sábado, 14 de diciembre de 2013

REVISTA MUJER HOY, DE CERCA, Belén Rueda: "¿Coqueta? En el espejo, me miro pero no me veo",./ EN DIRECTO, PROTAGONISTA, A DEBATE. ¿ HAY VIDA? ( LABORAL) MÁS ALLÁ DE LOS 45?,.


  1. -foto-Belén Rueda es la portada de la revista de Mujer Hoy.

    Actriz de personajes de alto voltaje emocional, se atreve a acariciar la risa con la abuela que encarna en “Ismael”, un drama sobre la incomunicación madre-hijo... y una asignatura que se esfuerza por aprobar en su propia vida.

    Sentada en el tocador, melena dorada, pómulo afilado y cigarrillo “slim” suavemente entrelazado entre los dedos, Belén Rueda parece una heroína de cine negro. Toda ella respira delicadeza y apela a la protección. Lánguida y gatuna, te explicas que tantos directores la hayan querido mujer sufridora o que hace sufrir, objeto o sujeto de emociones extremas que desbordan unos transparentes ojos verdes. Hasta su voz exuda feminidad clásica.
    Por suerte, Belén Rueda (Madrid, 1965) es también una mujer real. Mejor dicho: una mujer normal. Pero no como esas estrellas que etiquetan de tales solo porque tienen una talla 42. Su vida (estudiante de Arquitectura seducida por la tele; un corto matrimonio de juventud seguido por una larga relación con el productor Daniel Écija, padre de sus hijas) podría ser la de cualquiera otra mujer, si no fuera por los brillos y servidumbres de su profesión. Su rostro, libre de botox, luce las arruguitas propias de la edad y de un catálogo expresivo ancho. Es ya tan raro ver las huellas del sufrimiento y el gozo en la cara de las actrices que tal normalidad resulta extraordinaria. Y bella.
    Belén llega a la cita antes que nadie y sin corte (ni agente ni acompañantes), y reconduce el maquillaje (“tengo las pestañas muy largas, si las cargas mucho parezco una muñeca”) y las preguntas con la misma firme exquisitez. Hemos venido a hablar de “Ismael”, la película que dirige Marcelo Piñeyro, protagoniza Mario Casas que, sin embargo, se llevan de calle los veteranos: el guasón de Sergi López, la gravedad de Juan Diego Botto o la inesperada vis cómica de Belén, metida en el papel de madre de un joven padre (Casas) con el que no se lleva. Damos vueltas sobre la relación madre-hijas, y no solo por “Ismael”. Belén y Lucía, de 15 y 19 años, son el centro de su vida. Y de su WhatsApp, que no para desde bien temprano.
    P. ¿Se deja absorber por el “smartphone”? 
    R. Bueno, no tanto. Pero quiero estar informada porque mis hijas están a tope de tecnología y quiero saber por dónde van. Precisamente esta mañana le he dicho a mi hija pequeña que vamos a dejar su teléfono en la cocina. Ahora que lo tiene al lado, pasa más tiempo con los deberes porque no se concentra. Media hora de estudio, 10 minutitos de teléfono. Hay que poner normas.
    P. ¿Cómo llegó hasta sus manos el papel de Nora, nada menos que una abuela, siendo usted tan madraza? 
    R. Marcelo escribió la película para Emma Thompson que, por circunstancias, rehusó el proyecto. Ella habla perfectamente español, algo que no sabe mucha gente... Yo me enamoré del personaje de Nora desde el principio: me encantó su punto sarcástico, de estar de vuelta de todo, y descubrir que lo que realmente le gustaría sería volver a creer en el amor, en la amistad... De hecho, pedí a Marcelo que no lo adaptara a mi edad, que lo dejara tal y como estaba para Emma. Le dimos muchas vueltas a si debía caracterizarme, cargar el maquillaje para ponerme años, pero decidimos no hacerlo. En realidad, la madre de Mario [Casas] tiene solo un año más que yo.
    P. ¿Y no tuvo miedo de no resultar creíble? Porque en persona no da para nada el arquetipo de abuela...
    R.  No te creas, ¿eh? [Risas]. No tuve miedo ninguno, la verdad. Lo importante es que sea creíble la relación entre los personajes, no que tengas más o menos arrugas. No es tanto el físico como la actitud.
    P. Va a sorprender mucho su vis cómica...
    R.  ¡Me encantó esa parte! Nora no hace los problemas pesados, no deja que su densidad lastre ese día a día en el que tienes que encontrar momentos de luz. Qué pena que con esa vitalidad, tan luminosa, haya dejado en la oscuridad la relación con su hijo. Que haya ese miedo a mostrar amor y que no sea correspondido. Nora ha decidido que nada le haga daño, pero de esa manera no solo te haces inmune al sufrimiento, sino también a la alegría y al amor. En realidad, a la vida.
    P. Esa incapacidad para comunicar nuestras emociones se señala como uno de los principales males de nuestra sociedad.
