lunes, 18 de noviembre de 2024

España a ras de cielo - Ricardo Darín ,. - PLANETA CALLEJA - Domingo - 24 - Noviembre ,. / Centenarios - Álvaro Pombo - Escritor y Premio Cervantes 2024 ,. / Tramoyista - El teatro de máscaras llega con 'Forever' al Auditorio Ciudad de León ,. / Aquí la tierra - El reverso de los nuevos pueblos de Franco: miseria y deudas para los campesinos,.

 

TITULO: España a ras de cielo - Ricardo Darín   ,. - PLANETA CALLEJA -Domingo - 24 - Noviembre ,.

 

España a ras de cielo  ,.

 

España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo Martes a las 22h30,.
 El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista., etc,.


PLANETA CALLEJA - DOMINGO -  24 - Noviembre,.
 

   Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc. 

 

 Ricardo Darín ,.

foto / Ricardo Darín en una secuencia de Nieve negra',.

A caballo constantemente entre Argentina y España, Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) no para de trabajar y de compaginar cine y teatro a los dos lados del Atlántico. Su cita cinematográfica anual con los espectadores españoles es esta Semana Santa, el miércoles 12 de abril, con Nieve negra, una coproducción hispano-argentina, participada por RTVE, en la que comparte cartel por primera vez con su compatriota Leonardo Sbaraglia, que se estrenó en el pasado XX Festival de Málaga tras arrasar en la taquilla argentina.

Nieve negra es el segundo largometraje de su amigo Martín Hodara -con el que compartió tareas de dirección, por primera y única vez, en La señal (2007)-, y el artífice de haber conseguido juntar a los dos actores argentinos más internacionales del momento en un thirller visceral en el que interpretan a dos hermanos, Salvador (Ricardo Darín) y Marcos (Leonardo Sbaraglia), que vuelven a verse 25 años después tras la muerte de su padre para discutir la venta de las tierras recién heredadas. En el reparto también están la española Laia Costa, que interpreta a Laura, la mujer embarazada de Marcos, y Dolores Fonzi y Federico Luppi.

Darín, en el personaje más parco en palabras que ha interpretado jamás en sus 40 años de carrera, tiene que meterse en la piel de un cazador que vive aislado en su cabaña en la Patagonia y que, al reencontrarse con su hermano, surge el enfrentamiento entre ambos y reaparecen los oscuros secretos del pasado.

"Es un personaje que me encantó cuando lo leí por primera vez y es cierto que no tengo muchas oportunidades de hacer personajes así. Siempre me tocan mucho más verborrágicos, urbanos, locuaces y movedizos. Y este es un tío que si uno intenta imaginarse cómo debe ser la vida de un hombre aislado durante tantos años, debe ser muy tiste, por un lado, y también trágico", explica el actor argentino en una entrevista con RTVE.es sobre su personaje, al que, admite, le fueron recortando texto "sobre el terreno" porque "cada vez que declaraba comprometía de alguna manera el desarrollo de la historia".

En su opinión, la situación y la relación familiar de Salvador y su hermano Marcos son un "ejemplo clarísimo" de casos que se dan en la vida real en los que "una figura paterna tan rígida, tan áspera y tan autoritaria, inhibe de alguna manera el desarrollo de sus hijos y de la gente que está a su alrededor". "La presencia de ese padre y la ausencia de la madre alimentan el núcleo de una tragedia familiar", añade Darín, a quien le pareció "inteligente" la forma en que Nieve negra "declara mucho con pocas palabras".

El desafío del odio fraternal

El intérprete de El hijo de la novia y Nueve reinas reconoce que fue un "gran desafío" componer junto a Leonardo Sbaraglia (Buenos Aires, 1970) a dos hermanos con esa "historia particular" a sus espaldas y que hace dos décadas que no se ven.

"Imaginar una ausencia de esas características no es fácil a la hora del reencuentro, pero gracias a que nos conocemos y nos respetamos y a que llevábamos muchos años con este proyecto entre manos, a la hora de salir al rodeo ya estábamos más que preparados", dice Darín, que recuerda que dirigió en teatro en 1990 a Sbaraglia y que ya entonces, pese a ser muy joven, "descollaba por su profesionalismo, dedicación, seriedad y responsabilidad".

