REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - EL NOVENO PASAJERO, fotos.
EL NOVENO PASAJERO,.
El noveno pasajero, otro hijo para Julio Iglesias,.
A punto de cumplir 74 años, Julio Iglesias podría ver cómo le añaden otro hijo a los ocho que ya tiene
Alentado quizá por el logro de Manuel Díaz o por el bigote momificado de Dalí como fuente inagotable de ADN, Javier Sánchez Santos ha decidido volver a la carga al grito de '¡Soy un hijo de... Julio Iglesias!'. Al fin y al cabo, si una echadora de cartas, que se parece tanto a Dalí como Dalí a Paquirrín, puede ser vástaga del insigne genio ampurdanés, por qué él, que sí guarda un parecido razonable con Julio (sobre todo en su peculiar forma de hablar), no va a ser reconocido por un juzgado como su digno heredero... Por eso (y por mucho más, que diría el cantante), Sánchez está dispuesto a defender su genética en los tribunales. El próximo lunes presentará una demanda de paternidad.
Fernando Osuna, el letrado sevillano que le representa, no ha precisado si la reclamación se hará en los juzgados de Valencia, donde reside su cliente, o en los de Marbella, donde Julio posee un casoplón y pasa algunas temporadas. Pero que la presenta lo saben los checoslovacos... Otra cosa es que se la admitan.
Javier dice disponer de una prueba de ADN que, según él, confirma una coincidencia genética del 99,9% con Julio y está dispuesto a llevar el asunto hasta el final. El problema es que ya hubo una sentencia previa. Y fue anulada. A nadie se le escapa que el caso del 'hijo secreto' de Julio lleva más de veinte años siendo del dominio público. De hecho, España hace mucho que lo adoptó como hijo (del cantante) al margen de lo que dijera el supuesto padre.
En 1992 Javier Sánchez estaba todavía en 2º de BUP y fue su madre, la mediática y peleona María Edite Santos, la que presentó la demanda en su nombre en un juzgado de Valencia. El juez la admitió. Y hasta le dio la razón, una vez que Iglesias se negó a hacerse la prueba de ADN. Sin embargo, los abogados del artista consiguieron que la sentencia fuera anulada por un fallo de carácter técnico... Se escudaron en que la notificación de la solicitud de la prueba genética no se la habían entregado personalmente al cantante.
Veinticinco años después, y por aquello de que la venganza es un plato que se sirve frío, María Edite regresa del más allá mediático y posa en Vanitatis con los labios como salchichas y un perrillo de compañía teñido de fucsia. «Julio esta vez está acojonado», proclama sin ambages. La exbailarina jura que ella y su hijo nunca han querido dinero... Para más tarde añadir que su Javier «tiene los mismos derechos que el resto. ¿Por qué no va a tener la parte (de la herencia) que le corresponda?».
Una servilleta, una colilla...
'Hey, no vayas presumiendo por ahí... (de ser hijo mío)', podría replicarle el cantante a Sánchez. Pero él esta vez lo tiene clarísimo, gracias a que un detective privado desplazado a Miami consiguió la prueba definitiva que confirma la coincidencia del ADN. El material genético lo pudo obtener, según dicen, de cualquier familiar varón de Julio Iglesias a través de una servilleta usada o de una colilla... Aquí vale cualquier hijo, hermano o incluso el padre del artista... Pero exhumar a 'papuchi' sería todavía más escandaloso que desenterrar a Dalí, así que eso queda descartado.Julio, que ya tiene ocho hijos oficiales, podría ver cómo a punto de cumplir los 74 años le adjudican un noveno. A falta de un papá Iglesias, Sánchez ha acudido al Papa de la Iglesia de Roma. No se sabe si para pedir una audiencia o directamente un milagro. Hasta sacó un disco titulado 'Soy como tú', que no entró precisamente en las listas de éxitos... El 'Soy como tú' debía de referirse a su presunto hermano Julio José, que tampoco da una en la música.
Maestro del 'erre que erre', igual que Manuel Díaz, el hijo de María Edite no piensa rendirse. Viendo el tremendo ridículo en el que ha caído Manuel Benítez El Cordobés con su 'negacionismo', Iglesias quizá debería repensárselo y cantarle al chaval un reconciliador 'Abrazameee'...
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - EL BARRIO DEL BENEBE,.
foto - EL BARRIO DEL BENEBE,.
Los
dos últimos supermercados que han abierto en Cáceres participan de un
concepto nuevo: el súper para el turista. El Spar de San Pedro y el Mas
de Virgen de Guadalupe tienen un mostrador a la calle para despachar a
los viandantes y, sobre todo, a los turistas, emparedados, bocatas,
bollería, bebidas, fruta y golosinas. Cáceres, la ciudad que recibe más
turistas en la región, está viendo cómo el centro está cambiando poco a
poco.
Si en Venecia, todo lo que rodea al puerto se ha convertido en un gran emporio comercial lleno de tiendas para los cruceristas, en Cáceres, a falta de puerto, el entorno de Obispo Galarza, donde amarran las 'naves' que llegan a la ciudad, ha cambiado en un par de años y hoy es un espacio comercial lleno de bares, apartamentos y tiendas de recuerdos y productos gastronómicos.
La calle Pintores se recupera a base de tiendas para turistas y aquel comercio clásico cacereño es hoy un comercio globalizado semejante al que se puede encontrar en Florencia, Canterbury o Amsterdam: tentempiés, souvenirs, gastronomía típica y tiendas de prendas deportivas y de grandes cadenas de moda barata, que tanto entretienen al turista.
