martes, 4 de febrero de 2014

Desayuno de domingo con...El actor Ginés García-Millán / La verdad sobre la tan cacareada erótica del poder,./ LA COCINA DEL MARTES, PATATAS CON QUESO FUNDIDO,.

TÍTULO: Desayuno de domingo con...El actor Ginés García-Millán,.

Ginés García-Millán: "Nos gustan los malos porque en la vida real no podemos serlo"

Dejé el fútbol por ser actor y soy feliz porque he realizado mi sueño. En 2014 cumplo 50 años y estoy haciendo doblete: en el teatro, con Kathie y el hipopótamo; en televisión, con Cuéntame.
XLSemanal. Ha estado en todas las series de éxito: Periodistas, Frágiles, Herederos, La señora, Isabel... Solo le faltaba Cuéntame.
Ginés García-Millán. [Sonríe]. Ha sido un regalo maravilloso. La suerte es importante en la vida y yo la tengo...
XL. Queda para el recuerdo su impactante papel de Adolfo Suárez.
G.G.M. Suárez es un personaje fascinante, ¡de tragedia griega! Para el papel me lo leí todo, lo bueno y lo malo. Me gustaría volver a hacerlo en una peli potente.
XL. Tras interpretar al malvado de Herederos, ¿es lo más parecido al J. R. español, aunque mucho más guapo?
G.G.M. ¡Eso dicen! [Ríe]. A la gente le gustan mucho los malos, seguramente porque en la vida real no puede serlo.
XL. Nació hace 49 años en la habitación de un hotel. ¡Muy original!
G.G.M. Nací en el hotel de mi familia, en Puerto Lumbreras (Murcia), y allí me crie y vi pasar de todo: turistas, comerciantes, jugadores, canallas... Era una ventana abierta al mundo. Recuerdo un día que recaló un autobús con 60 danesas maravillosas... ¡Fue inolvidable!
XL. Muy jovencito empezó a jugar al fútbol y llegó a ser profesional.
G.G.M. Alguien pensó que se me daba bien y fui a Valladolid. Pero allí había una semana internacional del cine y un gran festival de teatro y caí en la tentación.
XL. Jugaba de portero. ¿Perdimos un buen Casillas para ganar un gran actor?
G.G.M. ¡Buenooo! Casillas es muy grande, pero yo creo que hubiese sido un buen portero. Eso sí, del Barça.
XL. Paco Rabal le dijo: «Ginés, haz cine y conocerás mundo y mujeres».
G.G.M. Con las danesas ya iba bien, ¿eh? [ríe]. Mi primer trabajo fue con Benito Rabal. Con él rodé una serie en Sudamérica durante dos años. Ahí conocí a la familia Rabal, que es maravillosa.
XL. ¿Y quién ligaba más: Paco o usted?
G.G.M. Paco, Paco. ¡Siempre Paco!
XL. Otro buen consejo se lo dio su abuelo: «Que nunca te falten un trozo de tierra y dos chotos».
G.G.M. La tierra ya la tengo, en Cabezo de la Jara, al lado de mi pueblo, donde disfruto plantando árboles y viéndolos crecer. El último ha sido una encina.
XL. Sin Facebook ni Twitter... ¡Es usted un hombre del futuro!
G.G.M. ¡Seguramente! No tengo tiempo para eso y mi hermano se encarga.
XL. No ha dejado de reírse durante toda la entrevista. ¿Es optimista?
G.G.M. Mucho. Creo que de todo se sale con ganas y esfuerzo y que hay que mirar siempre para delante.

Su desayuno: «Un café americano, tostadas con aceite y fruta, generalmente piña. Los fines de semana desayuno con mi chica; de lunes a viernes, solo porque ella se levanta antes». 


  1. Cada vez que salta a los medios de comunicación una historia de amores e ... Hollande, todos invocamos eso que llaman la erótica del poder.
     
