TITULO: Cena con mamá - Josema Yuste ,.Viernes - 26 - Diciembre,.

Viernes - 26 - Diciembre a las 22:00 en La 1, fotos,.

Josema Yuste,.

Josema Yuste: "Casi ningún humorista hace hoy parodia del Gobierno o de política, porque ya de por sí son tan absurdos que no merece la pena",.

Después de haber actuado durante años en 'La cena de los idiotas', el actor vuelve a formar parte de esta comedia en el Teatro Amaya de Madrid, aunque en esta ocasión como director.
Josema Yuste (Madrid, 1954) vuelve al Teatro Amaya, de sus escenarios preferidos, y lo hace nuevamente con una de sus obras favoritas, La cena de los idiotas, aunque en esta ocasión de distinta manera. Después de haber interpretado durante años el personaje de Carlos, uno de los protagonistas de esta desternillante comedia, el actor y humorista asume ahora el rol de director, con adaptación propia, de esta reconocida obra de Francis Veber, protagonizada por Junara Bonet, David Fernández y Agustín Jiménez, entre otros.
El artista, que compagina este trabajo con su actuación en la obra El Aguafiestas, asegura que se enfrenta a este reto con muchísima ilusión. "Sentí la necesidad de dirigirla porque me encanta esta comedia en concreto. Después de hacerla cuatro años y pico, la acabé conociendo por dentro muy bien y me apetecía estar en la parte de fuera del escaparate y disfrutarla de otra manera". Sólo puso una condición para hacerlo: que la protagonizara Agustín Jiménez, el que ya fuera su compañero en el papel de Francisco Piñón. "Para mí era primordial, porque él es un magnífico idiota, y era lo que más me apetecía de esta historia. Creí que iba a rechazarlo, porque ya había hecho ese papel y, además, tenía mucho trabajo. Pero me dijo que sí inmediatamente, para mi sorpresa".
¿Has cambiado muchas cosas y has introducido algún toque personal en esta nueva adaptación?
Sí, claro. En la antigua versión había gags y chistes que, al estar pegados a la actualidad, ahora ya no tienen mucho sentido. Sonaban un poco a antiguo y lo he cambiado por cosas más de ahora. Es un trabajo no muy complicado, y a la vez divertido, porque el argumento de la comedia está ahí y no se puede cambiar.
¿Hay mucha improvisación?
Me gusta improvisar, pero no constantemente. Para mí es importante que la función no salga herméticamente igual cada día, y que haya capacidad de meter algo que se te ocurra, siempre y cuando no compliques al que tienes al lado. Pero no todo el mundo puede improvisar y, antes de empezar la obra, les di una charla importante sobre ello, en el sentido de que no se puede hacerlo excesivamente. Me gusta, pero hay que tener mucho control para soltarse. Lo pueden hacer pero puntualmente y sin pasarse, porque la función tiene que durar siempre una hora cuarenta.
¿Ha cambiado mucho la forma de hacer comedia desde que empezaste. Crees que muchos de los gags que hacían Martes y Trece hoy en día no se podrían haber representado?
Claro, evidentemente. Hoy hay que tener cuidado con muchas cosas. Pero, dicho esto, tampoco te puedes poner una mordaza en la boca por si se molesta a Pepe o a Juan, porque siempre va a haber alguien que se ofenda. Entonces, ¿qué haces? ¿qué cuento para que no se moleste una persona o un colectivo? Es imposible. Lo que hay que hacer es saber en qué charco no meterte y tener un poco de finura y de inteligencia para no herir demasiado. De esa forma se puede hacer humor con muchas cosas, con inteligencia, con buen gusto.

