TITULO: NATURALEZA - El fin de los penúltimos mamuts ,.
El fin de los penúltimos mamuts
Ponen fecha a la extinción de un grupo que vivió aislado hasta hace 5.600 años,.
Los penúltimos mamuts, los primos lanudos y gigantes de los
elefantes, sobrevivieron hasta hace apenas 5.600 años en St. Paul, una
pequeña isla en el Estrecho de Bering, a mitad de camino entre Alaska y
Rusia. Una investigación presentada ayer ha puesto fecha a su
desaparición definitiva y, además, explicado por qué ocurrió: el aumento
del nivel del mar a causa de las temperaturas fue apropiándose del agua
dulce disponible y acabó con ellos. Solo una minúscula colonia
superviviente en la isla de Wrangel, frente a las costas de Siberia, se
mantuvo con vida hasta, aproximadamente, el 1700 a. C.
Cada vez quedan menos dudas de que los mamuts se extinguieron por la
combinación de dos desastres ecológicos: el cambio climático y la
expansión de los humanos por Asia y Europa. Los individuos que vivían en
el continente desaparecieron hace unos 12.000 años, coincidiendo con el
fin de la última glaciación y con la irrupción definitiva de los homo
sapiens, que los cazaban para comer, en las regiones más frías. También
en las dos islas que los acogieron hasta el final, estos fenómenos
fueron culpables de su fin. En St. Paul por una cuestión climática, y en
Wrangel por su repentina colonización por pobladores humanos.
Según los autores del trabajo presentado ayer, nunca se había podido
datar una extinción prehistórica con tanta precisión. Hace no más de
5.700 años, y no menos de 5.500, los mamuts de St. Paul dejaron de
existir. Es la época en la que surgía la civilización minoica en Creta,
apenas 1.000 años antes de la construcción de la Gran Pirámide de Giza.
«Es alucinante que todo haya resultado tan preciso con la datación de
la extinción», afirmó Russell Graham, coautor del trabajo y profesor de
geología en la Universidad Estatal de Pensilvania (EE UU). Antes, ya se
habían encontrado restos de mamuts en la isla, aunque nadie tenía claro
si realmente pertenecían a algunos de los últimos individuos. Para
poder dar una respuesta definitiva, los científicos decidieron buscar
también pruebas indirectas.
Por ejemplo, buscaron en capas profundas de hielo la presencia de
esporas de tres clases de hongos que prosperan en las heces de los
mamuts. «Y vimos una reducción de las tres especies, todas asociadas a
las heces de grandes animales», recalcó Graham. Se sabe que los gigantes
lanudos eran los únicos habitantes de gran tamaño de St. Paul -y que el
único otro mamífero es un zorro ártico que aún sigue allí-, por lo que
no hay dudas de cuál fue la causa. Los primeros humanos que llegaron a
la isla lo hicieron ya en el siglo XVIII.
Aumento del nivel del mar
También analizaron los sedimentos de los lagos de la isla. Con las
técnicas más modernas, esta clase de estudios permite determinar tanto
el nivel de las aguas como la calidad de las mismas. Justo en la época
en la que los mamuts se extinguieron, estas no solo se habían reducido
sino que habían perdido frescura a causa del aumento del nivel del mar.
La misma crecida del océano que primero los permitió sobrevivir -porque
aisló St. Paul del continente, mientras que antes formaba parte del
camino de hielo emergido entre Asia y Norteamérica- acabó con ellos varios miles de años después.
«Nuestra investigación pinta un dibujo aciago de la situación de
estos mamuts», afirmó Matthew Wooller, director de las Instalaciones de
Isótopos Estables de la Universidad de Alaska y coautor del trabajo.
«Las reservas de agua dulce aparecen como el candidato más probable a
empujar a los mamuts a esa situación insostenible».
La crecida del nivel del mar no solo contaminó muchos acuíferos de la
isla, sino que redujo su superficie considerablemente. «Eso concentró a
los mamuts en un área más reducida y con menos agua disponible»,
explicó la Universidad Estatal de Pensilvania en un comunicado. Se cree
que, en su momento de máxima expansión, St. Paul era de cinco a diez
veces más grande que en la actualidad. El nivel del mar, por su parte,
estaba no menos de 50 metros más bajo.
«La investigación presenta las limitaciones de agua potable como un
impulsor de extinciones no suficientemente considerado, y recalca la
vulnerabilidad de las poblaciones de pequeñas islas a cambios
ambientales», señala el artículo que han publicado los investigadores en
la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences.
Según Wooller, el cambio climático actual podría alterar las condiciones
aún más deprisa.
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