lunes, 30 de diciembre de 2019

Domingo - 5- Enero -LIARLA PARDO - Nacho Fresneda: «Me encanta que la gente se ofenda»,./ ESPAÑOLES POR EL MUNDO - «Dejamos Venezuela por supervivencia» ,./ Escala humana - Asociaciones y comandos,. , Miercoles -1- Enero,.

TITULO: Domingo -5 -Enero- LIARLA PARDO  -   Nacho Fresneda: «Me encanta que la gente se ofenda» ,. 

El domingo -5- Enero a las 18:00 por La Sexta, foto,.

 

Nacho Fresneda: «Me encanta que la gente se ofenda»,.

Nacho Fresneda, en un fotograma de 'El silencio del pantano'. / Samantha López
Nacho Fresneda, en un fotograma de 'El silencio del pantano'.

Famoso por su papel en 'El Ministerio del Tiempo', el actor valenciano regresa a la gran pantalla con 'El silencio del pantano', donde da vida al gitano Falconetti,.


Nacho Fresneda (Quart de Poblet, 1971) se quedó a vivir en la memoria del público -lo conocía desde hace muchos años- cuando empezó a dar vida a Alonso de Entrerríos en 'El Ministerio del Tiempo'. Abonado al teatro y a la televisión, el valenciano se ha prodigado menos en la gran pantalla. Divertido, directo y con un encantador punto macarra, el actor da vida a Falconetti, un gitano rudo y expeditivo en 'El silencio del pantano', rodada en Valencia y adaptación de la novela de Juanjo Braulio. Ópera prima de Marc Vigil, la cinta es «una película que habla de la bajeza humana» y sigue los pasos de Q, un exitoso escritor de novela negra que parece inspirarse en crímenes reales para dar luz a su obra. ¿O es al revés? La película se estrena el 1 de enero.
-¿Hay que ser algo cabrón para dar vida a alguien así?
-(Ríe) ¿Hay que ser buena persona para ser actor? No. He conocido grandísimos hijos de puta que te los crees, que los ves y son la bondad absoluta. Sí que te digo que yo valoro mucho la calidad humana.
«Somos rápidos, baratos y buenos y corremos peligro de convertirnos en los chinos de lo audiovisual»
-¿Cómo le llegó esta historia?
-Es la primera vez que he tenido acceso a un proyecto desde el principio. Estábamos en esos momentos trabajando en 'El Ministerio del Tiempo' y Marc es una persona a la que admiro y quiero. Es increíble y trabajamos muy bien juntos. Ha sido un viaje de más de dos años muy interesante.
-¿Le ha permitido eso aportar más cosas al guion?
-Sí, claro. Marc quiere actores que trabajen, no que sean máscaras o que vayan al dictado. Lo que pasa es que cuando una cosa está tan bien armadita... Esa aportación se vio más en rodaje. Hay una escena hacia el final de la película para la que realmente no teníamos texto y la hicimos entre todos. Pero, vamos, tu aportas cuando hace falta que aportes... Si te dan un texto de Lope de Vega, pues no aportes mucho, dilo y si la coma está, hazla (ríe).
-¿Cómo se mete uno en la piel de Falconetti, a menudo parco en palabras?
-Pero fíjate en la construcción física y en la manera de hablar. Es muy exagerado. Sí que es verdad que uno intenta darle humanidad. Primero engordando a saco y a lo bruto, o sea yo solo en casa, sin cocinero, aunque tuve la ayuda de un nutricionista. Y entrenando mucho, haciendo muchas pesas y luego pues tirando de mi memoria de la gente que he conocido. Yo soy de un barrio de Valencia muy parecido al Cabañal, he ido al colegio con gente que luego ha acabado siendo Falconetti. Los referentes, más que actores, eran tipos. Era el Pacheco, un tipo del cole que era el más malo del mundo, a mí me daba mucho miedo y me hacía la vida imposible. Y luego tampoco soy un tipo que busque e intelectualice, y más para personajes así. Creo que intento ser muy intuitivo, muy obediente con lo que me pide el director y luego no medir. Como decía el gran Cesáreo, que en paz descanse: «Esto se puede hacer mejor, pero ya tienen que llamar a otro».
-Vamos, que no es lo que se conoce como un actor de método.
-¿Es que eso qué es? Vamos a ver, por supuesto que soy actor de método, de mí método, y por supuesto que he estudiado. A mí me gusta mucho vivir esta historia como un buen bufón, un buen mago. Sí, te digo que he engordado, que me ha costado, pero no te voy a contar el truco, quizá quiero que pienses que lo hago con la punta de... Es que no me interesa hacerme el guay, yo hablo con mi trabajo. Al final tengo la suerte de poder hacer cosas diferentes. A mí no me ha faltado trabajo nunca, siempre he estado en marcha y ahora tengo que estar muy agradecido porque 'El Ministerio del Tiempo' me ha puesto en otro sitio y desde hace cinco años estoy accediendo a otro tipo de curros. Si ya me dejaba la piel en las cabalgatas y en el teatro de calle, imagínate ahora.
-¿Teme que se le critique por dar vida a un gitano?
-Me da absolutamente igual y me encanta que la gente se ofenda, me parece fantástico. Dos problemas tienen, tres si no comen. Ahora todo el mundo se ofende por todo y me parece maravilloso, al menos que vayan al cine y que se ofendan. No lo había pensado, pero es que si hablamos de eso, vale, es gitano, pero es un tío de barrio e igual soy yo más de barrio que muchos. ¿Qué pasa que no puedo hacer de un político corrupto con estudios? ¿Eso también es apropiación cultural? Porque yo solo tengo hasta la Selectividad. Entonces qué mierda es esto. Es que al bufón el rey no le mataba y eso que le decía todos los defectos que tenía. Nosotros somos putos bufones. Que no cambia el mundo, que nadie se ha muerto porque hagamos una mala película, que si quieres la ves y si no quieres no.
-¿Ha notado el incremento de trabajo con las plataformas digitales?
-Sí, es obvio. Series como 'Vis a vis', 'El Ministerio del Tiempo' o 'La casa de papel' han hecho que hayamos entrado en otra etapa. Hay muchos mas castings, las plataformas generan más trabajo, la gente joven tiene más posibilidades. El público cada vez es más exigente. Ahora, ¿nos conformamos con esto o vemos el peligro? Yo veo el peligro en una frase robada a un amigo y es que podemos convertirnos en los chinos de lo audiovisual mundial. Somos tan rápidos, tan baratos y todo lo hacemos tan bien que podemos convertirnos en ello. Y diría que las condiciones de los trabajadores chinos no son las ideales.

