jueves, 27 de febrero de 2014

LA LIBRETA Y EL DIARIO,Jason Sudeikis./ REVISTA GIGANTES, BALONCESTO, NBA, MORTADELO Y FILEMÓN, Jodie Meeks,./ LUKE, LUKE, Un mito 'bebiente'

TÍTULO: LA LIBRETA Y EL DIARIO,.Jason Sudeikis,.

Jason Sudeikis-fotos, la libreta y el diario,.

Jason Sudeikis
Jason Sudeikis 2011 Shankbone 2.JPG
Sudeikis en 2011.
Nombre de nacimiento Daniel Jason Sudeikis
Nacimiento Fairfax, Virginia
Flag of the United States.svg Estados Unidos
18 de septiembre de 1975
(38 años)
Ocupación Actor, comediante, actor de voz
Ficha en IMDb
Daniel Jason Sudeikis (Fairfax, Virginia, 18 de septiembre de 1975) es un actor estadounidense, miembro del elenco de Saturday Night Live. Desde 2011 ha actuado en varias películas como: Hall Pass, Horrible Bosses y A Good Old Fashioned Orgy.,etc,.

TÍTULO: REVISTA GIGANTES, BALONCESTO, NBA, MORTADELO Y FILEMÓN, Jodie Meeks,.

Jodie Meeks-fotos, mortadelo y filemon,.

Jodie Meeks
Jodie Meeks Lakers 2013.jpg
Datos personales
Nombre completo Jodie Meeks
Nacimiento Norcross, Georgia Flag of the United States.svg Estados Unidos21 de agosto de 1987
Altura 1,93 m (6 pies 4 pulg)
Peso 94 kg (207 lb)
Carrera
Universidad Universidad de Kentucky
Draft 2ª ronda (puesto 41) 2009 por Milwaukee Bucks
Club Los Angeles Lakers
Liga NBA
Posición Escolta
Dorsal(es) 20

Trayectoria

Jodie Meeks (nacido el 21 de agosto de 1987 en Norcross, Georgia) es un jugador de baloncesto estadounidense que pertenece a la plantilla de los Los Angeles Lakers de la NBA. Con 1,93 metros de altura, juega en la posición de escolta.

Trayectoria deportiva

Universidad

Jugó durante tres temporadas con los Wildcats de la Universidad de Kentucky, en las que promedió 15,4 puntos y 3,0 rebotes por partido.1 En su primera temporada fue elegido como All-American entre los novatos. promediando 8,3 puntos por partido, siendo habitualmente el primer jugador en saltar a pista desde el banquillo.2 Anotó más de 10 puntos en 16 ocasiones, incluidos 14 de los 18 últimos partidos.3
En su segunda temporada se perdió 20 partidos debido a las lesiones.2 A pesar de ello logró su mejor marca anotadora hasta ese momento ante Florida International, consiguiendo 21 puntos, a los que añadió 4 rebotes y 3 asistencias.4
La que iba a ser su última temporada como universitario arranco de forma espectacular, anotando en el primer partido ante el Virginia Military Institute 39 puntos, que no fueron suficientes para la victoria de su equipo.5 El 19 de enero de 2009 rompió el récord que poseía Dan Issel desde hacía 39 años, al lograr 54 puntos en un partido ante Tennessee.2 A lo largo de esa temporada, anotó 30 o más puntos en 7 ocasiones,6 siendo elegido en cuatro ocasiones como mejor jugador de la semana de la Southeastern Conference y finalmente incluido en el mejor quinteto de la misma.2 Fue también incluido en el segundo quinteto del All-American.7

Profesional

Fue elegido en la cuadragésimo primera posición del Draft de la NBA de 2009 por Milwaukee Bucks,8 con quienes firmó un contrato por tres temporadas.9 Pero tras jugar 41 partidos en los que promedió 4,1 puntos y 1,8 rebotes,10 Fue traspasado a Philadelphia 76ers junto con Francisco Elson a cambio de Primoz Brezec y Royal Ivey.11 Terminó firmando por los Angeles Lakers, su actual equipo.

TÍTULO:  LUKE, LUKE,  Un mito 'bebiente'

LUKE, LUKE-foto.

Un mito 'bebiente'

  • Nuestro admiradísimo John Banville se pone en los zapatos del santo bebedor Raymond Chandler y pone a anadar, 55 años después, al detective Marlowe. Y le sale que te mueres


