TITULO: Juego de Niños - El equipo del IES Suárez de Figueroa subcampeón en el IX Campeonato de España de Ajedrez de Centros Escolares,. Sábado - 11 , 18 - Mayo ,.
Juegos de niños,.
Sabado - 11 , 18 - Mayo , a las 22:00 por La 1, foto,.
Juego de Niños - El equipo del IES Suárez de Figueroa subcampeón en el IX Campeonato de España de Ajedrez de Centros Escolares,.
El equipo del IES Suárez de Figueroa subcampeón en el IX Campeonato de España de Ajedrez de Centros Escolares,.
De forma simultánea se ha celebrado el Campeonato de España Escolar de Suplentes, en el que se han alzado con el título de Campeones de España,.
El equipo representante del Suárez de Figueroa con sis trofeos,.
El IES Suárez de Figuera de Zafra ha participado el pasado fin de semana, del 26 al 28 de abril, en el Campeonato de España de Ajedrez de Centros Escolares de Ajedrez en Alicante, en la categoría Sub18.
El grupo de alumnos del instituto estaba formado por ajedrecistas zafrenses del Ruy López, Raúl Gutiérrez Toro, David Gutiérrez Toro, Hugo Sánchez Guerrero y Gonzalo Hernández Delgado, y del Club Ajedrez Almendralejo, con el ajedrecista Carlos Martín Becerra. Además, les acompañaron dos profesores del centro educativo, Laura Delgado y Juan G. García, este último monitor y vocal de la Agrupación de Ajedrez Ruy López. El apoyo de sus acompañantes ha sido muy importante dada la complejidad del torneo.
El equipo, que partía en cuarta posición en el ranking inicial, consiguió un total de cuatro victorias, un empate y una derrota. Obtuvo nueve puntos y se aupó hasta el segundo puesto, consiguiendo el subcampeonato con tan solo un punto de distancia de los campeones, el equipo del IES Valdespartera de Zaragoza.
Además, de forma simultánea al campeonato por equipos, se ha celebrado el Campeonato de España Escolar de Suplentes, en el que se han alzado con el título de Campeones de España.
El equipo zafrense ha conseguido, además de los trofeos individuales y colectivos, una beca para participar en el Campeonato de España Individual de Ajedrez que se celebrará en el próximo mes de julio en la ciudad granadina de Salobreña.
El profesorado destaca que este tipo de torneos es muy importante para crear valores como el compañerismo y la pertenencia a un grupo, aspectos muy positivos en el desarrollo tanto en el plano personal como deportivo de los jóvenes ajedrecistas.
Por su parte, el presidente del club de ajedrez de Zafra, Daniel Gragera, se muestra muy contento con esta nueva hazaña de estos jóvenes talentos, y ha querido recordar que algunos de ellos consiguieron el año pasado la XIV Copa de España por equipos Sub14. «Los jugadores zafrenses tienen entre 13 y 14 años y han participado en la categoría Sub18, con lo que se ha aumentado la dificultad de optar a las primeras posiciones, donde existía un gran nivel ajedrecístico», ha valorado Gragera..
Los integrantes del equipo han mostrado su satisfacción por haber representado a su centro educativo, sus clubes de ajedrez y por supuesto a sus ciudades, Zafra y Almendralejo. Para ellos fue todo un orgullo portar la bandera de Extremadura en la entrega de premios. De igual manera destacan que ha sido fundamental para ellos la colaboración de entidades y empresas que han hecho posible su viaje a Alicante: La Agrupación de Ajedrez Ruy López, el Club Ajedrez Almendralejo, la Clínica Dental Dr. Manuel Tomillo Sánchez, J.C. Pinilla S.L. y el Ampa Suárez de Figueroa, que de alguna manera han contribuido a este nuevo éxito ajedrecístico.
