PAULA ECHEVARRÍA, " Yo también dudo ante el espejo",.
- Son las nueve de la mañana de un día cualquiera de este noviembre y Paula está en maquillaje. No interfi ero en esa primera hora de ...Actriz antes que bloguera y madre antes que nada, sienta “cátedra” con sus estilismos cada vez que está ante las cámaras. Pero ella se sacude etiquetas a golpe de sonrisa y carácter, mientras ejerce de embajadora de Pantene y habla de su próximo proyecto: la serie “Galerías Velvet”.Son las nueve de la mañana de un día cualquiera de este noviembre y Paula está en maquillaje. No interfi ero en esa primera hora de descompresión y charla relajada con su equipo de "grooming": quiero darle tiempo antes de que proceda a ponerse la máscara de actriz en promoción con la que todas suelen recibir a los periodistas. Cuando comienza nuestra charla, caigo en mi error. No hay máscara en Paula, imperturbable en su discurso, educada sin artifi cialidad y fan de la moda y la belleza. Sin más. Puntual, muy profesional, con un punto de displicencia y un mucho de saber qué ha venido a hacer y cómo lo tiene que hacer.
Este es un momento dulce para Paula Echevarría (Candás, Asturias, 1977), la mujer que convierte en oro todo lo que toca. El azúcar que nos ocupa tiene que ver con “Galerías Velvet”, la serie que rueda Bambú para Antena 3 y que narra el amor imposible entre una costurera (Paula) y el hijo del patrón (Miguel Ángel Silvestre) en un escenario irresistible: unos grandes almacenes a finales de los años 50. Amor, prêt-à-porter y nostalgia: huele a éxito.
Mientras vuelan los pinceles sobre su cara, la actriz manifiesta su disgusto por la vigilancia a la que la someten los “paparazzi”: han robado la foto
de rodaje del primer beso entre Ana, su personaje, y Alberto, el de Miguel Ángel. En una portada aparece como si ocurriera en la vida real. Endurece su semblante y puedo advertir un formidable carácter antes de que los mimos del maquillador disuelvan la nube en un “blush”. Su anterior personaje importante, la Lucía Reverte de “Gran Reserva”, mostraba un gesto sufridor y Paula se alegra de poder sonreír y reír en “Galerías Velvet”. Tiene razones para hacerlo también fuera del rodaje: su matrimonio con David Bustamente va viento en popa (en 2012 fueron la pareja favorita de los españoles, según el Instituto Sondea); y su niña Daniela de cinco años, está preciosa. Además, es la bloguera número uno, gracias a su natural talento para comprar y mezclar. Las marcas, claro, se la rifan: pieza que aparece en su “blog”, pieza que se agota.
Mujer hoy. Lleva un tiempo de descanso entre series y, sin embargo, aparece por todas partes. ¿Cómo se logra eso?
Paula Echevarría. No es calculado. Es algo que se
me escapa. De hecho, intento que cuando no tengo una serie en antena tampoco haya “spots” emitiéndose. Por ejemplo, la campaña para la línea Anti Edad BB7 de Pantene ha salido antes de “Galerías Velvet”. No quiero que el personaje se coma a la persona. Ante todo soy actriz: es mi pasión y mi trabajo. Pero con algunas revistas del corazón no se puede. P. ¿Le preocupa que su infl uencia “fashionista” eclipse su carrera?
R. Jamás se me ha pasado por la cabeza. Me parecería ridículo. Que usen fotos mías o no escapa a mi control. Yo no soy la que crea interés por mi persona. Los “paparazzi” hacen las fotos, las revistas las publican y así es como surge. Puede ser algo bueno, pero también hay veces en que te apetece guardarte un poquito y estar en "stand by" y no lo puedes hacer, por lo menos yo. La semana pasada, que pude ir a recoger a mi hija al colegio por primera vez en tres meses, me pasé toda la mañana con cinco tíos delante apuntándome con sus objetivos
P. ¿Y qué hay de la moda?
R. No estoy tan implicada en la moda, me implican. Lo único que hago es el blog. Ni siquiera asisto a desfi les, porque grabo 12 horas al día. Hace tres años que no voy a Cibeles, a París, ni a Milán. No soy imagen ahora mismo de ninguna marca (lo fui de Blanco) ni tampoco doy consejos: no le digo a nadie cómo debe o no vestir. Lo que ocurre es que las revistas hacen sus reportajes de “street style” y usan fotos de archivo, pero eso tampoco lo provoco yo. Pero no reniego de la moda, ¿eh?
