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DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - El nuevo colegio de Leonor en Gales abre sus puertas ,. , fotos.
El nuevo colegio de Leonor en Gales abre sus puertas,.
Está previsto que este martes se haga la presentación oficial de los profesores a los alumnos del centro,.
El Atlantic College ya ha comenzado su actividad. El colegio donde estudiará la princesa Leonor tiene previsto realizar a lo largo de esta semana varias reuniones de introducción al curso académico. Este martes está programada la presentación del equipo directivo y de los profesores, pero en principio no está previsto que acuda la Princesa. Al menos la Casa Real no ha confirmado oficialmente que la heredera haya partido ya hacia Gales. Fuentes de la Zarzuela dijeron que cuando Leonor comience el curso se dará a conocer. Lo que sí se sabe, y así figura en la página oficial del internado británico, es que la fecha ofical de inicio del curso es el lunes 30 de agosto.
El programa académico de la Princesa contará con asignaturas de ciencias y letras: Biología, Química, Geografía, Economía, Historia, Matemáticas, Literatura y Física, con numerosas optativas como Artes Visuales, Cine o Música. Las clases serán por la mañana, de 8:00 a 13:10, para que por la tarde ella y el resto de los alumnos puedan practicar deporte y otras actividades educativas de voluntariado fuera de las aulas, que son fundamentales en el espíritu del centro.
El nuevo colegio de Leonor, el UWC Atlantic College, tiene un entorno inigualable: es un castillo del siglo XII situado en la costa del sur de Gales. Las siglas en inglés UWC hacen referencia a Colegios del Mundo Unido, una fundación creada en 1962, en plena Guerra Fría, y que permanece asentada sobre los principios de diversidad, unidad, el futuro sostenible, la iniciativa individual de los estudiantes y el fomento del pensamiento crítico.
La disciplina es fundamental en el nuevo colegio de la heredera, no podrá recibir visitas y de domingo a jueves tendrá que estar en la habitación a las 21:30 de la noche, pudiendo ampliar su horario los viernes y sábados hasta las 23:30. Está previsto que comparta estancia junto con otras tres niñas de diferentes países, entre los más de 360 alumnos que asistirán a clase con ella.
Para acudir a los actos oficiales como Princesa de Asturias deberá solicitar permiso para salir del centro, al igual que el resto de sus compañeros, sin ningún tipo de trato de favor.
El internado se diferencia del resto de colegios de esas características por reunir a alumnos de todo tipo, desde miembros de la realeza hasta refugiados de países en zonas de conflicto. De hecho, más de la mitad de los estudiantes pueden disfrutar de una beca que paga sus estudios. El coste del programa de estudios de la Princesa de Asturias es de 67.000 libras esterlinas, 76.482 euros, y será abonado en su integridad con la asignación anual que reciben los Reyes de los Presupuestos Generales del Estado.
Con lo que abonan los estudiantes se sufragan las becas de quienes no pueden hacerlo. Allí han estudiado el rey Guillermo de Holanda, pero también Shazia Ramzan y Kainat Riaz, dos compañeras de Malala Yousafzai, heridas en el mismo ataque talibán que casi acaba con la vida de la Nobel de la Paz de 2014.
Leonor podrá vestir como quiera porque los alumnos del Atlantic College no llevan uniforme, algo muy poco común en los colegios de Reino Unido.
Lejos de la familia
La Princesa se enfrenta a una nueva etapa en su vida lejos de su familia, especialmente de su madre, con la que tiene una relación muy especial como quedó reflejado en las últimas vacaciones de los Reyes en Palma, donde se pudo ver a Letizia paseando de la mano con su hija, que ahora tiene 15 años, y el 31 de octubre cumplirá 16.
Leonor abandona su etapa en el colegio Santa María de los Rosales en Madrid, donde seguirá estudiando su hermana pequeña, la infanta Sofía. Tras trece años en el colegio madrileño, sigue los pasos de su padre y cursará los dos años de bachillerato en el extranjero. El rey Felipe estudió en Canadá COU, lo que ahora corresponde a segundo de bachillerato, en el Lakefield College School, en Toronto.