La próxima cita para estos jóvenes talentos será el Campeonato de Extremadura Juvenil que se disputará del 3 al 5 de mayo en el Centro Internacional de Innovación Deportiva en el Medio Natural 'El Anillo', en Guijo de Granadilla (Cáceres), donde podrán optar a formar parte del equipo que disputará el Campeonato de España de Ajedrez de Selecciones Autonómicas.
TITULO: LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Premio Cervantes - Luis Mateo Díez: «Nada me interesa menos que yo mismo» ,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - Premio Cervantes - Luis Mateo Díez: «Nada me interesa menos que yo mismo» , fotos,.
Premio Cervantes - Luis Mateo Díez: «Nada me interesa menos que yo mismo»,.
Los reyes asisten a la Ceremonia de entrega del Premio de Literatura en Lengua Castellana.
Los reyes entregan el Premio Cervantes 2023 a Luis Mateo Díez,.
Emocionado e intranquilo, como él mismo reconocía el día anterior en el encuentro con los medios, Luis Mateo Díez recibió este martes 23 de abril el Premio Cervantes 2023 en la «mañana más importante» de su vida, según confesó en un discurso donde repasó su trayectoria con especial atención en la infancia, pues fue en esa época en la que «encaminó» su destino de escritor.
No faltaron, además, las referencias al Quijote, un antihéroe que llegó pronto a su vida para «quedarse», ya que los seres de ficción que iba creando en su mundo tenían «una incierta imagen quijotesca, una atrabiliaria fisonomía de perdición y extravío, a la que no era accidental la fragilidad de su voluntad luchadora por la vida, el afán de vivirla y sobrellevarla con el rendimiento de la generosidad que añade un valor a la propia inducción del fracaso».
Asimismo, el escritor de Villablino llenó su texto de distintas pinceladas sobre su visión de la vida, en las que subrayó su «precariedad incapacidad para escribir lo que me pasa», que le llevó en su momento a crear un territorio propio, Celama que aparece en varias de sus novelas. «Nada me interesa menos que yo mismo, y lo digo con una radicalidad sospechosa pero no mendaz», remarcó.
Reconocimiento de méritos
Después de recibir con una visible emoción la medalla y la escultura conmemorativas de este Premio Cervantes 2023 de manos de los reyes, el leonés recordó a aquel niño que tenía la «necesidad de escribir para contar lo más ajeno a lo que a mí sucedía». Una necesidad que, según apuntó con ese humor tan presente en su obra, podía tener el riesgo de convertir al pequeño Díez en «aquel repelente niño Vicente» de la «deliciosa» novela de Rafael Azcona.
En esa infancia descubrió dos cuestiones que marcarían su obra, según él mismo narró en su discurso: «las veladas nocturnas, propias de las costumbres vecinales de mi Valle», en las que se dejó embelesar por el relato oral de lo ancestral y lo folklórico; y Don Quijote de la Mancha, que llegó a su vida «para quedarse» como ejemplo máximo del héroe que no lo es, tan presente en su propia obra.
«La entidad de mis personajes no estaba, así, eximida de una incierta heroicidad, tan cervantina y quijotesca, en aras de una imaginación liberadora y redentora, siendo acaso héroes del fracaso», enfatizó. Y es que configurar al héroe es «uno de los elementos sustanciales» no solo de la poética de narrador, sino «ante todo» de su vocación de escritor.
Situación actual dentro de la escritura
También habló Díaz en su discurso de su visión de la vida y su necesidad de crear un territorio propio por, según confesó, su «precaria incapacidad para escribir lo que me pasa». «Nada me interesa menos que yo mismo», proclamó antes de dar «alguna orientación» sobre donde se encuentra como escritor en una especie de «examen de conciencia».
En ese punto reveló que durante muchos años la pasión de escribir se compaginaba «con la indolencia de hacerlo». «Una muestra de disipación derivada de las vehemencias juveniles», según confesó con una sonrisa. Esa indolencia acabó superada por «la intensificación de la necesidad» de escribir.