P. ¿Qué es para usted?
R. Un “hobby”. Me encanta, pero no es una obligación laboral, no es mi trabajo.
P. Su blog tiene un éxito extraordinario.
R. Y mis lectoras no son niñas, al contrario. La gente que me sigue tiene una edad muy similar a la mía, por eso lo que saco, tanto de 10 euros de Blanco como de 300 de Zadig et Voltaire, se agota. Son personas con poder adquisitivo e independencia económica. Lo veo en las mujeres que se me acercan en la puerta del cole o cuando voy a hacer la compra. “Te sigo todos los días, son mis cinco minutos de relax”. O, como dice Juana Acosta: “Cuando acuesto a los niños, ver tu blog es mi paz”. Muchas no saben qué ponerse y piensan: “A ver qué se pone Paula”.
P. ¿Por qué cree que funciona tan bien?
R. No sé... Hago lo que tengo que hacer como lo quiero hacer. No me siento atada a nada excepto a mí misma. Sigo haciendo mis “posts” como hace tres años. Muchas blogueras tienen éxito y se transforman en animales de la moda: nadie se cree que vayan todo el día subidas a tacones de 20 centímetros. En cuanto se hacen la foto se van a su casa a ponerse bambas. Yo eso no lo hago. Lo que sale es como me visto. Las mujeres que no saben qué ponerse, ¿dónde es más lógico que vayan, al blog de la de 20 cm o al mío? Mi éxito es el realismo.
P. ¿Tiene dudas al vestirse?
R. ¡Claro! Hoy mismo. Ayer. ¡Y anteayer! Me pasa mucho en el cambio de temporada. Yo también me pongo y me quito la ropa frente al espejo.
P. Es una “it girl” terrenal.
R. Eso de “it girl” me da mucha risa, me hace mucha gracia el término... ¿Qué es una “it girl”? ¿Alguien que crea? Pero si ya nadie crea, hasta los diseñadores rescatan de otras temporadas... Si llaman “it girl” a tener estilo y sentirme a gusto, pues sí.
P. ¿Le gustaría crear su línea de moda?
R. No. Yo soy una persona que jamás delego en los demás. Para nada. Lo que lleva mi nombre y lleva mi sello tiene que pasar siempre por mí, ha de ser obra mía de verdad. Por si triunfa o por si fracasa. Si es mi acierto, me lo como yo; y si es mi fracaso, también. Ahora mismo no tendría tiempo para meterme en algo así, y ni me planteo que alguien diseñe por mí.
P. ¿Le da tiempo a ir de compras?
R. Hay marcas que me mandan cosas a casa y voy de tiendas cuando puedo. Todo lo último que tengo ahora me lo he comprado a través de internet.
P. ¿Dónde compra más ropa?
R. Tiro mucho de Zara, Blanco, Mango, Stradivarius... De vez en cuando me permito un capricho en tiendas multimarca.
P. ¿Armario XXL o vestidor?
R. Empecé con un armario, pero ahora tengo ese armario y una de las habitaciones que estaban sin ocupar y que he ido transformando en un vestidor con burros, baldas...
P. ¿Tiene estilista de cabecera?
R. No, no. Ni para las citas importantes. No me gusta. Nadie me conoce mejor que yo misma. Sé perfectamente lo que me sienta bien y lo que me sienta mal. Los estilistas te pueden ayudar a conseguir una prenda, pero mi “modus operandi” es otro diferente. Miro los desfi les de las marcas y sus “look books”, elijo tres o cuatro y mi representante se pone en contacto con la marca para que me los manden a casa. Esa es mi forma de hacer las cosas.