Aunque cree que la "fantasía generalizada" de cualquier habitante de las grandes ciudades "intoxicado de urbanidad" es vivir aislado y en silencio cerca del mar o la montaña, Darín no cree que lo soportase: "No soy ni tan fuerte, ni tan valiente, ni tan estoico como para vivir solo a tres mil metros de altura, con tanto frío y tantas privaciones. Estoy demasiado intoxicado de urbanidad como para imaginarme una cosa así. Pero sé que hay gente que sí lo vive de esa forma, a lo mejor no con historias tan trágicas como esta, o sí, vaya usted a saber".

De cualquier manera, para el actor bonaerense esto es una prueba de que "el ser humano sobrevive a situaciones increíbles" y pone el ejemplo de los refugiados: "Solo tenemos que imaginarnos lo que es la vida de esa pobre gente que vemos todo el tiempo tratando de escapar a situaciones horribles en sus ciudades y que se suben a las lanchas y se terminan ahogando en el Mediterráneo o tantos otros lugares. Si nosotros pudiéramos seguir, no digo mucho, solo 24 horas, la vida de alguna de cualquiera de esas personas, estaríamos llorando todo el tiempo", reflexiona el actor de 60 años.

Las claves del éxito

Con casi 40 largometrajes a sus espaldas en otros tantos años de carrera, la "Bombita Darín", tras participar en algunas series televisivas, debutó en el cine con La culpa (1969), con apenas 12 años. Su fama trascendió las fronteras argentinas de la mano de su compatriota el director Juan José Campanella, con el que protagonizó El mismo amor, la misma lluvia (1999), El hijo de la novia (2001), Luna de Avellaneda (2004) y la oscarizada El secreto de sus ojos (2009). Nueve reinas (2000), de Fabián Bielinsky, fue una de las cintas que marcaría su carrera y comenzaría a darle popularidad en España, y puede vanagloriarse de haber protagonizado la cinta más taquillera de la historia de Argentina, Relatos salvajes (2014), de Damián Szifron.

"Yo estoy en movimiento todo el tiempo, voy y vengo, me subo a óperas primas, le pongo el cuerpo a cosas de las que no estoy seguro cómo van a ser… He decidido correr riesgos", explica el intérprete argentino cuando se le pregunta cuál es la clave para mantenerse tantos años en la cima de la profesión, que parafrasea a Coppola cuando dijo que 'no se puede ser un artista sin correr riesgos'.

"Si uno está anclado en un lugar de confort empieza a perder ese apetito artístico y eso es peligroso. No quiero decir que sea una regla inapelable, pero me parece que correr riesgos es importante porque es el alimento. Todos hemos llegado de una forma u otra a nuestro oficio en esta actividad hambrientos. Y es cierto que lo que te moviliza, lo que te pone en marcha, lo que te hace levantarte a las 5 de la mañana en medio de un campo a -10 grados, es querer correr riesgos. No hay otra fórmula. No hay una garantía, pero es un buen camino. Y a veces sale bien y otras no. A mí muchas cosas no me han salido bien, y no pasa nada, hay que permitirse equivocarse", apunta.

Probablemente esta actitud ante su profesión y ante la vida es lo que hace que Darín nunca se aleje de los escenarios. Este abril vuelve de nuevo a los teatros argentinos con Escenas de la vida conyugal, junto Erica Rivas, y en septiembre repetirán en España, pues nada puede aportarle la "sensación tan placentera y enérgica" que le brindan las tablas.

"El teatro para mí es todo. El teatro es el campo de juego, el taller de entrenamiento, el lugar de aprendizaje, el lugar donde nos equivocamos y corregimos sobre la marcha sin edición posible y es un espacio que todo lo que tiene de adrenalínico lo tiene de peligroso, al estar ocurriendo todo lo que ocurre en vivo y en directo. Es lo más artesanal que tenemos y el espacio de refugio del actor, de donde nunca nos van a poder sacar. Ya se hacen películas sin actores pero no se va a poder hacer funciones teatrales sin actores. Es como la trinchera, el lugar de refugio, de resistencia", concluye el también director teatral.

