Achaca a la falta de profundidad el traspié en Sudáfrica
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Del Bosque: "La lesión de Valdés duele tanto como la derrota"
LESIÓN DE VALDES PORTERO EN LOS GEMELOS, SERA DE UN MES OK,.
El seleccionador español, Vicente Del Bosque, achacó a la falta de profundidad y agresividad ofensiva la derrota por 1-0 ante Sudáfrica,
Para el técnico español, "la peor
noticia de la noche fue la lesión de-foto- Víctor Valdés, que tuvo que
retirarse con "un tirón, una molestia muscular en el gemelo que duele
tanto como la derrota".
Del Bosque agradeció a Sudáfrica que aceptara la entrada de Reina en el campo tras la lesión de Valdés, cuando España ya había hecho los seis cambios acordados, pero no explicó el enfrentamiento dialéctico del preparador sudafricano, Gordon Igesund, con el banquillo español en el momento de la sustitución.
"Ya teníamos preparado a Arbeloa con la camiseta del portero", dijo sobre la posibilidad de que no se hubiera permitido la sustitución.
Preguntado por la posible incidencia en la derrota del largo viaje que la gira por África ha supuesto para sus jugadores, Del Bosque aseguró que los kilómetros recorridos "no han sido una carga".
"No debemos buscar ninguna excusa, ha sido un viaje cómodo, hemos tenido tiempo y equilibrio para entrenar y descansar", explicó el seleccionador.
"Nos faltó un poco más de agresividad ofensiva, porque nuestra idea no es solo tener la posesión, tenemos que dar también profundidad", adujo Del Bosque, que admitió los problemas de su equipo para crear peligro.
El entrenador salmantino reconoció la superioridad de Sudáfrica, sobre todo en la recta final del encuentro, si bien recordó que España dominó al principio durante "20 ó 25 minutos".
Del Bosque agradeció a Sudáfrica que aceptara la entrada de Reina en el campo tras la lesión de Valdés, cuando España ya había hecho los seis cambios acordados, pero no explicó el enfrentamiento dialéctico del preparador sudafricano, Gordon Igesund, con el banquillo español en el momento de la sustitución.
"Ya teníamos preparado a Arbeloa con la camiseta del portero", dijo sobre la posibilidad de que no se hubiera permitido la sustitución.
Preguntado por la posible incidencia en la derrota del largo viaje que la gira por África ha supuesto para sus jugadores, Del Bosque aseguró que los kilómetros recorridos "no han sido una carga".
"No debemos buscar ninguna excusa, ha sido un viaje cómodo, hemos tenido tiempo y equilibrio para entrenar y descansar", explicó el seleccionador.
"Nos faltó un poco más de agresividad ofensiva, porque nuestra idea no es solo tener la posesión, tenemos que dar también profundidad", adujo Del Bosque, que admitió los problemas de su equipo para crear peligro.
El entrenador salmantino reconoció la superioridad de Sudáfrica, sobre todo en la recta final del encuentro, si bien recordó que España dominó al principio durante "20 ó 25 minutos".
El seleccionador sudafricano califica de "malentendido" su incidente con Grande
El seleccionador sudafricano,
Gordon Igesund, calificó de "malentendido" su enfrentamiento con el
segundo entrenador de España, Toni Grande, a raíz del cambio de Víctor
Valdés, lesionado, por Pepe Reina.
"Nunca he dicho que no se debiera hacer el cambio, sino que se debía consultar al árbitro", dijo Igesund sobre el incidente, en el que parte del equipo español le recriminó que se opusiera a que 'La Roja' hiciera una sustitución más de las seis acordadas y diera entrada a Reina.
"Creo que ellos no entendieron lo que yo decía", añadió Igesund, que achacó lo ocurrido a "la barrera del idioma".
El seleccionador sudafricano remarcó que el partido era un amistoso internacional de la FIFA y que por lo tanto sólo el árbitro podía hacer una excepción al límite de seis sustituciones pactado antes del partido.