    R.  Hay una cosa que te dicen cuando comienzas a practicar submarinismo. Si te ocurre algo, en un momento en que te puedes jugar la vida, a muchos metros de profundidad, te recomiendan parar, pensar y actuar. Vivimos tiempos en los que todo va tan rápido. Paramos muy pocas veces y hacemos muchas cosas a la vez. Por eso, cuando te pasa algo importante, puedes seguir adelante como si nada hubiera pasado. O hacer caso del consejo submarinista.
    P. Qué difícil... 
    R. Los psicólogos dicen que lo ideal, para estar sanos, sería recapacitar cada noche sobre lo sucedido ese día. Apenas lo hacemos. Por eso, si pasa algo importante en tu vida, al menos no hay que aparcarlo, hay que pensarlo. Alguna vez, con seres queridos, he tenido que decir: “¿Sabes lo que te digo? Que no voy a trabajar”. Al final, eso es lo que te hace persona.
    P. En la película, el hijo hereda algunas fallas de Nora. 
    R. Heredan cosas tuyas, igual que tú de tus padres, pero cada individuo tiene una personalidad muy marcada. Y yo tengo una dificul tad añadida: cuando gusta uno de mis trabajos, lo aprecia gente que no conozco de nada, y eso es un peso añadido para mis hijas.
    P. ¿Le preocupa dejar cierto tipo de huella en sus hijas?
    R.  Para mí es importante que sepan que cada una es única e irrepetible. Cada uno lleva un poco de su padre, de su madre... pero va encontrando su personalidad. Por eso, en la adolescencia niegas todo lo que has aprendido: para encontrar tu sitio. Mis hijas deben hacerlo e, incluso, romper un vínculo tan fuerte como el de madre e hija para reencontrarnos más adelante.
    P. ¿Se ha sentido alguna vez, como le sucede a Nora, sola o con la sensación de tirar en solitario del carro de sus hijas y su casa? 
    R. Sí. Y cuando hay una separación lo sientes mucho más. Pero, a pesar de todo, la presencia de su padre es muy importante y valiosa. Las familias de hoy estamos consiguiendo que los niños aprendan a vivir con dos casas y que no sea traumático. Pero, sí, te lo estoy poniendo un poco “light”... A veces me digo que no puedo más. Están tus hijas pero también tus padres, que pasan de cuidarte a requerir tus cuidados. Hay días que no puedes ni respirar porque, sin querer, todo el mundo te exige tu tiempo, tu energía, tu atención. Pero, bueno, tal y como está todo, bendito sea no tener tiempo. Tengo suerte de trabajar en lo que más me apasiona, de que mis hijas sigan reclamándome (si me dijeran “me piro”, me moriría) y de que mi pareja también me exija un cuidado.
    P. Las mujeres estamos tan programadas para cuidar... 
    R. Desde luego, pero los hombres están cambiando. Pueden cuidar y lo están haciendo.
    P. ¿Se cuida usted?  ¿Cómo se lleva con la vanidad? 
    R. Cuando me preguntan si soy coqueta, siempre contesto que tengo un espejo enorme en el baño en el que me miro, pero no me veo. Echo un vistazo rápido, simplemente para ver que todo está en su sitio. Es verdad que me preocupa que me preocupe el paso del tiempo. Existe un deterioro físico, sí, pero también un enriquecimiento interior. Yo volvería a los 20 años, pero con la experiencia de ahora.
    P. ¿Diría que es una mujer de éxito?
    R.  Esa palabra, éxito, se ha tergiversado mucho y es una pena. Si la entendemos como buscar el estar a gusto con una misma, y haberlo estado en muchos momentos, te diría que sí. Pero si significa que los demás admitan que estás en una posición superior, no. En ciertas épocas necesitas sentirte así, buscar esa posición superior, porque te da una estabilidad laboral y, a veces, emocional. Lo bueno de los años es que te das cuenta de que esa estabilidad es falsa.
    P. ¿Qué es lo que menos le gusta de su profesión?
    R. Precisamente la vanidad es muy peligrosa. Y esa mezcla un poco delicada entre trabajo y vida privada. No me gusta que se considere una actitud negativa que no quieras contar tus cosas más personales. Me ha costado mucho que respeten eso, sobre todo por empezar en la tele, un medio que hace que la gente te sienta como de la familia y que los periodistas se crean con el derecho a hacer preguntas que no deberían hacer.
    P. ¿Le gustaría que sus hijas fueran actrices? 
    R. No me gusta hablar de eso porque las presiona bastante. Es importante dejarles libertad, más cuando les pesa tanto la repercusión mediática de sus padres. A mí me haría ilusión que se dedicaran a algo que les apasionase. A veces les empujas un poco... por ejemplo, a leer, que parece que ya no sirve de nada. Pero no hay persona libre si no tiene cultura. Y me alegro tanto cuando veo que la mayor, que me decía que leer era de abuelos, ahora lee como una loca... A veces las empujas a algo que, al principio, no les sale. Pero hay que empujar un poquito.