    Cada vez que salta a los medios de comunicación una historia de amores e infidelidades en la que interviene un poderoso, como ocurre con el affaire de François Hollande, todos invocamos eso que llaman la erótica del poder. Entonces los parroquianos, entre divertidos y escandalizados, comentan la jugada casi siempre en los mismos términos. Da igual que el poderoso de turno sea un tipo atractivo, como Bill Clinton, o con menos sex-appeal que una ostra cerrada, como el actual presidente de Francia: el veredicto es parecido. Uno menea la cabeza, esboza una medio sonrisita malvada y, en caso de ser mujer, sentencia algo así como: «Anda, que a este iban a mirarlo dos veces si no fuera quien es».
    Si es hombre, posiblemente diga algo similar, pero añada (para sus adentros, no sea que lo tachen de machista): «Las mujeres, ya se sabe, siempre detrás de lo que más brilla, aunque sea un duro de hojalata». Sería muy fácil escribir a continuación un alegato y decir que no, que a nosotras nos importa más el ser que el tener. Envolverme en la bandera feminista y proclamar que los tiempos han cambiado, que ya no necesitamos que los hombres nos den relumbrón, nos paguen las cuentas, nos regalen un pedrusco, nos pongan un piso. Pero las cosas, hipócrita lector, mi hermano, mi semejante (esto lo decía Baudelaire, ¿a que suena bien?), no son tan simples ni tan políticamente correctas. Si quien escribe estas líneas fuera hombre, le sacarían la piel a tiras por lo que voy a decir a continuación, pero, como soy chica, me voy a permitir el lujazo de decir la verdad. Sí, es posible que ya no necesitemos a un hombre que nos dé tranquilidad económica.
    Las mujeres de ahora tenemos la suerte de estar entre las primeras generaciones que, en la larga historia de la humanidad, podemos presumir de ser autosuficientes, de ganarnos la vida, de ser independientes en todos los sentidos. Y si es así y lo es, ¿por qué entonces vemos todos los días mujeres guapísimas y sin problemas de tesorería que se emparejan con individuos cuyo mayor atractivo, al menos en apariencia, es el tamaño de... sus billeteras? ¿Qué le ve, por ejemplo, la oscarizada Charlize Theron al ya fané y nunca muy guapo Sean Penn? ¿Y esa joven y talentosa chica de treinta años que acaba de enamorarse de un octogenario Clint Eastwood? ¿Y yo a mi difunto marido, que me llevaba veintidós años?
    Lo primero que me gustaría decir es que nosotras, a diferencia de los hombres, valoramos otros muchos atributos antes que la belleza física. Para ellos la atracción está directamente relacionada con la apariencia, para nosotras cuenta más la ciencia. O, lo que es lo mismo, cuenta la admiración que sentimos por lo que ese hombre es, no por lo que parece. Nos enamoran la inteligencia, la personalidad, la capacidad de hacer cosas, de conseguir metas. En realidad, si se fijan, tanto a hombres como a mujeres nos atraen los mismos atributos que a nuestros antepasados más remotos. A ellos les atraía la hembra capaz de concebir la mejor prole, la que más podía contribuir a mejorar la especie, y a nosotras... a nosotras, exactamente lo mismo.
    No solo el varón físicamente más hábil, sino el que creemos que puede proteger mejor a la familia, el más poderoso, por tanto. Poder, he aquí la palabra clave. No es un término que goce de buena prensa, desde luego. Se relaciona siempre con todas sus connotaciones más negativas, con prepotencia, abuso, despotismo. Y, sin embargo, poder como su propia etimología revela es simplemente la capacidad de hacer cosas. O, como también señala el diccionario, es la ausencia de obstáculos e inconvenientes, es aptitud, facultad, influjo, autoridad. ¿Resulta entonces tan extraño que una mujer valore y admire esas cualidades? En lo que a mí respecta, puesto que alguna vez me han señalado como víctima de esa erótica, la del poder, he de decir simplemente que siempre he necesitado mirar a un hombre de abajo arriba y no de arriba abajo. No tengo alma de redentora para salvar tipos descarriados o perdedores, por muy guapos y musculosos que sean. Tampoco me gusta el rol de mamá para cuidarlos y hacerles sopitas. Ni siquiera aspiro a ser el reposo del guerrero, sino la que está a su lado, compartir la lucha, y cuanto más valiente y bizarro sea él, mejor. ¿Soy acaso la única, una rara? Yo diría que no.

    TITULO: LA COCINA DEL MARTES, PATATAS CON QUESO FUNDIDO,.


    1. Ingredientes: 200 g de patatas pequeñas (a ser posible, nuevas), 2 champiñones, 50 g de setas de cardo, 1 queso tierno de oveja, 50 g de ...

      -foto-Patatas con queso fundido

      Ingredientes: 200 g de patatas pequeñas (a ser posible, nuevas), 2 champiñones, 50 g de setas de cardo, 1 queso tierno de oveja, 50 g de chacolí, flor de sal, pimienta, cebollino picado y unos brotes de canónigos.
      Elaboración: se lavan bien las patatas y se cuecen en agua hirviendo con sal durante 30 minutos. Se retiran de la cazuela y, cuando se hayan enfriado, se pelan y se reservan templadas. Entretanto se pelan y filetean los champiñones en láminas finas. En un recipiente apto para el horno se colocan en la base. Se retira la cáscara al queso con la ayuda de una puntilla y se pone en el recipiente donde ya tenemos los champiñones. Se riega con el chacolí, se cubre el recipiente con papel de aluminio y se hornea a 170 ºC durante 15 minutos. Mientras, se limpian las setas de cardo y se saltean en una sartén con una pizca de aceite.
      Acabado y presentación: cuando hayan pasado los 15 minutos, se retira el papel de aluminio del recipiente que tenemos en el horno y comprobamos que el queso esté fundido y ligeramente tostado. Si es así, se agregan las patatas dentro del queso y se echan por encima las setas de cardo que previamente habíamos salteado. Se sala ligeramente el contenido de la cazuela con flor de sal y pimienta recién molida y se espolvorea por encima una cucharada sopera de cebollino picado. Para acompañar el plato, se puede preparar una buena ensalada de brotes de canónigos con unas patatas nuevas cocidas y aliñadas con un aderezo a nuestro gusto.
      PASO A PASO
      1. Se cuecen las patatas en una cazuela con agua hirviendo y sal, se pelan y se reservan.
      2. Se pelan los champiñones y se filetean en láminas.
      3. Se tapiza un recipiente con los champiñones, se ponen el queso y el chacolí y se hornea 15 minutos a 170 ºC.
      4. Se introducen las patatas, se echan las setas de cardo por encima... y el plato ya está listo.






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