"Ellos -los jugadores españoles- me preguntaron a mí, y yo les dije que debían preguntarle al colegiado", zanjó Igesund la polémica.
TÍTULO: LA CENA DE LOS PERROS= RELATO DEL PERRO,.
Hace ya un par de años fuimos invitados a un chalet (casa con patio) en un pueblo de la comunidad de Madrid. Nuria mi amiga española, cumplía años y su pareja de aquellos tiempos que era de Buenos Aires le festejaba con un gran asado. Así que sin pensarlo aceptamos la invitación.
En Madrid el transporte público resuelve todo, llegar a cualquier lugar de la ciudad, y de la comunidad es sumamente sencillo. Recuerdo que era domingo y que llegamos unos treinta minutos antes de que saliera el autobús, esto lo sé, porque fuimos los terceros en la fila. Unos minutos después a nuestro arribo se acercó una mujer mayor, quien me recordó a la actriz mexicana Sara García: canosa y vestía uno de esos trajes de falda y blusa oscuros, medias color carne hasta la rodilla y zapatos de monja. La mujer, sudorosa y nerviosa, arrastraba varias bolsas con refractarios de plástico.
Me acerqué y le pregunté si el bus 191 me llevaría a Cabanillas (el pueblo de mi amiga) y me contestó que sí, que hacía 50 años que no iba hasta allá pero que sí, que “éste era”. Se acercó más hacia mi y comenzó a contarme su vida. Para colmo todo le dolía, tenía reumas, artritis, dolores en el esófago, callosidades, problemas circulatorios, varices etc… Al terminar de contarme sobre sus padecimientos, prosiguió con una anécdota que más o menos iba así:
“resulta que un día unos chavales (jóvenes) estaban por mi casa, ¡Ay! que los veo y estaban maltratando un perro, le echaban gasolina y lo golpeaban, yo veía todo por la ventana, hasta que bajé y corrí a los vagos. Le hablé a los de protección de animales. Vinieron rápidamente y lo curaron, pero no se lo llevaron, me dijeron que no tenían espacio disponible en esos momentos. Me dijeron que como yo lo había salvado, pues ahora debía hacerme cargo del perro. ¿!Tu crees!? si yo no tengo donde, además soy vieja. Pero el no saber quien lo cuidaría me preocupó y obviamente no lo iba a abandonar, por que Dios me lo había enviado, y como dicen que de los ancianos y los perros son de los que primero que se olvidan, entonces le llamé a mi hermana.”
En eso estábamos cuando llegó la hermana (la hermana es unos años mayor aunque físicamente parecen mellizas, la única diferencia que pude percibir es que la hermana estaba más enojada con el mundo). Venía retrasada por el Metro había estado parado por 20 minutos, lo cual le hizo recordar que llevaba viajando en metro 55 años, desde que tenia 8 años de edad. Me dijo que “antes no era así”, “antes te vendían un boleto para cada estación, y que costaba 1 peseta algo así”, -¡como había pasado el tiempo! –– exclamaba,.
Se daba cuenta ahora de “la de veces” que había pasado por las mismas estaciones y bajado en los mismos túneles pero ella cada vez más mayor, más cansada, más olvidada. Las dos apresuraban sus frases y competían por contar la historia del perro, empezaron a contarme que gracias a este incidente del perro, habían regresado a la finca, a la cual no volvían desde que ambas eras unas jovencitas.
Su padre les había dejado ese trozo de 300m2 de terreno cerca del pueblo de Cabanillas en la comunidad de Madrid. Sitio que pronto se convertiría en una carretera para conectar la M50 que va a otra ciudad, a Badajoz, por lo tanto el gobierno les estaba comprando sus terrenos a dos euros por metro cuadrado. Mientras tanto se les había ocurrido llevar al perro a vivir ahí, que por lo que contaban no tenía más que un cerco para separarle de los predios vecinos. Así que el perro vivía ahí toda la semana entre cazuelas y recipientes de plástico, en los que le dejaban la comida de toda la semana y 500 litros de agua depositada en diferentes cubetas. En este momento imaginé al perro administrándose la comida de la semana, y moviendo los botes de agua para que no se evaporara con el sol.
