El domingo -9- JUNIO a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Este domingo Ramoncín y José Bono la 'lían pardo' en laSexta,.
Ramoncín y José Bono visitan este domingo, a partir de las 18.00 horas, el plató de Liarla Pardo.
Cristina Pardo vuelve este domingo a Liarla Pardo en
laSexta con más dosis de entretenimiento y actualidad en directo, a
partir de las 18.00 horas. El programa del domingo contará con la visita
del cantante Ramoncín, que estará en plató y charlará de forma distendida con Cristina.
Además, el espacio contará con el exministro José Bono que acudirá al programa para hablar de la actualidad política y estará pendiente del último acto público del Rey emérito que tendrá lugar el domingo por la tarde.
Alberto Chicote hablará con Cristina Pardo de la repercusión que ha tenido el último programa de '¿Te lo vas a comer?' donde se denunciaba la comida de nuestros mayores.
Además, el espacio contará con el exministro José Bono que acudirá al programa para hablar de la actualidad política y estará pendiente del último acto público del Rey emérito que tendrá lugar el domingo por la tarde.
Alberto Chicote hablará con Cristina Pardo de la repercusión que ha tenido el último programa de '¿Te lo vas a comer?' donde se denunciaba la comida de nuestros mayores.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - Los otros gigantes de La Mancha,.
Los otros gigantes de La Mancha,.
Artistas urbanos llenan de color los silos de Ciudad Real con la ayuda de 450 jóvenes con discapacidad. Han volado más de cinco mil latas de espray y seis mil litros de pintura, foto,.
Por sus dimensiones (alguno alcanza los 60 metros), estamos ante un arte de altura e impacto visual rompedor. Pero lo mejor es que esta monumental aventura grafitera ha involucrado a 450 jóvenes con alguna discapacidad. Y, a tenor del entusiasmo con que le dan a la brocha, la tarea ha supuesto un revulsivo en sus vidas. Los chavales, la mayoría con síndrome de Down o autismo, forman parte de la asociación Laborvalía, que ayuda a este colectivo en su difícil tarea de encontrar un empleo. Precisamente por ellos, por la gesta que están acometiendo (y un poco también por los colosos de cemento que ayudan a pintar), el proyecto ha sido bautizado con el nombre de 'Titanes'.
«La idea es ir trabajando en una segunda hornada de silos, pero, más allá de la vertiente artística del proyecto, lo importante, y de lo que más orgullosos estamos, es del trabajo con los chavales». Lo cuenta el coordinador de 'Titanes', Óscar Sanz (Madrid, 40 años), que es también director de Ink and Movement, una plataforma que promociona el arte urbano y sus profesionales llevándolos por todo el mundo. «Estos chicos tenían el estigma de ser diferentes y precisamente nuestro gran valor como artistas es ser diferentes; nosotros somos lo que somos porque entramos en la escena del arte de una forma distinta a la convencional. Así que, lejos de ser un hándicap, la diferencia es algo para sentirse orgullosos, y eso es lo que les hemos transmitido», dice Óscar, encantado con el curro de estos animosos 'quijotes' que «desde que se levantan hasta que se acuestan tienen que superar tareas titánicas».
Óscar recuerda perfectamente el día en que empezaron a pintar los primeros silos. En las zonas más altas, subidos a grandes grúas, los profesionales, y bregando con las partes más bajas, sus aplicados ayudantes. «Era abril, llevaba sin llover en Ciudad Real 97 días y empezó a jarrear sin parar, con lo que eso supone para un artista que anda subido encima de una grúa a cuarenta metros del suelo. No hay dios que aguante eso, dan ganas de rendirse, pero, solo viendo la cara de felicidad de los chicos, no podíamos parar. Son puro corazón», elogia.
El fenómeno artístico de 'Titanes' permitirá regalar una segunda vida a los graneros y convertirlos en focos de atracción turística. No se ha hecho nada igual en España sobre este tipo de arquitectura industrial, que languidecía sin que nadie reparara en ella. En ese segundo recorrido, y en aras de su inclusión laboral, los jóvenes de la asociación Laborvalía continuarán con su implicación, bien como guías de las rutas turísticas de los silos explicando su experiencia, atendiendo a los viajeros en los puntos de información o trabajando en espacios de 'merchandising'. «Y algunos de ellos, que pintan realmente bien, van a estar haciendo trabajos artísticos por toda la región», remacha el orgulloso jefe de los bravos titanes de La Mancha.
TITULO: Escala humana - Salto al pasado - El veterano Harry Read . , Miercoles-5- Junio,.
El miercoles -5- Junio a las 21:00 por La 2, foto.
Salto al pasado - El veterano Harry Read,.
Salto al pasado,.
El veterano Harry Read volverá a lanzarse sobre Normandía. Esta vez no le esperan los alemanes,.
A sus 95 años, Harry Read ha regresado a Normandía para recordar aquel otro salto, el que dio sobre aquellas mismas tierras durante el Día D. Contaba veinte años y formaba parte como operador inalámbrico de la Tercera Brigada Paracaidista, integrada en la Sexta División Aerotransportada, que tenía como misión allanar el camino a las tropas que horas más tarde iniciarían el desembarco. Era, y sigue siendo, un diablo rojo, un paracaidista británico.
