-foto "Carolina sale de la 'cueva",.
Cerezuela defiende su opción de quedarse en casa al cuidado de sus niños. «No quiero perderme su infancia. Si mi prioridad hubiera sido mi carrera profesional no habría tenido tres hijos», declara la esposa de Carlos Moyá,.
Existe la mujer que a la semana de dar a luz se incorpora a trabajar, viaja, coge aviones... Y luego en el otro extremo estoy yo, que he preferido quedarme en mi cueva a criar a mis cachorros». Así define Carolina Cerezuela su postura ante la maternidad, «que no es ni mejor ni peor que las otras -advierte- pero es la que me vale a mí, mi opción personal». La actriz y presentadora, nacida en Elche hace 35 años, salió hace unos días de su 'cueva' para promocionar unas gafas de sol y posar ante los fotógrafos como imagen de la marca Polaroid, con su escultural 1,78 de estatura y la misma figura que lucía cuando era 'la rubia' de Camera Café y aún no había dado a luz a sus tres hijos. «Hoy en día para un adulto estar en la playa sin gafas de sol es casi impensable. Sin embargo, a menudo olvidamos ponérselas a los niños», apunta esta actriz hoy convertida en experta en el mundo infantil.Casada con el tenista Carlos Moyá en 2011 y madre de Carla (cuatro años), Carlos (dos) y Daniela, que el 9 de abril cumplirá un año, Carolina siempre tuvo claro su deseo de formar un clan numeroso «y que en casa hubiera hijos y ruido, porque vengo de una familia muy escasa y era lo que a mí me había faltado». El objetivo se ha cumplido. Carla, la mayor, está ahora en esa etapa coqueta en la que se quiere poner todo lo que lleva su madre. Lo mismo unas gafas de sol que un vestido. «No la veo enfocada al tenis. Tiene su raqueta y cuando quiere la arrastra por el salón de casa, pero de momento está haciendo gimnasia rítmica y ballet. No les presionamos. Queremos que elijan, igual que eligió su padre». Carlos, el segundo, sí parece más interesado por el deporte de la raqueta, pero lo que de verdad le vuelve loco es la música. «Igual nos ha salido artista», sospecha Carolina.
A una mujer que ha decidido aparcar su trabajo para dedicarse a los suyos se le supone madre protectora. «Lo soy, pero sobre todo a nivel emocional. No monto un drama si se resfrían por haberse quitado el jersey. Me importa mucho más que se sientan seguros, queridos, integrados. Siempre me ha interesado la psicología infantil y creo que la etapa de la infancia nos marca de por vida». Contraria a las teorías del doctor Estivill a la hora de aplicar una férrea disciplina para dormir a los niños, Cerezuela confiesa sin rubor que ella es partidaria de meter a los bebés en su cama. «Los niños no han nacido para llorar, sino para crecer tranquilos y sentir que están en un entorno seguro. Daniela todavía duerme con nosotros. Creo que somos los únicos mamíferos que sacamos fuera a nuestras crías. El resto de los animales los tienen pegados a ellos. Los niños crecen y, llegada una edad, deciden ir a dormir a su cuarto. Pero hasta entonces es un placer despertarte con tus hijos, el calorcito de un bebé al lado es maravilloso».
- ¿Y no se resiente su relación de pareja?
- Para nada. Los niños duermen. Mis hijos a las nueve de la noche están dormidos y queda tiempo para hablar tranquilamente con tu pareja, tomar decisiones, ver una peli, etc. Carlos, cuando no están los niños delante, para mí no es papi, es mi chico. Y siempre hay un momento para volver a subirse al tacón, ir de cena y hacer unas risas.
Persona muy organizada («trabajé duro y ahorré para poder permitirme esto»), Cerezuela, que además se reconoce una privilegiada, opina que «todo es cuestión de prioridades». Y ella las tiene clarísimas. «Si mi prioridad hubiera sido mi profesión no habría tenido tres hijos». En el último año de Moyá en el circuito ATP, ella decidió renunciar a dos series de televisión y a otros proyectos para viajar con su novio. «Me dijeron que estaba loca, que no podía irme en lo mejor de mi carrera. Pero son apuestas de vida. Y yo no quería que nadie me contara cómo había sido esa última gira de Carlos». De la misma forma, ha apostado por quedarse en casa hasta que sus tres niños estén escolarizados. «He oído a muchas personas lamentarse de haberse perdido la infancia de sus hijos y no estoy dispuesta a que me pase lo mismo. Yo dentro de cinco años no me voy a acordar de la serie a la que dije que no. Sin embargo sí viviría arrastrando la pena de no haberles visto crecer». Carlos Moya también es «un pedazo de padre. La gente no sabe la cantidad de ofertas que ha rechazado para poder estar con los niños». Y encima se lleva muy bien con su suegra... «Mi madre y él son las mejores personas que conozco», asegura Carolina. Y anuncia que pronto saldrá otra vez de la 'cueva' para presentar un proyecto solidario relacionado con la música.
