fotos,. Un trío en la cocina - Cocina -El turismo sostenible ayuda a fijar la población ,.
«El turismo sostenible ayuda a fijar la población»,.
Rodrigo Domínguez | Empresario de turismo rural
Este joven de 27 años de edad lleva cinco dando a conocer la realidad del campo extremeño,.
-Su relación con el sector agropecuario viene de lejos...
-Pertenezco a una familia de ganaderos de tercera generación. De hecho llevamos ya más de 40 años en la finca Perigallo, que es la que explotamos en la actualidad. Mi familia siempre se ha dedicado a la cría de ganado ovino, caprino y nuestro buque insignia, el cerdo 100% ibérico. Apostamos por tener menor cantidad de animales, pero con la mayor calidad posible dentro de su campo. Esto requiere de unos cuidados y una dedicación máximos.
«Deleitosa es el único municipio de la zona que está en el Geoparque y la Reserva de la Biosfera de Monfragüe»
-¿Cómo surge alternar la actividad turística con la cría de animales?
-Cursé Geografía y Ordenación del Territorio en la Universidad de Extremadura. Al acabar hablé con mis tíos y mis padres, que son quienes llevan las explotaciones, y surgió la creación de Ganatur, una empresa de turismo rural, de ocio y demás actividades relacionadas. De esta forma podía aprovechar la formación que obtuve y el proyecto fin de carrera, que lo hice sobre el entonces aún en proyecto Geoparque Villuercas-Ibores-Jara.-¿De qué forma implementa ambas actividades?
-Ofrecemos visitas interpretadas a las diferentes explotaciones agropecuarias de la finca. Allí les explicamos que no se trata de una granja escuela, donde los animales están para que los vean los visitantes y demás, sino que es una explotación real y en pleno rendimiento. Resolvemos las dudas que surgen de una manera didáctica, pues buena parte de nuestros clientes proceden de grandes ciudades como Madrid. Allí muchas personas, especialmente los más pequeños, no han estado nunca en una finca de estas características e incluso hay que explicarles que la leche no viene del tetrabrik [ríe].Aprovechando que Deleitosa es el único municipio de la zona cuyo término municipal se encuentra bajo dos importantes figuras de protección, como son el Geoparque y la Reserva de la Biosfera de Monfragüe, también organizamos rutas senderistas para conocer estos enclaves, pues por desgracia hasta ahora esta comarca ha sido la gran desconocida. Con estas rutas damos a conocer los geositios (lugares en los que se divide el Geoparque) de interés geológicos, aunque también diseñamos rutas bajo demanda de los propios clientes.
Por último, a medio plazo tenemos pensado incorporar rutas de turismo astronómico, en este caso aprovechando que me formé como guía de este sector. Queremos implantar rutas por los distintos observatorios que hay en la zona, pues además Monfragüe es destino Starlight, distinción que entre otras cosas recibe por contar con los cielos más limpios de toda Europa, lo que propicia una observación de inmejorable calidad.
«Dar a conocer la realidad del campo extremeño es una labor muy importante»
-¿Qué perfil tienen los visitantes?
-Pues hay un poco de todo, aunque principalmente son familias, grupos de amigos, investigadores y periodistas. Por ello considero que tenemos una labor muy importante que desarrollar dando a conocer la realidad del campo extremeño.-Son ya más de cinco años desde la fundación de Ganatur. Tal y como ha evolucionado, ¿cree que el turismo rural es una buena fuente de riqueza para la zona?
-La verdad es que a nosotros nos va bien, vemos que cada vez hay más demanda, en buena parte debido a la implantación del Geoparque en 2011. Esto ha favorecido a las empresas de turismo, que ahora pueden dar a conocer la comarca a mayor número de personas. Históricamente hemos sido una comarca deprimida por las comunicaciones y el carácter montañoso de nuestra orografía, pero esto puede cambiar. Ahora tenemos el Geoparque y la Reserva de la Biosfera, y estamos muy cerca de la autovía A5. Sinceramente pienso podemos ayudar a fijar la población a través de una estrategia de turismo sostenible como la que estamos llevando a cabo.TITULO: Un país mágico - Zafra dispone de 1.200 contadores de agua inteligentes,.
El sabado -9- Febrero a las 18:30 por La 2, foto.
Zafra dispone de 1.200 contadores de agua inteligentes,.
El sistema funciona mediante un contador, ubicado en el interior de la vivienda o en el portal de un bloque, envía diariamente información a las 'gotas', situadas en el exterior, normalmente en las farolas. Estos dispositivos acaban remitiendo los datos a un servidor, donde existe un programa que los ordena y los interpreta. Se utilizan los datos para diversos fines, por ejemplo, la identificación de averías o la emisión de los recibos trimestrales.
Este proyecto se ha desarrollado con una inversión de 188.363 euros, el sistema de telelectura seguirá extendiéndose por Zafra con proyectos como 'Smart.met', del programa Horizonte 2020.
Los nuevos contadores han sido instalados por el Consorcio de Gestión de Servicios Medioambientales de la Diputación de Badajoz, Promedio.
TITULO: Diario de un nómada - Reencuentro con la tatuadora de Estambul,.
El domingo -10- Febrero a las 19:00 por La 2 , fotos.
Reencuentro con la tatuadora de Estambul,.
Estambul es donde siempre se vuelve. La ciudad del regreso. He venido en tres ocasiones y cada vez lo he hecho por un tatuaje,.
