domingo, 1 de diciembre de 2013

EL PAIS,. EL FINAL DE LOS REBELDES,./ EL MUNDO,. LAS TRAGEDIAS DE ANA MOLINARI,.

TÍTULO: EL PAIS,. EL FINAL DE LOS REBELDES,.
Niños rebeldes y respondones

La forma que tienen los niños de manifestar sus sentimientos de rebeldía es diferente en cada edad. Cuando son bebés terminan por adaptarse a nuestras costumbres y exigencias, pero cuando son un poco más mayores las cosas cambian. Son varias las causas que provocan situaciones no demasiado favorables para el equilibrio psicológico y emocional de nuestro hijo. Aquí encontrarás pautas para actuar ante conductas de niños respondones y rebeldes.-foto / el pais- foto,.

Casos de rebeldía en el niño

A veces el nacimiento de un nuevo hermano desencadena sentimientos de celos y de envidia, o la separación de los padres provoca un sentimiento de inseguridad debido a la necesidad de cariño o protección. En ambas ocasiones, las respuestas del niño pueden ser inapropiadas e incluso agresivas, ya que necesita defenderse. Otras veces, ante un cambio de colegio, de casa o de ciudad, el niño se comporta de manera extraña, está irritable; los padres no asociamos esta conducta al acontecimiento en sí y pensamos que una mudanza a una nueva casa y con una habitación más grande será lo mejor para él, dejando en cierta medida de lado sus sentimientos, sin darnos cuenta de la identificación que tiene el niño con el colegio, la casa o la ciudad anterior. También los desacuerdos entre los padres en lo que respecta a la educación, las desautorizaciones entre ambos y la falta de unos límites claros inducen al niño a una confusión interior, llegando a responder de forma agresiva o con reproches.

Cómo actuar ante conductas rebeldes en el niño

Cuando nuestro hijo es muy pequeño, debemos comprender que su agresividad se encuentra motivada simplemente por la incapacidad para controlar sus impulsos: aún no sabe canalizar correctamente sus enfados y no debemos preocuparnos en exceso. El negativismo de los dos o tres años es una etapa clave en la que el niño dice “no” a cualquier propuesta que se le hace, aunque luego la acepte. Este momento indica que está esbozando su propio “yo” y su propia personalidad: trata de comunicar que él tiene sus propios deseos y que éstos solo le corresponden a él.
Más tarde, a los cuatro, cinco o incluso seis años, el niño ya ha incorporado a su forma de vida una serie de normas básicas y hábitos… Ha superado crisis de rebeldía producto de autoafirmaciones, y le gusta mandar y alardear para manifestar su autonomía, a la vez que se enfada ante los fracasos. En las edades intermedias, las influencias de los grupos sociales son significativas, y la clave más importante del éxito y de la felicidad en su vida pasa por tener una buena imagen de sí mismo. Se preocupa mucho de saber si está actuando de forma correcta y, cuando está convencido de lo que quiere hacer o decir, es capaz de desafiar la autoridad de sus padres. En la adolescencia surgen etapas de desorientación: realmente, existe una crisis de identidad. La mayoría de los adolescentes protesta cuando se los considera niños o incluso cuando se utiliza el término “adolescente” para referirse a ellos, aunque en su fuero interno acepten que todavía piensan y actúan como tales. De alguna manera, saben que son pequeños para algunas cosas y mayores para otras…

Niños que protestan ante las normas de los padres

En muchas ocasiones queremos que nuestro hijo haga una cosa mientras él prefiere dedicarse a otra distinta. Sabemos que encontraremos una resistencia inicial por su parte en forma de protesta. Pero hemos de tener en cuenta que la protesta es utilizada por los niños para distraernos de nuestra tarea de poner límites. Lo mejor que podemos hacer es ignorar los reproches, excusas, quejas y arrebatos, pues, independientemente del tipo que sean, no son en realidad más que llamadas de atención que ellos utilizan.
Por el contrario, hay que hacerlos ver que ésa no es la mejor vía para conseguir sus propósitos, pues nosotros hemos tomado la decisión que consideramos correcta para ellos. Además, nos mostraremos firmes y dispuestos a repetir la orden aunque parezcamos un disco rayado. En contrapartida, le ofreceremos incentivos positivos y agradables en lugar de amenazas. Además, aprovecharemos los ratos que estemos calmados para sentarnos a dialogar sobre aquellas cosas que más le cuesta hacer, estableciendo planes activos de resolución de conflictos en los que él pueda participar aportando ideas para aplicarlas después con nuestro consentimiento, pero según sus propios métodos.