"En mente" volver a dirigir

En 2007, junto a Martín Hodara, director de Nieve negra, Ricardo Darín asumió las tareas de dirección de La señal -que se emite este domingo en Versión Española - por el prematuro fallecimiento de Eduardo Mignona a escasas semanas de comenzar el rodaje. Ha sido hasta ahora la única experiencia del actor argentino detrás de las cámaras, aunque reconoce que volver a dirigir es algo que tiene "en mente". No obstante, tras aquella primera experiencia y sus circunstancias, a Darín sí le quedó claro que solo dirigiría un largometraje "si tuviera una historia entre manos en la que yo sienta que le pueda aportar algo y tener el control para poder hacerla como a mí me gustaría". "¡Ojalá se dé, ya el tiempo lo dirá! Lo que pasa es que también es cierto que para los directores hace falta encontrar el espacio y el tiempo específico para poder desarrollarlo y, por mi dinámica de trabajo tanto en teatro como en cine, yo no tengo ni mucho tiempo ni mucho espacio", reconoce el porteño.

TITULO: Centenarios - Álvaro Pombo  - Escritor y Premio Cervantes 2024,.

 

 Álvaro Pombo  - Escritor y Premio Cervantes 2024,.

 

 

«Escribir es lo único que se me da bien pues soy un manta en matemáticas y corriendo»,.

El santanderino, ganador del máximo reconocimiento de las letras en español, asegura que no lo esperaba «este año»,.

 Álvaro Pombo, en su domicilio en el barrio madrileño de Argüelles, donde estos días recibe cientos de llamadas de felicitación.

foto / Álvaro Pombo, en su domicilio en el barrio madrileño de Argüelles, donde estos días recibe cientos de llamadas de felicitación.

Cuatro días a la semana va dictando sus textos a Iñaki Laguna Aparicio. A sus 85 años, atendido en casa por Aurelia Rosu, está operado de las dos rodillas y las dos caderas (la última operación ha sido a principios del último julio). Ha pasado temporadas muy delicadas de salud. Pero trata de no faltar cada jueves a la Academia. Si algo caracteriza al santanderino Álvaro Pombo es su valoración del contertulio y la conversación incesante sobre los temas más variados. De hecho, es claro que en la transcripción de esta entrevista se pierde mucho de lo que realmente manifiesta. El Premio Cervantes era un galardón que, en efecto, anhelaba, aunque no lo esperara este año. No oculta su satisfacción por ello y lo bien que le vienen los 125.000 euros que le van a dar: «Me vienen como pedrada en ojo de boticario». Atiende a los amigos y devuelve al rato amablemente las llamadas telefónicas que no ha podido atender antes. Casi cien llamadas perdidas se acumularon el pasado martes en su móvil, después de hacerse público el fallo que le comunicó el ministro Urtasun. Afirma que «escribir es lo único que hago bien, porque soy un manta haciendo matemáticas y corriendo».

-El premio Cervantes es ante todo un gran reconocimiento...

-Es un supremo honor, un reconocimiento supremo.

-Parece además que ha sido un reconocimiento unánime.

-Eso es muy satisfactorio. Jorge Luis Borges hablaba de «la noche unánime». A mí me parece un acierto poético de primera magnitud. Parafraseando a Borges yo diría que fue «la tarde unánime». Las tardes y los atardeceres no suelen ser experiencias unánimes para mí sino estructuras agrestes, multiformes, difíciles de domar en ocasiones. Y tú, Mario Crespo, has redactado cincuenta y cinco folios que se enviaron al jurado y que unánimemente han sido la causa eficiente y final del premio.

-Sucede en el premio a Luis Mateo Díez, compañero en la RAE.

-Es un honor sucederle en este Premio Cervantes. Cuando me enteré el pasado año que acababan de dárselo a él envié una carta en propia mano, la de Aurelia Rosu y la mía propia, para felicitarle. Luis Mateo Díez tiene una hermosa cabeza gris con un perfil cada vez más marfileño y delicado. Tiene una voz muy clara. Sus intervenciones en el pleno de la Academia son tranquilas, oportunas, con una sensatez de buen administrador, buen hombre de leyes. Es un escritor de oro de ley, un leonés antiguo, minucioso, marfileño, inspirado.