P. Pues funciona: dicen que es imposible pillarla con un “look” desacertado.
R. Le podría sacar 200 fotos de matarme... En la alfombra roja no me arrepiento de ningún estilismo. Huyo de la tendencia, eso sí. En los Goya de este año tenía claro que todo el mundo iba a ir de color nude o de blanco, así que fui a Dolores Promesas y le encargué a Ali [Alicia Hernández] un vestido verde. ¡Fue una decisión premeditada!
P. ¿De dónde sale ese instinto natural?
R. De mi madre. Es muy elegante. Y siempre se ha hecho ella la ropa. La frase que más me repetía era: “Eres la misma cuando sales a comprar el pan que cuando vas de paseo”. Ella me hacía ropa que veía en las revistas y a la que no podía acceder, tuneada entera. Lo pasábamos pipa, yo lo disfrutaba mucho. Con 12 años me hizo una cazadora vaquera y yo la tuneé con tachuelas, cristales de colores... En Candás flipaban conmigo, pero me daba igual. Tampoco es que fuera estrambótica, pero si me apetecía algo, me lo ponía.
P. Entonces se ha criado entre hilos, telas...
R. Sí. Cuando empezaba la serie, me preguntaban si sabía coser y siempre contestaba: “Si no supiera, sería para matarme”.
P. En su nueva serie, “Galerías Velvet” interpreta precisamente a una costurera.
R. Ana Rivera es huérfana, vive en Madrid, en el sótano de unas galerías comerciales, con su tío. Trabaja mucho, gana poco y está enamorada de un hombre que cree que jamás alcanzará. Pero es feliz. La serie es positiva y me encanta. En “Gran Reserva” estuve hundida en la tristeza. Sonreí dos veces en tres temporadas.
P. Y, en la serie, su tío es Pepe Sacristán.
R. Rodar con él es maravilloso con mayúsculas. Buen compañero, siempre está de buen humor, jamás se queja... Es grande.
P. Tampoco conocía a Miguel Ángel Silvestre, de quien se enamora.
R. No, no habíamos coincidido. Pero fue conocernos, observarnos unos días y en cuanto surgió el buen rollo, ahí se quedó para siempre. Tenemos una bonita amistad y creo que, cuando rodamos, parece que nos queremos desde hace 20 años.
P. La serie tiene muchas papeletas para durar mucho en antena, ¿no le parece?
R. Esperemos, yo estaría encantada. Soy de esas personas que aprecian la estabilidad. La idea de encontrar un trabajo donde pueda estar unos cuantos años, en el que me pueda sentirme como en casa, me encanta. Además, es muy bonito que el público tenga la posibilidad de encariñarse con los personajes.
P. Es de las pocas actrices que admite que su prioridad es la familia.
R. Siempre, sin ninguna duda. Está por encima de todo. No quiero engañar a nadie: siempre he de tener tiempo para los míos.
P. ¿La ha cambiado mucho su matrimonio?
R. Llevamos ocho años y medio juntos y la convivencia hace que uno se adapte al otro. David y yo somos diferentes: él es muy impulsivo y yo, muy pausada. En eso nos hemos complementado a la perfección. Yo lo freno y él me chuta “p’alante”.
P. La maternidad es otra cosa...
R. Total. La prioridad número uno de mi vida es Daniela. Ante todo y ante todos
Cosas que no sabías de Paula
● Guarda su vestido de la suerte para su hija. “Me lo compraron mis padres cuando tenía 18 y me lo he puesto en muchísimos "castings". Era mi vestido de la suerte: de ganchillo de colores y con la falda y mangas acampanadas”.
