DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - AL VOLANTE, CERO, EN ALCOHOL Y CERO EN DROGAS, fotos.
AL VOLANTE, CERO, EN ALCOHOL Y CERO EN DROGAS,.
La Guardia Civil de Tráfico insiste en que quiere concienciar a los conductores de que los controles de vigilancia aumentan la seguridad,.
Los agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil (ATGC) montan un control rutinario de alcohol y drogas en la vía de servicio de la A-3 a la salida de Madrid en sentido Valencia. Son las 11:00 horas de un martes y el sol aprieta. Los conductores miran de reojo el dispositivo, mientras los agentes seleccionan los vehículos que van a ser controlados. Ha pasado media hora y ya han encontrado a dos conductores que dan positivo en drogas. De alcohol nada, es muy pronto y anoche no hubo fiesta.
Según el último Estudio de Prevalencia del Consumo de Alcohol y Drogas (EDAP) de la Dirección General de Tráfico (DGT), doce de cada cien conductores circulan bajo el consumo de sustancias que afectan a las capacidades necesarias para llevar un vehículo. Diez de cada cien conductores consumieron drogas de manera reciente y tres de cada cien alcohol. Incluso otros tres habían combinado ambas sustancias.
Para poner freno a este peligro combinado al volante cada vez son más habituales los controles o 'puntos de verificación' de la ATGC. Son operativos que trabajan día y noche para velar por la seguridad de todos los usuarios de la carretera. El dispositivo tiene una duración aproximada de una hora. Después cambia de emplazamiento. Por regla general se seleccionan los vehículos a los que se da el alto pero si las circunstancias lo permiten, «se para a todos», explica el alférez Alberto Carril, jefe del Destacamento de Tráfico de la Guardia Civil de Arganda del Rey (Madrid).
Los agentes desplegados en la A-3 dan el alto a un viejo utilitario. En su interior, una pareja. El conductor no lleva documentación. El coche está a nombre del marido de la acompañante. Tras dar negativo en la prueba del alcohol, el conductor es trasladado a la furgoneta de atestados, donde una cabo de la Guardia Civil le informa de que va a ser sometido a la prueba de las drogas. «¿Conoce en qué consiste?», le pregunta. «Si, ya me lo he hecho otras veces», responde él con apatía.
Tras desenvolver el aparato de toma de muestras, el conductor se lo introduce en la boca para impregnarlo de saliva. «Tiene que chupar hasta que el indicador se vuelva azul», informa la agente. Finalizada la prueba, la cabo mete el aparato en un analizador. Cuatro minutos después el resultado es positivo en cocaína y opiáceos. El hombre ni reacciona. La sorpresa llega cuando otro agente informa al conductor de que tiene 16 requisitorias judiciales, por lo que, además de ser llevado hasta el cuartel más próximo, tendrá que esperar a ver qué decide el juez. Ni se inmuta.
Según el alférez Carril, los conductores tienen «reacciones diversas» al ser parados en el control. Incluso, cuando tienen «signos evidentes» de haber bebido o tomado drogas, «algunos dicen que no han tomado nada. Hay quien aseguran que solo han tomado una cerveza, mientras otros reconocen que han bebido mucho o se han drogado media hora antes». Otro agente que participa en el dispositivo agrega que algunos conductores, al serles detectados consumos de droga, afirman que «es lo normal, está en el aire que se respira».
La «ruleta rusa»
Frente a esa mayoría que asume con calma que ha sido pillado in fraganti, «otros lo hacen de un modo un poco más violento debido a que el alcohol y las drogas dan una falsa percepción de la realidad y sostienen que están en perfectas condiciones», detalla el alférez Carril. «Lo importante es exigir a los conductores que no jueguen a la ruleta rusa con el que 'yo bebo cuatro cervezas o dos copas y no voy a dar positivo'. Hay que concienciar a la ciudadanía de que al volante cero alcohol y cero drogas», añade el oficial.Una vez que ha dado positivo y no pueden seguir conduciendo, «hay quien se echa a dormir y otros cogen un taxi y se van». Pero, según el alférez Carril, otros «se ponen a correr, hacen flexiones y hemos visto a gente comer hierba de la cuneta pensando que eso les hará que la tasa baje», pero contra el consumo de alcohol y las drogas ni sirve ni comer, ni beber agua, hay que esperar a que el cuerpo metabolice las sustancias.
