EL VIAJE COMO ALIMENTO,.
María Valencia sale al mundo para «palpar la tierra» y «crecer». «Fuera de la zona de confort es cuando más aprendes». Esa motivación la embarcó en un viaje de cuatro años hasta Nueva Zelanda. Médica y nómada, ha colaborado con la madre Teresa y trabajó en Indonesia un año entero tras el tsunami de 2004,.
-Necesitas dinero, claro. Vendí mi casa y con eso fui tirando. Te haces un presupuesto muy bajo, de subsistencia. Vivía con lo mínimo; bebía agua, dormía en los hostales más económicos, en el coche, en casas de gente que me invitaba, comía muy barato... Nunca fui a un restaurante y de bares, muy esporádicamente. También trabajé en Australia, al final del viaje, recogiendo algodón y limpiando casas.
María Valencia (Barakaldo, 1974) empleó cuatro años en el viaje de su vida, una travesía que comenzó el verano de 2008 en Vitoria, donde reside desde niña, y la dejó en Nueva Zelanda en 2012. «El plan era un año, pero se convirtieron en cuatro conociendo diferentes culturas», recuerda. La cosa empezó conduciendo un 'R4' por el norte de África y siguió con diferentes medios de transporte por Turquía, Oriente Medio, Asia Central, Nepal, Malasia, Indonesia, Australia por toda su costa, de oeste a este, Papúa Nueva Guinea... y destino final.
Como dice, pudo embarcarse en esta aventura después de varios años ejerciendo su profesión de médica. «Cuando tuve el dinero suficiente decidí dejarlo todo y partir». María viajó en ocasiones sola, a veces en compañía de otros aventureros. Las cosas no siempre sucedieron como las tenía planificadas; lo inevitable en una 'excursión' de semejante calado. «Hay cambios de rutas, de transporte... Momentos bajos de dudas, momentos de seguridad y otros de nostalgia de tu tierra. Momentos buenos y menos buenos, pero siempre positivos», escribió en su blog. «Como mujer viajando sola, algo que no había hecho nunca, te da algo de reparo -admite-, pero el temor que en alguna ocasión puedes sentir suele ser infundado. En general, si eres sensata, no corres riesgo en casi ningún país».
La libertad era esto Esta vitoriana de adopción cumplió con aquella escapada parte de «un sueño, una ilusión que he tenido desde pequeña: dar la vuelta al mundo cruzando diferentes países y continentes». Médica de profesión y nómada de vocación, su finalidad mayor no es científica, divulgativa o documental, ni vive de la exploración. Aunque puntualmente ha participado en expediciones de ese tipo, María Valencia se asoma al mundo, se sumerge en él, para «palpar la tierra compartiendo otras culturas» y disfrutar de las opciones que la propia marcha ofrece. «De este sueño también me gusta la libertad de poder decidir qué camino elegir».
Respecto al intercambio cultural, «hay países como Irán, Pakistán o Papúa Nueva Guinea donde la gente es extremadamente hospitalaria y te invitan a pasar días en sus casas, y otros donde la cultura es más cerrada y tienes que ingeniártelas». Unas y otras experiencias ayudan de distintas maneras al mismo fin. «Cada viaje es diferente, pero la sensación común es la de salir a lo desconocido, a ver algo nuevo que te va a aportar y de lo que vas a aprender. Sales de tu zona de confort para crecer. Es la curiosidad y la adrenalina de tener que estar con todos los sentidos bien atentos para absorber y por pura supervivencia. Cuando sales de la zona de confort es cuando más aprendes. Se trata de aprender de nuevas experiencias y crecer», valora.Es decir, el viaje empleado como alimento y como escuela, un vehículo que conduce al enriquecimiento personal y a un mejor conocimiento de uno mismo. El de Nueva Zelanda fue, así, «un viaje a las antípodas para llegar dentro de ti», resume esta mujer en el blog dedicado a aquellos cuatro años.
De Orozko al mundo Como sucede con frecuencia, María Valencia recibió el empujón aventurero en su propia casa. «Un verano estábamos en el pueblo de mis abuelos -rememora- y mis padres decidieron coger el coche, las tiendas de campaña, hacer una compra en el supermercado e irnos a Yugoslavia». Tenía 11 años cuando aquel descanso estival en Orozko (Bizkaia) se interrumpió por decición parental para lanzar al mundo a la que ahora es una viajera curiosa y empedernida.
Desde entonces ha sido un no parar. Años después, con 19, realizó por primera vez en compañía solo de unas amigas un viaje a la India, el que fue desplazamiento original de los cinco consecutivos que hizo a ese país en años sucesivos. En aquella ocasión, dedicó tres semanas a colaborar en Calcuta con la madre Teresa, una mujer «cercana y también imponente, a pesar de ser físicamente menuda». «Entonces me enganché a los viajes con mochila y repetí varios a la India y a Nepal», comenta. Y, luego, a Benin, Senegal, la Amazonia, Indonesia, Mongolia, Japón, Perú, el Ártico, Groenlandia en dos ocasiones...La cooperante trotamundos Hija de médicos, el año que colaboró con la misión de la madre Teresa, María asistía ya al segundo curso de Medicina. Completó la carrera en el campus de Leioa y, posteriormente, se diplomó en Medicina Tropical, además de cursar estudios de Medicina de Expedición en Inglaterra (2015) y de Montaña en la Universidad de Barcelona (2017). Ahora, cuando no viaja, ejerce como doctora en centros de salud de Álava.
