El miercoles -20- por La 1 a las 22:40, fotos.
Todo por un jornal,.
- Hay pueblos que estos meses rozan el pleno empleo.
- Miles de personas se mueven allí donde hay trabajo, pero ¿a qué precio?,.
- on las cinco de la mañana, José Manuel despierta, uno a uno, a los
veinte vecinos de su pueblo. Están haciendo la vendimia en Francia. Son
de Padul, un pueblo de Granada que durante la temporada de la uva se
queda vacío. Viven, comen, duermen y trabajan en la finca de un antiguo
convento en la Provenza francesa, en la Costa Azul. Viajan al país
vecino porque en la vendimia francesa ganan el doble que en España.
Quince mil españoles se ganan estos días el jornal en tierras francesas.
Son jornaleros profesionales, van donde hay trabajo. De vuelta a casa
traerán un sueldo de 1.200 euros. La madre de José es la cocinera de la
cuadrilla en la que además de su hijo, están su nuera y hasta sus
nietos.
‘Todo por un jornal’, este miércoles, en Comando Actualidad.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - CURVAS CON HISTORIA - GRANADA - MOTRIL,.
foto, CURVAS CON HISTORIA - GRANADA - MOTRIL,.
Granada - Motril: Curvas con historia,.
70 kilómetros de distancia y 700 metros de desnivel separan la Alhambra del mar. La sinuosa carretera vieja pasa entre frutales y olivos y descubre huellas del pasado,.
Más que secundaria, es una carretera segundona. Fue quedando obsoleta poco a poco, a medida que los nuevos tramos de la flamante A-44, con la cadencia de las eras geológicas, entraban en servicio. Dos décadas tardó en convertirse en la ruta pintoresca y casi desierta que es hoy; territorio de ciclistas, moteros y los pocos coches que transitan entre los pueblos de la comarca.
Este tramo de la antigua Bailén-Motril comienza en Armilla, en pleno corazón metropolitano de Granada, pero si uno quiere ahorrarse la vista de los centros comerciales y las hileras de chalés puede comenzarlo en Otura (salida 139 de la A-44) y coronar el puerto del Suspiro del Moro (860 metros), que recuerda la última mirada del sultán Boabdil a los palacios que acababa de entregar a los Reyes Católicos de camino a su exilio alpujarreño y la célebre, machista y probablemente apócrifa frase de su madre, Aixa: «Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre».
O puede comenzar en Padul (salida 144), que cuenta con una larga y fea zona industrial, pero también con un humedal de gran riqueza ecológica, la mayor turbera del sur de Europa, en la que hace unos años fueron hallados fósiles de mamuts lanudos.
Otra opción es iniciar la ruta en Dúrcal (salida 157), en las faldas de Sierra Nevada, donde destacan el imponente Puente de Lata -construido en 1905 por un discípulo de Eiffel y trasladado 20 años más tarde aquí, a 50 metros de altura sobre el lecho del río- y su antecesor romano de piedra, del siglo I. El municipio del que Rocío, la famosa cantante de rancheras, tomó el apellido poniendo el dedo al azar sobre un mapa -hubo suerte: por ahí anda también Jorairátar-, es la puerta de entrada al Valle de Lecrín. En este rosario de pueblos blancos entre almendros, naranjos y olivos en torno al embalse de Béznar, una nutrida colonia de 'ingleses' ha encontrado su jardín del Edén.
Moros y cristianos
A partir de aquí el asfalto se estrecha y la pendiente se agudiza. Pasado el casco urbano de Talará, aparece por sorpresa la 'curva del coño', llamada así porque esa era la palabra que salía de todas las gargantas al descubrir que el giro no terminaba nunca.
El barranco de Tablate, paso estratégico entre la última capital de Al Andalus y la costa, guarda las huellas de innumerables batallas. Para cerrar el avance de las tropas cristianas, los sublevados moriscos destruyeron en dos ocasiones, 1499 y 1568, el puente árabe, otras tantas veces reconstruido, que aún puede verse desde la pasarela del siglo XIX por la que atraviesa nuestra ruta. Una ermita y una vieja fonda marcan el cruce del camino hacia Lanjarón, el primer pueblo de las Alpujarras.
Dejando atrás el cauce del río Ízbor, la carretera se ensancha de nuevo, cambia de vertiente y baja dejando a su izquierda el embalse de Rules, que a falta de conducciones hacia las fértiles tierras de la Costa Tropical es, por el momento, un paraíso para la pesca y el windsurf.
Tras una curva pronunciada, el asfalto serpentea suavemente por el cañón del río Guadalfeo, que discurre encerrado entre los impresionantes acantilados de paredes verticales surcadas de verde y agua, el Tajo de los Vados. Merece la pena pararse en el Azud de Vélez, una presa que distribuye el caudal por las acequias de riego, la ribera cuajada de huertas, juncos y cañaverales y la playa fluvial de La Explanación.
Después, el valle se abre y entramos en el trópico andaluz: la carretera atraviesa campos de aguacates, chirimoyos, mangos y, en el delta del río, los últimos vestigios del milenario cultivo de la caña de azúcar. Al fondo se ve recortado contra el azul del cielo el perfil del castillo árabe de Salobreña. El aire es húmedo y huele a mar. Ha costado, pero hemos bajado a la playa. La cerveza y el 'pescaíto' esperan.
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