto con 42 años. Era un tío estupendo. Mi madre murió con siete meses de diferencia. Estas cosas son las que te ponen en el suelo. Cuando vino el boom de El tiempo entre costuras y empezó a emitirse la serie en Antena 3, yo dormía todas las noches con mi madre en el hospital. Ella estaba muriéndose sin poder ver siquiera el capítulo de Tetuán, donde ella vivió. Luego, me preguntas por el éxito y por los cambios de vida... Lo que de verdad te cambia la vida son estas cosas tan elementales. Yo sé dónde está lo que importa de verdad. Todo lo demás está muy bien, lo agradeces muchísimo, pero no hacen que pierda el norte.
XL. ¿La invitan a participar en eventos varios?
M.D. Me han tirado tejos de muchos sitios, sí; y algunos de lo más variopinto y chocante. De pronto, te pones de moda. Te conviertes en el florerito que todos quieren poner en su fiesta.)
XL. ¿Variopinto y chocante?
M.D. Sí, desde que seas madrina de una promoción de ingenieros agrónomos hasta ir de viaje a África para hacerte la fotito con los niñitos en brazos cosa que yo no voy a hacer nunca o anunciar bolsos. Te piden de todo. También han intentado liarme en algún rollo político. Ha habido intentos feos de manipulación, pero bueno...
XL. ¿Quién ha intentado manipularla?
M.D. Fue un caso muy chungo que no viene a cuento.
XL. ¡Claro que viene a cuento! Diga el pecado y calle el pecador.
M.D. Me pidieron que apoyara una candidatura y dije que no. En el cierre del e-mail con el que di la respuesta le decía a la persona en cuestión, por educación, que le deseaba suerte. Al día siguiente, como reclamo, dijeron en un acto de campaña que entre las personas que lo apoyaban y que no habían podido asistir al acto estaba yo y que le deseaba lo mejor.
XL. ¡Vaya! ¿Protestó entonces?
M.D. Llamé para que lo desmintieran porque fue una 'pirula' muy fea; pero al final esa candidatura fue un fracaso y yo me alegré mucho [se ríe]. Pero yo como Umbral: ¿no vamos a hablar de mi libro?
XL. Claro que sí. Es la primera vez que el protagonista de una novela suya es masculino, ¿le ha costado meterse en la piel de un hombre?
M.D. ¡No son tan complicados los hombres! Mauro parece que va a comerse el mundo y, al final, cae redondo cuando se enamora. Los hombres son más blanditos de lo que parecen.
XL. ¿Cree que, si enamoras a un hombre, haces con él lo que te da la gana?
M.D. Más que si lo enamoras, si lo seduces; sí, no tengo duda.
XL. ¿Lo sabe por experiencia?
M.D. No [risas], confieso que yo he seducido a muy pocos. Pero mira la cantidad de políticos, empresarios y hasta jefes de la CIA que pierden el oremus cuando les llega una lista, cuando se les calienta un poquito el... el esto [se ríe]. Lo que yo cuento en el libro es la vida misma. Cuantos más años vas teniendo, mejor conoces a los hombres. ¡Yo me lo sé todo sobre los hombres!
XL. Tiene aspecto de ser usted muy mandona.
M.D. Sí, sí [sonríe]. Yo mando cuando tengo que mandar, pero aun siendo mandona de natural cuando me llevan bien agradezco mucho que me manden. ¡Toda la puñetera vida tirando del carro! No hay cosa que me dé más gusto que llegar a un restaurante y que elijan por mí. Quienes eligen bien, claro. Yo no había delegado en mi vida, siempre he tirado de siete carros a la vez. Ahora, es muy gratificante que te den muchas cosas ya hechas. 
XL. El éxito ajeno, y encima de principiante, a veces se digiere mal. ¿Qué tal la recibieron las vacas sagradas de la literatura?
M.D. Entre las vacas sagradas no he notado ninguna reticencia. Gente que vende mucho, como Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte, Carlos Ruiz Zafón o Julia Navarro, por ejemplo, se han portado conmigo maravillosamente. Sin embargo, en los mandos intermedios sí que he visto alguna ceja alzada, pero imagínate lo mucho que me preocupa [se ríe].
XL. Ha dicho que le dan mucha pereza las camarillas pseudointelectuales.
M.D. Lo que pasa es que yo voy a lo mío y también creo que cada cual va a lo suyo. Esta profesión es muy de francotiradores. Yo hago mis cosas y me largo.
XL. Acaba de comprarse una casa en el centro de Madrid, en una de sus plazas más castizas. ¿Acabará jubilándose en ella?
M.D. No, aunque mi padre y mis hermanos viven en este barrio [sonríe]. Me jubilaré cerca del mar. Me gusta el sol, la playa, la buena temperatura, para leer los libros que escriben otros cuando a mí se me seque la imaginación.
Privadísimo
-Se crio en el poblado para empleados de la refinería de Puertollano, Su padre, economista, trabajaba allí.
-En la casa había mucha gente y animales, la mitad de las veces se iba a estudiar al cuarto de baño.
-Un recuerdo inolvidable de infancia: los viajes de verano a Málaga en un Renault 12.
-De niña devoraba los libros de Enid Blyton. «A veces, mi padre se levantaba para trabajar y yo no había apagado todavía la luz».
-Dio clases de inglés en la base de Los Alcázares cuando no había mujeres en el Ejército.

TÍTULO:DOMINGO CINE, SALVAJES,.
Salvajes Reparto
Taylor Kitsch, Blake Lively, John Travolta, Salma Hayek, Aaron Johnson, Emile Hirsch, Benicio Del Toro, Joel David Moore, Trevor Donovan, Mía Maestro, Demián Bichir, Diego Cataño, Gonzalo Menéndez, Alexander Wraith, Jonathan Patrick Moore, Antonio Jaramillo, Aaron Kunitz, Jake McLaughlin, Matt Riedy, Joaquín Cosío, Sandra Echeverría,.
 
 Adaptación de una novela de Don Winslow. Dos amigos de Laguna Beach, que comparten novia, se dedican al tráfico de drogas. Un cartel mexicano secuestra a la chica y les exige como rescate todo el dinero que han ganado durante los últimos cinco años. Aunque los jóvenes se muestran dispuestos a pagar, al mismo tiempo, idean un plan para rescatar a la chica y vengarse de sus secuestradores. 
 
TÍTULO: REVISTA GIGANTES, LIGA BALONCESTO, BARCELONA-88-   fuenlabrada -82- ,.
 
Resultado de imagen de barcelona 88 fuenlabrada 82Resultado Final / foto,.

BARCELONA-88-   fuenlabrada -82- ,.

Un gran partido de baloncesto que hizo el  fuenlabrada contra el Barcelona que gano de seis puntos, etc,.


 
 

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