    TODOS LOS HOMBRES DE BELEN  Belén prefi ere hablar de sus parejas interpretativas que de su compañero sentimental (tras cuatro años, sabemos que se llama Roger Vicent, es francés y empresario... y poco más). Además de “Ismael” con Sergi López, ha estrenado “Séptimo” con Darín, y ultima la serie “B&B”, sobre una revista femenina, con de Castro
    -RICARDO DARÍN. “Los más grandes son los mejores compañeros, los que te lo hacen todo mas fácil. Ricardo tiene una forma de interpretar, una intensidad, impresionante. Hace sencillo lo complejo. Cuando ruedas con él ya no ves a Ricardo, sino al personaje”.
    -SERGI LÓPEZ. “Es maravilloso... y creo que odia que le digan que es sexy. Tiene un gran sentido del humor y es una enseñanza de vida estar con él. Es bonito estar con alguien así porque te obliga a investigar otras posibilidades de interpretación”.
    -GONZALO DE CASTRO. “En una serie de televisión siempre hay menos tiempo para ensayar y es necesario estar muy cómodo con tu personaje y tus compañeros. En “B&B”, el ambiente es estupendo. Siempre estoy deseando llegar al plató para trabajar”.

    TÍTULO; EN DIRECTO, PROTAGONISTA, A DEBATE . ¿ HAY VIDA? ( LABORAL) MÁS ALLÁ DE LOS 45?,.


    1. -foto.Julianne Margulies, en una escena de 'The good wife', que emite actualmente Fox en España.
       
      Por si el techo de cristal, un menor sueldo y la lucha por la conciliación no fueran sufi ciente, se abre un nuevo frente en la batalla de las mujeres en el mercado de trabajo: el de ser consideradas “viejas” cumplidos los 45. La experiencia y la competencia es lo de menos.

      La edad es algo que no importa, a menos que usted sea un queso”, dijo Buñuel, con humor. O esté usted buscando un trabajo, se podría añadir hoy. Entonces sí que importa. Con casi seis millones de desempleados, en España nadie lo tiene fácil. El paro se ceba con los jóvenes, pero también con los mayores de 45. En los últimos años, cerca de dos millones de personas que pasan de esa edad han perdido su trabajo.

