LUNES -12- Noviembre - EN EL PUNTO DE MIRA ,.
En el punto de mira es un programa de televisión que se emite en el canal Cuatro y que se estrenó el 26 de julio de 2016.1 En este se tratan temas de actualidad y de investigación, ofreciendo como novedad en el formato, imágenes de cámaras 360° junto a grabaciones panorámicas hechas desde drones y sistemas de grabación oculta. Así, a manos de varios reporteros, profundizan en temas como la trata de animales, el negocio de las farmacéuticas o la caza ilegal. Lunes -12 - Noviembre a las 22:40h, etc.
Piden dos años y medio de cárcel para un hombre por envenenar a un águila ,.
Se trata de una rapazen peligro de extinción geolocalizada en una finca que linda con otra donde los agentes hallaron un plaguicida letal que está prohibido,.
El caso que se acabó de juzgar ayer en Badajoz comenzó a tener recorrido por los antecedentes en esta finca. En 2013 apareció un águila real muerta dentro de esta misma propiedad, se investigó hasta dar con la causa, un envenenamiento, y después hubo indagaciones para dar con el culpable. Sin embargo, aquella causa se archivó. Tres años después, en marzo de 2016, apareció a pocos metros, pero en otra finca colindante, un águila imperial muerta. Agentes de la Guardia Civil y del Medio Natural inspeccionaron la zona y en esta finca hallaron además un milano y zorro muertos. Los cuatro animales tenían en común que habían muerto envenenados con la misma sustancia, un potente pesticida que, precisamente por ser tan letal, está prohibido en la Unión Europea desde 2007.
El Águila imperial ibérica (Aquila adalberti) es una de las seis aves catalogadas por la Junta de Extremadura como 'en peligro de extinción', lo que supone el status máximo en cuanto a la fragilidad de su población.
Se señala al culpable de la muerte de esta rapaz al propietario y dueño de una finca que además es coto y que está situada en el término municipal de Valverde de Llerena, ya que en sus dependencias los agentes hallaron un bote con el veneno que tenía el ave muerta y una jeringuilla. Además, en aquella inspección los agentes observaron numerosas artes de caza, la mayoría prohibidas, como cepos, jaulas-trampa y artilugios para la captura de depredadores, indicios suficientes para proseguir con la investigación.
Ayer tuvo lugar la vista en el juzgado de lo Penal número 2 de Badajoz. El juicio ha quedado visto para sentencia y tanto la acusación particular –la organización WWF– como la Fiscalía, solicitaron ayer dos años y seis meses de cárcel para el propietario de la finca, además de la inhabilitación para la caza por cinco años y una indemnización de 90.000 euros que iría a parar a la Junta de Extremadura por ser la responsable de la preservación de esta especie. Por su parte, la defensa pidió ayer la absolución el acusado.
Testigos y peritos
Hay que señalar que las investigaciones se iniciaron gracias a la localización de la señal del emisor de seguimiento que llevaba el águila imperial hallada muerta, que en cuanto marcó que el ave se había quedado en el mismo lugar demasiado tiempo seguido alertaron de que podía haber muerto.Durante la vista celebrada ayer prestaron testimonio ante el juez tanto agentes de la Guardia Civil y del medio natural que pertenecen a esa demarcación, así como expertos del servicio cinológico de la Guardia Civil que trabajan con perros entrenados para el rastreo de venenos. Igualmente, comparecieron ante el juez varios peritos.
La defensa del dueño de la finca se basó en sembrar la duda sobre si el águila podía haber sido envenenado en otro lugar, pues no apareció en el interior de la finca del acusado. Además, se interesó por conocer si se había respetado la cadena de custodia de las pruebas y dio a entender que para ganaderos y agricultores no es sencillo deshacerse de un plaguicida que antes de 2007 sí era legal.
El abogado del acusado también señaló la existencia de una encina a pocos metros de donde aparecieron los restos del águila, donde había una zorrera, por lo que podría haberse puesto ese veneno desde la otra finca para aniquilar a este otro animal.
Igualmente, la defensa pidió a los agentes que participaron en la inspección que describieran el lugar donde hallaron el veneno, sosteniendo que es una vivienda, por si este hecho pudiera anular el procedimiento debido a una vulneración de derechos. Sin embargo, los agentes se refirieron en todo momento a un lugar destinado a almacenar productos fitosanitarios y no adecuado como morada de una persona.
