viernes, 12 de febrero de 2016

UN PAIS PARA COMERSELO - CÁCERES, PARA COMER Y CORRER,./ TAPAS Y BARRAS - ME VAIS A VER EN PIJAMA,.

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Cáceres, para comer y correr

Carnaval 2016 en Cáceres, un intento de recuperación que merece aplausos. :: jorge rey
Carnaval 2016 en Cáceres, un intento de recuperación que merece aplausos. 
  • La ciudad sueña con su Edad de Oro: los inolvidables años 90,.

    El Carnaval de Cáceres se recupera. No es que sea una explosión festiva, pero se recupera discretamente y hay que destacar el esfuerzo de quienes están luchando por este resurgir. En realidad, Cáceres intenta en todos los ámbitos resurgir, recuperar su Edad de Oro, aquellos maravillosos 90 en los que parecía que la ciudad se iba a convertir en el país de las maravillas.
    Resultat d'imatges de un pais para comerseloSí, hace 20 años, Cáceres tenía un Carnaval vibrante, un botellón vibrante, un equipo de baloncesto vibrante, un comercio vibrante, una movida cultural vibrante, una universidad vibrante. En los 90, Cáceres era un vibrador gigante donde todo era alegría, expectativas, ilusión y emoción.
    En la Edad de Oro de esta ciudad, el Carnaval congregaba en la calle a miles de personas, se disfrazaba hasta el gato y la diversión duraba días y noches. En aquellos años, el botellón en la Plaza Mayor era un espectáculo inenarrable que atraía cada fin de semana a cientos de jóvenes turistas-juerguistas. En los bares de La Madrila, actuaban los fines de semana los grupos punteros de la movida nacional. Las iniciativas culturales brotaban por doquier. El Womad llegaba con un impulso espectacular y tenía un sentido pleno de descubrimiento musical y multicultural. Cada 15 días, 5.000 cacereños acudían al baloncesto no para ver un partido, sino para celebrar otra fiesta. Llegaban a la ciudad los centros comerciales y todo este ambiente convertía Cáceres en una ciudad universitaria tan atractiva como hoy pueden serlo Granada o Salamanca, pues ya se sabe que los estudiantes no solo buscan calidad científica, sino también calidad festiva.
    Aquello se acabó y hoy solo quedan rescoldos en forma de recuerdos y de material poético. Es decir, búsquedas proustianas del tiempo perdido y rilkeanas de la patria de las ilusiones. Es más, hoy, casi todo en Cáceres se compara con aquel tiempo y se orienta a recuperar aquellas sensaciones que tan felices nos hacían, no sé si porque éramos más jóvenes o porque la ciudad, de verdad, vivía con más intensidad.
    El viernes pasado, en el Multiusos, me vino a saludar la novia de un sobrino. No la había visto nunca por allí, entre otras cosas porque, como tantos jóvenes profesionales extremeños, trabaja fuera. Me explicó que había venido a pasar el fin de semana y acompañaba a su padre al baloncesto para recordar su infancia, cuando era socia del equipo. En Cáceres, casi todo es así: vamos al baloncesto, al Carnaval, al Womad, a la Madrila y hasta al Eroski como quien va al país que fue, que ya no es y deseamos que vuelva a ser.
    El Womad, hoy, es un gran botellón que forma parte de la Ruta Española de los Macrobotellones (Fiesta de las Piraguas de Ribadesella, Fiesta del Agua de Vilagarcía de Arousa, Fiesta de los Palomos de Badajoz, Feria de Zafra, etcétera). El comercio cacereño se ha quedado estancado. El baloncesto, aprisionado en una división donde ni se asciende ni se desciende, depara pocas emociones. El botellón espectacular ha muerto. El binomio universidad-ciudad atrae poco y el Carnaval agonizaba.
    Cáceres es hoy un recuerdo de aquella Edad de Oro, cuando la ciudad era fiesta colectiva, y un presente de placeres grupales, privados y controlados, donde la excitación es provocada por las taperías que se abren, los conciertos de pop para puretas y las actividades orientadas al ego y al bienestar: alimentación sana, senderismo, running, cicloturismo...
    Las nuevas generaciones, que no están marcadas por la Edad de Oro, serán quienes decidan si quieren recuperar el Carnaval, el comercio, la movida y el Womad auténtico o si prefieren ir a divertirse y a comprar a otras ciudades y dejar Cáceres para comer y correr.

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    Me Vais a ver en pijama,.

  • Susanna Griso se estrena en 'Dos días y una noche' comiendo churros con Sergio Dalma. Hubo mucha afinidad,.

