«¡Cuánta gente! ¡Y qué calor!» foto.
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El público de La Noche en Blanco se decanta por el recorrido clásico: primero visitar monumentos y después rezar para encontrar un velador,.
La gente y el calor. El grupo de 25 estudiantes de todas partes del mundo que cerca de las 21.30 de la noche del sábado pasaba por la plaza de San Atón no hablaba de otra cosa. Sorprendidos, se daban codazos al ver el río de personas que subía hacia la Plaza de España por la calle Obispo.
Los latinoamericanos aseguraban que la afluencia de público a la Noche en Blanco no se comparaba ni siquiera con la de los grandes momentos del Carnaval. «Ya habíamos percibido que Badajoz es una ciudad con muchos eventos culturales y este nos llamaba la atención porque se hace en otras partes de Europa. Nos sorprende que en una ciudad pequeña, un evento de tanta magnitud reclute a tanta gente», aseguraba el mejicano Alejandro Monroy, que ejercía de guía del grupo más parecido a la ONU que pasó por la Noche en Blanco. «Tenemos gente de Eslovaquia, Argentina, Francia, Nicaragua, Italia, Alemania, Chile...», enumeraba.
Mientras subían por la Diputación, el otro gran protagonista de las conversaciones, el calor, salió a relucir. «Ya sabemos por qué en España es imprescindible el abanico», señalaba una de las jóvenes del grupo. Con una mezcla de estupefacción y angustia, una chica de Noruega miraba hacia todas partes buscando una escapatoria al sofoco. «25 grados es la temperatura máxima que se alcanza en mi país», confesaba al llegar a la Plaza de España.
El piano de Moreno, acto inaugural y central de la séptima edición de La Noche en Blanco, no convenció al público, que sólo se arrancó a dar palmas cuando sonó algún compás aflamencado. Al espectáculo le faltó ritmo y tuvo un sonido manifiestamente mejorable. El 'rompan filas' entre los que se acercaron a la Plaza de España llegó incluso antes de la mitad de la actuación. A partir de entonces, decenas de miles de personas se dispersaron entre las otras 202 actividades y 74 sedes del programa.
Muchas decidieron continuar su recorrido en dirección a la Plaza de la Soledad, donde se concentraban tres puntos de interés. Pasadas las 22.00 horas ya había cola en la puerta de la ermita, donde la patrona recibió durante toda la noche a miles de personas.
También tenían que esperar su turno pacientemente los que querían visitar el interior de la Giralda. El recorrido pasaba por un salón, una escalera con una antigua barandilla de forja, un ascensor de madera y el balcón de la primera planta, punto clave para sacar una instantánea de recuerdo. «Veníamos comentando que hay edificios emblemáticos de Badajoz que están cerrados normalmente, como este o el Hospital Provincial. Es una pena que los tengamos desaprovechados», afirmaba Laura González tras salir del inmueble, que lleva vacío desde 1998.
A pocos metros, Las Tres Campanas, otro de los edificios cerrados que sólo recuperan el pulso en noches como la del sábado, sufría un continuo trasiego de gente. Albergaba una exposición, pero la mayoría de visitantes solo tenía ojos para las escaleras de madera y para el reloj que preside la planta baja.
Los bares hacen cajaA la Plaza de Santa María, el ambiente tardó más en llegar. Hubo que esperar casi a las 23.30 horas para que el público acudiese en un número notable a los conciertos y de paso entrase a ver y escuchar una ópera de Wagner en la iglesia de Santa Catalina. «Es una pena que esté el sonido de un concierto aquí fuera interfiriendo», comentaba Chema Payo desde el interior del templo. Luego reconocía que no tenía una ruta programada, sino que iba «a remolque de mi señora».