● Le encantan las botas de Sendra. “Fueron mi primer capricho importante. En el instituto, trabajaba los veranos en la Feria de Muestras de Gijón para poder comprar en septiembre mi par de botas de temporada”.
● No es marquista. “Al contrario. Cuando era adolescente solía decirle a mi madre que mejor cosas que no fueran de marca: costaban menos".
● Tampoco tiene iconos de estilo. “Miro las fotos de chicas como Cara Delevigne o Miroslava Duma, pero nunca para copiarlas, porque sus estilos no funcionarían en mí”.
● No se pondría jamás... “Odio los pantalones tan anchos de cadera como en el tobillo. No me los pondría, pero en otras me gustan”.
● ¿Cine o tele? “En la tele soy muy feliz. Soy pro-tele”.
● No es una obsesa de las redes sociales. “Solo tengo Instagram. Es mi manera de corresponder a toda esa gente que cada día me demuestra su cercanía y su cariño. De darles un poquito de mí”.
● En el coche. “Cuando puedo conduzco yo. Y sé cambiar una rueda”.
● Una imagen desconocida. “Con un delantal cocinando, me encanta”.
Los trucos para conseguir una melena 10
-Lleva sus propios productos a los rodajes. “Porque me gustan especialmente y porque me van bien. Por ejemplo, protectores térmicos, acondicionadores, algún producto que hidrate... Me gustan los productos sin aclarado, como la BB Cream de la línea Anti Edad BB7, que repara el cabello y consigue un aspecto sano y un acabado natural”.
-Presta atención al cepillado. “Lo hago con cuidado, para que no se parta el pelo”.
-Cada 15 días, cuidados extra. “Sí, mascarillas hidratantes o reparadoras. Lo ideal sería hacerlo una vez a la semana, pero no tengo tiempo. Para compensar, la dejo actuar toda la noche y me lavo el pelo por la mañana”.
-Tratamientos exprés. “A la gente con tan poco tiempo como yo nos vienen muy bien las ampollas rescate, que son mascarillas en monodosis y en un minuto te apañan”.
-Cuidados en casa. “Soy muy fan de Aqua Light, la colección de Pantene para pelo fi no que no apelmaza y da cuerpo. La cosmética funciona, sobre todo te ayuda a no machacarte el pelo. No tendré una melena como la del rey León, pero no me la apelmaza”.
-Peluquería, la justa. “Retoco la raíz cada dos meses, y ya. En “Gran Reserva” me pasaban la tenacilla hasta cuatro veces al día, y mi pelo sufría mucho. En “Galerías Velvet”, por suerte, llevo postizos. Por eso lo tengo mejor que nunca”.
Amor de gran almacén
Un reparto de lujo da vida a los personajes de la nueva apuesta de Antena 3, “Galerías Velvet”: Pepe Sacristán, Aitana Sánchez-Gijón, Natalia Millán, Tito Valverde, Juan Ribó, Manuela Velasco... y, por supuesto, Paula Echevarría y Miguel Ángel Silvestre. Ella, humilde costurera; él, señorito hijo del dueño de estos almacenes de lujo. Entre telas y vestidos de alta costura, ambos protagonizan una apasionante historia de amor que se encuentra con mil impedimentos en la España de fi nales de los 50.TÍTULO; DEBATE, PROTAGONISTA, RANDI ZUCKERBERG,.La hermana del creador de Facebook, habla contra las redes sociales,.En la última noche de evaluación de Randi ella y Mark, que tenía 21 años, se citaron en la sede de Facebook (entonces ubicada sobre un restaurante chino) y hablaron con franqueza. Él, fundador de la famosa plataforma, puso en una servilleta su propuesta de salario y el porcentaje de acciones que le daría. "Taché las acciones, incrementé el sueldo y se la devolví", recuerda. "Mark volvió a escribir la oferta inicial y me dijo que confiara en él". Hoy se estima que el valor de las acciones de Randi en la mayor red social del mundo ronda los 74 millones de euros.