Hay que saber que el uso de venenos en el campo es una práctica ilegal que practican algunos dueños, principalmente de ganado ovino, para acabar con depredadores de su cabaña. Sin embargo, al emplear métodos no selectivos, resultan afectadas otra especies, en este caso una rapaz en peligro de extinción.
TITULO: LUNES -12 - Noviembre - Madridistas por el mundo -¡Que vienen los rusos! ,.
Realmadrid TV emite lunes -12 - Noviembre noche, a partir de las 22:30 horas, una nueva entrega de Madridistas por el mundo ¡Que vienen los rusos! ,.
¡Que vienen los rusos!,.
En los hoteles de la Belle Époque beben cerveza señores en camiseta,.
El Palace Hotel de Buçaco fue palacio real durante unos años, pero pronto fue vendido a una empresa porque el rey solo estuvo aquí en una ocasión. El caso es que se convirtió en hotel y así sigue. Quiero decir que sigue más o menos como a principios del siglo pasado, con mucha pompa, pero con pocos servicios modernos.
El hotel está en medio de un bosque fabuloso y sus salones, escaleras y zonas comunes parecen una obra maestra del gótico manuelino, pero en realidad son pura imitación: edificado a finales del XIX, todo es pastiche, de mucha calidad, pero pastiche. Es un hotel para una visita, pero si te alojas en él, es un hotel para sufrir, sobre todo si coincide con una ola de calor.
Porque a pesar de tener cinco estrellas, no hay aire acondicionado en las habitaciones ni en las plantas, solo en el vestíbulo y en la cafetería, y del malo, del que enfría poco.
Si quieres escribir, también has de bajar a la cafetería. En la habitación, no hay una mesa para hacerlo. Todo es tan decorativo que muchas sillas, sillones y mecedoras tienen unas cuerdas para impedir que los clientes se sienten. Luego está lo del wifi. Solo llega, y muy flojito, a la cafetería y a las zonas comunes. En las habitaciones, ni se huele. Y eso, en un hotel de cinco estrellas, es escandaloso.
Es verdad que el artesonado de madera de la cafetería, las esculturas, los arcos y los muebles te sitúan en tiempos pretéritos: Sissí Emperatriz, la Belle Époque, los felices 20 y mitos por el estilo. Pero desciendes de sopetón de la mitología a la realidad porque quien acaba de sentarse en el sillón de piel de la esquina, junto al piano, no es el Duque de Buçaco ni tan siquiera un hidalgo de las Beiras, sino un ruso barrigón, peludo y sudoroso vistiendo camiseta ajustada de tirantes de color azul celeste con chanclas de tiras rojas y un bañador verde gusanito, en un lugar donde no hay piscina ni playa, o sea, que lleva bañador porque le parece lo más apropiado para tomarse una jarra de cerveza de medio litro entre un piano de cola y un macetero de mármol de Carrara, sobre una alfombra persa.
Cuánto mal ha hecho Putin con esas fotos veraniegas a caballo con el torso desnudo. Estos nuevos ricos de Moscú, Smolensk y Volvogrado actúan como les ha enseñado su nuevo zar. No se trata ya de la camiseta de tirantas, sino de que en el bufé libre del desayuno palpan los panes con las manos para seleccionar el más crujiente, con esas mismas manos escogen, tanteando sin disimulo, la fruta más madura, pillan el queso con sus dedos cremosos y, ya puestos, se llevan una piña entera a la habitación ante la estupefacción de los jóvenes camareros. Al fin y al cabo, razonarán los rusos, se trata de un sírvase usted mismo.
En el fondo, soy tan hortera como un ruso nuevo rico: a ellos les gustan los palacios pastiche y yo lo disfrazo de trauma. El caso es que los mitos y los sueños se van desmoronando. Caen los años, pasan los veranos y los destinos excitantes se van reduciendo a los placeres consabidos: el porche de la casa de mis padres, en Ceclavín, frente a la dehesa; el balcón de casa, en Cáceres, frente a la Montaña y la terraza del bar La Perla de Vilagarcía de Arousa, con mis amigos. Ahí no llegan los nuevos ricos rusos.
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