Josema Yuste (izquierda) con le resto del elenco de 'La cena de los idiotas'.
Tu trayectoria ha estado siempre ligada a la comedia, ¿te atreverías a hacer algo dramático?
Sería raro para el público y para mí también. Me siento cómodo haciendo comedia por muchas razones y una de las principales es que me entra la risa floja con cierta facilidad. Entonces, si yo estoy haciendo una comedia y me río, que ocurre mucho, no pasa nada, la gente se ríe, lo contagias y se acabó. Si, por el contrario, estoy actuando en, por ejemplo, Otelo y me entra la risa, automáticamente me he cargado la función y, seguramente, me echarían. Entonces, por eso no hago drama, porque soy un actor al que le gusta reírse, no lo puedo evitar y, aunque cada vez controlo más, lógicamente, creo que si estuviera en una escena dramática, me entraría aún más la risa.
¿Por qué crees que va tan pocos jóvenes al teatro?
El público del teatro, en general, es mayor, la media es de 55 para arriba, afortunadamente. La gente joven de 18 a 35 suele ir al monólogo, porque es algo fácil para reírse. Por eso creo que el monólogo es una buena captación de público joven para el teatro. Esos que ahora tienen 25 llegará un momento en que se aburran de ver tanto monologuista, digo yo, y pasarán al teatro cuando cumplan 40. Lo digo por experiencia, hijos de amigos, sobrinos y demás se dan cuenta de que también se pueden reír en una comedia divertida con unos personajes y una bonita escenografía.
¿Ha ayudado en algo el bono cultural de 400 euros del Gobierno para que los jóvenes vayan al teatro?
Hombre, no resta... No creo que haya ayudado mucho para que vaya la gente muy joven, pero alguno habrá picado.
Una escena de 'La cena de los idiotas', con Agustín Jiménez en el centro con corbata.
La cena de los idiotas va de una reunión de amigos a la que cada semana invitan a una persona diferente a ellos para reírse de él.
¿Te has cruzado con muchos idiotas en la vida real?
Sí, claro. Con algún idiota me he cruzado, como todos. Y hay quien pensará de mí que soy idiota. Todos en algún momento nos los hemos encontrado, pero no hay que darle más importancia, te aguantas un rato y ya.
Director, productor, actor de cine, de teatro, presentador... ¿Cuál es tu faceta preferida?
Si me das a elegir una sólo, te diría que actor en el teatro. Es la que más me gusta, sin duda, porque en el teatro hay una gran ventaja para el actor: tú empiezas la función y absolutamente nadie te va a cortar durante lo que dure la obra. Lo que más me joroba en este mundo es que me corten cuando estoy interpretando una escena, me mata. Entiendo que en la televisión y en el cine sea así, y lo asumo, pero no me gusta. Y otra cosa que me encanta es el público, al que estoy siempre muy agradecido. Para mí, el mejor premio que puedo tener es esa gente que me viene a ver al teatro. El mejor. Ninguna estatuilla ni premio, ni el Oscar (risas), supera la felicidad que me proporciona mi público. Es lo que más quiero, admiro, cuido y protejo.
Ahora que están de moda las series, ¿te atreverías con alguna?
Bueno tengo en la mesa tres ofertas para hacer televisión, diferentes las tres, y voy a hacer alguna que pueda compaginar con le teatro, porque hace mucho que no hago nada seguido en la tele y viene bien estar presente ahí de vez en cuando. Aunque yo me considero un actor conocido de sobra por Martes y Trece y tengo ya un público que me he ganado a pulso, creo que de vez en cuando hay que aparecer en la televisión.
Hablando de ello, todas las Nocheviejas recuerdan tu etapa de Martes y Trece. ¿Sientes nostalgia? ¿Te ves?
No me veo, pero luego oyes a la gente que todavía te dice que se ríe con esos gags y la satisfacción es enorme. Porque al final, te vas dando cuenta con el paso de los años de que has dejado una huella en la historia del humor de España y siento un profundo orgullo por eso, sin ninguna duda.
También eres un excelente parodiador e imitador. ¿Merece la actualidad política alguna parodia?
Bueno, algunos errores se retratan por sí mismos. No hace falta parodiarlos. Por ejemplo, no reconocer ciertos errores, como en el caso de la Ley del Sólo sí es sí, y no ser capaz de ser humilde para rectificarla, es una parodia en sí misma. De hecho, si te fijas, casi ningún humorista hoy en día hace parodia del Gobierno o de la política, porque ya de por sí son tan absurdos que no merece la pena.
¿Un humorista como tú se jubila?
Pues no lo sé, la verdad. Es dificilísimo que un artista se jubile, como se jubila un empleado de banca. Nosotros, yo al menos, somos actores por vocación y cuando ocurre eso, que es algo inexplicable, llevas la vocación a cuestas y, aunque suene un poco pedante, es muy comparable con la vida de un sacerdote o una monja, algo místico que no se puede explicar. Romper eso es muy difícil. Una monja es monja hasta que se muere y yo..., no sé, es complicado.
El Madrid de...
Josema Yuste nació y vivió hasta los 17 años en Chamberí, en la calle García de Paredes. "Era y es el mejor barrio de Madrid, no tengo ninguna duda. Tiene de todo, tiendas de todo tipo, mercados, es céntrico sin estar en el mismo centro y, otra cosa que la gente no sabe es que, una vez que anochece, es un barrio muy tranquilo. A mí me encanta. Habría seguido viviendo allí y cuando voy, me siento feliz".
En la actualidad, el actor reside en Mirasierra. "Llevo desde principios de los 80 y, además, soy vecino de José Mota", asegura orgulloso entre risas.
Rincones favoritos de Madrid: "Me siento totalmente madrileño y estoy muy a gusto aquí. Voy a todo, me gusta todo. Conozco la ciudad bastante bien... Me encanta el centro para un domingo por la mañana y tomarme una cañita en tal bar, me gusta la zona de Colón, Chamberí, el Bernabéu... todo.
Un teatro fetiche: A mí el Teatro Amaya (General Martínez Campos, 9) me encanta, porque está en Chamberí, porque antes era un cine al que iba mucho con mi padre de pequeño, porque lo teníamos cerca de casa, y porque los hermanos Blasco lo llevan con un amor y un cariño extraordinario. Para mí, es maravilloso trabajar en ese teatro. También cuidan mucho al espectador, es muy agradable. Es de los que más me gustan, sin ninguna duda.
Un restaurante: el mesón Txistu (Pl. Ángel Carbajo, 6). Allí hacen los mejores callos. Para mí son extraordinarios. Y luego tiene una cosa muy buena, que es una cocina honesta, de mercado, muy bien elaborada que respeta mucho el producto y muy saludable. A mí me gusta mucho ese tipo de cocina, en la que no se manipula mucho el producto y es muy natural. Así que me siento muy cómodo allí y, cuando quedo con amigos que hace mucho que no veo o con familia o por trabajo, les llevo allí porque estamos muy bien y la atención de los camareros es muy buena. Es un sitio clásico pero me encanta. Respeto mucho la labor de los cocineros, pero yo tengo mis gustos y me siento más cómodo en un sitio comiendo algo que veo lo que es que en otro con una cocina extraordinariamente elaborada, remasterizada y deconstruida... aunque respeto mucho la innovación.
Una tienda: «No me gusta ir de tiendas. Soy una una persona poco consumista, muy austera y sencilla en esas cosas. Mi único hobby en mi tiempo libre es el golf, que juego en el club de La Moraleja, y, a veces, voy a comprar bolas, guantes y zapatos, pero porque lo necesito».