"Celebro que él ganase el pulso", dice la primera hija del clan Zuckerberg, compuesto por los padres y los cuatro hermanos que crecieron en un barrio de clase media en Dobbs Ferry, a 40 minutos de Manhattan (Nueva York, EE. UU.).
Imperio on line
Mark ganó el año pasado cerca de 1.500 millones de euros, lo que supone más de cuatro millones y medio al día. Eso le convierte en el director ejecutivo mejor pagado de Estados Unidos. Pero nunca pensaron que terminaría así. "Eramos una familia normal. Ninguno habíamos imaginado esto. Mi hermano siempre andaba ideando grandes proyectos y empezó pronto a manejar ordenadores. Pero eso lo hacen millones de niños. Es muy inteligente, tiene mucha capacidad de trabajo y una gran visión. Aunque creo que este éxito ha sido una mezcla de talento y suerte”.
Randi se pelea con la máquina de café. “¡La he usado un millón de veces ! ”, se queja. Estamos en la cocina de su casa, en el mejor barrio de Silicon Valley. La mansión está decorada de forma sofisticada. Junto a la puerta principal, hay zapatos de su hijo Asher, de dos años, y juguetes tirados por el suelo. Indago en dos de sus proyectos: “Dot Complicated”, un libro sobre redes sociales, educación infantil y las trampas de la sobreexposición en internet. Y “Dot.”, un volumen de cuentos para niños, donde anima a pasar más tiempo al aire libre y menos horas frente al ordenador
Que la hermana de Mark Zuckerberg advierta de los peligros de malgastar el tiempo en las redes sociales ha generado muchos titulares. Es consciente de que le debe su fortuna a Facebook, pero no tiene reparo en alertar sobre los peligros en torno a las redes sociales. “Vivimos en un mundo increíble, en el que podemos entrar en contacto con alguien con el que coin cidimos en preescolar o una persona a la que conocimos el otro día en un café, pero nuestras cabezas no están preparadas para ese tipo de hiperconexión”, advierte.
Enganchados
Con “Dot Complicated” pretende ofrecer remedios para nuestras exhaustas mentes. Las páginas están trufadas de estadísticas sorprendentes, como que una cuarta parte de las mujeres estarían dispuestas a renunciar al sexo un año para conservar su tableta. O que el 40% d preferiría pasar una noche en la cárcel para salvar su cuenta de Facebook. Pese a lo que refleja en este libro, Randi quiere hacer hincapié en que no está contra Facebook, aunque parece haber alcanzado su umbral de tolerancia de las redes sociales. “El mundo no necesita otro “hashtag” de una puesta de sol”, dice.
Está de acuerdo con esos antropólogos que creen que el número máximo de relaciones que podemos mantener es de 150. Y cita una investigación que demuestra que tendemos a agilizar el pago de deudas atrasadas con personas relativamente desconocidas, mientras que lo demoramos con los seres cercanos. “Tal vez esto explique por qué respondemos enseguida los mensajes de quienes apenas conocemos, mientras dejamos que los de nuestra familia se pudran en la bandeja de entrada”.
A la aventura
Pero no pierde el humor, como queda patente en el epígrafe que abre su libro, sacado de la cuenta de Twitter del cómico Chris Rock: “Solo se vive una vez, así que asegúrate de echar 15 horas al día en internet buscando la validación de los desconocidos”. Y es que hasta Mark Zuckerberg tiene un mecanismo de defensa para hacer frente al aluvión de distracciones virtuales. Él aún no ha leído los libros de Randi, pero ella está segura de lo que ha escrito. “En lugar de tener un ordenador, un teléfono y una tableta, eran ellos los que me tenían a mí. Me había olvidado de vivir sin un aparato entre las manos. Hasta que mis compañeras me preguntaron si quería ser una exitosa mujer de negocios o la hermana locuela de Mark Zuckerberg. Yo quería ambas cosas”, dice. Y es que Randi también ha tenido pripasado. En 2005 era una joven de 23 años, recién licenciada en Harvard, peleando por hacer carrera en la televisión.