Así, Díez, «un octogenario de salud razonable y conciencia de las ausencias correspondientes», detalló que se encuentra en algún punto de una obra que, por prolífica, «puede iluminar lo que con la reiteración enriquece el mundo que la contiene». Eso sí, apuntó dos riesgos a los que se enfrenta: la repetición, «signo de acabamiento», y la acumulación de ficciones que, «sin avalar la posteridad, sí lo hagan con la condición de póstumo». Y es que subrayó que se encuentra en un momento de «sobrecarga» de escritura, que es un «aliciente de la vida». Volvió a aferrarse a sus personajes en el tramo final del discurso, personajes a los que vive «entregado», «ya que son ellos quienes me salvan a mí».
Acto de entrega de los Reyes
Como cada 23 de abril, el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) se vistió este martes de gala para acoger el acto de entrega del premio literario más importante en lengua hispana, el Cervantes. En esta ocasión, el galardonado fue el escritor leonés Luis Mateo Díez (Villablino, 1942), que recibió el Premio de manos del rey Felipe VI, quien ensalzó a un autor «que ha practicado todos los géneros con maestría (…) Un formidable creador de mundos y de territorios imaginarios».
Como recordó en su discurso el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que por primera vez asistía al acto como titular del Departamento, el jurado ha reconocido al autor castellano y leonés por «ser uno de los grandes narradores de la lengua castellana, heredero del espíritu cervantino, escritor frente a toda adversidad, creador de mundos y territorios imaginarios».
Con mucha expectación en las calles aledañas a la Paraninfo, los invitados, entre ellos el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, así como el protagonista del acto, llegaron al emblema universitario para dar comienzo a la ceremonia, que fue abierta por el rey.
Acta y entrega de medalla
Tras la lectura del acta de la reunión del jurado del pasado 7 de noviembre, en el que se subraya «la pericia y el dominio indiscutible del lenguaje, que el autor acredita en una escritura en la que mezcla con maestría lo culto y lo popular», Felipe VI entregó a Díaz la Medalla y la Escultura conmemorativas de este Premio Cervantes 2023
Lo recibió Luis Mateo Díez en la mañana «más importante» de su vida, según reconoció al inicio de un discurso donde explicó que la infancia «encaminó» su destino de escritor. Detalló, como 'obligaba' el día, el lugar y el propio Premio Cervantes, su relación con El Quijote, que llegó a su vida «para quedarse» como ejemplo máximo del héroe que no lo es, tan presente, según indicó, en su propia obra. «La entidad de mis personajes no estaba, así, eximida de una incierta heroicidad, tan cervantina y quijotesca, en aras de una imaginación liberadora y redentora, siendo acaso héroes del fracaso», resaltó.
El escritor leonés también habló en su discurso de su visión de la vida y su necesidad de crear un territorio propio, Celama, que aparece en varias de sus novelas, por, según confesó, su «precaria incapacidad para escribir lo que me pasa». «Nada me interesa menos que yo mismo», proclamó. Una idea que repitió en el final del discurso al asegurar que vive «entregado» a sus personajes, «ya que son ellos quienes me salvan a mí».
El reconocimiento real
Felipe VI fue el encargado de cerrar el acto con un discurso en el que ensalzó a un autor «que ha practicado todos los géneros con maestría». «No es de extrañar que la hibridez sea un rasgo sobresaliente a lo largo de su trayectoria», apuntó el rey, que repasó la carrera de Luis Mateo Díez, pero también su biografía, recordando a su padre, Florentino, que veló «porque los clásicos, los griegos, los latinos y nuestros escritores del Siglo de Oro despertarán en él, y en sus hermanos, la mayo atención e interés».