Qué hacer cuando el niño contesta

1.- Nos mantendremos al margen y no corresponderemos con enfado al enfado de nuestros hijos.
2.- Le recordaremos que nos preocupamos por él y que ese comportamiento no es el apropiado: “Te quiero mucho, pero no me gusta cómo me estás contestando”. También podemos utilizar el humor: “Bueno, bueno, ¡vaya palabritas que estás diciendo!, ¿eres tú el que habla?”
3.- Le explicaremos lo que esperamos de él: “Puedes decir que estás enfadado sin necesidad de contestar así”.
4.- Le daremos un tiempo para pensar: “Reflexiona un poquito antes de seguir diciendo esas cosas”. Si nosotros nos alteramos, es conveniente que también nos tomemos un rato para reflexionar hasta que nos hayamos calmado y recuperemos el control de la situación. 5.- Estableceremos unas normas básicas para solucionar el problema de las malas contestaciones: “Ahora hablemos de lo que ha sucedido hace un rato. ¿Qué se te ocurre para que no vuelva a pasar?”

Consejos para padres de niños rebeldes

1) Cuando nuestro hijo nos pida las cosas de malos modos, no debemos cumplir sus deseos por mucho que grite, hasta que lo diga correctamente. A veces el niño está perdido y lo que necesita es una simple orientación; podemos intentar enseñarle, a través de los cuentos o de las historias inventadas por nosotros mismos, el valor del respeto hacia los demás y hacia las otras opiniones. De esta forma iremos consiguiendo que nuestro hijo vaya ganando en flexibilidad y tolerancia a medida que crece.
2) Si nosotros le contestamos mal cuando no responde a nuestras expectativas, lo más probable es que nuestro hijo termine por hacer lo mismo por pura imitación. Debemos evitar confundirle con mensajes contradictorios: “contestar está mal y papá y mamá tampoco lo tienen que hacer”.
3) Si el niño sigue contestando y esta vez sucede en un lugar público, nos mantendremos al margen y después, cuando lleguemos a casa, hablaremos en privado de manera más calmada, afrontando el problema con tranquilidad, sin espectadores y acordando reglas de conducta.
4) Una buena forma de erradicar las contestaciones desagradables, especialmente si se prolongan durante un tiempo, es elogiar la conducta contraria y alabar a nuestro hijo cada vez que se comporta de una forma agradable y correcta.

TÍTULO: EL MUNDO,. LAS TRAGEDIAS DE ANA MOLINARI,.

Las tragedias de Ana Molinari-foto-EL MUNDO

SOCIEDAD

Las tragedias de Ana Molinari

A la creadora de Blumarine le apasionan las flores, pero su vida está llena de espinas. Tras la muerte de su marido y de su gemela, Molinari abandona la línea de niña buena y arrasa con un estilo atrevido y sexy