    «Me vais a ver en pijama»Susanna Griso (Barcelona, 46 años) se tomará una copita de vino tinto y jamoncito en casa de Sergio Dalma, descalzos en su sofá. La peculiar cita se debe al estreno de 'Dos días y una noche' (Antena 3, hoy 21.30 h.), donde convivirá durante 48 horas con rostros como Raphael, Estopa, Fernando Tejero y Cristina Cifuentes. Carles Torras, marido de Griso desde hace 19 años, es el director del programa.
    Sergio Dalma le confesó que antes dormía en camisón. ¿Da fe de que ya se acuesta en pijama?
    Ja, ja, ja. Yo fui la primera sorprendida cuando me dijo que se había comprado varios camisones y que en los conciertos le tiraban alguno. Pero ya ha vuelto al pijama.
    ¿Qué personaje se le ha resistido más?
    Raphael ha concedido mil entrevistas y tiene un gran manejo de los medios. El gran reto fue ganarme su confianza y que se 'despeinase'. Sergio Dalma es su polo opuesto. Desde el principio tuve la sensación de que podríamos haber sido compañeros de facultad o de colegio.
    Resultat d'imatges de foto tapas y barras¿Qué tal con Cristina Cifuentes en su casa?
    Cristina Cifuentes es una anfitriona maravillosa. Y se nota que es mujer -el resto de entrevistados son hombres- porque se había documentado de lo que me gustaba para desayunar... Me preparó mi yogur y mis cereales por la mañana. Y eso, que para ella una entrevista tan íntima, siendo política, fue un doble salto mortal porque corres riesgos, pero ella es muy auténtica. No hubo postureo ni dobleces.
    ¿Qué es lo que más le ha impresionado de ella?
    Tiene una gran capacidad de mando, que todos conocemos, pero en su casa es muy gallina clueca: cuida muchísimo a su gente, hace sus labores... La puedes ver haciendo bricolaje, pero también cosiendo bien. ¡Es un mundo por descubrir!
    ¿Le da envidia que Ana Rosa Quintana haya 'dormido' con Mariano Rajoy y Pedro Sánchez?
    Ja, ja, ja... ¡Yo creo que no ha dormido con ellos! Ana Rosa pasó un día con ellos, eso fueron sus 24 horas, pero no tiene la misma intensidad de 'Dos días y una noche'.
    Usted sí que puede decir que ha dormido con sus entrevistados.
    ¡Claro! A menos que no me quieran en sus casas y me toque acostarme en su portal con el saco de dormir...
    La veremos en camisón, así que seguro que alegra la vista a más de uno...
    (Interrumpe) ¡Bueno! Me vais a ver en pijama... Pero ya te anticipo que tampoco me vais a ver mucho. (Risas).
    Va a ser como la Ratita Presumida: maquillada y en pijama.
    ¿Sabes qué pasa? Que estoy acostumbrada a la iluminación de un plató y a un equipo estupendo de maquillaje y peluquería. Voy a hacer mía la frase de 'No hay mujer fea, sino mal iluminada'. Y en este programa, al tener mucho de reportaje, iluminan como pueden, así que lo único que les pedí es ir un poquito arreglada y maquillada por las mañanas. ¡Y aún así ya me veréis con muchos más defectos de los que me soléis ver en el programa diario!
    Tanto hablar de los hogares de los demás... ¿Cómo es usted en el suyo? ¿Es cocinillas?
    Yo siempre llevo un ritmo muy acelerado para todo y en casa también. No soy especialmente cocinillas, el delantal se lo dejo a mi chico. Yo me dedico a hacer los platos que no lucen, los de menú diario, y él hace los que se llevan el aplauso: un buen arroz, un estofado...
    ¡Se ha llevado un buen partido entonces!
    Sí, yo le digo que si supiera maquillar y peinar ya sería el hombre perfecto... Ja, ja, ja ¡Pobre! Cuando me oye decir esto se ríe. En casa intento ser una madre cómplice, dejo de lado la periodista y lo importante es lo que les ocurre a mis hijos. Las pocas horas libres que tengo se las dedico a ellos.
    Pantalones compartidos
    ¿Qué tal se porta su marido Carles Torras como jefe?
    Bien. ¡Es exigente y muy perfeccionista! Porque la confianza tiene estas cosas... Y no se apiada de mí, ni de todas las horas que trabajo ni de mi falta de sueño, pero yo también lo soy. En eso, nos parecemos.
    Él dirige en el trabajo, ¿pero quién lleva los pantalones en casa?
    Nos los repartimos bastante. A veces bromeamos porque él me dice: 'Esa tarea es de tu Secretaría' y yo le digo: 'No, no. Esto es de tu Ministerio y te corresponde a ti'. Nos quitamos los dos de responsabilidades.
    Ana Pastor y Antonio Ferreras se ocultan información. ¿Ustedes saben separar lo personal de lo profesional?
    Sí, nosotros nos llevamos muy bien y llevamos muchísimo tiempo juntos. Pero es muy complicado no llevarse el trabajo a casa. Es un reto. ¡Si alguna pareja lo consigue que me lo cuente!
    ¿No se ha puesto celoso de que pase 'Dos días y una noche' con otros?
    Ja, ja, ja. No, no me consta. ¡No habido ninguna queja en ese sentido!
    Se dice que su programa es como el de Bertín. ¿Qué es lo que tiene su formato que no tenga el de TVE?
    El mío es un programa de convivencia y no tanto de entrevistas y de hablar con el personaje. La gran diferencia es que él está cinco horas, o las que esté, y yo estoy 'Dos días y una noche'.

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