Su majestad también hizo referencia a los «personajes perdedores y solitarios» que marcan la obra del leonés, así como a su calidad artística y su dominio del lenguaje. No olvidó el Rey hacer referencia a los mundos y territorios imaginarios del leonés, con especial atención a Celama, «un lugar donde confluyen mito, imaginación y memoria, metáfora del crepúsculo de las culturas rurales que profundiza, a su vez, en la misteriosa condición del ser humano». «Este paisaje imaginario tiene cierto correlato con el real, con el Páramo leonés donde transcurrieron algunos veranos del escritor, sobre todo cuando la vida de sus padres llegaba a su fin», enfatizó Felipe VI, que reconoció «el honor y el placer» de entregar este Premio Cervantes a quien «vive contando y cuenta viviendo porque la ficción es una parte imprescindible de la existencia».
Fue Urtasun el primero en pronunciar un discurso en el que repasó la vida y la trayectoria de un escritor al que expresó su gratitud «por tu creación de un universo inconfundible en el que brillan lo cervantino y lo universal de la tradición oral». El ministro de Cultura destacó, asimismo, el «universo personalísimo» creado por el leonés que se concreta también en «un lenguaje personalísimo».
Después de recibir el Premio en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, el galardonado, que es también académico de la Real Académica Española, iniciará esta misma tarde la XXVIII Lectura Continuada del Quijote, que como cada año se celebra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
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EL CLUB COMEDIA - 'Los maestros cantores de Núremberg' de Laurent Pelly enorgullecen al Teatro Real ,.
'Los maestros cantores de Núremberg' de Laurent Pelly enorgullecen al Teatro Real,.
La tradición considera que esta es una de las óperas que mejor demuestran la capacidad y solvencia de un teatro,.
'Los maestros cantores de Núremberg'
- Música y libreto Richard Wagner
- Director musical Pablo Heras-Casado
- Director de escena Laurent Pelly
- Escenografía Caroline Ginet
- Iluminación Urs Schönebaum
- Vestuario Laurent Pelly y Jean-Jacques Delmotte
- Lugar Teatro Real, Madrid
- Fecha 24-IV
La tradición considera que 'Los maestros cantores de Núremberg' es una de las óperas que mejor demuestran la capacidad y solvencia de un teatro. Y la tradición, según Hans Sachs, conserva la pureza del arte frente al desgaste del tiempo. De manera que hay un beneficio inmediato en el hecho de que el Teatro Real se someta a esta prueba de esfuerzo, que lo haga estrenando una nueva producción firmada por Laurent Pelly, en coproducción con Copenhague y Brno, y que coloque al frente de embrollo musical a Pablo Heras-Casado que es uno de sus principales directores invitados.
'Los maestros' ya estuvieron aquí, en 2001, en gira de la Ópera Estatal de Berlín y Daniel Barenboim cuya presencia a lo largo de varios años insufló oxígeno en la todavía básica realidad operística madrileña. Ahora todo es distinto, pues se juega con jurisdicción ofreciendo, según se enorgullece el propio Real, resultados de calidad incuestionable y de primer nivel. El sabio zapatero insiste en la importancia de hacerlo con conciencia y de forma inconfundible.
En ello está Laurent Pelly, quien ha visitado Madrid en siete ocasiones durante diez temporadas, siempre con éxito y siempre demostrando poderosa solvencia teatral en la lectura de obras de apariencia cómica, a las que mira con ironía y agudeza conceptual. 'Los maestros', tras el estreno del miércoles, pasa a incorporarse entre sus mejores realizaciones porque, sin soflamas ni calenturas ideológicas (que Wagner siempre pone fáciles y la posteridad se encargó de sobrecargar), se identifican muchas de las encrucijadas de la obra. En 'Los maestros' hay teatro y personajes de carne y hueso, que sufren, gritan, divierten, ríen y enfurruñan.