      Entre 2007 y 2013 la cifra se ha cuadruplicado. Suponen el grupo más vulnerable, por la dificultad añadida de la falta de perspectivas: el 69% son parados de larga duración (llevan más de un año en esta situación) y el 75 % no tiene esperanza de volver a encontrar una ocupación laboral. Sienten que el mercado no los quiere, y encuentran razones para pensar así. Algunas ofertas subidas a la Red: “Bufete jurídico y administrativo en Marbella, especializado en asesoría a no residentes, busca un contable de máximo 35 años de edad”, “seleccionamos administrativo/a comercial de edad comprendida entre 25-30 años”, “ingeniero/a para departamento de exportación. Menores de 30 años (requisito imprescindible)”, “empresa internacional busca dos coordinadores ventas. Máximo 45 años”. Los ejemplos se cuentan por cientos.  FECHA DE CADUCIDAD. Sobrepasada esa barrera invisible, las cifras se muestran inmisericordes para todos, pero hay dos grupos especialmente castigados: las personas que superan los 55 y las mujeres. Es verdad que la vida laboral nunca fue un camino de rosas para las ellas: el techo de cristal, la disparidad de sueldos, la lenta carrera hacia la igualdad y la conciliación... Pero a todas las dificultades, ahora hay que añadir una más: la de ser considerada “vieja” a los 45. Estos son los términos de la ecuación: la esperanza de vida se alarga (82,33 años viven de media las españolas), la edad de acceso al primer empleo se retrasa (unos tres años en las últimas décadas) y la de salida del mercado se adelanta.
      El resultado es una trayectoria profesional con una corta fecha de caducidad. Teresa P. del Río, catedrática de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad de Cádiz, una de las mayores expertas nacionales en la situación laboral de la mujer, señala las consecuencias: “Su esperanza de vida laboral en España siempre ha sido desigual, precaria e irregular. Por tanto, en situaciones de crisis largas como esta en la que nos encontramos, la reducción evidente de la vida laboral de las mujeres repercutirá a medio y largo plazo en una mayor feminización de la pobreza, porque dificultará aún más el acceso a un sistema de Seguridad Social cada vez más contributivo”.
      Y no es difícil encontrar ejemplos para pasar de la teoría a la práctica. “Soy agente de viaje muy cualificada. He perdido mi puesto con 58 años y no tengo esperanza de volver a trabajar”, cuenta Ana en un foro de internet, y añade: “Me quedan cinco años para jubilarme y no tengo forma de aguantar dignamente hasta ese momento; cuando llegue, mi pensión habrá mermado tanto que el resto de mi vida será un calvario. Qué triste acabar así después de tanta experiencia, tanto conocimiento...”.
      Un trabajador veterano reúne notables ventajas: experiencia, madurez, responsabilidad, equilibrio emocional, solvencia... A ellas se unen algunas bazas femeninas, que señala Yolanda Portolés, socia fundadora de Triat, una firma que se ocupa de asesorar y acompañar a las personas que tienen que plantearse volver al mercado laboral porque han sido despedidas o porque buscan un nuevo rumbo. “Es una realidad histórica que, en el acceso al mercado de trabajo, el porcentaje de probabilidades de las mujeres es inferior al de los hombres. Los datos de julio de 2013 hablan de un 30% menor”.
      ¿QUÉ BUSCAN LAS EMPRESAS? Con todas estas virtudes a la vista y ante la evidencia de las cifras, la pregunta es: ¿qué más quieren las empresas? El Informe InfoJobs Esade, publicado el pasado mes de mayo, ofrece algunas claves. Las empresas buscan empleados más flexibles en disponibilidad y movilidad, más adaptables en cuanto a tareas, menos exigentes… y más baratos. Aun así, no todo está perdido: “En función de la posición y las necesidades, para algunos puestos se prefiere a personas maduras que sepan gestionar ciertas situaciones o desenvolverse en contextos complejos”, dice Portolés.
      Con todo, las mujeres cuentan con un “handicap” añadido: la inevitable, larga y ancha sombra de las cargas familiares. “Así que este perfil, para los responsables de contratación, es sinónimo de mano de obra que no está disponible del todo, porque supone que tendrá que compatibilizar su trabajo y las funciones de cuidado asignadas a ella tradicionalmente. Y el coste que esto representa, entienden los empresarios, no debe recaer ni sobre ellos ni sobre el Estado. Por tanto, teniendo candidatos de sobra, las mujeres de cierta edad no resultan interesantes. Es más, resultan prescindibles en caso de que surjan problemas económicos en la empresa”, apunta la catedrática de la Universidad de Cádiz.
      En el libro “Le rêve brisé des wor king girls” (“El sueño roto de las chicas trabajadoras”, inédito en España), su autora, Claire Léost, pone el dedo en la dolorosa llaga. La de un escenario que concede a las mujeres una estrecha ventana de 15 años para desarrollar su trayectoria profesional. Lo retrata a través de la vida de algunas de sus compañeras en una reputada escuela de negocios y que, al borde de los 40 años, tienen la sensación de haber sido dadas de lado. Una ha dejado a medias sus sueños para seguir a su marido a Londres y que él consiga los suyos; otra ve cómo, durante su baja maternal, su pareja (un alumno mediocre de la misma escuela donde ella se tituló con honores) consigue el puesto que debería haber sido para ella; y otra más no logra el ascenso merecido porque no tiene la estabilidad, la seguridad y la fiabilidad que otorga el hecho de haber sido madre. 
      Paradojas de un despiadado mundo laboral: “Siempre hay un motivo que aducir –dice la autora–. Las que no han tenido hijos triunfan entre los 30 y los 40 años: siempre están disponibles para salir tarde o para improvisar un viaje de ida y vuelta a Nueva York. Pero una vez superados los 40, la situación se vuelve contra ellas. Y entonces se les reprocha que les falta una dimensión para acceder a los escalones superiores”, reflexiona. En opinión de Teresa P. del Río, la situación actual supone un retroceso de tres décadas: “Se está intentando un regreso al pasado, se insiste en que el lugar de la mujer es la familia, que su salario es una “ayuda” y, por tanto, que donde mejor está es el trabajo a tiempo parcial, porque así podrá compatibilizar sus obligaciones profesionales con el cuidado familiar”, concluye.
      ¿Soluciones? La francesa Claire Léost propone reclamar lo que se cree merecido. Para Yolanda Portolés, uno de los mayores obstáculos de la mujer es que no sabe venderse. “Tiende a ser invisible, a hacer bien su trabajo, pero no a contarlo”. Otras claves que permitirán adaptarse a las cambiantes exigencias de mercado: apuntalar los conocimientos con formación, mantenerse al día en nuevas tecnologías... Y, por supuesto, no tirar la toalla.