Podría quedarme indefinidamente callejeando, escuchando sus miles de voces, acentos y sonidos. Podría cruzar cien, mil veces de Europa a Asia. Siempre me parecería un territorio desconocido y familiar al mismo tiempo, solar milenario en Historia y eterno en futuro. Donde las minifaldas se alternan con los velos y las chicas beben cerveza, fuman y van a las mezquitas a rezar. Estambul, patria de todos, propiedad exclusiva de nadie.
Penetrar de nuevo en sus calles de atascos inauditos supone un regreso al pasado. Este viaje no es solo una aventura promocional para que mis vídeos salgan en televisión o consiga más seguidores en las redes sociales. Este viaje es un reencuentro en realidad. Un reencuentro conmigo mismo. Con el nómada temeroso e inexperto que yo era cuando aparecí en Estambul desde el salvaje y terrible Este que tanto me enseñó del mundo en que vivimos y de mí mismo.
Tras atravesar Ucrania y Rusia y sufrir lo indecible en la desolación de Kazajistán, tras recorrer la Ruta de la Seda y admirarme ante las mezquitas de Samarcanda y beber arena en el reseco Mar de Aral, tras cruzar el Caspio en un asqueroso paquebote que me depositó agotado en Bakú, después de recorrer Georgia con las tropas rusas a solo pocos kilómetros, ingresé en Turquía y me pareció haber regresado a Occidente.
Un día de julio del 2009, hace pues casi cuatro años, crucé el puente del Bósforo y me planté de nuevo en Europa; en la Europa mestiza, contradictoria, viva, excesiva, ruidosa y atractiva de Estambul. Quedé admirado por el enjambre de estímulos, por la espesa madeja de gentes, regateos, vasos de té, dulces y kebabs. Inmediatamente me supe en casa y me enamoré.
Fue precisamente durante ese viaje cuando decidí abandonar el registro de la propiedad para intentar ser viajero profesional. Para ser fiel a la descripción que merece, voy a transcribir mi diario de aquellos días. Lo que será el próximo libro que publicaré en septiembre: La emoción del nómada. En él cuento mi viaje desde Europa a Asia Central y luego a Tierra Santa como peregrino.
El diario del nómada
“Es día 28 de julio. Hoy me he hecho un tatuaje. Ha sido en un modesto estudio. La artista era una chica muy pequeña y delgada, Semra. Ha dibujado para mí el logotipo de mi aventura. 2008 World Tour 2009. Cape Town, San Diego, Dublín, Samarcanda, Estambul y Nairobi, un planeta azul y verde y una pequeña moto. Llevó tres horas, dolió bastante y pagué 400 liras. En fin, es algo que durará para siempre. Como el recuerdo de estos viajes. No quiero que jamás se me olvide. Por eso escribo, por eso el tatuaje, por eso no quiero parar.”
Y es que durante todo el 2008 y 2009 había estado recorriendo el mundo en moto. Desde Madrid a Dublín, de Miami a San Francisco, de Nairobi a Ciudad del Cabo, de Venecia a Almaty, de Budapest a Jerusalén. Fue la experiencia más intensa y real de mi vida, lo que de verdad me mostró quién era yo. Necesitaba un símbolo. Algo que tuviera grabado en la piel para siempre y que me recordara que yo había hecho todo eso. Un signo distintivo que nunca se pudiera olvidar. Así que busqué un tatuador. Y encontré a Semra.
La búsqueda
Caminando por estas angostas callejas me viene a la memoria Semra. ¿Se acordará de mí?¿Y si intento localizarla?¿Seguirá trabajando en el mismo lugar? Creo que puedo llegar hasta su estudio a pesar de que han pasado cuatro años. Vienen a mí el resto de memorias atadas a aquel tiempo y se despiertan emociones antiguas que retornan en tropel y me hacen revivir el yo que fui y lo que escribí entonces.
Existe todavía el cartel que anuncia piercing and tatoo. Subo las estrechas escaleras y llamo a la puerta del primer piso. No contesta nadie. Miro el reloj. Son las 12:30. Semra estaría trabajando. Bajo al bar del portal contiguo. Pido un té turco y pregunto al camarero si sabe si ella sigue por aquí.
-No, se marchó.
-¿Sabes a dónde?
Se encoge de hombros. Quedo pensativo unos instantes. Entonces se enciende una bombilla. San Google quizá pueda ayudarme. Todos estamos hoy ahí. Yo mismo soy carne de Google. Busco “SemraTatooartist”. Aparecen varias referencias y un blog. Es el de ella. Está escrito en turco. Le pido al camarero que lo descifre. Mi interés despierta el de una cliente que tengo al lado. Lee con atención y explica que la dirección nueva no está muy lejos. Llama. Habla unos instantes en turco mientras yo observo sin comprender. Se dirige hacia mí devolviéndome el teléfono.
-Está en su estudio. Te está esperando.
Salto del taburete como un resorte y me dirijo hacia donde me indican. La calle principal es una arteria comercial que desemboca en la plaza Taksim. Poco antes está el callejón donde Semra tiene el estudio. Está en un portal angosto. Subo los escalones de dos en dos. Llamo a la puerta. Se abre hacia fuera con un chirrido. Es ella. Sonríe. Me tiende la mano. Le pregunto si me reconoce.
-¡La bola del mundo!, exclama muy contenta.
Tras las preguntas de rigor de cómo le va e informarle de que yo estoy fenomenal, no sé muy bien que más decirle. Simplemente estamos un rato allí sonriendo felices porque el pasado nos ha traído un regalo inesperado. El recuerdo de lo que fuimos hace cuatro años. Cuatro años que a veces parecen cuatro siglos. O cuatro vidas que hayamos vivido en una.
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