[Realmente hay ocasiones en que no puedo entender el funcionamiento de la mente humana, veo estas mujeres atrapadas en ideas de infancia, y caigo en cuenta que la edad no tiene nada que ver con la madurez, la lógica o incluso la ley de probabilidad. Mi pregunta es, ¿Realmente habría sido mejor que el perro muriese aquel día que fue atacado por los chicos del barrio? Estas mujeres si que tienen un sentido de existencia en estos momentos pues religiosamente asisten todos los domingos al pueblo que habían olvidado sólo con una intención: cuidar al perro].
Regresando a la historia. Estábamos en esta novedosa situación: la del perro, cuando llegó una mujer anciana, más anciana que cualquiera de las que estaban ahí. Llegó cayéndose porque cargaba una enorme maleta. Sin preguntar, ambas hermanas (las del perro) se acercaron y ayudaron a la cargar con la inmensa maleta,la acomodaron en la fila y tranquilamente siguieron platicando. Una de ellas, la menor, comentó inmediatamente cuánto pavor le tenia a la vejez, que si iba a estar como esta mujer anciana cayéndose a la suerte de los demás, que prefería ser arrollada por el metro. Claro que la mujer anciana no escuchaba bien y no se ofendió.
Entonces hubo un silencio, de esos silencios largos en que todos se observan y nadie dice nada. De prono la hermana menor fijó su mirada en la blusa de la anciana ésta llevan un clip encima del primer botón de la blusa y con tono de haberse sentido ofendida le dice: “¡oiga! ¿pero qué le pasa a usted llevando ese clip de folio en la blusa? ¡Si no se le abre!”
La anciana, ya sonrojada contestó: “A mi edad quiero que quede claro que ya no estoy dispuesta para ningún hombre. Me hace sentir segura este clip, si en mis tiempos no fue descarada ahora menos.”
Un hombre que hacia fila al lado volteo a mirarle el clip para confirmar lo que la anciana decía. La hermana más jovén sólo le contesto con voz fuerte, “¡A que ideas tiene usted en la cabeza!”
Por fin el conductor del autobús abrió las puertas y entramos , las hermanas y la anciana que ya habían hecho gran amistad y que sólo eran vecinas de pueblo con 10 minutos de distancia entre uno y otro, no se habían visto jamás. Curiosamente y guardando su distancia y sus costumbres, cada quien se sentó en un asiento separado, la hermana en uno, la otra hermana en otro llena de los cacha
rros y la anciana en otro. Extrañamente las tres iban platicando todo el camino gritándose la una a la otra por que no se alcanzaban a ver.
Nosotros nos acomodamos detrás de una de ellas y antes de partir, sentí la mirada de una de ellas y antes que dijera nada pensé: Seguro me dirá algo sobre algún peligro o algo así. Y dicho y hecho, como buena representante de las mujeres preocuponas o de la secuela genética que nos invade a las mujeres en relación a los hijos. Me preguntó: “¿El niño trae el cinturón puesto?”
Treinta minutos después y una parada antes de la nuestra, las mujeres se bajaron del autobús. A lo lejos desde la ventana pude ver al perro gris, mechudo, que esperaba sentado en una esquina, lleno de cazuelas regadas por todos lados, y el sol fuerte acariciando su nueva vida.
Al bajarse del bus, las hermanas se despidieron con una gran sonrisa, de mí y de su nueva amiga, la anciana del clip.
"Nunca he dicho que no se debiera hacer el cambio, sino que se debía consultar al árbitro", dijo Igesund sobre el incidente, en el que parte del equipo español le recriminó que se opusiera a que 'La Roja' hiciera una sustitución más de las seis acordadas y diera entrada a Reina.
