miércoles, 20 de noviembre de 2024

Metrópolis - Ignasi Aballí ,. / DIAS DE TOROS - Las Ventas: cifras y letras de una temporada taurina con casi un millón de 'pecadores' ,. / Retratos con alma - Retrato de mi abuela,.

 TITULO: Metrópolis -   Ignasi Aballí   ,. 

  El lunes - 2 - Diciembre , los lunes a partir de las 00:30, en La2, foto,.

  Ignasi Aballí ,.

 Ignasi Aballí

Nacido en Barcelona en 1958, ha construido un universo artístico particular que se mueve entre el conceptual y el mínimal. Todo, nada, ausencia, presencia, vacío, memoria... son algunos de los temas recurrentes que aparecen en su obra.

Su obra está marcada por una austeridad formal y la continua exploración de los límites del arte, la imagen, el lenguaje y la percepción. Con cada pieza, sutil y precisa, nos invita a ver más allá de lo evidente, y a encontrar belleza en la fragilidad y en lo cotidiano.

Acompañamos al artista en su estudio de Barcelona y le seguimos hasta su reciente exposición IN ICTU OCULI en el Centro Andaluz de Arte contemporáneo de Sevilla, que incluye una cuidada selección de piezas en torno a la pintura y el silencio.

TITULO:  DIAS DE TOROS  -Las Ventas: cifras y letras de una temporada taurina con casi un millón de 'pecadores',.

 

Las Ventas: cifras y letras de una temporada taurina con casi un millón de 'pecadores',.

936.532 personas se citaron este año en los tendidos de la Monumental, donde saltaron al ruedo 376 toros, se abrieron 7 Puertas Grandes, hubo 29 faenas de oreja y se oyeron 182 avisos,.

foto / Borja Jiménez, triunfador con tres orejas, brinda la faena a Dulce, uno de los grandes toros del año,. 
 
 «Cariño, vuelvo en dos horas; si no he llegado, vuelve a leerlo». Y, no le quepa duda, otra vez lo leerá, que ya no hay corrida que dure 120 minutos. Era el mensaje que colgaba durante 59 tardes en la nevera de la afición,.
 
La Plaza de Toros de Las Ventas ha registrado en 2024 una cifra de asistencia cercana al millón de espectadores, consolidándose como uno de los escenarios más concurridos de Madrid. Según el informe estadístico elaborado por Plaza 1, un total de 936.532 personas asistieron a los 59 festejos celebrados entre el 24 de marzo y el 12 de octubre, lo que representa un crecimiento del 8% respecto a la temporada anterior. Esta cifra sitúa a Las Ventas como el tercer recinto con mayor afluencia de público en la capital, solo por detrás de los estadios de fútbol del Real Madrid y el Atlético de Madrid.
De los 59 espectáculos taurinos organizados este año, 38 fueron corridas de toros, 17 novilladas y 4 corridas de rejones. En 28 tardes se superaron los 18.000 asistentes y, en 15 de ellas, se colgó el cartel de "No hay billetes", alcanzando un promedio del 69% de aforo cubierto. La mejora en la asistencia se refleja en un incremento de 67.748 espectadores con respecto a 2023. Además, el número de abonados también alcanzó cifras récord, con más de 18.000 abonos registrados en otoño.
En el aspecto artístico, la Puerta Grande de Las Ventas se abrió en 7 ocasiones. Entre los toreros destacados, Borja Jiménez, Fernando Adrián y Enrique Ponce lograron este reconocimiento. En el toreo a caballo, Guillermo Hermoso de Mendoza y Diego Ventura también alcanzaron el triunfo, mientras que los novilleros Alejandro Chicharro y Jarocho completaron la lista de quienes lograron salir a hombros.

Por los chiqueros de Las Ventas se lidiaron un total de 376 reses, de las cuales 22 fueron sobreros. Un 31% de los toros lidiados fueron aplaudidos u ovacionados en el arrastre, lo que refleja el alto nivel del ganado presentado esta temporada en la Monumental madrileña. Las cifras y los resultados artísticos confirman a Las Ventas como un pilar fundamental en el panorama taurino internacional.
 
 

TITULO:  Retratos con alma - Retrato de mi abuela ,.

 

La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

 

 

 Lunes - 2 Diciembre -  a las 22:40 horas en La 1 / foto,.

 Retrato de mi abuela,.
 
Así habló mi abuela

Mi abuela, sin conocer a Nietzsche decía que “la mente debe dominar al cuerpo” y ella lo practicó hasta los 95 años, edad en que murió previo encargo de cómo teníamos que peinarla y vestirla. Incluso, eligió los zapatos que calzaría durante el tránsito a la muerte, porque decía que le esperaba un largo camino. Por supuesto, cumplimos su voluntad, sin embargo, el día que la llevamos al mausoleo familiar para sepultarla al lado de mi abuelo, descubrimos que su tumba estaba ocupada por un desconocido. De saber este percance, ella hubiese pospuesto su viaje final, por lo previsora que siempre fue y por lo bien que había entrenado su mente para sobreponerse no solo a las dolencias y achaques de su cuerpo, sino a los avatares del día a día. Ella decía que “la fuerza de voluntad también era uno de los poderes que había que dominar” para llegar a nuestra meta. En realidad, mi abuela no quería morir. Amaba demasiado la vida en aquel paraíso construido con mi abuelo, durante más de 50 años de matrimonio, una prolífica descendencia de seis hijos y 28 nietos.