Con frecuencia, sus especialidades profesionales y su pasión viajera se unen en un servicio como cooperante. Ya en 2003 colaboró durante dos meses en un centro de dermatología en la ciudad brasileña de Manaos en el que había casos de lepra. Al acabar esa estancia, convivió otro mes en la selva amazónica con una familia de indígenas caboclos. Todo el año 2005 trabajó para Médicos del Mundo en Aceh (Indonesia), prestando atención sanitaria en campamentos a población damnificada por el destructor tsunami de diciembre de 2004, el que causó la muerte a más de 230.000 personas. Dos años después también colaboró en las tareas sanitarias tras el terremoto de Yogyakarta, en la isla de Java. Previamente, formó en la India a enfermeras de la Fundación Vicente Ferrer y ayudó en Benin o en Filipinas. «Generalmente, me mueve más la curiosidad del viaje que la cuestión profesional -explica-, aunque en el caso del tsunami no; ahí pesó más el aspecto médico».De los Andes al Ártico No obstante, ese cóctel formado por lo profesional y lo pasional está tomando en los últimos tiempos nuevas formas en las salidas de María Valencia. «Ahora hago más medicina de expediciones. En este momento busco más esta combinación». Así lo hizo hace tres años, uniéndose a un equipo que se desplazó a Perú en busca de la ciudad perdida de Vilcabamba, un refugio inca. Y también el año pasado, cuando participó como doctora en un grupo de aventureros que navegó por el Ártico a bordo del velero 'Northabout'. Esas dos expediciones fueron lideradas por el vitoriano Miguel Gutiérrez y contó con el patrocinio de Mars Gaming.
Esta misma firma ha colaborado en la última experiencia de María Valencia, un proyecto piloto llevado a cabo en Groenlandia y del que regresó hace una semana. La iniciativa ha consistido en un intercambio cultural con cuatro chavales vascos y otros tantos locales, de 11 a 17 años, durante quince días en tierra y mar. Por acuerdo entre una ONG inglesa y la asociación groenlandesa Qaamasog (la luz), un organismo dedicado a acoger a niños con dificultades familiares, se ha probado «con éxito» la posibilidad de ampliar el encuentro.Un campamento base Groenlandia parece haber atrapado a esta viajera. Lo dice ahora, recién llegada de esa estancia 'veraniega', pero ya lo pensaba en marzo, cuando estuvo también en la gigantesca isla instruyéndose en el manejo de pulkas, unos trineos de transporte. Detrás de eso hay una idea, por supuesto. Junto a la tarea sanitaria en expediciones, esta trotamundos se está orientando a «trabajar de guía». Y quizás en Groenlandia, en efecto. «Allí se pueden hacer rutas por monte y hay mercado porque está creciendo el turismo», advierte. Puede ser otra forma de «trabajar de médica aplicando la profesión a los viajes». Y es que «no me veo fija aquí, sentada frente a un ordenador; aunque igual tampoco me veo fija en otro sitio, jajaja... No sé, puede ser cuestión de probar».
Su espíritu nómada la marca. Afirma que, al regresar del periplo de cuatro años hasta Nueva Zelanda, le costó otros dos reubicarse en Vitoria. Además, aún no ha cumplido por completo aquel sueño infantil de dar la vuelta al mundo -«me falta la Antártida»- y cuenta con dos grandes ventajas: una, no tiene hijos que la aten a un lugar; y dos, Osakidetza, el Servicio Vasco de Salud, le concede flexibilidad para conciliar el trabajo con sus escapadas. Ahora bien, María Valencia valora «las raíces, la familia, los amigos», y ha llegado a una conclusión: «Aquí estoy bien. Vitoria es mi campamento base; no voy a estar aquí siempre, pero de aquí me voy moviendo. A la familia y los amigos hay que cuidarlos». También.TITULO: ¡ QUE GRANDE ES EL CINE ! - La ruta de los narcos,.
¡ QUE GRANDE ES EL CINE !,.
¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El programa comenzaba con una presentación de la película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre ella.1 El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.
La ruta de los narcos,.
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El narcotráfico es el comercio de sustancias tóxicas,1 que engloba la fabricación, distribución, venta, control de mercados y reciclaje de estupefacientes, adictivos o no, potencialmente dañinos para la salud (conocidos comúnmente como drogas). La mayoría de las legislaciones internacionales prohíben o limitan el narcotráfico, con penas que incluyen la ejecución por diversos medios,23 aunque esto varía en función de la sustancia y de la legislación local.
Un estudio de la ONU indica que "el tráfico global de droga generó aproximadamente 321.6 miles de millones en 2003".4 Esta cifra sería el 1% del producto interno bruto global en 2003. El consumo de drogas está extendido de manera global.
Grupos ilegales, mafias o también denominados carteles gestionan la cadena de suministro. Los cárteles varían en tamaño, longevidad y organización, dependiendo de la sustancia, rentabilidad y volumen de cada proceso. En la parte superior de la jerarquía de estas organizaciones se encuentra el jefe del cartel, que controla la producción y distribución de la sustancia. Estos junto con los intermediarios financieros, blanquean los capitales5 obtenidos de actividades ilegales graves. En la parte inferior de la jerarquía se encuentran los traficantes callejeros de bajo rango, quienes a veces son consumidores de drogas ellos mismos y sufren drogodependencia, también llamados "camellos", "jíbaros" o "dealers"., etc.
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