Mesón Txistu.
Un monumento: La Cibeles. Me encanta, y no porque se asocie con el Real Madrid (es madridista, según él, por herencia), sino porque es muy original, bonito, está en un sitio estratégico de Madrid, en la confluencia de dos calles importantes, y porque es una mujer; eso es también es muy bonito.
Una serie: la última a la que me enganché fue El juego del calamar. Pero no tengo tiempo. Para mí hay una premisa fundamental, que es dormir bien. Eso me permite estar durante el día perfecto, activo. Yo llego de trabajar, me tomo algo ligero de cena y veo el final de El Hormiguero, que me entretiene mucho. Y, seguido, me acuesto, porque yo madrugo, no soy un actor que se levanta a las 12. Lo hago a las 8 h. todos los días porque tengo muchas cosas que hacer. Debo dormir mínimo ocho horas, sí o sí, y prefiero dormir antes que ver series.

TITULO: Imprescindibles estrena en La 2 - Muere Adolfo Fernández, popular actor de series como ‘Policías’ o ‘Águila roja’ y feroz impulsor teatral , -Domingo - 14 , 21 - Diciembre ,.

Domingo - 28 - Diciembre a las 21:30 horas en La 2, foto,.

Muere Adolfo Fernández, popular actor de series como ‘Policías’ o ‘Águila roja’ y feroz impulsor teatral,.

Adolfo Fernández, frente al madrileño Teatro Lara de Madrid.

El intérprete de 67 años, con una amplia carrera en cine y televisión, llevó a los escenarios a numerosos autores contemporáneos, y adaptó a otros, como ‘En la orilla’ de Chirbes, con la que ganó el premio Max,.

El actor, productor y director teatral Adolfo Fernández ha fallecido a los 67 años este viernes en su casa de Perales de Tajuña (Madrid), víctima de un cáncer. Su voz, su presencia, su socarronería —digna de un bilbaíno (aunque nacido en Sevilla)—, su ductilidad y su pasión le han tenido trabajando hasta que el último hachazo de la enfermedad mermó sus fuerzas. Su última voluntad ha sido donar su cuerpo a la ciencia, no habrá tanatorio ni funeral.