Fíjense que he escrito siempre turista, no viajero. El turista va a ver lo que ya sabe que existe y si lo ha visto en 'Juego de tronos' o en 'La catedral del mar', mejor aún. El turista, además, busca que le muestren lo ya visto y esperado de manera diferente, por eso triunfan los segway o patines eléctricos en Trujillo y los 'triciclos' motorizados en Cáceres, donde ejercen unos guías low cost que cobran la voluntad. Lo llamativo es que pueden mostrar la ciudad de dos maneras: una histórica y rigurosa y otra basada en leyendas y anécdotas, más peliculera, que tiene gran éxito porque el turista quiere entretenimiento como sea.
El viajero, sin embargo, busca lo inesperado, empaparse del alma de la ciudad, algo imposible si se siguen las rutas turísticas establecidas. El viajero que, en Cáceres, al llegar a la iglesia de Santiago, se escapa y desciende hacia San Blas, descubrirá el Cáceres auténtico, el de barrio, con sus bares de morros y callos, sus fruterías y sus tiendas de toda la vida. Aunque en las ciudades muy turísticas como Barcelona, Florencia o Sevilla también esa vida de barrio empieza a ser un recuerdo por la inflación de pisos alquilados a turistas.
Al barrio de Triana ya lo llaman el barrio del 'Benebé' y en toda la ciudad hay más oferta de plazas en pisos para turistas que de plazas hoteleras regladas. La Barceloneta, Lavapiés, el Gótic y el Raval, más barrios llenos de pisos de Airbnb porque es mucho más rentable alquilar a turistas de manera discontinua que alquilar a una familia o a unos estudiantes durante un año.
Sin vecinos estables y sin tiendas de toda la vida, los barrios del centro de las ciudades pierden su gracia y su idiosincrasia para globalizarse. La ventaja en Extremadura es que los precios de las tiendas de productos extremeños son muy competitivos: es más barato comprar queso, vino o aceite en algunos de estos establecimientos que en una gran superficie o en una tienda del ensanche moderno. Pero esa es, una vez más, la excepción extremeña.
Hace diez años, viajar exigía un esfuerzo: visitar la agencia de viajes, repasar folletos, contratar un poco a ciegas. Hoy, viajar es un impulso que no requiere esfuerzo. Es medianoche, te entran ganas de hacer turismo, buscas ofertas de trenes o de vuelos, las combinas con hoteles baratos, habitaciones tiradas de precio o incluso con un sofá de alquiler, dos clics, subidón de adrenalina y ya eres turista o viajero, lo que prefieras.
Si en Venecia, todo lo que rodea al puerto se ha convertido en un gran emporio comercial lleno de tiendas para los cruceristas, en Cáceres, a falta de puerto, el entorno de Obispo Galarza, donde amarran las 'naves' que llegan a la ciudad, ha cambiado en un par de años y hoy es un espacio comercial lleno de bares, apartamentos y tiendas de recuerdos y productos gastronómicos.
La calle Pintores se recupera a base de tiendas para turistas y aquel comercio clásico cacereño es hoy un comercio globalizado semejante al que se puede encontrar en Florencia, Canterbury o Amsterdam: tentempiés, souvenirs, gastronomía típica y tiendas de prendas deportivas y de grandes cadenas de moda barata, que tanto entretienen al turista.
Fíjense que he escrito siempre turista, no viajero. El turista va a ver lo que ya sabe que existe y si lo ha visto en 'Juego de tronos' o en 'La catedral del mar', mejor aún. El turista, además, busca que le muestren lo ya visto y esperado de manera diferente, por eso triunfan los segway o patines eléctricos en Trujillo y los 'triciclos' motorizados en Cáceres, donde ejercen unos guías low cost que cobran la voluntad. Lo llamativo es que pueden mostrar la ciudad de dos maneras: una histórica y rigurosa y otra basada en leyendas y anécdotas, más peliculera, que tiene gran éxito porque el turista quiere entretenimiento como sea.
El viajero, sin embargo, busca lo inesperado, empaparse del alma de la ciudad, algo imposible si se siguen las rutas turísticas establecidas. El viajero que, en Cáceres, al llegar a la iglesia de Santiago, se escapa y desciende hacia San Blas, descubrirá el Cáceres auténtico, el de barrio, con sus bares de morros y callos, sus fruterías y sus tiendas de toda la vida. Aunque en las ciudades muy turísticas como Barcelona, Florencia o Sevilla también esa vida de barrio empieza a ser un recuerdo por la inflación de pisos alquilados a turistas.
Al barrio de Triana ya lo llaman el barrio del 'Benebé' y en toda la ciudad hay más oferta de plazas en pisos para turistas que de plazas hoteleras regladas. La Barceloneta, Lavapiés, el Gótic y el Raval, más barrios llenos de pisos de Airbnb porque es mucho más rentable alquilar a turistas de manera discontinua que alquilar a una familia o a unos estudiantes durante un año.
Sin vecinos estables y sin tiendas de toda la vida, los barrios del centro de las ciudades pierden su gracia y su idiosincrasia para globalizarse. La ventaja en Extremadura es que los precios de las tiendas de productos extremeños son muy competitivos: es más barato comprar queso, vino o aceite en algunos de estos establecimientos que en una gran superficie o en una tienda del ensanche moderno. Pero esa es, una vez más, la excepción extremeña.
Hace diez años, viajar exigía un esfuerzo: visitar la agencia de viajes, repasar folletos, contratar un poco a ciegas. Hoy, viajar es un impulso que no requiere esfuerzo. Es medianoche, te entran ganas de hacer turismo, buscas ofertas de trenes o de vuelos, las combinas con hoteles baratos, habitaciones tiradas de precio o incluso con un sofá de alquiler, dos clics, subidón de adrenalina y ya eres turista o viajero, lo que prefieras.
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