Philip Marlowe ha vuelto a casa, y a su despacho, y al rincón más oscuro del polvoriento bar, y esta vez no lo ha hecho por Navidad, como era lo esperado, sino a finales de este febrerillo loco y de la mano de Benjamin Black, o sea, John Banville, a petición de los herederos de Raymond Chandler, quienes han elegido perfectamente al tipo que continúe la saga novelera del detective más solitario que ha producido el 'noir' yanqui. Banville hace honor a su pseudónimo y convierte en 'black' adictivo todo aquello que toca.
Uno de los grandes. Otro de los nuestros. Y si resucita al legendario 'huelebraguetas' (ese hombre turbio y seco que no conoce a las mujeres, porque todas le salen rubias y fatales, o porque no se conoce tampoco a sí mismo), por encargo de los herederos, y lo embarca en una nueva y peligrosa aventura por las calles de Bay City, pues mejor que mejor.
Salimos ganando todos con esta empresa. Empezando por el propio John Banville, quien imagino que habrá disfrutado como un niño frente a su videoconsola escribiendo esta novela; siguiendo por los lectores, que recibimos con algo de retraso un pedazo de regalo navideño sin precedentes; y acabando con la editorial, Alfaguara, a cuyos responsables no queda más que felicitar por contar en su catálogo con un escritor de la talla de Banville. Equis equis equis ele.
¿Supera la prueba el algodón el bueno de Black? Pues sí. Y con nota. No en vano, según Stephen King, el Puto-Rey-del-Moderno-Pulp-Estadounidense, valga la redundancia, "allá donde se encuentre, Raymond Chandler sonríe ante la impecable factura de esta novela negra". Ahí queda eso.
Y se imagina una a John Banville, o sea, Benjamin Black, enfundándose el mono de trabajo de Raymond Chandler, poseído por su espíritu burlón, dejándose guiar por el fantasma de ese mismo Raymond Chandler que fue despedido, en 1932, de la compañía petrolífera donde trabajaba por su alcoholismo y porque había desatendido por completo el trabajo.
Ese Raymond Chandler que tenía por aquel entonces 44 años y quería ser escritor. Ese Raymond Chandler (Chicago, 1888-La Jolla, California, 1959) que, entre trago y trago de bourbon, se lo tomó muy en serio. Tardó cinco meses en escribir y reescribir su primer relato, 'Los chantajistas no matan', y lo envió a 'Black Mask', donde apareció en 1933. Le pagaron 180 dólares, un centavo por palabra. Durante cinco años, Chandler publicó en 'Blak Mask', en 'Dime Detective Magazin' y algunas otras publicaciones baratas. Se forjaba así uno de los mitos viviente, y 'bebientes' de lo 'negropolicial' puro y duro.
Pero dejemos a Chandler donde está, es decir, felizmente muerto y enterrado, y abramos este implacable 'La rubia de ojos negros' para dar voz, después de tantos años en silencio forzoso, al cabroncete de Philip Marlowe, quien ha vuelto a nuestras vidas y esperemos que lo haya hecho para quedarse por mucho tiempo. ¡Gracias, Benjamin! ¡Gracias, Raymond! ¡Gracias, herederos de Chandler! ¡A vuestra salud va este copazo 'mint julep' bien cargado de whisky de centeno! ¡Salud!
Era martes, una de esas tardes de verano en que la Tierra parece haberse detenido. El teléfono, sobre la mesa de mi despacho, tenía el aspecto de sentirse observado. Por la ventana polvorienta de la oficina se veía un lento reguero de coches y a un puñado de buenos ciudadanos de nuestra encantadora ciudad, la mayoría hombres con sombrero, que deambulaban sin rumbo por la acera. Me fijé en una mujer que, en la esquina de Cahuenga y Hollywood, aguardaba a que cambiara la luz del semáforo. Piernas largas, una ajustada chaqueta color crema con hombreras, una falda azul marino. También lucía un sombrero, un accesorio tan diminuto como un pajarito que se hubiera posado en un lateral de su cabello y se hubiera quedado allí alegremente. Miró hacia la izquierda, luego hacia la derecha y de nuevo hacia la izquierda -y entonces cruzó la calle soleada, avanzando con elegancia sobre su propia sombra.
La temporada estaba siendo muy floja. Había trabajado una semana como guardaespaldas de un tipo que acudió desde Nueva York volando en un clipper. Tenía la mandíbula azulada, un reloj de oro en la muñeca y un anillo en el dedo meñique con un rubí tan grande como un garbanzo. Se presentó como un hombre de negocios y yo decidí creerle. Él estaba preocupado y sudaba muchísimo, pero nada sucedió y me pagó lo estipulado. Poco después, Bernie Ohls, de la Oficina del Sheriff, me puso en contacto con una encantadora ancianita cuyo hijo drogadicto le había birlado la famosa colección de monedas de su difunto marido. Tuve que ponerme algo violento para recuperar lo robado, pero la sangre no llegó al río. Había una moneda con la cabeza de Alejandro Magno y otra donde se veía el perfil de Cleopatra con aquella enorme nariz. ¿Qué verían los hombres en ella?
Sonó el timbre que anunciaba la apertura de la puerta principal y oí los pasos de una mujer, que atravesó la sala de espera y se detuvo un instante ante la puerta de mi oficina. El sonido de unos tacones altos en el suelo de madera siempre me produce un ligero cosquilleo. Iba a decirle que pasara con ese impostado tono grave de puedes-confiar-en-mí-soy-un-detective, cuando ella entró sin llamar.

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