-¿Todo esto hubiera sido posible sin Herralde y Anagrama?

-No, no habría sido posible. Esto hay que destacarlo. Regresé a España en el año 1978 y en 1983 gané el premio Herralde con 'El héroe de las mansardas de Mansard' y el segundo premio con 'El hijo adoptivo' en la misma tacada. Fue una gran explosión en mi conciencia de mí mismo. Llevaba yo cinco años con el manuscrito de 'Variaciones', que finalmente gracias a Tono Masoliver me publicó Esther Tusquets en Lumen con el premio El Bardo en 1977, y tres libros acabados, 'Relatos sobre la falta de sustancia', 'El parecido' y 'Protocolos', sin atinar con editorial ninguna. Eso fue a mis cuarenta y tres años una experiencia virtual del fracaso. Creí que no era capaz de verme nadie u oírme nadie.

-Pero lo hicieron.

-De pronto una tarde unánime la voz de Jorge Herralde al teléfono, tartamudeando un poco, como de costumbre, me habla de la concesión del primer premio de Narrativas Hispánicas de Anagrama: ahí, gracias a él mismo, a Anagrama y a Laly Gubern, empezó mi bum personal, como si yo fuera un gran escritor sudamericano oculto en Madrid disimuladamente, traduciendo textos ingleses y franceses en el Banco Hispano Americano, con una nostalgia de la Chacarita o de Bahía Blanca o de la Pampa. Se cuenta que, en una ocasión, llevado hasta el pie de la inmensa Pampa, exclamó Borges: «¡Carajo, la Pampa!». Y tengo la impresión de que Marcos-Ricardo Barnatán me aseguró que esa fue la primera y última vez que Borges habló escandalosamente mal y escandalosamente bien, su corazón desbordado ante la Pampa unánime.

-Aclare el titular de estos días de que «Cervantes era un pringao». ¿Qué le parece llevar un premio con su nombre?

-Entre nosotros es un honor supremo que el premio que he recibido sea el Cervantes. Don Miguel de Cervantes tenía, creo yo, la tozudez y la humildad de los grandes supervivientes. Nadie creyó nunca que sería comparable a los grandes medallistas áureos del Siglo de Oro de las letras españolas. Escribió 'El Quijote' en dos tomos como quien toma en el atardecer disoluto dos copitas de licor de café para aliviar el pecho contristado y abatido. Sus geniales tenacidad y humildad nos dieron 'El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha'.

-En la concesión del Premio se destaca su estilo propio, que sólo se parece a usted mismo y que no es igual que el resto de autores de su generación. ¿Qué opina sobre estas valoraciones?

-Son consecuencia, pienso yo, de mi larga ausencia de España y de mis dificultades de sociabilidad. Soy realmente un escritor monástico y aislado. Creo que eso es bueno para ciertos temas, tempos y matices de las narraciones que yo narro.

-Además de setenta años, ¿qué diferencias hay entre el Álvaro Pombo del Colegio San José de Valladolid y el de la actualidad?

-Ninguna. El niño viejo que fui y el escritor viejo que soy somos uno y el mismo, unánimes, nunca mejor dicho. Pero aquí un recuerdo de los Escolapios de Santander: El padre Manuel Sedano, de literatura, y el padre Constantino, de francés, que editaban la revista 'Colegio', donde yo empecé a publicar versos y artículos hasta llegar a seis piezas a finales de aquel mes de mayo emulando al poeta oficial del colegio que era y será siempre Alfonso Peña Cardona.

-Aunque cursó dos veces filosofía, se podría decir que hizo la carrera de una vez largamente, porque en Madrid fue más bien una filosofía especulativa y en Londres una filosofía analítica.