Fue entonces cuando Mark, que había dejado la universidad, le pidió que trabajara con él en su nueva empresa. Randi accedió a dejar Nueva York y pasar unos días en Silicon Valley. Poco después le pidieron su opinión sobre el logotipo de la empresa y se dio cuenta de que era el momento. En Facebook estuvo seis años, antes de iniciar, en octubre de 2011, una carrera en solitario. Hoy dirige Zuckerberg Media, que produce contenidos para internet, y “Dot Complicated”, una “web de estilo de vida digital”. Su giro vital se produjo durante una noche de juerga, con chupitos de tequila y karaoke.
En un momento dado, agarró un micrófono y empezó a cantar “I will survive”. Dejó claro que sus ambiciones iban más allá de las redes sociales. Quería ser presentadora y le atraían las iniciativas filantrópicas. Y hasta habló de convertirse en estrella de Broadway. Todo parece encajar con su forma de ser. Mark es más reservado. “Asistí a muchas clases de psicología y una trató sobre el orden de nacimiento, sobre cómo, por lo general, el primer hijo de la familia es más extrovertido que el segundo. Él se adapta a la personalidad del nacido en segundo lugar. Tiende a centrarse en una cosa, mientras que yo estoy ocupada en cinco a la vez”.
Críticas
Quizá Facebook se le quedó pequeño. Su paso por la compañía vino señalado por llamativos hitos, no todos favorables. Una vez colgó por error una fotografía privada. La instantánea era inofensiva –la familia Zuckerberg de pie en la cocina, absorta en sus móviles, conectada a Facebook y probando una aplicación–, pero se armó un escándalo cuando uno de sus amigos de Facebook (tiene más de 2.000) envió la imagen a 40.000 seguidores en Twitter.
Tampoco ayudó que Facebook acabase de retocar sus ajustes de privacidad. El tuit resultante (“La hermana de Zuckerberg, víctima de una cagada de Facebook”) fue viral. Pero no fue el único incidente. Mientras estuvo en la empresa fue objeto de bur- las en los masivos cruces de mensajes diarios. Y se granjeó una particular reputación por el hecho de disfrutar de un cóctel (o tres) y agarrar el micro para cantar en una fiesta. Hoy, s i n e m b a rgo, tiene más pinta de madre que de joven desmadrada. “Cuando llegué a Silicon Valley, no me di cuenta de que había suspicacias y envidias. Cada uno va a lo suyo, y hay una consigna de trabajar duro. Y si alguien destaca un poco, cortarle la cabeza”, comenta. Además, es la hermana de Mark: “A veces, no veía que era el centro de todas las miradas”.
Durante su etapa en Facebook, recibió varios consejos de otras compañeras sobre su comportamiento. “Hay una doble vara, que ojalá cambie –reflexiona–. Se aplaude que el líder masculino de una empresa muestre su lado divertido, por ejemplo, que cante en una banda. Sin embargo, si eres mujer, la sociedad espera que seas eficiente en el trabajo o con tus hijos, y cualquier otra cosa se percibe como una frivolidad. Como si no pudiéramos tener aficiones. Algunas compañeras ya me advirtieron de que los medios de comunicación solo se iban a fijar en estas cosas, y no se equivocaron”
Los Zuckerberg: una familia-tipo americana
EL PADRE, ED, es dentista, y muy tecnófilo. Compraba siempre el último ordenador, aunque fuera caro, pero tenía claro que criar a sus pequeños era su proyecto más importante. “Puedes dirigir la vida que deseas que tengan tus hijos, pero esa no va a ser la que ellos quieran tener. Hay que animarlos a perseguir sus aspiraciones”, dice. Su madre, Karen, es una de esas matriarcas por las que es imposible no sentir aprecio. De hecho, Mark sigue recurriendo a sus curiosos y francos consejos. “Eso es lo que nos mantiene a todos con los pies en la Tierra”, apunta Randi.
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