martes, 8 de marzo de 2016

AQUEMARROPA - Sofia Casanova, una vida entre guerras,./ ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - El escritor y periodista, Marcos Ordóñez recuerda los ochenta sin nostalgia .

TITULO:  AQUEMARROPA - Sofia Casanova, una vida entre guerras,.

Sofía Casanova, una vida entre guerras,.

Sofía Casanova (izda.), en la sala de heridos de un hospital de Varsovia. :: r. c.
Sofía Casanova (izda.), en la sala de heridos de un hospital de Varsovia. foto,.
  • Inés Martín Rodrigo novela la peripecia vital de la primera reportera bélica española en 'Azules son las horas',.

     
    La periodista que entrevistó a Trotski». Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) supo enseguida que este titular encerraba una novela. Y la ha escrito. 'Azules son las horas' (Espasa) recrea la pasión por la vida y el periodismo de Sofía Casanova (La Coruña, 1861 - Poznan, 1958), testigo directo de los horrores del siglo XX. Fue la primera reportera de guerra española, y apretó en efecto las clavijas al líder bolchevique. Pero también fue madre, poeta, novelista, traductora, dramaturga, enfermera, sufragista, viajera e intelectual de curiosidad indesmayable. Una mujer adelantada a su época «que jamás traicionó sus ideales».

    Su vida fue una peripecia que ha rastreado y novelado otra periodista, Inés Martín, responsable de la información de libros de ABC, el diario de Sofía Casanova. Ha rehecho los pasos de una mujer indomable desde su Galicia natal hasta el Madrid de Alfonso XII, donde recaló de niña, su paso por la Rusia revolucionaria, sus vivencias de la I Guerra Mundial y de la segunda, que contó y padeció, y de la Guerra Civil vivida en la distancia.
    Los detalles de la apasionante vida de Sofía Guadalupe Pérez Casanova estaban arrumbados en los recovecos de la historia. «Fue olvidada por completo. Salvo algún homenaje en Galicia, el tiempo la había sepultado», lamenta la autora de 'Azules son las horas', que ha dedicado un año a desentrañar la azarosa aventura vital de Casanova. Su vida «tenía todos los elementos de una novela», así que Inés Martín declinó escribir su biografía. Su incisiva y modélica entrevista a Trotski «era la punta del iceberg». «Tiré del hilo y descubrí un personaje apasionante y un material fabuloso en los archivos de ABC, que son una joya, con un material impagable», agradece.
    Casanova se había casado en Madrid con el filósofo polaco Wicenty Lutslawsky, un experto en Platón a quien conoció en una de las tertulias que frecuentaba. A principios del siglo XX se va con él a Polonia, pero lo que debía ser un cuento de hadas se torna en un infierno. «Se le va la cabeza, es víctima de su propio y delirante genio; cree que ha de ser el padre del libertador de Polonia. Sofía debería darle un hijo y solo le da hijas y él, además de repudiarla, le es infiel». El matrimonio se rompe y Sofía se casará de nuevo.
    Casanova entró en el periodismo «de forma casual y porque debía buscarse la vida», explica Martín Rodrigo, que ha disfrutado de sus cientos de crónicas, de sus perfiles y entrevistas. Torcuato Luca de Tena, a quien conoció en el café de Fornos, le invita a informar para su diario de los avatares de la guerra en 1915. «No se le había pasado por la cabeza ser periodista, pero llevaba escribiendo desde los diez años y acabó siendo una gran profesional», asegura Martín Rodrigo.
    «Era una cronista muy poco valorada si tenemos en cuenta su lucidez, su arrojo, su tino periodístico y el alto valor literario humano de unas crónicas que firma desde el frente oriental. Está en primera línea sin amilanarse y habla con todo el mundo». No en vano fue enfermera de la Cruz Roja ya en Varsovia, «donde miró a la muerte de cara y arriesgó su vida muchas ocasiones», cuenta Inés Martín. «Si algo define a Sofía Casanova es la fidelidad a unos ideales que nunca traiciona, y eso se nota en unas crónicas que dan cuenta de la grandeza del oficio», destaca. Unos textos que publicó también en La Época, El Liberal, El Imparcial, The New York Times y Gazeta Polska.
    «Sabía que era mejor periodista que escritora», explica Inés Martín, que lamenta que nadie haya publicado sus crónicas. «Sería fantástico que alguien se animara a hacerlo; son fabulosas, muy literarias, poéticas a veces, y merecen salir a la luz. Evidencian un valor humano del periodismo que hoy quizá se ha perdido», asegura.
    Intelectualidad
    Tanto en Madrid como en Polonia y en sus viajes por el Este de Europa, Casanova contactó con la flor y nata de la intelectualidad. «A Alfonso XII le gustaba su poesía y le abrió camino en la corte. Trató a Campoamor, a Manuel Machado, a Jacinto Benavente o a Emilia Pardo Bazán. Fue la segunda mujer que estrenó el Teatro Español con el aval de Benito Pérez Galdós. En Rusia conoció a Tolstói y en París a Dumas», explica Inés Martín.
    La novela recrea su paso por Londres, donde se sumó a las sufragistas. Por los cafés y salones de París y por la remota Kazán, en Tartaristán, donde su marido dio clases a Lenin. También por Moscú y San Petersburgo, donde vivió la revolución bolchevique y sufrió censura, fue herida en una refriega, entrevistó a Trotski y narró la muerte de Rasputín.
    Cruciales son los años en Varsovia, de donde la expulsó la guerra, y donde vería su casa reventada por un obús tras la invasión nazi. La novela arranca en la ciudad polaca de Poznan, donde Casanova, nonagenaria y casi ciega, atisba la muerte y repasa su vida. «Allí reposan sus restos junto a Pepa López Calvo, un personaje maravilloso, la fiel criada gallega que la acompaña toda su vida, de origen tan humilde como ella y su guía en las sombras. Se sostuvieron mutuamente durante años», cuenta la novelista.
    «Si la novela sirve para poner el foco sobre Casanova, me doy por satisfecha», dice Inés Martín, que se siente ahora «mejor periodista». «Sé que se pueden hacer las cosas de otra manera gracias a la ficción», agrega. «La ficción te abre un nuevo universo de posibilidades que quizá vuelva a explorar. Ahora veo que cualquier detalle puede encerrar una gran historia», concluye.

    TITULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! -  El escritor y periodista, Marcos Ordóñez recuerda los ochenta sin nostalgia,.

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  • El escritor traza en 'Juegos reunidos' un autorretrato sentimental de su juventud a través de personajes con fuerza novelesca,.

    Mercedes de la Aldea era una actriz llamada a hacer grandes cosas. Era menuda y apasionada; aparte de interpretar, llegó a dirigir obras teatrales, le gustaba la cultura francesa y estaba entusiasmada con la idea de escribir. Sin embargo, en 1954, cuando rodaba 'Lo que nunca muere', una película basada en el popular serial radiofónico de Sautier Casaseca, una hélice de una avioneta Piper que se disponía a despegar decapitó a la actriz, que apenas tenía 22 años. La tragedia truncó el talento de una joven que con un mínimo de suerte habría hecho historia en los escenarios. El escritor y periodista Marcos Ordóñez, gran contador de vidas de comediantes, recrea su figura y otras muchas en 'Juegos reunidos' (Libros del Asteroide), un autorretrato sentimental en los que concurren personajes reales con fuerza novelesca. Mercedes de la Aldea lo era, como otros protagonistas del libro, una miscelánea compuesta de artículos, crónicas, novelas breves, cuentos y poemas.
    Marcos Ordóñez es muy dado a reconstruir la biografía de monstruos de la escena. En 'Juegos reunidos' también glosa la figura de Conchita Bardem, una actriz a quien le embargaba una sensación de irrealidad cuando abandonaba las tablas. Y también evoca a María Asquerino, quien, cuando rememoraba su pasado, lo hacía tarareando canciones. «Elegí a estas tres actrices porque sus vidas poseen una potencia narrativa muy grande. Llevan la novela puesta. Se trata de tres imágenes que conectan conmigo de manera especial», arguye el autor.

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