Los niños de Jerez de los Caballeros, en los años 40, nunca tiraban
los casquillos de las bombillas fundidas, ni los clavos oxidados.
Esperaban a que pasase Gallardo el del burro, que se los cambiaba por
algarrobas. Los más viejos del lugar aún le recuerdan, "con su borrico
p'arriba y p'abajo, entre Zafra y Jerez, cargao de chatarra y pieles".
Ahora, Gallardo el del burro ya es "Don Alfonso". El más rico de
Extremadura, uno de los patrimonios más abultados de España y el hombre
que ha entrado sin llamar en el salotto mediático nacional, esta semana,
con la adquisición del Grupo Zeta.
Y, sin embargo, la puerta del número ocho de la calle de la
Corredera sigue abierta, como casi todas las de Jerez de los Caballeros.
Alfonso Gallardo se hizo rico pero no cambió de morada. La suya, en la
zona central del pueblo, ni siquiera es de las mejores de la calle. Una
casita encalada, de dos pisos, con las persianas bajadas y una sencilla
puerta de madera clara entreabierta. Teresa, su mujer, prefiere no
recibir a Crónica. Son las 19.30 del miércoles y seguramente esté ya
preparando la cena a su marido. No tardará mucho en hacer una tortilla
francesa de un huevo. La misma que el empresario se jacta ante sus
colaboradores de comer cada noche desde hace 20 años.
Hosco, lirondo, tozudo y alérgico a la proyección pública. Así es el
nuevo magnate de la comunicación española. Un extraterrestre en la corte
del rey glamour. Muy diferente a su predecesor Antonio Asensio,
fundador de Zeta, uno de los personajes de la Barcelona bien de los 80 y
90, amigo del Rey Juan Carlos e invitado por la Familia Real a la boda
de la Infanta Cristina.
Alfonso Gallardo también tuvo relación con la Familia Real. Cuando el
Príncipe Felipe acudió en 1996 a la inauguración de la siderúrgica
Balboa. Intrigado a la salida por un castillo situado enfrente de la
fábrica, propiedad de un empresario enemistado históricamente con
Gallardo, el príncipe de Asturias preguntó: "Y eso, ¿qué es?". Desde su
1,65 cm., el empresario alzó los talones y le dijo a los dos metros de
heredero: "Si te casas en Jerez, te lo compro".
Nacido en los primeros años 30, heredó su mentalidad de la posguerra,
que vivió como un zagal de familia pobre, de la que tuvo que hacerse
cargo cuando estrenaba la adolescencia. Salió adelante a golpe de
picardía. Antes de sus paseos como chatarrero, organizó bailes para los
jóvenes del pueblo en su propia casa, a duro la entrada. Las autoridades
se lo cerraron por falta de licencia. Después comió polvo en las
cunetas, vendiendo melones al grito de "bueno y barato". Tuvo una
carbonería en el camino de San Vicente, el Raval de Badajoz, donde
vendía picón y dormía, para no gastar.
"Así ha conseguido ser capaz de ver un duro a un kilómetro. Antes
engañas a un gitano que a Alfonso Gallardo", dice uno de sus mejores
amigos, Tomás Martín Tamayo, diputado regional del PP.
Corren variadas versiones sobre el origen de su enriquecimiento. Sus
detractores lo consideran un protegido de la Junta de Extremadura y su
ex presidente, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que ha expropiado cuando ha
hecho falta, le ha proporcionado terrenos y le ha colmado de
subvenciones -en 2004, recibió el 73% de todas las subvenciones a pymes
de la región-. Uno de sus siete sobrinos directos -y herederos, puesto
que no tiene hijos- es Francisco Fuentes Gallardo, secretario general
del PSOE en Badajoz.
PÁNICO AL AVIÓN
La versión del propio Gallardo, tal como
la relató a un amigo suyo: "Me di cuenta de que había un tipo que pagaba
una miseria por el hierro, a mí y cuatro desgraciados como yo, y luego
lo vendía a un precio mayor sin moverse del sillón. Fui a ver al segundo
comprador y le propuse recoger la chatarra de otros por un menor
precio. Después descubrí que éste se la vendía a una fundición del País
Vasco e hice lo mismo. Más tarde me compré un horno...". Ese cuento de
la lechera siderúrgico factura hoy más de 2.000 millones de euros y
tiene 3.500 trabajadores directos -más 6.000 indirectos-.
