miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA NOCHE ABIERTA - Jarrete de ternera a siete mil metros,./ COPA Y PURO - AL SOFA POR FUMAR,.

TÍTULO: LA NOCHE ABIERTA - Jarrete de ternera a siete mil metros,.

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Progroma presentado por Pedro Ruiz, entrevistas por La 2 los martes a las 22:30, un gran espacio de música, foto etc.






Jarrete de ternera a siete mil metros,.

Jarrete de ternera a siete mil metros

Roca, el gran heladero, y Soria, que sigue subiendo 'ochomiles' a sus 76 años, posan juntos en las cimas del Himalaya.
Roca, el gran heladero, y Soria, que sigue subiendo 'ochomiles' a sus 76 años, posan juntos en las cimas del Himalaya. / foto
  • El mejor repostero del mundo, Jordi Roca, y el alpinista más veterano del planeta, Carlos Soria, 'cocinan' en el Annapurna con Discovery Max,.

    A Carlos Soria, el alpinista más veterano del mundo (76 años), le va a costar volver a llevarse a la boca una barrita energética o una sopa de sobre cuando intente coronar su próxima cima. Discovery Max le subió al Annapurna, en el Himalaya, junto a Jordi Roca, considerado el mejor repostero del planeta, que diseñó un menú de alta montaña pensado para ser cocinado a más de 7.000 metros de altura. El resultado de esta peculiar aventura gastronómica se ha plasmado en el documental 'El Heladero del Himalaya', que se podrá ver esta noche en abierto a partir de las 22.30 horas.
    «Cuando me dijeron que iba a ir con Jordi pensé 'a lo mejor este no anda, pero comer vamos a comer bien (risas)'. Le pongo un sobresaliente como alpinista pese a los momentos duros que pasamos, sobre todo teniendo en cuenta que era su primera vez», explica Soria a este periódico. «Yo hasta ahora solo había subido a un monte que estaba a 500 metros de altura con el colegio en la EGB. Pero cuando sales de tu zona de 'confort' se activa la creatividad», le responde Jordi, el hermano menor de los Roca, que regentan 'El Celler de Can Roca', elegido este año mejor restaurante del mundo por la revista 'Restaurant'.
    Pero cocinar en el techo del mundo no es tarea sencilla, ni tampoco requiere de fogones. El menú lo llevaban preparado desde casa gracias al proceso de liofilización, que consiste en guisar los alimentos de manera tradicional «con mucho cariño», congelarlos por debajo de los 70 grados y secarlos con una máquina para que no pierdan sus propiedades. Una técnica que utiliza la NASA en los viajes espaciales pero que en este caso podría ganar una estrella Michelin. «En esta bolsa (nos señala una fina bolsa de unos 40 centímetros) hay un jarrete de ternera, una tortilla de patatas, unas migas de bacalao y un arroz con leche», asegura Jordi. Y resulta imposible de creer hasta que no comienza a sacar todo plato por plato. Desayuno, comida y cena. Luego le añade agua caliente para que los alimentos se rehidraten y parecen recién salidos de su cocina, la tortilla incluso pasa de estar dura como una piedra a ofrecer un aspecto esponjoso (y damos fe de que estaba deliciosa).
    «La próxima vez que escale me acordaré de Jordi (risas). Estábamos admirados porque comer en altura es muy difícil y aquí fue sencillísimo, sin peso extra en la mochila. Otras veces nuestro único lujo era un bote de lentejas mezclado con arroz, pero solo lo podíamos cocinar hasta los 6.000 metros. Es como comer en un buen restaurante, ni siquiera en tu casa», añade Soria.
    Un helado de altura
    En este viaje, Roca sorprendió a los miembros de la expedición con un helado artesano hecho con productos típicos de la región a temperatura ambiente, convirtiéndose en el cocinero que ha elaborado a mayor altitud un helado de forma natural. «Lo hice con un bol, una varilla y con mucho frío, ¡tardé dos días en hacerlo! El helado se enfriaba poco a poco pero yo rápidamente», asegura Roca. Y de esta anécdota surgió el título del documental.
    Pero no todo fue buen comer. La expedición se llevó a cabo el pasado marzo, un mes antes del terremoto que sacudió Nepal y provocó más de 8.000 muertos, aunque todo el equipo se encontraba todavía en la zona. «Eran las 11 de la mañana y de repente todo aquello se empezó a mover, pero afortunadamente no tuvimos ningún problema, esperamos allí a que viniera el helicóptero», recuerda Soria, cuyo objetivo es convertirse en el alpinista de mayor edad en escalar los 14 ochomiles, aunque esta vez tendrá que valerse de nuevo del bote de lentejas.

