Nicolás Sánchez-Albornoz-foto-. publica sus memorias sobre la «violencia» que sufrió durante el franquismo .
Nicolás
Sánchez-Albornoz (Madrid, 1926) ha tenido una vida novelesca de verdad.
Soportó el drama de tres exilios, escapó de un campo de concentración
del régimen franquista y es considerado una figura mítica para los
historiadores económicos españoles y latinoamericanos. Una vida de
película que acaba de resumir en sus memorias. Pero no las de toda su
existencia, sino únicamente las que corresponden a los 40 años de
dictadura franquista.
«El libro relata en secuencia
cronológica cuatro decenios de mis andanzas durante la etapa hostil de
la historia de España comprendida entre 1936 y 1975, un infausto periodo
que los españoles más valdría que nos hubiéramos ahorrado», afirma en
el prólogo. A su juicio, y esta es la tesis del libro ('Cárceles y
exilios', de Anagrama), «España hubiera vivido mejor y llegado más lejos
si no hubiéramos tenido que sufrir esos 40 años». En la obra,
calificada por el autor de «libro de recuerdos», documenta la
«violencia» cometida a su alrededor y contra su persona en forma de
«cárceles y exilios», título que está en plural por sus tres
experiencias en cada modalidad. «Mi testimonio se abre en la infancia
con el asalto al Cuartel de la Montaña que frustró la intentona de la
guarnición de Madrid, en julio de 1936, y se cierra, en abril de 1976,
al poner pie en el aeropuerto de Barajas y dar por concluido el último
de tres exilios», relata al principio de la obra.
Son
cuatro décadas reunidas en diez capítulos, que dan cuenta de su
actividad clandestina como estudiante en 1946, su paso por tres penales,
su procesamiento en un consejo de guerra cuanto menos peculiar y su
sonada fuga del destacamento penal de Cuelgamuros, de donde escapó junto
a Manuel Lamana y con la colaboración del antropólogo Paco Benet y dos
jóvenes norteamericanas Bárbara Probst y Bárbara Mailer, historia que
Fernando Colomo llevó al cine en 'Los años bárbaros'.
Después
de atravesar media España y huir del país, Sánchez-Albornoz marchó
exiliado a Argentina, donde permaneció casi 20 años, hasta que otro
general (Juan Carlos Onganía) le obligó a abandonar el país y exiliarse
en EE UU. «Discrepo de la generalización poética de que cualquier tiempo
pasado fue mejor», señala el autor, miembro de la Real Academia de la
Historia desde 1991. «El lote de cárceles y exilios que se han
interpuesto en mi camino en el siglo XX certifica que ese pasado no ha
sido benévolo ni con mis contemporáneos ni conmigo mismo. Cuanto más
ingrato mi padecimiento, más me convencía de que España merecía
disfrutar de un futuro más amable, parecido por lo menos a la cara que
el país luce en la actualidad a pesar de los oscuros forúnculos que, por
desgracia, la afean», añade. España lo ha pasado mal, de ahí que
Sánchez-Albornoz reivindique el valor de la memoria.
«La
memoria es un instrumento político para la construcción de las
naciones. Los países no pueden madurar políticamente si no saben lo que
sucedió en el pasado», dice. «Hay una tendencia a pensar que es mejor
olvidar: no estoy de acuerdo», asegura. Por ello, destaca el proceso
iniciado por el juez Baltasar Garzón contra el franquismo, porque «no se
proponía que los culpables rindieran cuentas, ya que los causantes ya
están muertos, pero sí que se desenmascarara el origen».
Aunque,
eso sí, cree que se quedó corta. «Estaba bien en su objetivo, pero
tropezó con un intento de hacer borrar la información de los archivos,
tachando el nombre de los implicados en la represión», apunta. Y
respecto a qué se debe hacer con el Valle de los Caídos,
Sánchez-Albornoz, que habla como víctima que fue obligada a emplear sus
manos en la construcción del mausoleo, considera que habría que eliminar
los «simbolismos negativos» y por tanto entregar a las familias los
restos de Franco y Primo de Rivera. «No hay en Europa ningún monumento
dedicado a un ser maligno como Franco», concluye.
TÍTULO: MARK STRAND POETA- POESÍA.
foto / Veinte hombres cruzando un puente
Hacia una aldea
Son veinte hombres cruzando veinte puentes
Hacia veinte aldeas
O un hombre
Cruzando un solo puente
Hacia una aldea sola.
Esta es una canción vieja
que no declarará de sí misma...
Veinte hombres cruzando un puente
Hacia una villa
Son
Veinte hombres cruzando un puente
Hacia una villa.
Que no declarará de sí
aún es certero como el sentido...
Las botas del grupo de los hombres
En las tablas del puente.
La primera pared blanca del pueblo
entre los árboles-frutales levantada
¿De lo que era yo estaba yo pensando?
Para que el significado escapara.
La primera pared blanca del pueblo. . .
Los árboles frutales. . .
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