      BUSCANDO EL RETIRO CON MÁS DE 55 AÑOS
      Con una entrada en el mercado laboral cada vez más tardía, y una salida del mismo que, año a año, se adelanta un poco más, las europeas tenemos un periodo cada vez más reducido para desarrollar nuestra carrera laboral, que en algunos países a duras penas supera los 15 años. El problema es especialmente grave en las naciones del sur de Europa.
      Según los últimos datos estadísticos de Eurostat, la tasa de empleo de mujeres mayores de 55 años en España es del 36%, un porcentaje que está muy alejado del 70% de Suecia o del 60% que tiene Finlandia. En Dinamarca son el 56% las féminas de más de esta edad que trabajan; en Alemania, el 55%; y en el Reino Unido, el 51%. Las peores cifras corresponden a Malta (16%), Eslovenia (25%), Grecia (26%) y Portugal (29%), con porcentajes que sitúan a estos países por detrás de España.

      EL ANTIMODELO ALEMÁN 
      En un país que acaba de confi ar el tercer mandato como canciller a una mujer, las cifras suenan a ironía: solo el 4% de los puestos directivos de las 200 empresas más importantes está ocupado por ellas, que ganan de media un 22% menos que los hombres. La socióloga Christine Funken dice que “a partir de los 50, las mujeres en estos cargos no se sienten valoradas”.
      ¿Y EN EE.UU.?
      *Sheryl Sandberg, directiva de Facebook, sembraba la polémica: “Si solo el 14% de las mujeres ocupa un puesto de dirección es por su falta de confi anza”. La respuesta en las redes no tardó: “Ella pertenece al 20% de mujeres muy preparadas, muy bien retribuidas, y madre que puede permitirse un ejército de niñeras”. En EE.UU. preguntar la edad de un candidato a un puesto de trabajo es ilegal.






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