TÍTULO: HA MUERTO PEDRO DEL HIERRO - DISEÑADOR,.
Muere el diseñador Pedro del Hierro a los 66 años - foto,
Adiós a Pedro del Hierro, el modisto del arte
El diseñador madrileño de 66 años, uno de los últimos grandes de la alta costura, fallece
- FOTOGALERÍA Pedro del Hierro, el embajador del ‘prêt-à-porter’
- Figura irremplazable en el equipo español de la moda,.
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Pedro del Hierro fue “uno de los diseñadores más cultos de nuestro país”, según Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME). El viernes fallecía a los 66 años de edad tras una larga enfermedad cardiovascular. En 2011 anunció su retirada por su delicado estado de salud. Con él no desaparece sin embargo su marca, que integrada en el grupo Cortefiel y con Carmen March como dirección creativa presenta sus propuestas en la semana de la moda de Nueva York. Que una firma sobreviva a su creador es algo común en Francia –Dior, Chanel, Saint Laurent-, pero todavía resulta un hecho extraordinario en España. Pero es que Del Hierro era “una rara avis”, en palabras del antropólogo de la moda, Pedro Mansilla. El madrileño no solo poseía una sensibilidad creativa única, sino también una visión del negocio textil tan inusual como necesaria dentro del sector nacional.
Una dualidad que también se repite en su trabajo como modista. Sus colecciones aunaban con éxito su pasión por las estructuras arquitectónicas con su querencia por lo barroco y lo decorativo.
“Sus prendas tenían un gran peso artístico porque era un hombre que vivía rodeado de cultura y de belleza [era hijo del pintor Pedro Mozos], pero a su vez nunca perdía de vista la realidad de la mujer, sus necesidades. Ese es el hilo conductor que vertebra la marca hoy y que tiene que ver con su valentía en el uso del color, con el amor por los tejidos y el estudio del cuerpo femenino”, explica March.
Del Hierro Debutó en 1974 y dos años después, con 28, se convirtió en el diseñador más joven y también en el último en ingresar en la Cámara de la alta costura española, compuesta, entre otros, por Manuel Pertegaz, Pedro Rodríguez y Elio Berhanyer. Llegó, según Pedro Mansilla, en el peor de los momentos posibles, cuando las grandes casas comenzaban a agonizar y “sus modistas empezaban a buscar trabajo en Galerías Preciados”. Prometió “no derramar una sola lágrima si la haute couture moría”. Y no se quedó regodeándose en la nostalgia mientras el sector de la moda se transformaba.
“Quizá por su edad fue el que mejor de todos supo hacer la transición a la alta costura y uno de los primeros en apuntar, con total lucidez, que el futuro de un creador pasaba por unirse a un gran grupo”, recuerda Lomba. Una cualidad, la de “vincular” negocio y diseño, que también quiso destacar ayer el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. A Del Hierro le gustaba decir que “la moda sin industria no es nada” y en 1981 pudo presumir –“y lo hacía”, según Mansilla- de ser el primer modista en tener una boutique en el Corte Inglés.
En 1986, en una entrevista concedida a TVE, aseguraba que la diferencia entre los diseñadores españoles y los franceses no residía en el talento sino en que los segundos contaban con un apoyo empresarial del que carecían los primeros. Un discurso aún vigente tres décadas después, pero que el creador madrileño quiso subvertir.
En 1989, finalmente, consiguió asociarse con el grupo Cortefiel para introducir su línea de prêt à porter en la cadena de tiendas nacional, y nueve años después empezarían a desarrollar juntos las boutiques de Pedro del Hierro. En 2003, cuando abandonó la firma, esta continuó en activo y en 2012, Carmen March –que había cerrado su propia marca dos años antes – fue nombrada directora creativa de Pedro del Hierro Madrid, una línea más exclusiva que presenta sus colecciones actualmente en la semana de la moda de Nueva York y se vende, entre otros, en puntos de venta tan influyentes como Net a Porter.
“Fue muy generoso conmigo cuando tomé las riendas de la marca”, explica March. “Tenía fotos, bocetos y muestras de tela de todas sus colecciones y las compartió conmigo. Manteníamos conversaciones sobre su concepto de la belleza de la mujer. Era un gran admirador de los cánones de belleza clásica y un obseso del trabajo de materiales”, cuenta la diseñadora.
Sus últimos años los pasó apartado del mundo de la moda, aunque esta no se olvidó de él. En 2011 el Museo del Traje de Madrid le dedicó una exposición retrospectiva titulada Color, belleza y tiempo. “Es triste que mucha gente vaya a recordar esta época final por el episodio de su desahucio [2005]”, apunta Mansilla.
March prefiere quedarse con otra imagen. “Se sabía el nombre y los apellidos de todas las personas que habían pasado por su taller a lo largo de 40 años. Le encantaba el trabajo de costura y cuando hablaba de un tipo de acabado que había hecho décadas atrás lo hacía en presente y lleno de ilusión”.
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