Al morir mi abuelo, ella se hizo cargo de toda la finca y tuvo que lidiar con todo. Como siempre había deseado, impartió equidad y ponderación en las tareas de sus trabajadoras y trabajadores. Era muy observadora y estaba pendiente de todo y de todos.  Por su carácter decidido, no le fue difícil reorganizar las actividades con inteligencia y liderazgo. Siempre decía que “las manos transformaban, sanaban e iluminaban el alma y, por lo tanto, curaban el cuerpo” y eso hacía porque siempre estaba ocupada. Ella era cabeza y cuerpo a la vez y aunque tenía muchas responsabilidades, mantenía la serenidad, la templanza y la sabiduría en sus decisiones.

"Cada mañana, después del desayuno bajábamos con ella a coger verduras y hortalizas para la comida"

Cada semana hacía una suerte de Camino de Santiago, desde su finca hasta la ciudad. Caminaba a buen ritmo, sin apresurarse, porque decía “donde había que llegar era a uno mismo”. Era una gran caminante. Alguna vez, durante nuestras vacaciones, la acompañamos por la ruta y era una excelente guía. Nos iba explicando los tipos de árboles, de flores, de rocas, de tierra y a mitad de la travesía, nos deteníamos para descansar y reponer energías con las frutas de su huerto. Era como disfrutar de un campamento permanente con la abuela que también nos enseñaba el arte de acampar. Con ella aprendimos a amar y respetar la naturaleza. A menudo, nos relataba cuentos y anécdotas, mientras el río lanzaba carcajadas o susurros a su paso. Nos decía: “oigan las voces del río, miren los brazos extendidos de los árboles, observen el cielo que no tiene límites” y se retiraba en silencio ¿quizás para meditar? Ella sí que se mantuvo fiel a la tierra, como decía Zaratustra.

Siempre la oí decir: “De la tierra a la olla: no hay nada mejor que una mesa llena de colores y olores saludables”. Su mayor prioridad era alimentarse con los productos de su propio huerto. Cada mañana, después del desayuno bajábamos con ella a coger verduras y hortalizas para la comida. Mientras caminábamos de puntillas para sortear los surcos, contemplábamos el estallido de colores de las parcelas. La veíamos arrancar las zanahorias tiernas y sacudirlas como un péndulo antes de ponerlas en la cesta. Como mi abuelo había propiciado un maridaje excelente entre los árboles y las parras de uvas, la lima y la naranja, el manzano y el membrillo, los niños nos subíamos por el placer de saborear los frutos desde lo alto y dominar el horizonte. Sentíamos las montañas cercanas y parecía que tocábamos el cielo.

"Tenía una vida intensa, con hábitos metódicos y horarios fijos, pero su vida transcurría sin prisas y sin pausas"

Ahora que lo pienso, mi abuela sí que tuvo una vida sana y activa, junto a la madre naturaleza que amó y cuidó. Ella sí que mantuvo una “mente sana en cuerpo sano”. Vivía consciente de su presente, ejercía la contemplación y meditaba. Con el ánimo sosegado hacía y deshacía sus tareas mientras canturreaba. Era positiva, muy jovial y siempre estaba  risueña. Se acostaba pronto y decía que “la conciencia tranquila era el mejor relajante para conciliar el sueño”. Antes de dormir, rezaba durante casi una hora, aunque para que no trasnochase tanto, habíamos reducido las cuentas de su rosario, sin que ella se percatase. Tenía una vida intensa, con hábitos metódicos y horarios fijos, pero su vida transcurría sin prisas y sin pausas. Ella sí que practicaba una verdadera vida slow. Sin duda, vivía en consonancia con la naturaleza y en plena conexión con cada elemento.

"Su presencia, aunque lejana, aún es el motor de nuestras vidas, es la raíz interminable que une el pasado, el presente y se aferra a nuestro futuro"

Ahora que los neurocientíficos recomiendan bajar las revoluciones de nuestra máquina corporal, controlar la ansiedad y el estrés, hacer yoga, practicar deporte, comer sano, tener un biohuerto y, sobre todo, ser feliz, me acuerdo mucho de mi abuela. Ahora que nos cuesta dormir porque vivimos rodeados de aparatos tecnológicos que han alterado los ciclos naturales de nuestro organismo, vuelvo a oír las palabras de mi abuela. Ahora que los libros de retorno de la vida lenta se han puesto de moda: Cronobiología: una guía para descubrir tu reloj biológico de Juan Antonio Madrid; Elogio de la lentitud y La lentitud como método de Carl Honoré; Despacio, despacio de María Nova, entre otros, mi abuela retorna a mi mente. Ahora que todas las redes sociales nos presentan recetas para controlar las emociones, dominar los impulsos y educar nuestra mente, vuelvo a sentir a mi abuela. Recupero su vida, su figura, sus consejos, revivo sus historias y relatos. En sí, vuelvo a su tiempo sabio, lento, hogareño y musical y la oigo repetir: “vivir sin arte y sin música no es vivir”.

En estas fiestas de Navidad y de Reyes Magos, al buscar la esencia de la niñez sin retorno, en los árboles navideños, en el belén, en los juegos y en los regalos, la nostalgia nos devuelve una postal con el retrato de mi abuela Emilia. Su presencia, aunque lejana, aún es el motor de nuestras vidas, es la raíz interminable que une el pasado, el presente y se aferra a nuestro futuro. Es la enciclopedia familiar que aún nos habla y nos transmite sus secretos para el buen vivir. En cada campanada del año nuevo, todavía oímos su risa cantarina y saboreamos las dulcísimas uvas de su huerto.

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