Cada euro ganado era automáticamente reinvertido. En los 70 empezó a
fabricar tubos laminados en frío (hoy es el segundo productor de
Europa), en los 80 compró empresas en Madrid y Asturias, en los 90 crea
su joya de su corona, Siderúrgica Balboa, monstruo metálico a las
puertas de Jerez de los Caballeros... "Alfonso se juega la taleguilla en
cada envite", afirma Tomás Martín Tamayo, "no hay un empresario con
mayor capacidad de asumir riesgos. Cuando dijo que iba a plantar una
siderúrgica, le tomaron por loco y ahora, mira".
Miro. Con las chimeneas vomitando humo, los trabajadores salen
sudando del turno de las 18.15, mono azul en ristre. "Antes, en España
nos imaginaban con el hacha y el sacho [la hoz]. Gracias al jefe ya no
tenemos que emigrar para escapar del campo", asegura Carlos, comercial,
cuyo abuelo le hablaba de Alfonso recogiendo hojalata con su burro.
Sus trabajadores agradecen su alergia a las corbatas y las chaquetas,
y que sea el primero en llegar y el último en irse. "Uy, si le vieses
salir por esta puerta, no le distinguirías", dice Miguel, encargado.
Chaparro, ojimoreno y de voz atiplada, suele pasar más tiempo en su
parco despacho de la fábrica, donde al final de cada jornada se acumula
una espesa capa de hollín, que en el de las oficinas del grupo.
En 2006 le compró a Arcelor una gigantesca planta de acero en
Turingia (Alemania), en su primera expansión internacional. Operación
rentable, pero un engorro para Don Alfonso, que le tiene pánico a los
aviones. Toda la vida fue a trabajar a las 7.00 en un Seat Panda azul
conducido por él mismo, que hoy se ha convertido en un Fiat Uno gris,
más útil que cualquier despampanante berlina para maniobrar las
entreveradas cuestas de su pueblo. A Alemania, sin embargo, va en un
Mercedes último modelo y con chófer.
En los últimos años, su obsesión ha sido diversificar el grupo. Una
cementera, una fábrica de papel y hasta una refinería de petróleo. Este
negocio, todavía en fase de aprobación, podría duplicar su facturación
pero también arruinarle. Los expertos económicos dudan de los beneficios
que puede dar el refino al precio que cuesta el crudo. Al margen de las
protestas de agricultores y ecologistas.
"Hay que tener cojones para meter un oleoducto por Doñana, los picos
de Aroche y la sierra de Aracena. Pero cuando a Gallardo se le pone algo
entre ceja y ceja lo consigue... éste decide poner una pirámide en
Extremadura y te la monta piedra a piedra", comenta un lugareño, acodado
en un bar de la Plaza de España de Jerez. Quizás por eso el personaje
histórico favorito de Don Alfonso y quien da nombre a su siderúrgica es
el descubridor Vasco Núñez de Balboa, vecino ilustre de Jerez de los
Caballeros.
Su primera incursión en el sector de la comunicación remonta a 2001,
cuando, asociado con Prisa, recibe de la Junta la licencia para crear
una televisión regional. Concesión sancionada por los tribunales por
eludir el control público. El año pasado, Prisa vuelve a llamarle para
venderle sus participaciones en tres regionales andaluces: el Odiel
Información, el Correo de Jaén y el de Andalucía. El primer paso de lo
que será su desembarco en Zeta.
"NO QUIERO SER FAMOSO"
Oxímoron de los ricos sobrevenidos como El
Pocero, Alfonso Gallardo detesta gastar. Adicto a los pictolines,
caramelos rectangulares de menta, el empresario les quita el envoltorio,
los parte en trocitos, se mete uno en la boca y envuelve de nuevo el
resto de fragmentos, que van a parar al bolsillo hasta la próxima vez.
Dicen que así se forjan imperios.
Es capaz de regatear en cualquier tienda, como hizo en un negocio
deportivo cercano a su casa con el precio de unas zapatillas. "Mira,
Alfonso, eres un empresario magnífico, pero lo tuyo son los hierros y lo
mío es esto", tuvo que decirle la encargada, tras un buen rato de tira y
afloja, para conseguir que sacase la billetera y pagase 30 euros. Actúa
igual cuando negocia compras por valor de millones de euros.
Muy seguro tenía que estar para cerrar esta semana un preacuerdo de
422 millones de euros por cerca del 80% del Grupo Zeta. Algunos amigos
le han prevenido de lo que consideran un "disparate". "Alfonso va a
saber ahora lo que es la presión política. La información no es su
mundo", añaden.