"Creo que ellos no entendieron lo que yo decía", añadió Igesund, que achacó lo ocurrido a "la barrera del idioma".
El seleccionador sudafricano remarcó que el partido era un amistoso internacional de la FIFA y que por lo tanto sólo el árbitro podía hacer una excepción al límite de seis sustituciones pactado antes del partido.
"Ellos -los jugadores españoles- me preguntaron a mí, y yo les dije que debían preguntarle al colegiado", zanjó Igesund la polémica.
TÍTULO: LA CENA DE LOS PERROS= RELATO DEL PERRO,.
Hace ya un par de años fuimos invitados a un chalet (casa con patio) en un pueblo de la comunidad de Madrid. Nuria mi amiga española, cumplía años y su pareja de aquellos tiempos que era de Buenos Aires le festejaba con un gran asado. Así que sin pensarlo aceptamos la invitación.
En Madrid el transporte público resuelve todo, llegar a cualquier lugar de la ciudad, y de la comunidad es sumamente sencillo. Recuerdo que era domingo y que llegamos unos treinta minutos antes de que saliera el autobús, esto lo sé, porque fuimos los terceros en la fila. Unos minutos después a nuestro arribo se acercó una mujer mayor, quien me recordó a la actriz mexicana Sara García: canosa y vestía uno de esos trajes de falda y blusa oscuros, medias color carne hasta la rodilla y zapatos de monja. La mujer, sudorosa y nerviosa, arrastraba varias bolsas con refractarios de plástico.
Me acerqué y le pregunté si el bus 191 me llevaría a Cabanillas (el pueblo de mi amiga) y me contestó que sí, que hacía 50 años que no iba hasta allá pero que sí, que “éste era”. Se acercó más hacia mi y comenzó a contarme su vida. Para colmo todo le dolía, tenía reumas, artritis, dolores en el esófago, callosidades, problemas circulatorios, varices etc… Al terminar de contarme sobre sus padecimientos, prosiguió con una anécdota que más o menos iba así:
“resulta que un día unos chavales (jóvenes) estaban por mi casa, ¡Ay! que los veo y estaban maltratando un perro, le echaban gasolina y lo golpeaban, yo veía todo por la ventana, hasta que bajé y corrí a los vagos. Le hablé a los de protección de animales. Vinieron rápidamente y lo curaron, pero no se lo llevaron, me dijeron que no tenían espacio disponible en esos momentos. Me dijeron que como yo lo había salvado, pues ahora debía hacerme cargo del perro. ¿!Tu crees!? si yo no tengo donde, además soy vieja. Pero el no saber quien lo cuidaría me preocupó y obviamente no lo iba a abandonar, por que Dios me lo había enviado, y como dicen que de los ancianos y los perros son de los que primero que se olvidan, entonces le llamé a mi hermana.”
En eso estábamos cuando llegó la hermana (la hermana es unos años mayor aunque físicamente parecen mellizas, la única diferencia que pude percibir es que la hermana estaba más enojada con el mundo). Venía retrasada por el Metro había estado parado por 20 minutos, lo cual le hizo recordar que llevaba viajando en metro 55 años, desde que tenia 8 años de edad. Me dijo que “antes no era así”, “antes te vendían un boleto para cada estación, y que costaba 1 peseta algo así”, -¡como había pasado el tiempo! –– exclamaba,.
Se daba cuenta ahora de “la de veces” que había pasado por las mismas estaciones y bajado en los mismos túneles pero ella cada vez más mayor, más cansada, más olvidada. Las dos apresuraban sus frases y competían por contar la historia del perro, empezaron a contarme que gracias a este incidente del perro, habían regresado a la finca, a la cual no volvían desde que ambas eras unas jovencitas.