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EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - Los siete magníficos de Tokio ,.
EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - Los siete magníficos de Tokio . , fotos,.
Los siete magníficos de Tokio,.
Inés Felipe, Juan Bautista Pérez, Juan Antonio Valle, Loida Zabala, FJ López Sayago, Isabel Hernández y Enrique Floriano, a emular a Alberto Ginés en los Paralímpicos | Hoy es la ceremonia de inauguración y mañana se estrenan Juan Bautista Pérez e Isabel Hernández
Alberto Ginés, el jovencísimo escalador cacereño, regresó de Japón con un codiciado 'souvenir' que guardará siempre en su memoria, una medalla de oro en unos Juegos. Otros siete extremeños acaban de hacer el camino inverso hacia el país nipón con la esperanza de repetir gesta en unos Juegos Paralímpicos que arrancan este martes 24 de agosto,.
La llama paralímpica irradia ya su luz y calor desde este martes en Tokio, después de la ceremonia inaugural en el Estadio Nacional, 16 días después de la clausura de los Juegos Olímpicos y un año después de la fecha prevista inicialmente.
«Declaro abiertos los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020», pronunció detrás de su mascarilla blanca el emperador de Japón, Naruhito, desde el palco de autoridades del estadio, privado de espectadores debido a la puerta cerrada generalizada decretada para hacer frente a la quinta ola de covid-19 que golpea Japón.
Apenas algunos dirigentes y medios de comunicación pudieron asistir al espectáculo y al desfile de las delegaciones que supone el punto de partida de trece días de una exposición mediática inusual en los deportes paralímpicos, ya que se espera una audiencia de cuatro mil millones de telespectadores a lo largo de la cita, según el Comité Paralímpico Internacional. Hasta el 5 de septiembre, 4.400 deportistas paralímpicos aspirarán a las 539 medallas de oro en liza.
«No alcanzo a creerme que al fin estamos aquí», se congratuló el presidente del Comité Paralímpico Internacional, Andrew Parsons, este martes. «Muchos dudaban que este día llegaría, muchos pensaban que era imposible, pero gracias a los esfuerzos de muchos, el evento deportivo dotado de la mayor fuerza de cambio del planeta está a punto de comenzar», agregó.
Japón presenta la segunda delegación más numerosa, con 254 deportistas, por detrás de China, dominadora del medallero en todas las ediciones desde 2004.
La bandera afgana desfila sin atletas
El archipiélago nipón registra un récord de 25.000 casos diarios de coronavirus estos últimos días y Tokio afronta su octava semana de estado de emergencia. Algunos hechos en el recinto así lo recordaron: la ausencia de deportistas de Nueva Zelanda o la reducción de la presencia brasileña a cuatro personas de los 234 deportistas paralímpicos presentes en Tokio.
A última hora, la bandera paralímpica hizo su entrada en el recinto, llevada por trabajadores esenciales durante la pandemia. «Está claro que preferiríamos que hubiese público, pero seguimos centrados en nuestro objetivo. Pasamos esta vez cinco años entrenando para alcanzar el santo grial», resumió para la AFP la judoka y abanderada francesa Sandrine Martinet.
La ceremonia, con el tema anunciado 'Tenemos alas', recreó un aeropuerto en el Estadio Nacional para las necesidades del hilo argumental: un avión de un solo ala, interpretado por una adolescente de 13 años en silla de ruedas, que termina por lograr volar.
El comité de refugiados abrió el desfile, liderado por el nadador refugiado afgano Abbas Karimi y la lanzadora siria Alia Issa, primera mujer en integrar la delegación. En cuanto a la bandera afgana, desfiló a pesar de la ausencia de sus dos atletas representantes, que no han podido llegar a Tokio debido a la toma del poder por parte de los talibanes. Su paso fue aplaudido incluso por una parte de los periodistas y autoridades.