-Tuve suerte en Madrid con dos profesores, José Luis López Aranguren y Oswaldo Marquet. Y tuve suerte en Birkbeck College de Londres con todo aquel pragmatismo y devoción filosófica conceptualista de los de aquel college en aquel momento. Recordaré siempre las secciones sobre Platón y Aristóteles del decano David Hamlyn. Y también, curiosamente, el elogio del más severo tomismo, el conceptualismo aristotélico tomista que se hacía en aquella institución. No salí filósofo del todo. Aunque mis críticos siempre dicen que escribo novelas filosóficas, la verdad es que, como Paul Valèry, sólo he tomado de la filosofía su resplandeciente color.

-Ahora encendemos la habitación para que tengan unas luces unánimes y deje de ser una estancia plurimembre. Es un escritor anglófilo por formación y experiencia. Por ejemplo, con su conocida devoción por los escritores anglosajones.

-Al final mi héroe filosófico acabó siendo una pensadora novelista, Iris Murdoch, que amaba al mismo tiempo contar la filosofía de Platón en sus largos relatos sobre la clase media-alta intelectual británica. Obtuvo el Booket Price por un gigantesca novela titulada 'The sea, the sea' ('El mar, el mar'), que he releído cientos de veces.

-Y también en Inglaterra se aficionó a leer la prensa diaria.

-Me convertí en un lector de periódicos en Londres. Leía 'The Times' y 'The Guardian', a primera hora de la mañana, y 'The Evening Standard' al volver de la oficina por las tardes. Traje una maleta grande llena de recortes de periódicos ingleses cuando volví a España en 1978. La lectura del periódico era para Hegel el vademécum del pensador. Y sigo siendo un lector de periódicos mañanero, soy madrugador. Todos recordamos a Sánchez Ferlosio en el Café Comercial a media mañana sepulto entre periódicos. Yo hago algo parecido pero en casa y escribo pocos artículos por motivos que se explicarán próximamente en mi escandaloso artículo de El Diario Montañés titulado 'Los artículos'.

-Alguna vez hemos hablado de la relación entre Ezra Pound y T.S. Eliot.¿Tuvo alguien que le le tachara los versos?

-José Antonio Marina fue mi Ezra Pound, pero no un Ezra Pound estilista y poeta sino ontológico y fenomenólogo. Y naturalmente yo viví la experiencia eliotiana tan saludable y tan difícil de tragar en ocasiones. Me refiero a los 'Four Quartets' que son en parte filosofía poética y a su actitud de respeto a los maestros Ezra Pund o los metafísicos ingleses del XVI que consideraban la 'correctio fraterna' en sus textos como la más alta obligación, como una alta lección de amistad y de ética intersubjetiva. Recuérdese que los monjes de clausura cantan todos los días, en sus alabanzas al Señor que son los Salmos, la frase «quam bonum et quam iucundum habitare fratres in unum»... Qué alegre es habitar con nuestros hermanos si a la vez que hermanos son nuestros más severos críticos literarios.

-Es un escritor que dicta las novelas, como hacía Henry James...

-El dictar se ha vuelto para mi tan imprescindible como lo fue para Henry James en sus tres grandes últimas novelas. James es un escritor que para mí ha sido importantísimo. Al principio no dictaba. Pero comprendió que era fundamental hacerlo para que tuvieran 'taste'. Dictaba y observaba en la cara de la persona a la que dictaba si le daba miedo lo que estaba contando.

-El hombre tiene historia y no naturaleza, eso es un pensamiento de Ortega. La historia nos remite a la narratividad, nos conocemos hablando. De hecho nuestra relación, y la que tiene con otros amigos, es de una conversación incesante.

-Mi vida a los ochenta y cinco años se va volviendo cada vez más una conversación incesante. Pero en lugar de ser, converso con el hombre que siempre va conmigo. A mí me parece que esa conversación es casi por esencia cesante. Porque el hombre que siempre va conmigo tiene tan poca sustancia como tengo yo. Dice Juan Ramón en la primera línea de 'Espacio', «los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo». ¿Quién tiene entonces más sustancia que yo? Los contados amigos con quienes converso inacabablemente.

-¿Es un escritor raro que escribe de temas raros hoy, como un ensayo sobre Dios ('La ficción suprema')?