Su mano derecha y consejero delegado del grupo, Juan Sillero, lo
niega en declaraciones a Crónica: "La información no es diferente de
cualquier otro sector. Para nosotros, la información vale lo mismo que
el cemento. Lo que vemos al final es una cuenta de resultados. Y Zeta
será rentable".
Sin estudios y autodidacta, nada amigo de literaturas, devora todos
los días tres diarios nacionales, entre ellos EL MUNDO, los dos
regionales y un dossier de noticias económicas.
Paradójicamente, el nuevo magnate de los medios de comunicación
abomina de ellos. "Yo no quiero ser famoso", repite sin cesar a sus
colaboradores, cada vez que rechaza la enésima petición de entrevista.
Vicios tiene pocos. El jamón de bellota de su tierra, los vinitos que
se sigue tomando, aunque los médicos se lo prohibiesen después de un
infarto, y, ante todo, los toros. No falta a San Isidro -el jueves
disfrutó de las cuatro orejas que cortó José Tomás-, la Feria de Abril
ni a las cercanas plazas de Olivenza, Zafra o la de su pueblo. Su torero
favorito es Fran Rivera, del que es amigo y al que acompaña en
monterías. Pero lo que más le gusta es escaparse al campo a ver los
toros pastar durante horas. Sus amigos le preguntan por qué no se anima a
comprar una ganadería. Y él siempre responde: ¿Para qué gastar, si
puedo ver los toros de otros?
El único dispendio que se ha permitido son las donaciones a la
Iglesia de Santa Catalina de su pueblo, de la que es devota su mujer,
para los mantos que cubren la imagen de la virgen del Rosario.
Para muchos, este negociante se ha convertido en la revancha que
Extremadura llevaba décadas esperando, como declaró Juan Carlos
Rodríguez Ibarra, el 25 de mayo, durante el mitin celebrado en Alange
(Badajoz) con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero: "En los años
sesenta y setenta mandamos emigrantes y ahora compramos siderúrgicas y
grupos de comunicación".
Detractores y admiradores le reconocen su tenacidad. Nadie daba un
duro hace años por una siderúrgica en el interior de Extremadura. Igual
que le tildaron de loco cuando anunció que iba a refinar petróleo en
Badajoz. O, esta semana, muchos no entendían cómo va a rentabilizar
Zeta. A Núñez de Balboa también le decían que el Mar del Sur no existía.
EL POLÉMICO INFORME GALLARDO
El Informe Gallardo no lo escribió John Grisham, sino Manolo García,
propietario de un vivero en Villafranca de los Barros y portavoz de la
plataforma Refinería No, en protesta contra la planta petrolera que
Alfonso Gallardo quiere instalar en esa comarca. Una industria que,
según el colectivo, supondría una "catástrofe ecológica irreparable".
Los expertos también dudan de la viabilidad económica de un proyecto que
prevé comprar crudo y bombearlo desde Huelva. La única fuerza política
que apoya el proyecto es el PSOE -el 23% del capital de la sociedad será
de la Junta de Extremadura-. El Informe Gallardo detalla 20 casos en
los que acusa al grupo de haber vulnerado la ley. En el último de los
revisados por los tribunales, Juan Sillero, mano derecha de Alfonso
Gallardo, y otros dos directivos fueron condenados a un año de prisión
por vertidos tóxicos en Jerez de los Caballeros.
SE DILUYE EL IMPERIO ASENSIO
Antonio Asensio (en la foto) forjó un imperio mediático que no le ha
sobrevivido ni una generación. Su hijo, Antonio Asensio Mosbah, alcanzó
esta semana un preacuerdo de dos meses para vender casi el 80% del grupo
-quedan excluidos los activos audiovisuales- por 422 millones de euros
al Grupo Gallardo. El empresario extremeño se hace así con 16 periódicos
regionales (entre ellos, El Periódico de Cataluña y el Periódico de
Extremadura, una de las dos cabeceras de su región), dos deportivos y 16
revistas (Interviú, Tiempo...), además de otras cabeceras electrónicas.
Alfonso Gallardo llevaba años dando vueltas a este desembarco e incluso
llegó a interesarse por la compra de algunas cabeceras de Vocento. En
2006 y 2007, ya compró a Prisa -que le ha asesorado en la compra de
Zeta- tres diarios regionales andaluces. |
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