TITULO : DESAYUNO - CENA - JUEVES - VIERNES - EXTREMADURA Y LA BANANA,.
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Extremadura y la Banana,.
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Las decisiones de Vila Real parecen acercarnos a Europa,.
Descubrí la Banana Azul a finales de los 80. Un profesor de un colegio gallego me había pedido alguna idea para elaborar un trabajo con sus alumnos. Debía tratar sobre el Camino de Santiago. Indagando, me topé con la Banana Azul y escribí algo comparando el camino espiritual de Santiago con el camino material de la Banana. Mi colega, un poco carota, presentó el trabajo tal y como yo se lo había enviado. Mi idea era dar pistas para que los alumnos investigaran, pero él lo envió tal cual. Y ganaron el concurso.
Los alumnos y el profesor se fueron de excursión por Europa, pues en eso consistía el premio, y yo me enteré de la trampa unos meses después. Aluciné en colores, que se decía en aquel tiempo, pero desde entonces me llama mucho la atención todo lo que sucede en torno a la Banana Azul.
¿Y qué es la Banana Azul? Los economistas la conocen muy bien. Se trata, en fin, de ese espacio europeo en forma de plátano que tiene una punta en Génova y la otra en Liverpool y se extiende por las zonas de influencia de Turín, Milán, Zurich, Estrasburgo, Frankfurt, Luxemburgo, Bonn, Ámsterdam, Bruselas, Rotterdam, Londres y Mánchester.
La Banana Azul fue en el pasado territorio de la corona española en gran parte. Por ahí discurría el llamado Camino Español, que permitía a ejércitos y mercancías trasladarse desde Milán hasta Ámsterdam sin pisar territorio extranjero. Pero hoy, las cosas han cambiado mucho.
España es periferia absoluta de la Banana y las estrategias de las instituciones europeas preveían medidas e infraestructuras que nos acercaran a ese espacio de desarrollo.
Esas medidas diseñaban dos ejes ferroviarios transfronterizos: uno era el mediterráneo, que iba del puerto de Algeciras al del Pireo en Atenas; el otro era nuestro Eje Atlántico, que partía del puerto de Lisboa y acababa en París pasando por Extremadura. Ambos ejes 'españoles', a través del eje Mediterráneo-Mar del Norte, empataban con la Banana Azul.
Pero eso era lo que diseñaba Bruselas desde la asepsia política, la economía y el desarrollo social. Otra cosa es lo que decidieron los gobiernos de España desde una visión meramente de política interior. Y ahí se impuso el Eje Mediterráneo, se descartó el Atlántico, que era prioritario para el comisario europeo de Transportes, Slim Kallas, en 2011, y los extremeños nos quedamos sin Banana.
Mientras el eje mediterráneo no acaba de concretarse, en la cumbre de Vila Real se ha decidido impulsar sin grandes alardes, pero con compromisos que parecen serios, un remedo de Eje Atlántico al aprobar la conexión de Sines con Badajoz, que llevaría la velocidad alta, en viajeros y mercancías, al tramo Sines-Plasencia a corto plazo, y hasta Madrid en un futuro cercano.
Mientras tanto, el Eje Mediterráneo está sumido en diatribas y luchas. La prensa de todo el Oriente español debate estos días sobre la gran cuestión: ¿ese eje debe ir por Madrid y Zaragoza o por Murcia y Valencia? ¿Debe remodelarse el túnel de Canfranc? La pugna es dura y paralizante. La semana pasada, Fomento convocaba en Madrid a las comunidades de Madrid, Aragón y Castilla-La Mancha al primer encuentro de autonomías del corredor mediterráneo que se celebraba en Valencia. Esto provocaba resquemor en los representantes de Valencia, Cataluña y Murcia (Andalucía no protesta pues ambas opciones parten de allí).
Las peleas se recrudecen y la Gran Banana sigue muy lejos, pero las decisiones de Vila Real nos acercan a Europa a la chita callando. No perdamos la esperanza.