-Mi buen amigo desde hace sesenta y tantos años José Antonio Marina suele decir que escribo sobre asuntos, como la teología y Dios, que hoy en día no le interesan a nadie. Ahora estoy a punto de escribir un artículo teológico titulado 'La homosexualidad como don de Dios'. Aquí la teología vuelve a ser la 'sciencia scientiarum' como fue la Escuela de Salamanca en los siglos XVI y XVII. Un gigantesco conjunto de reflexiones teóricas pero también prácticas sobre la vida real. No hay nada más real que la sexualidad humana y, en concreto, la sexualidad que algunos, equivocadamente, llaman 'torcida', la homosexualidad masculina y femenina.

TITULO: Tramoyista  -  El teatro de máscaras llega con 'Forever' al Auditorio Ciudad de León,.

 

El teatro de máscaras llega con 'Forever' al Auditorio Ciudad de León,.

 

 

La compañía Kulunka Teatro presenta el 20 de noviembre un espectáculo para público adulto que apuesta por el lenguaje silente de las máscaras,.

 Uno de los momentos de la representación.

foto / Uno de los momentos de la representación.

La programación de artes escénicas para el público adulto del Auditorio Ciudad de León continúa el miércoles 20 de noviembre con teatro de máscaras. La compañía Kulunka Teatro presentará a las 20:30 horas la obra 'Forever', una apuesta por el lenguaje silente de las máscaras que muestra la historia de cómo una familia se va alejando de lo que soñó que sería.

'Forever' es una obra de Iñaki Rikarte, José Dault, Garbiñe Insausti y Edu Cármamo. Bajo la dirección de Rikarte, los otros tres actores dan vida los personajes bajo las máscaras. 'Forever' ha recibido el Premio Talía al mejor espectáculo de teatro y mejor director de escena el Premio Max 2024 a la mejor dirección de escena y autoría teatral. Es una coproducción de la compañía Kulunka con el Centro Dramático Nacional, el Teatro Arriaga de Bilbao y el Teatro Victoria Eugenia de Donostia.

El precio de las entradas es de 12 euros, incluido en el abono de adultos. Se pueden adquirir tanto en la app como en el canal de venta online del Auditorio Ciudad de León y también en taquilla dos horas antes del inicio de la función.

Sinopsis

Después de 'André y Dorine' y 'Solitudes', la compañía Kulunka Teatro vuelve a apostar por el lenguaje silente de las máscaras en un espectáculo que combina ternura y crudeza. 'Forever' es la historia de cómo una familia se va alejando de lo que soñó que sería.

Reflejando con humor e ironía las contradicciones del amor, pone el foco en temas como la paternidad, la educación, la discapacidad, la sobreprotección, la sexualidad o la violencia. Sobre una plataforma giratoria y con un lenguaje muy cinematográfico, 'Forever' es un tiovivo; la noria de la vida. Pero también es una espiral que, a medida que gira, ahonda en el dolor de sus protagonistas. ¿Hasta dónde puede arrastrar la incomunicación a una familia? Tal vez lo perturbador, lo emocionante, es que la historia de esta familia podría ser la de la nuestra,.

TITULO : Aquí la tierra - El reverso de los nuevos pueblos de Franco: miseria y deudas para los campesinos,.


El reverso de los nuevos pueblos de Franco: miseria y deudas para los campesinos,.


El historiador Antonio Cazorla concluye que el plan de colonización de la dictadura enriqueció a los terratenientes, sin lograr transformar el campo,.

 Poblado de Guadalcacín, creado en 1952 como parte de la colonización agraria en Andalucía.

foto / Poblado de Guadalcacín, creado en 1952 como parte de la colonización agraria en Andalucía.

Julia Alfranca recuerda que en su casa no había luz ni agua a mediados de los años sesenta. Vivía en Cantalobas (Huesca), un pueblo creado por la dictadura de Franco para incrementar la productividad agraria. Eran tan pobres que se alumbraban con candiles de carburo y se iban a la cama temprano. La colada se hacía en la acequia, desde donde acarreaban agua para el uso diario. Había tanta humedad en la casa que alguno de sus hijos enfermó.