Deberían haber sido unas vacaciones de ensueño, pero terminaron en tragedia. Un elefante mató hace siete años a su marido, Gianpaolo Tarabini, en un safari en Zimbabue. Pese al tiempo transcurrido, Anna Molinari sigue siendo una mujer con muchos miedos. «La idea que más me asusta es que le pase algo malo a la gente que amo. Ya he sufrido muchas pérdidas dolorosas en mi familia». También murió su hermana gemela, Licia, con la que jugaba de pequeña a coser vestidos para las muñecas. Anna se entristece con frecuencia recordando a la gente que ha amado «y ya no está conmigo».
Sin embargo, hay algo en esta modista italiana de Módena que le lleva a superar las peores adversidades y a reinventarse con éxito. «La vida continúa y, por desgracia, te obliga a vivir con tu pasado, con los recuerdos tristes y felices de tu trayectoria personal y profesional que nunca te abandonan», recordó en una entrevista a la revista 'Marie Claire'. «Pero esto no me hace dejar de soñar, de afrontar los retos y aprovechar las oportunidades con pasión».
Algunas editoras, con muy mala leche, la han acusado de cambiar de rumbo y abandonar su línea de niña que no ha roto un plato por otra más atrevida y sexy. El rosa chicle es uno de sus colores favoritos y endulza habitualmente sus colecciones. Sin embargo, para adaptarse al «nuevo mundo», la romántica mujer Blumarine -una de las cuatro firmas que tiene en el mercado junto a Blugirl, Miss Blumarine y la división de lujo que lleva su nombre- ha dejado paso a «la inmediatez de lo práctico. El estilo de vida y la manera de sentirse elegante de mis clientas también ha cambiado».
Aunque mantiene los «códigos éticos y creativos» de los principios, Anna nunca se lo ha pensado dos veces cuando ha creído necesario realizar cambios. Ahí radica el secreto de una diseñadora y empresaria que se dejó unos cuantos jirones familiares por trazar una carrera a la carta sin admitir injerencias de ningún tipo. A su vertiente artística ha añadido siempre una visión empresarial para la que ha demostrado un extraordinario ojo clínico. Cuando el patriarca, un importante industrial textil, supo que su hija lanzaría su propia firma, en 1977, se lo dejó bien claro: «'Hazlo, pero ya que eres tan presuntuosa no te voy a dar ni una lira'». De buena cuna, su vida parece seguir al pie de la letra el guión de 'El Gatopardo', film donde una aristocracia decadente apostaba por cambiarlo todo para que nada cambiase.
Anna ha ido modulando su estilo de forma gradual, como esa lluvia que empapa sin darse uno cuenta, hasta convertirse en lo que es: una grande del diseño que arrasa con su apuesta por la estética de la felicidad y con estampados tropicales que ciñen cinturas. Si hace tres décadas «enfadó y ofendió» a su padre al abandonar la empresa familiar, hoy le tiene entre sus «mayores fans». Este es otro de los encantos de una creadora que pensaba dedicarse a la escritura -«canalizo ese vacío con mis diseños»- de no haberse cruzado en su camino Franco Moschino, el excéntrico modisto de los ochenta. Molinari tiene facilidad para hacer amistades. Le ayuda mucho su «humildad» y la fortaleza que muestra para afrontar «los momentos difíciles». También sabe encarar cada «desafío con pasión sin ningún grado de autocomplacencia» y busca la belleza «en todo lo que nos rodea».
«No sería nada sin mis hijos»
En Moschino halló al maestro que le enseñó «todo lo que sabe de moda». Hasta encontrarse con él, Molinari sólo tenía conocimientos sobre punto. «Él me transmitió el amor por los colores y su característico toque de ironía». Un humor fino que comparte a menudo con sus dos hijos, Gianguido y Rossella. «Sin su apoyo y cariño nunca habría tenido la fuerza para seguir dedicándome a esto ni habría llegado hasta donde estoy». Los chavales se han repartido los papeles. Si el primero asumió la dirección del grupo empresarial, uno de los más importantes de Italia, la segunda lleva la parte creativa de Blugirl. Curiosamente, Anna ha ejercido de auténtica 'mamma' con sus cachorros y los ha incorporado al redil empresarial, justo lo contrario de lo que hizo ella al alejarse de su padre. «Desde que nacieron les he hecho sentir la empresa como una parte fundamental de sus vidas. ¡Y espero que ellos hagan lo mismo con mis nietos!».
La familia mantiene una relación basada en el respeto «infinito y el equilibrio perfecto». Anna, que se confiesa excéntrica e «impulsiva» y con muchas dificultades para contener sus emociones, admira el trabajo de su hija. Su interpretación del estilo responde, en su opinión, a una «visión muy avanzada», sobre todo en el terreno del marketing. Cuando echa la vista atrás, se acuerda de su madre, Odette, suministradora de tejidos de punto para las casas más importantes del mundo, de quien heredó «la sensibilidad estética, la elegancia y la pasión» por la moda.
Enamorada de las rosas y las violetas, Anna nunca se quita el solitario de Cartier con un diamante amarillo que le regaló su difunto marido. «Es mi amuleto», subraya. Católica «practicante», el evangelio descansa en su mesita de noche. Reza antes de ir a dormir y nada más levantarse. Esta «soñadora» tiene una debilidad: le vuelve loca pisar el acelerador de su lujosa flota automovilística, que incluye varios 'ferraris' y 'porsches'. «Me encanta la emoción de conducir a toda velocidad».
Es tan poderosa que hasta un 'risotto' lleva su nombre en Módena. Anna observa la vida con alegría, pese a las desgracias sufridas. «No hay rosas sin espinas. Siempre merece la pena disfrutar del milagro de la naturaleza, incluso cuando entrañe algunos momentos de dolor. Las cicatrices que nos deja son la prueba real de que hemos vivido nuestra vida de verdad».

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