Su padre les había dejado ese trozo de 300m2 de terreno cerca del pueblo de Cabanillas en la comunidad de Madrid. Sitio que pronto se convertiría en una carretera para conectar la M50 que va a otra ciudad, a Badajoz, por lo tanto el gobierno les estaba comprando sus terrenos a dos euros por metro cuadrado. Mientras tanto se les había ocurrido llevar al perro a vivir ahí, que por lo que contaban no tenía más que un cerco para separarle de los predios vecinos. Así que el perro vivía ahí toda la semana entre cazuelas y recipientes de plástico, en los que le dejaban la comida de toda la semana y 500 litros de agua depositada en diferentes cubetas. En este momento imaginé al perro administrándose la comida de la semana, y moviendo los botes de agua para que no se evaporara con el sol.
[Realmente hay ocasiones en que no puedo entender el funcionamiento de la mente humana, veo estas mujeres atrapadas en ideas de infancia, y caigo en cuenta que la edad no tiene nada que ver con la madurez, la lógica o incluso la ley de probabilidad. Mi pregunta es, ¿Realmente habría sido mejor que el perro muriese aquel día que fue atacado por los chicos del barrio? Estas mujeres si que tienen un sentido de existencia en estos momentos pues religiosamente asisten todos los domingos al pueblo que habían olvidado sólo con una intención: cuidar al perro].
Regresando a la historia. Estábamos en esta novedosa situación: la del perro, cuando llegó una mujer anciana, más anciana que cualquiera de las que estaban ahí. Llegó cayéndose porque cargaba una enorme maleta. Sin preguntar, ambas hermanas (las del perro) se acercaron y ayudaron a la cargar con la inmensa maleta,la acomodaron en la fila y tranquilamente siguieron platicando. Una de ellas, la menor, comentó inmediatamente cuánto pavor le tenia a la vejez, que si iba a estar como esta mujer anciana cayéndose a la suerte de los demás, que prefería ser arrollada por el metro. Claro que la mujer anciana no escuchaba bien y no se ofendió.
Entonces hubo un silencio, de esos silencios largos en que todos se observan y nadie dice nada. De prono la hermana menor fijó su mirada en la blusa de la anciana ésta llevan un clip encima del primer botón de la blusa y con tono de haberse sentido ofendida le dice: “¡oiga! ¿pero qué le pasa a usted llevando ese clip de folio en la blusa? ¡Si no se le abre!”
La anciana, ya sonrojada contestó: “A mi edad quiero que quede claro que ya no estoy dispuesta para ningún hombre. Me hace sentir segura este clip, si en mis tiempos no fue descarada ahora menos.”
Un hombre que hacia fila al lado volteo a mirarle el clip para confirmar lo que la anciana decía. La hermana más jovén sólo le contesto con voz fuerte, “¡A que ideas tiene usted en la cabeza!”
Por fin el conductor del autobús abrió las puertas y entramos , las hermanas y la anciana que ya habían hecho gran amistad y que sólo eran vecinas de pueblo con 10 minutos de distancia entre uno y otro, no se habían visto jamás. Curiosamente y guardando su distancia y sus costumbres, cada quien se sentó en un asiento separado, la hermana en uno, la otra hermana en otro llena de los cacha
rros y la anciana en otro. Extrañamente las tres iban platicando todo el camino gritándose la una a la otra por que no se alcanzaban a ver.
Nosotros nos acomodamos detrás de una de ellas y antes de partir, sentí la mirada de una de ellas y antes que dijera nada pensé: Seguro me dirá algo sobre algún peligro o algo así. Y dicho y hecho, como buena representante de las mujeres preocuponas o de la secuela genética que nos invade a las mujeres en relación a los hijos. Me preguntó: “¿El niño trae el cinturón puesto?”
Treinta minutos después y una parada antes de la nuestra, las mujeres se bajaron del autobús. A lo lejos desde la ventana pude ver al perro gris, mechudo, que esperaba sentado en una esquina, lleno de cazuelas regadas por todos lados, y el sol fuerte acariciando su nueva vida.
Al bajarse del bus, las hermanas se despidieron con una gran sonrisa, de mí y de su nueva amiga, la anciana del clip.
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