 TÍTULO: COPA Y PURO - AL SOFA POR FUMAR,.

Jorge Sánchez fumando un Davidoff Escurio. :: Jorge Rey¡Al sofá por fumar!,. foto

  • Asistimos a una cata ritual de grandes puros dominicanos,.

    El jueves pasado regresé al pasado. Volví tarde a casa y mi mujer me mandó a dormir al sofá. No me desterró porque fuera la una de la madrugada, sino porque olía a tabaco. Estuve en una cata de puros y... ¡Al sofá por pecar! ¿Es pecado fumar puros? Emilio, Paco, Ángel, Javier, Juanma, Amparo, Iván y Manuel, los catadores, no lo creen así, pero se resignan a ser vistos como auténticos apestados. «Cuando vamos a los toros, los vecinos de asiento empiezan a toser en cuanto ven el puro, incluso antes de que lo encendamos», revelan.
    He de confesar que, a pesar del humo, pasé un rato muy agradable viendo cómo cataban un Aurora Robusto, un Davidoff Escurio, un Camacho Honduras. Eran gente muy divertida y campechana y las anécdotas que contaban conformaban una épica de héroes perseguidos.
    «Carlos Herrera encendió un buen Cohíba en el tendido de Las Ventas y como una aficionada le afeó su placer, le respondió: Váyase al bar, señora», relatan. «En el palco de Philip Morris en el Bernabéu, un amigo encendió un puro, la azafata le dijo que estaba prohibido, él le recomendó que llamara a la policía y siguió fumando. Solo faltaba que no se pudiera fumar en el palco de Philip Morris», cuentan. «Al gran fumador Abraham García, cocinero del restaurante Viridiana de Madrid, le dijeron que Madonna vendría a cenar a su restaurante si prohibía fumar en la sala. Respondió: «Pues que no venga», narran.

    Los catadores de puros son como una religión con sus ritos y su apostolado. El rito: palpan la capa sedosa del puro, le aplican un cortador de doble hoja, lo encienden bien rápidamente con un mechero turbo jet de triple llama, capaz de fundir un bote de refresco en segundos, bien lentamente con grandes cerillas de cabeza verde. Y aspiran embelesados, en trance místico. El apostolado: en un momento dado, ven a jóvenes que salen de un local a fumar a la calle y los invitan a pasar a la sala de cata y a probar los cigarros para convertirlos a su doctrina.
    El organizador de la cata es Jorge Sánchez Miñambres. Regenta un estanco en la plaza cacereña de Colón y organiza varias catas cada año para sus 80 clientes de cigarros premium, con los que mantiene un grupo de WhatsApp. Jorge invierte en puros desde el año 2013. En enero, inaugurará algo que presenta como único en Extremadura: una cava o habitación climatizada para los puros premium con celdas privadas para los clientes que lo deseen, como sucede en los bancos con el dinero y las joyas o en las bodegas con los grandes vinos.
    Jorge tiene más de 120 referencias de cigarros y hoy celebra esta cata centrada en los puros que están arrasando en el mercado: los de República Dominicana, Honduras, Nicaragua y Méjico, de tanta calidad como los habanos de Cuba pero más baratos: un Cohíba Robusto cubano, 15 euros; un La Aurora Robusto dominicano en tubo, 11.75.
    Catan el Davidoff Escurio ante Jorge Rodero, delegado de esta famosa casa de puros dominicana que empezó en Cuba. Es tabaco Mata Fina, semilla cubana sembrada en tierra brasileña, que pica un poco en las primeras caladas y luego es dulce por el efecto que opera la canela en la boca. Pasan después al Aurora 107, con sabores que se disfrutan al expulsar el humo por la nariz: de cuero y terrosos como el olor del ozono antes de la tormenta.
    Éxtasis en la sala, densa y aromática niebla. Sensualidad en la narración de la experiencia. «Los fumadores de cigarros somos buscadores de momentos», apunta uno. «El Pedro Ximénez y el Oporto van muy bien con los cigarros», señala otro. «Yo no fumo puros trabajando, los dejo para las tardes de los fines de semana y para las monterías», confiesa un tercero y añade: «Cada uno disfruta de los puros como quiere, yo conozco a un señor de Cáceres que se los come».
    Medianoche. Vuelvo a casa. Me huelen. Arrugan la nariz. «Cariño, no es tabaco, es búsqueda del momento». No cuela. ¡Al sofá!,.

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