-foto, Preysler y el nudo del pareo,.
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Embarcada con Vargas Llosa en un periplo que los ha llevado de los fiordos a Bali, la reina de corazones reaparece en bañador tras diez años de posar vestida,.
Está demostrado que vivir con Isabel Preysler es fácil. Lo difícil es sobrevivirla. O al menos seguirle el ritmo. En ello está Vargas Llosa, ese hombre incapaz de pasar un día de su vida sin escribir durante cinco horas (ya es manía) y al que Preysler intenta reconducir con seductoras artes por la senda de 'il dolce far niente' embarcándolo en viajes interminables alrededor del mundo del lujo.
Pincha en hueso. Mientras ella reposa fuera en la hamaca, él repiquetea dentro en el portátil... Y cuando a ella le apetece relajarse (aún más) y beberse un Mai Tai (o dos, si son pequeños)... Entonces aparece él empuñando ese montón de folios impresos, con cara de ¡Eureka! y dispuesto a leerle en voz alta a su amada sus más recientes hallazgos literarios o una sesuda reflexión acerca del fujimorismo entendido como «una construcción artificialmente sostenida con una inyección frenética de demagogia, populismo, cuantiosos recursos...» Y, claro, así no hay quién desconecte.
¿Sobrevivirá el Nobel que dijo «Yo sin rutina no soy nadie» al doble estrés de seguir fiel a su agenda laboral y al mismo tiempo cumplir con el intenso programa de fiestas preysleriano? ¿Soportará Isabel tamaña sobredosis dialéctica durante el periodo más irracional del año? Un extenso reportaje gráfico publicado esta semana en ¡Hola! parece confirmar que sí. Que la pareja ha encontrado el justo equilibrio entre una cosa y la otra, ese 'ni pa ti ni pa mí' tan necesario en toda convivencia. Y eso que en algunas imágenes a ella se la ve deportiva y fresca como una lechuga y a él (unos pasos por detrás), 'agotaíto'...
Pero la noticia en realidad no es que Preysler y Vargas veraneen en uno de los lugares más paradisiacos y remotos del planeta, disfrutando de espectaculares puestas de sol y mayordomo privado (el poderío se les supone). El bombazo es ver a la rutilante Isabel en traje de baño después de diez años posando como maja vestida. El titular de semejante 'scoop' periodístico podría ser: Sin novedad en el frente (ni tampoco en la retaguardia). Porque 'ten years after' a Preysler no se le ha descolgado ni un centímetro de su anatomía. Sigue a sus 65 años igual de estilizada que a los 30, con un tipazo refractario al michelín, la estría y la celulitis. ¿Cómo lo consigue? Se lo digo yo, que he sido testigo: pidiendo para comer «una manzanita y agua de Jamaica». No hay otra, queridas amigas. Dieta, buena genética, masajes diarios y mucho ejercicio.
Lo raro es que estando así de bien, se haya sentido obligada a marcharse a 14.000 kilómetros de distancia para ponerse el bañador. Tita Cervera, con tener mucho más que ocultar, según ha cruzado la frontera ya se ha plantado el biquini. Pero es que Preysler es una perfeccionista. Para protagonizar el posado playero de la década necesitaba el escenario perfecto (y que no la cazara algún paparachi ajeno a ¡Hola!). El resultado es un recital de estilo, con un pareo a juego de cada traje de baño (antes muerta que descoordinada). Ahora sabemos a qué dedica Isabel sus cinco horas diarias sin Mario,.
Mi psicóloga me ha dicho que nada de relaciones estables,.foto
Sí, porque soy mezcla. Siempre lo tengo que deletrear (risas). En el equipo me llamaban Haagen- Dazs, Steve House... ¡y yo ya respondía por todo!
Compositora, actriz, cantante, modelo, conferenciante, deportista... ¿pero usted cómo se define?
Soy una luchadora de la vida, una gladiadora, una espartana del siglo XXI que tiene una espada en su mano y lucha por los sueños.
Pero es casi una mujer orquesta.
Es lo que nos ha tocado a las mujeres de nuestra generación, porque
queremos ser las mejores en el trabajo y en la casa, y ya, si eres
deportista, pues la mejor del mundo. Realmente las 'superwomen' de este
momento somos las mujeres.
Pues de usted dicen que es una superheroína de incógnito...
No me siento ni una minusválida ni una 'supernada': tengo mis días buenos y mis días malos.
¿Su vida va sobre ruedas?
Mi vida va sobre ruedas literalmente, pero hay subidas y bajadas, igual que en las montañas.
¿De qué pasa olímpicamente... o paralímpicamente?
De pocas cosas. Cuando me comprometo, lo hago al cien por cien.
¿Su espada de esgrima es como Excálibur?
Mi espada no tiene nombre, pero es única porque ha vivido cinco
Juegos, dos medallas, la han firmado los Reyes... Ha vivido conmigo las
alegrías, pero también los llantos.
¿Tiene las medallas en el cuarto de baño, como los actores los Oscar?
Soy peor. Las tengo metidas en un cajón porque me da mucho pudor. Aunque sí está a la vista mi espada, la antorcha...
¿Se liga tanto en unos Juegos como se rumorea?
La villa, sobre todo la de Barcelona, fue una gran fiesta y tuvimos suerte los que competimos los primeros días (risas).
Usted habla de su condición sexual libremente y ha dicho que ha salido tanto con hombres como con mujeres...
Cuando estoy con alguien, lo que quiero que vea no es la silla, sino
la persona que va en ella. Y yo no me tengo que fijar ni en la edad, ni
en la cultura, ni en el color de la piel, ni en el sexo... Me fijo en
la persona que te acompaña, para mí eso es lo bonito.
¿Hay mucho tabú con la silla?
Sí, se tiene que hablar con más normalidad. En realidad, no supone un problema, porque las relaciones luego van bien.
Ahora su psicóloga le ha dicho que nada de novio ni novia...
Nada. Mi psicóloga me ha dicho que me quede quietecita y que hasta que no baje del Kilimanjaro no tenga nada estable (risas).
¿Y se metería en un 'reality' con silla y todo?
Sí, todo lo que sea normalizar... No me importaría; todo se puede estudiar (risas).¿Le han llamado loca muchas veces?
Ahora más con lo de subir al Kilimanjaro. Un poquito de locura sí es, pero también valentía por romper los límites, porque es así como se consiguen luego los beneficios.
Hablando de compromiso, la nadadora Teresa Perales llegó a saltar a la política un tiempo. ¿Usted lo haría?
La política tiene que cambiar, modernizarse y cumplir los valores
que yo tengo ante el deporte, como el juego limpio, el honor, el
esfuerzo en equipo y nada de individualismo, la constancia, el
sacrifico... Cuando encuentre eso en un grupo parlamentario y me
considere afín, pues por qué no.
Jennifer Lopez aseguró su trasero, Iker Casillas sus manos... ¿Usted qué pondría a buen recaudo como ellos?
(Risas). Pues tendría que asegurar la silla porque va a ser única en el mundo. Sin la silla no voy a cualquier parte.
¿La silla esconde los kilos?
Los esconde bastante. Con la silla tengo dos ventajas: no desgasto tacón y podría esconder los kilos de más si los tuviese.
¿Para qué es vaga?
Para nada. La mayor riqueza que tenemos en la vida es el tiempo y no hay que malgastarlo.
¿Cuál ha sido el último capricho que se ha dado?
Soy muy poco derrochadora. Lo último ha sido un clic de Playmobil,
de los que soy muy fan, con los que estoy recreando la expedición del
Kilimanjaro. Tengo el mecánico, la tienda de campaña...
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