Julia y su familia fueron colonos de un pueblo recién creado por el Instituto Nacional de Colonización, un organismo que pretendía sacar de la miseria a miles de campesinos. El proyecto era bienintencionado: crear nuevos asentamientos y zonas de regadío, pero pronto la iniciativa mostró su verdadero propósito, financiar con enormes de transferencias de capital público a los grandes terratenientes, que vendieron al Estado parte de sus tierras a un precio muy lucrativo. El historiador Antonio Cazorla, catedrático de Historia de la Universidad de Trent en Ontario (Canadá) acaba de publicar un exhaustivo estudio sobre el empeño del régimen de construir cerca de trescientos pueblos y barriadas, una empresa trufada de propaganda que pretendía hacer creer que la dictadura se tomaba en serio los problemas seculares del campo. 'Los pueblos de Franco' (Galaxia Gutenberg) muestra cómo el proyecto sirvió para proteger a los grandes propietarios, sin brindar mejores condiciones de vida al campesinado. «Al acabar la guerra, la gente que trabajaba en el campo se estaba muriendo de hambre. Se calcula que cada familia necesitaba ganar tres o cuatro veces el salario de 1939 para poder subsistir», apunta Antonio Cazorla.

El libro desmonta con profusión de datos el mito de las virtudes de la colonización agraria en España entre 1939 y 1975 y desvela que la iniciativa afianzó el poder de los grandes propietarios, ya de por sí enriquecidos durante los años inmediatos de la posguerra. «Hasta principios de los años sesenta, más de la mitad de la cosecha española de trigo y aceite se comercializaba en el mercado negro, lo que dio lugar a beneficios pingües. La posguerra supone grandes años para el capital agrario gracias al precio alto de los productos, los bajos salarios y las inmensas posibilidades de corrupción».

Préstamos onerosos

El régimen llegó a asentar a más de 30.000 colonos, mientras millones de campesinos siguieron viviendo en condiciones paupérrimas. Ni los nuevos núcleos de población que llevó a cabo el Instituto Nacional de Colonización ni las tímidas medidas de redistribución de la tierra fueron suficientes para cambiar la estructura social y económica del agro español. Para colmo, muchos colonos accedieron a la propiedad de la tierra mediante préstamos a un interés del 5% anual, con lo que quedaron endeudados durante décadas. Muy diferente fue el beneficio obtenido por los grandes terratenientes, que se enriquecieron con esas inyecciones masivas de capital que apostaban por la extensión de los regadíos. «En realidad, solo se expropiaba menos del 30% del total de la tierra. El resto, que solía ser la de mejor calidad, se la quedaba el terrateniente, pero ahora irrigada con dinero del Estado, de modo que se revalorizaba entre un 400% y un 1.000% sin asumir ningún riesgo».

El proyecto de colonización agraria fracasó como medio para fijar población. Los nuevos propietarios, generalmente familias numerosas, lograron enraizarse en el lugar con tan solo una parcela, pero las segundas generaciones no gozaron de ese modesto privilegio. «La tierra no se podía dividir porque entonces la explotación era inviable. En muchos pueblos, los miembros de la segunda generación optaron por marcharse, y los hijos ya no quisieron volver a esos sitios remotos, sin servicios, sin trabajo y sin futuro. En otros pueblos se mantuvo la población a causa del alto paro rural: los jóvenes se quedaron viviendo en casa de los padres y subsistieron sacándose unas peonadas».

El Banco Mundial publicó un informe demoledor que levantó ampollas en el que se concluía que la implantación del regadío se hizo de manera indiscriminada y costosa. La lectura del libro deshace el mito de Franco como gestor eficaz, preocupado por el bienestar de los más desfavorecidos. «El dictador se benefició de una consecuencia de la Guerra Civil: el país quería la paz. Y cuando su ministro de Economía le convence de que adopte un plan de estabilización, la economía se contrae y sube el paro, pero rebota con fuerza en 1961 y se mantiene el crecimiento hasta 1974. Era algo que no estaba planeado. De hecho la famosa campaña de los 25 años de paz no estaba prevista, no había nada que celebrar».

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