Rostro popular gracias a series como Policías, en el corazón de la calle; Los 80; Águila roja (fue el Obi-Wan Kenobi del protagonista); B&b; La noche más larga, Amar es para siempre o Machos alfa, Fernández deja también un currículo repleto de enormes actuaciones en el cine y, sobre todo, en el teatro, tanto en el escenario como dirigiendo e impulsando obras de autores contemporáneos españoles junto a su mujer, Cristina Elso, con su compañía K Producciones.

Esa pulsión dramatúrgica ha guiado sus pasos profesionales desde 2002, cuando creó su productora teatral. Y por ese fragor, y su conocimiento de la profesión, Fernández ha sido uno de los intérpretes más respetados y apreciados entre sus compañeros.

Fernández llegó a Bilbao a los cuatro años, hijo de un cántabro y una gaditana, una familia obrera que se asentó en Bizkaia. Estudió en los Maristas y empezó en el teatro vasco en plena efervescencia en los ochenta. En la dirección dramatúrgica se inició a finales de esa década al frente de la Escuela de Teatro de Sestao, con espectáculos como Dulce puta, Woyceck y Canal TVT (Premio Ercilla 1991). “En aquel tiempo todos los actores vascos conocíamos al dedillo la Nacional-1, de tanto subir y bajar de Bilbao a Madrid”, recordaba.

Al cine llega en 1996 con A tiro limpio, y empieza a encadenar películas (Un buen novio, Entre las piernas, El pianista, Los lobos de Washington, El corazón del guerrero, Yoyes, Kasbah, Hable con ella o Vida y color) con series (Periodistas, Petra Delicado y la explosión de fama de Policías, en el corazón de la calle). Cuando arranca K Producciones, decide centrarse en un tipo de obras: “Somos de las pocas compañías del estado que hacemos piezas de autores contemporáneos, y nos llegan cantidad de textos para que los produzcamos. Todo teatro es político. La mayor sinsorgada es teatro político, por la zafiedad que comunica. Siempre habrá algo de lo que hablar o algo que denunciar. En vez de militar en un partido político, militamos encima del escenario, con humor”. Porque junto con la reivindicación social, Fernández y Elso nunca abandonaron al público: cuanto más, mejor. “Sé que el calificativo político asusta, pero, chico, es que es así”, se reía.

En los escenarios, durante la primera década del siglo XXI encadena El uno y el otro, Vida y muerte de Pier Paolo Pasolini, la adaptación a los escenarios del filme bosnio En tierra de nadie, Yo, Satán, La charca inútil, 19:30 y un fascinante monólogo cabaretero sobre José Millán Astray, el fundador de la Legión, titulado Cantando bajo las balas. En numerosas ocasiones contó con la actriz Sonia Almarcha, y desde Naturaleza muerta en una cuneta (2012) a la troupe se unió Susana Abaitua. A la vez, fuera de su compañía, actuó en El hombre elefante o en El florido pensil y, dirigido por Mario Gas, en A Electra le sienta bien el luto, Frankie & Johnny y Martes de Carnaval.

En cine en dos años, entre 2006 y 2008, estrenó Mujeres en el parque, Hotel Tívoli, Mataharis, Todos estamos invitados, Una mujer invisible y Bienvenidos a Farewell-Gutmann. Hasta que el cáncer canceló por primera vez sus planes vitales. A este diario contó, tras superar por primera vez la enfermedad, con 50 años en 2008: “No pensé en mí, sino en mi hija, y el padre cojonudo que se iba a perder. Descubres que eres más fuerte de lo que te creías, que incluso estás preparado para la despedida. También ves que eres más generoso de lo que esperabas y te reafirmas en tu agnosticismo. La muerte no es para tanto, si no fuera por la gente que te quiere y a la que le duele tu partida”. Le habían cortado una pequeña porción de la lengua y aprendió a hablar de nuevo y, tras la logopedia correspondiente, recuperó la dicción.

De aquella experiencia sacó nuevos impulsos artísticos y reafirmaciones en sus creencias. Como la situación en su amado País Vasco: “Hace falta que hablemos claro. No es izquierda abertzale, es fascismo abertzale. El País Vasco tiene el cerebro podrido. La gente da importancia a cosas que no ha construido. Tú naces en un sitio, no lo eliges. Eso de ‘Soy español’ como si lo fueras como una gracia divina... ¿Y qué son las banderas? Poco más que tatoos para adultos”.