Ese fue uno de los momentos estelares de la ceremonia. Otro, el discurso de Parsons: «Paralímpicos, habéis dado todo para estar aquí, sangre, sudor y lágrimas», se dirigió a los deportistas sentados delante de él. «Ahora es el momento de mostrar vuestros talentos, vuestra fuerza y vuestra determinación», agregó.
Antes del encendido de la llama, el 'show' final, animado por los acordes de guitarra de Tomoyasu Hotei, se convirtió en una oda de colores a la diversidad con una explosión de luces fluorescentes. También se pudo ver la práctica local llamada Dekotora, consistente en vestir camiones con luces de neón. Fue la exnadadora paralímpica Manami Ito quien tocando el violín con un arco sostenido por una prótesis dio entrada a un desfile de sillas de ruedas.
TITULO: Donde comen dos -Oficios de verano: cobrar en olas ,.
Cobrar en olas,.
Oficios de Verano - Andrea Larretxea, monitora de surf,.
En su playa, sobre la tabla, no se termina de creer que le paguen por enseñar a surfear. «No me vería encerrada en una oficina enterrada en papeles»,.
Hay veces que hasta me parece increíble que me paguen por hacer esto». Tómese un momento para pensar. ¿Cuál fue la última vez que usted sintió algo parecido en su trabajo? ¿Logra recordarlo? ¿Ya? ¿O es que acaso jamás ha terminado la jornada con esa sensación?
Lo normal –suponemos, asumimos– es eso, que te suene el despertador y que sólo te entren ganas de hacerte un ovillo entre las sábanas. Lo normal es sentir unas 25 veces cada día que te pagan demasiado poco para que los clientes te toquen tantísimo los dídimos. Todo eso es lo normal y por eso le llamamos trabajo. Pero luego están esos otros, esos que se sienten tan afortunados que no terminan de creerse que les ingresen una nómina por hacer lo que les apasiona.
De este tipo personas, asquerosamente felices, es Andrea Larretxea. No se sienta demasiado culpable si en las próximas líneas termina pillándole algo de tirria a esta lozana joven de 22 años, profesora de surf en San Sebastián desde ¡los 16! Ella está convencida de que, sí, de que, si el suyo no es el mejor curro del mundo, desde luego se le parece muchísimo. Y puede que tenga razón.
«Ser monitora me permite compaginar mi afición por el surf, enseñar a gente de un montón de países y, además, disfrutar en el agua mientras doy clases. Aunque me pagan bien, este trabajo no me da para ser independiente. De momento, sí para mis gastos, para disfrutar y viajar para surfear. Creo que soy una privilegiada. Me parece increíble que mi lugar de trabajo sea este, el mar. Yo no me veo estando encerrada en una oficina entre papeles». Cualquiera diría que si la nómina se la pagaran en olas, en el fondo, a ella tampoco le importaría demasiado.
Sí, Andrea es entusiasta como ella sola. Y es de ese tipo de personas que consiguen contagiarte su pasión, por muy ajeno que te resulte el mundo del surf. El suyo es un trabajo de verano de manual. Durante el año estudia ingeniería náutica –el mar, siempre el mar– en Santa Cruz de Tenerife y pasa todos sus meses de descanso aquí, en San Sebastián, en la playa de la Zurriola, trabajando en la escuela de surf Pukas, una de las más prestigiosas de España.
Sale un día de esos de color añil, son poco más de las once de la mañana y Andrea ya está en el agua en una de sus primeras clases del día. Los críos, de unos diez años, embutidos en sus neoprenos pequeñitos, con esas tablas que les doblan en altura, tratan de ponerse en pie, la mayor parte del tiempo se caen y no hay momento, en toda la hora larga de clase, que no se estén riendo y retozando entre la espuma de las olas. A su lado, Andrea no les quita ojo. «El mar es impredecible y los niños también: no te puedes confiar ni un momento», explica.