El veterano estará acompañado por Jock Hutton, de 94 años, un hermano de armas que también combatió en Normandía. Ambos saltarán en tándem con otras dos personas porque ya están mayores y no es cuestión de correr excesivos riesgos. Ante todo, seguridad. Por eso, y para preparar el gran día, Harry Read ya ha realizado una primera prueba a modo de entrenamiento, no sin antes recibir el visto bueno de su médico. Según explica el diablo rojo, su corazón «está tan sano como el de un hombre de mediana edad».
Muchos hombres se ahogaron arrastrados por el peso de su equipo
No había vuelto a hacerlo desde la guerra y
la experiencia le ha parecido maravillosa. «Fue increíble experimentar
la caída libre y luego descender. Fue, simplemente, hermoso», declaró
tras el primer lanzamiento de prueba. Es una sensación parecida a la que
sintió la madrugada del 6 de junio de 1944, cuando se arrojó al vacío
sobre Ranville, el primer pueblo francés en ser liberado. Entonces
también le pareció bella la experiencia, aunque la sensación duró poco.
«Era hermoso como los fuegos artificiales, excepto que se trataba de
balas trazadoras reales».Una semana antes de que los 8.000 soldados de la Sexta División emprendieran su viaje hacia el infierno, el general James Hill, al mando de la Tercera Brigada, había lanzado una advertencia a sus hombres: «Caballeros, a pesar de su excelente adiestramiento y de sus órdenes, no se intimiden ante el caos. Es indudable que el caos imperará». Sus palabras no tardaron en hacerse realidad.
Apenas había nacido el Día D cuando partieron desde Gran Bretaña 822 aviones de transporte C-47 Dakota y 900 planeadores Horsa en los que viajaban 23.000 paracaidistas estadounidenses y británicos distribuidos en tres divisiones. Cada uno de ellos cargaba un peso enorme entre armamento, paracaídas y pertrechos, lo que a muchos les costaría la vida. La bolsa que llevaban atada al tobillo durante el salto era tan pesada debido al exceso de munición que o bien se rompían las correas que la sujetaban o la propia bolsa se hundía si caían en el agua. Y la zona sobre la que se disponían a saltar era un terreno pantanoso que, además, había sido inundado por los alemanes.
Al igual que sus compañeros, Harry Read había tenido que soportar un duro entrenamiento para hacerse acreedor del asiento número doce del Dakota que lo transportaba al campo de batalla. La Tercera Brigada había comenzado a formarse en 1943 con el único propósito de participar en el desembarco de Normandía. Sus hombres, según relató después el general James Hill, eran «la sal de la tierra; estaban preparados para dar sus vidas sin discutir».
Una semana al mes entrenaban de noche porque sabían que tarde o temprano se verían obligados a luchar sin luz en un país que no conocían. Las pruebas eran duras y estaban centradas en la consecución de cuatro objetivos. «Como paracaidistas no llevábamos mucho equipo, tuvimos que aprovechar esa ventaja para lograr una gran velocidad. Si pudieras dar órdenes dos veces más rápido que cualquier otra persona, podrías ganar diez minutos sobre el enemigo», insistía Hill. Ese era el primero de los objetivos. Los otros consistían en que los soldados mantuvieran el control, que las órdenes fueran simples para cometer menos errores de interpretación y en alcanzar un elevado efecto de fuego porque, como decía el general, «no llevamos mucha munición, así que cada disparo tiene que contar».
Luz verde
Velocidad, control, simplicidad y efecto de fuego eran los cuatro conceptos que a Harry Read le habían inculcado durante su entrenamiento y esa madrugada del 6 de junio de 1944 tendría la ocasión de ponerlos en práctica. Una hora después de partir de Gran Bretaña, la Tercera Brigada comenzó a sobrevolar Normandía. Fue entonces cuando se desencadenó el caos.Las baterías antiaéreas alemanas abrieron fuego contra los aviones, que se vieron obligados a realizar acciones evasivas pese a que tenían órdenes de no hacerlo. Mientras los aparatos se dispersaban y se alejaban de los puntos de lanzamiento, en su interior los paracaidistas aguardaban entre violentas sacudidas el momento de la verdad. Se encendió una luz roja, se abrió la puerta y los hombres se pusieron en fila sujetándose como podían a la vez que comprobaban su equipo y se numeraban a la espera del resplandor verde.
Harry Read saltó a la oscuridad desde 600 metros de altura entre los proyectiles alemanes que atravesaban a sus compañeros o agujereaban sus paracaídas. El primer suelo francés que pisó fue un valle anegado, a escasos kilómetros de la playa de Sword, en el que se ahogaron varios soldados arrastrados por el peso de su impedimenta. Aquellos fueron los primeros muertos que vio un joven de 20 años, pero vendrían muchos más. El viejo diablo rojo volverá a saltar el miércoles sobre la tierra que pisó hace 75 años para morir o matar. Caerá como entonces, pero esta vez sabe que se levantará.
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