Si pasaron por la Plaza Alta cuando el reloj marcaba las horas en punto, disfrutarían de un espectáculo de luces que se proyectaban sobre las Casas Coloradas bailando al compás del Porrina. Miles de personas vieron el espectáculo desde los veladores, pero los menos afortunados en encontrar una mesa tuvieron que hacerlo de pie. «Para tomarse algo es imposible, está todo cogido. ¡Mira dónde estamos sentados!», se lamentaba Carmen Gómez, que descansaba en uno de los bancos de la plaza.
La imagen de mesas llenas y camareros sudorosos y ajetreados se repetía en cada bar del Casco Antiguo. Después de amenazar con cerrar y conseguir in extremis el permiso que les permitía alargar el horario de apertura hasta las 4.00 de la madrugada, la caja registradora de los hosteleros del centro no paró de funcionar durante la Noche en Blanco. «Otros años ha sido misión imposible cenar en el centro», reconocía María Oreja. El sábado la historia se repitió.
TITULO: EL CLUB DE LA COMEDIA - JUAN Y PUNTO, UN SHOWMAN EN MADRID,.
Juan y punto, un 'showman' en Madrid,.
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El cómico pacense lleva sus monólogos cada sábado del verano al Teatro Reina Victoria de la capital,.
Lleva 16 años quieto, contando sus monólogos sin moverse más allá de un metro cuadrado y permitiéndose solo la licencia de gesticular. En sus comienzos, Juan Herrera, el humorista español que inventó 'Humor amarillo', le dio un consejo que ha seguido a pies juntillas: «Para hacer humor hay que estar quieto, solo la palabra es la que tiene que hacer reír». Seguramente por eso, Juan y Punto es hoy uno de los cómicos españoles que mejor domina el humor facial, ese que te saca carcajadas con un repertorio de muecas y con sus gafas de pasta negra, que más que de ver son de hacer reír.
Pero el mismo que le dijo que se quedase quieto, le ha aconsejado ahora que se mueva. Y eso es lo que está haciendo. Juan Seller en su DNI, Juan y Punto en la vida, le ha cogido la medida a las tablas y se ha lanzado a teatralizar sus monólogos. Esta es la propuesta que está presentando el cómico pacense con su espectáculo 'Ocho sábados y punto con Juan y Punto', con el que sube cada semana al escenario de uno de los teatros más señeros de Madrid, el Reina Victoria.
Llevar el monólogo al teatro es un salto, donde además de contar una historia plagada de chistes, hay que utilizar el espacio, moverse en él y tirar de música y de materiales de apoyo. Como el propio cómico reconoce: «Supone un cambio muy grande, de hacer un monólogo en una sala donde la gente está tomando copas y está divertida, a un teatro donde la gente va a ver lo que ofreces». Al final, «el monologuista se convierte en un showman», confiesa.
Ya hay pacenses que han ido a verlo a Madrid y eso le sorprende tanto como le gusta. «Yo soy muy de Badajoz y en mis monólogos siempre hablo de mi tierra, por eso cuando hay público de aquí, se identifica con lo que cuento». Esta precisamente es una de las claves de que su humor haya sobrevivido al boom de los monólogos, que ha dejado a muchos cómicos en el camino, y a una crisis que se ha cebado espacialmente con la cultura y el ocio.
El humor de lo cotidiano«Lo que hace gracia a la gente es lo cotidiano, lo que le pasa a todo el mundo y con lo que se identifica», dice. Después de 16 años ganándose la vida con el humor le tiene cogida la medida al público. «El tema del sexo le entra mejor a la gente de entre 30 y 60 años, la política, de la que yo hablo poco, es para el público de a partir de los 40; y entre 20 a 30 años, funciona todo lo que tiene que ver con las redes sociales», desvela.
Tiene a su mejor crítica en casa, su mujer, que es a la primera a la que le cuenta los chistes que le desvelan de madrugada, porque su musa llega después de la medianoche. «Ella se ríe mucho conmigo pero es muy dura porque me conoce», cuenta.