De inmediato surge Sixtus Beckmesser, el escribano pedante, obtuso y ofuscado que se dibuja con particular protagonismo gracias a la muy redonda interpretación del inglés Leigh Melrose. Su caminar está al límite del ridículo y se inserta en el ya viejo hábito de buscar el lado caricaturesco del personaje bien reforzado aquí por una calidad vocal estimable. Por supuesto, Hans Sachs, cuyo arbitraje como 'primus inter pares' cuenta con la astucia de Gerald Finley. Otros intérpretes presentaron al personaje con voces más rotundas y fundamentales, pero a cambio, se disfruta de un protagonista que ofrece honradez, humanidad, una musicalidad sincera y una calidad de fondo incuestionable, suficientemente convincente como para acallar a ese grupo de maestros cuya peculiar caracterización, en línea con una gestualidad corporal muy pantomímica, dice mucho del mundo inquietante en el que habitan.
Algún ejemplo más. La voz grande y dominadora de Jogmin Park, cuyo Veit Pogner da sentido al rico orfebre y padre de Eva con su talante de gran señor. La solvencia de José Antonio López aparece bajo la máscara del panadero, secretario y guardián de rancias esencias Frtiz Kothner. La aristocracia desteñida de Tomislav Muzek que defiende al siempre comprometido Walther von Stolzing con una emisión suficiente, con línea de corto alcance y acabado limitado. Su presencia (y el vestuario banal y discrepante lo reafirma) es el catalizador de una reacción que rompe la convivencia por el solo hecho de aproximarse a su amada Eva, hija de Pogner.
Encanto coloquial
Aquí Nicole Chevalier guardó lo mejor para el tercer acto, para expandirse luego en un encanto demasiado coloquial. Hay más en esta ópera de diecisiete solistas incluyendo a secundarios determinantes en la acción. Es el caso de David y el sereno, es decir, Sebastian Kohlhepp y Alexander Tsymbalyuk, buenas voces y buenos actores en su afán por completar este zoológico de jactancias en discusion.
Solo hace hay esperar a que se levante el telón para que muros enormes e inclinados, sirviendo de perímetro a varias plataformas horizontales superpuestas en desorden, obliguen a abrir los ojos. Pelly advierte sobre la grandeza de Núremberg y alerta sobre una realidad que toma forma de fachada ruinosa. Podría considerarse que hay similitud con el preludio que surge del foso, o al menos tal y como surgió en la primera función, altisonante, confuso, emborronado, de compleja narrativa y turbia ejecución.
La orquesta titular del Teatro Real pincha si se empeña en leer la obra con una sonoridad tan raspona, que Heras-Casado aclimató a duras penas en el tercer acto sin dejar de estar algo sobrecargada e inestable. Hay mucho por desbrozar en una interpretación cuya gruesa volumetría fue muy aplaudida y artificialmente jaleada. También hay un potencial evidente en la versión de Heras-Casado aún en forma embrionaria.
Alerta
Y en el cierre la ovación incluyó a Laurent Pelly y a sus colaboradores. Al muy determinante juego de luces y a la calidad visual del vestuario, también firmado por el director, se une el encanto de una escena que superpone referencias. Núremberg es una ciudad de cartón, frágil, efímera, envejecida hasta el límite y que, muy en la narrativa de Pelly, se conforma con aparentar ser un juguete abierto al solapamiento de perspectivas.
La realidad se encoge y agiganta, pasa de lo evidente a la sugerencia, mantiene al espectador alerta, le encandila cuando se cierra el segundo acto en la noche, con las casas iluminadas y la ciudad humeante. O en el tercero, en el que se instala un telón de fondo con altas montañas que surgen orgullosas mientras desde la tribuna ciudadana Sachs arbitra la negociación entre el arte en renovación, que ha importado Walther von Stolzing, y las fórmulas académicas que preservan los maestros. Las referencias son muchas más y algunas elaboradas con sutileza en el afán por fortalecer una propuesta que, con gran inteligencia, renueva la comicidad de la obra, advierte sobre su ambivalente argumentario, proclama la magnitud de lo heredado y pone en duda su propia supervivencia. Y en ese juego de contrarios y alharacas, que se narra con una naturalidad inmediata, está la fortaleza de este trabajo.
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