La rotundidad también la tenía en la reflexión sobre su profesión: “Todo trabajo artístico es tirarse sin red, y esa tiene que ser la apuesta. Trabajar en nuestro oficio, por mucha técnica que desarrolles, es trabajar en un mundo muy inseguro. Cuando crees que te lo sabes todo, entras en otro proyecto con otro personaje completamente distinto. Todos los días tengo ese miedo a despistarme, a que se me vaya el texto o a moverme de una manera inconveniente en el escenario”.

Por ese compromiso con lo político se fue a conocer y a convencer a Rafael Chirbes para poder trasladar a los escenarios En la orilla (2018), novela del mejor retratista de la corrupción urbanística y de la podredumbre moral española. “Buscaba una obra que nos definiera, que enseñara la locura económica que estaba viviendo España. Leí la novela nada más publicarse y entendí que mostraba que la culpa no es de los otros, que todo un país se había infantilizado”, contaba en el estreno.

En la orilla —con la que K Producciones ganó su tercer premio Max—, llegó tras Ejecución hipotecaria, La flaqueza del bolchevique (mano a mano con Abaitua) y el Jasón de Adolfo Fernández en la Medea de Ana Belén adaptada por Vicente Molina Foix y dirigida por José Carlos Plaza. Porque por más que hiciera cine (Silencio en la nieve, Evelyn, Todo es silencio, Pieles) y televisión, el teatro fue su llama artística.

Tras la pandemia, levantó la producción de Siveria, sobre dos activistas LGTBI en la Rusia de Putin, y de El nadador de aguas abiertas, cuya gira fue interrumpida por la enfermedad y recuperada con su mejoría, mientras en televisión trabajó en Patria, Amar en tiempos revueltos, Los favoritos de Midas, Machos alfa y La noche más larga.

A la interpretación y al teatro (ha dejado preparada su siguiente obra, Sensación térmica, codirigida y adaptada por él para su estreno en febrero de 2026), Fernández solo antepuso su compromiso humanista: talleres en cárceles, colaboraciones con ONGs, apoyo y ayuda a cualquier causa que considerara justa... Casi siempre de manera anónima; en otras no: en EL PAÍS apareció poniendo rostro y ofreciendo su testimonio sobre las acusaciones de pederastia a un hermano marista entrenador de baloncesto en el colegio de la orden en Bilbao.

Apasionado conversador de sobremesa, especialmente en lo referente a la actualidad política y social; capaz de defender con ardor la interpretación y a quienes la realizan para a continuación soltar un “me he puesto muy actor”; lector voraz; disfrutón en la cocina cuando alimentaba a sus invitados; muy familia de su familia... Todo ello este redactor lo ha podido vivir y gozar a su lado. Como definía entre chanzas Fernández, “somos concuñados, que la palabra se las trae”. Por desgracia, con su mujer, Cristina, y su hija, Violeta, a su lado en la despedida, este viernes uno de sus deseos se ha cumplido: “Me gustaría seguir produciendo teatro, y seguir trabajando en mi oficio hasta morir. No contemplo la idea de jubilarme”.

TITULO: De seda y hierro - Equipo con corazón ,. Domingo - 28 - Diciembre,.

El Domingo - 28 - Diciembre a las 20:20 por La 2, fotos,.

Equipo con corazón,.

"Equipo con corazón" narra la historia de superación de Antón, 16 años, nació con malformaciones en una pierna, que finalmente tuvieron que amputar; y de Aitor, de 42 años, un accidente pirotécnico le dejó secuelas en una de sus piernas. El baloncesto ha unido sus vidas de superación y resiliencia.

TITULO: Luchar contra la enfermedad - Un nuevo 'paciente Berlín': un trasplante de células madre con solo una mutación protectora logra 'borrar' el VIH en una persona con leucemia,.

Un nuevo 'paciente Berlín': un trasplante de células madre con solo una mutación protectora logra 'borrar' el VIH en una persona con leucemia,.

En este caso, el donante solo presentaba una copia de la mutación CCR5 delta 32 en su ADN

mi gato

sábado, 20 de diciembre de 2025

Josema Yuste: "Casi ningún humorista hace hoy parodia del Gobierno o de política, porque ya de por sí son tan absurdos que no merece la pena",.

El Madrid de...