Esto mismo le pasa con Badajoz, donde dice que se enfrenta «al público más difícil del mundo para mí, porque quienes vienen a verme me conocen personalmente y saben cómo soy». Por eso, echa de menos ver caras nuevas cuando actúa en su ciudad. «Nadie es profeta en su tierra, pero me gustaría que vinieran a verme aquí quienes no me conocen para que vieran lo que hago y con lo que disfruto. A veces me pasa que estoy actuando en Bilbao o en Canarias y me encuentro con gente de Badajoz que no me conoce».
Puede que esto lo remedie ahora que ha descubierto el tirón que están teniendo sus vídeos en Facebook. Para promocionar sus actuaciones en el teatro, este verano empezó a subir a la red social vídeos muy cortos de humor improvisado que están siendo un éxito. Por eso, ahora ya está pensando en que, con la ayuda de Jesús Quesada, va a hacer una mini serie semanal que colgará en las redes sociales.
Este no es el único proyecto que tiene entre manos. Ya tiene escrito un musical que aspira llevar a escena cuando tenga dinero. Ahora está escribiendo una obra de teatro y mano a mano con su televisivo amigo Carlos Sobera está preparando formatos para televisión.
A la vista de su trayectoria, está claro que no se equivocó en dejar de lado sus estudios de Ingeniería Industrial para dedicarse al mundo del humor. Ha llovido mucho desde que con 20 años, el profesor de la asignatura 'Psicología del trabajo' le pidiese a cada alumno contar una historia. Ahí nació el monologuista, un Juan, que todavía no era Juan y Punto, apareció con dos bolsas en la mano en clase para hablar del botellón. De ahí, pasó a contar monólogos, chistes e incluso a cantar en el Mercantil. Allí descubrió que quería vivir de hacer reír. Ser finalista en el primer certamen de cómicos de El Club de la Comedia le dio el empujón definitivo. Hoy vive en Badajoz, está casado, tiene dos niñas y a Juan y Punto le siguen quedando muchos chistes que contar.
- TITULO: DIAS DE CINE - MEL GIBSON LLEVA A VENECIA EL INFIERNO DE LA GUERRA,.
Días de cine es un programa español de televisión, emitido por La 2 de TVE,. Presentado por Elena Sanchez, etc,.
MEL GIBSON LLEVA A VENECIA EL INFIERNO DE LA GUERRA,
Mel Gibson lleva a Venecia el infierno de la guerra
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Regresa a la dirección con 'Hacksaw Ridge' que narra la historia de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia del Ejército de Estados Unidos en ser condecorado,.
Diez años después de 'Apocalypto', Mel Gibson regresa a la dirección con 'Hacksaw Ridge', la historia de un soldado que, sin armas e inspirado por su fe, asistió a sus compañeros heridos en el infierno de la II Guerra Mundial. El actor y director, que presentó ayer el filme en Venecia fuera de concurso, aseguró odiar las guerras, «aunque conviene honrar a quienes se sacrifican en ellas». La cinta narra la historia real de Desmond Doss, el primer objetor de conciencia del Ejército de Estados Unidos en ser condecorado por salvar a 75 compañeros heridos en la sangrienta batalla de Okinawa, informa Efe.
Doss se embarcó en el conflicto con el propósito de ejercer como médico de campaña y lo hizo completamente desarmado, ya que en su infancia juró a Dios que nunca tocaría un arma al sufrir en su propio hogar la violencia de su padre, un veterano de guerra atormentado por sus recuerdos. El protagonista debió afrontar un juicio antes de saltar al campo de batalla y pasar a la historia.
«'Hacksaw Ridge' va de un hombre real que hace cosas extraordinarias en unas condiciones extremadamente complicadas. Eso es lo que hace a una historia legendaria», aseguró Gibson. Su figura le inspiró debido a que estaba desarmado, «solo tenía su fe y sus convicciones en los momentos más complicados, rodeado de destrucción».
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