La ves ahí, entre risas, jugando con sus pupilos y cualquiera diría que a la monitora le flipen los niños. «Me hacen volver a la niñez, disfruto con ellos, pero... no, no soy nada niñera», confiesa. Sí, a ratos los críos pueden tener una capacidad tremenda para sacarle a uno de quicio. Discretísima ella, se niega en redondo a dar nombres, pero reconoce que sus alumnos más «difíciles» –esto huele a eufemismo a la legua– son los vástagos de esos famosos refamosísimos que se dejan caer por Donostia en verano. Es habitual que esa actriz, ese cantante, aquel político se libre de la camada durante unas horas apuntándoles a clases de surf, que siempre queda como más enrollado y bastante menos demodé que las clases de hípica.
Basta con echar un vistazo al agua, a la media docena de clases que al mismo tiempo se imparten en la Zurriola, la mayoría a niños, para reparar en que Andrea es la única monitora. «Es verdad que, aunque las cosas han cambiando mucho, el del surf es un entorno todavía bastante masculino», reconoce. «Yo no tengo ningún problema, pero sí conozco a chicas que se han sentido más solas en este ambiente. Con 13 años, surfeábamos seis amigas y ahora soy la única que sigue», descubre.
«Aunque está cambiando, el del surf es todavía un mundo muy masculino. Hay chicas que se sienten muy solas y lo dejan»
Si con los críos tiene que emplear mano izquierda, con todos esos que, en plena crisis de los 40 (y los 50), de repente, se ven en una tabla, surfeando las procelosísimas aguas de la mediana edad, a Andrea le toca armarse de paciencia. «Alguna vez tienes que soportar algún comentario un poco... pero, al final, es muy fácil trabajar con ese perfil de alumno: es gente muy motivada, que llega con ganas de aprender, con la mente abierta y sin ningún tipo de complejo», asegura. «He llegado a tener alumnos de 60 que llegan y te dicen que jamás han surfeado y que les apetece muchísimo intentarlo, reconocen sus limitaciones y las ganas que tienen de intentarlo puede con todo: cuando lo consiguen, cuando se suben a la tabla, ¡buah!, es una satisfacción tremenda».
Como los agricultores, Andrea se ha acostumbrado a mirar el pronóstico meteorológico, el parte de olas, cada día a primera hora y también al acostarse. Conoce cada corriente de su playa, «que cambia cada hora del día». Y, al contrario que todos, que miramos hacia el horizonte, hacia esa línea perfecta en el agua, ella encuentra sus vistas favoritas encima de la tabla, desde el lado convexo de ese espejo de salitre que es la Zurriola, con el Kursaal a su derecha y Sagües a su siniestra.
Una birra al atardecer
Después de tirarte cinco o seis horas seguidas dando clase, mojada, con el dichoso neopreno puesto, puede parecer que lo último que te apetezca sea volver al mar. «Pero, incluso cuando estoy agotada, si veo una buena ola en la otra punta de la playa... voy como una loca directa a cogerla», asegura. Yal caer la tarde, cuando las últimas familias, las últimas señoras se marchan para casa con el bronceado 'al ast', «lo que más me puede apetecer en el mundo es sentarme enfrente del mar con una cerveza con el resto de mis compañeros». Y ahí está Andrea, ya con el sol poniéndose, con sus amigos, todos perfectos, todos monitores, todos guapos, todos con cuerpazo de piel bronceada y ese pelo enmarañado, ondulado por el efecto del salitre y la brisa del mar.
–¿Qué hay de cierto en eso de que los profesores de surf solo ligáis entre vosotros? ¿Pura leyenda urbana?
–Emm... (se sonroja). Llámalo X, pero es cierto que, como pasas tanto tiempo con esta gente, como a todos nos atraen las mismas aficiones, al final la mayoría de mis ligues, de mis novios, siempre han sido de este mundo.
Con el sol poniéndose en San Sebastián en una tarde de verano, nadie en la piel, en el neopreno, de Andrea se plantearía ni por un momento pedir el finiquito.
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