  TITULO:  ESPAÑOLES POR EL MUNDO - «Dejamos Venezuela por supervivencia» ,.


«Dejamos Venezuela por supervivencia»,.

Ángel Martín, el segundo por la derecha, acompañado por su familia en Jerte :: /ANDY SOLÉ
foto / Ángel Martín, el segundo por la derecha, acompañado por su familia en Jerte ,.

Una familia de raíces extremeñas rehace su vida en Jerte tras dejar un país en el que no aguantaban más,.


En 1972, cuando Ángel Martín Sánchez (83 años) empezó a trabajar como agregado (un puesto intermedio en el escalafón de profesores) en la Universidad del Zulia, en Venezuela, cobraba cada mes el equivalente a unos 1.800 euros actuales. El pasado verano, su salario como catedrático en el mismo centro, donde daba clases de Lógica y Antropología, de Filosofía o de Ética, era de 11 euros. Más o menos lo que cuesta en España una botella de ginebra sin alardes. O una caja de pañales de noche de marca blanca. O una tableta de 400 gramos de turrón duro de almendra. O dos entradas para el cine el fin de semana en Mérida. Por eso, cuando se le pregunta por qué dejó el país, no necesita hablar de política ni de ideologías ni hacer ninguna sesuda argumentación. «Lo dejé por imposibilidad material para seguir viviendo humanamente», responde.
Lo dice sentado en uno de los sofás del salón del piso alquilado en el que vive en Jerte, a media hora en coche de Plasencia. Es el pueblo en el que nació, del que se fue siendo un niño y al que ha regresado octogenario y acompañado. A su derecha está Luz Mar, su esposa, y a su izquierda su hija Luz (46 años), que se licenció en Educación por Idiomas Modernos, hizo un máster en Lingüística, se doctoró en Ciencias Humanas y era profesora e investigadora en la misma universidad que su padre, la de Zulia, que según cuentan los dos, se está quedando sin alumnos y sin docentes.
«Yo también daba clases en Colombia -explica ella-. Cruzaba un día a la semana. Con un día de clase en Colombia ganaba lo mismo que trabajando un año en la universidad en Venezuela». Ahora, está en paro. «Pensé que iba a ser más fácil encontrar trabajo aquí -reconoce Luz-, hay quien me dice que me vaya a Madrid porque allí hay más opciones, y de hecho estoy en trámites con una posibilidad que ha surgido en la universidad Carlos III, pero preferiría quedarme, estoy bien aquí, contenta, y estoy segura de que acabaré encontrando un trabajo».
«Antes ganaba el equivalente a unos 1.800 euros; ahora, 11» Ángel Martín, Catedrático
«Me gusta mucho estar aquí, sé que nos va a ir muy bien» Daniela, 17 años
«Tengo el corazón y la cabeza en mi país» Luz Mar, Emigrante
«Estoy segura de que acabaré encontrando un trabajo aquí» Luz, Hija de Ángel
Eso, un empleo, es su gran preocupación, y la de Edré, su marido, y la de su hijo Rafael (21 años) y hasta de la pequeña, Daniela (17), a la que cuesta imaginar seria y triste. Van veinte minutos de conversación sobre sus vidas y en la sala surge la primera pregunta que no tiene un destinatario específico: «¿Qué tal se encuentran aquí, cómo les va?». Y la primera que responde es ella, la más joven. «Muy bien -dice Daniela, que va al gimnasio y canta en el coro de la iglesia-. El pueblo es muy agradable, me gusta mucho estar aquí. Sé que aquí nos va a ir muy bien».
Aquí es Jerte, 1.266 habitantes, que son aproximadamente 1.550.000 menos que los que tiene Maracaibo, la segunda ciudad de Venezuela por población, el sitio de sus vidas hasta que lo cambiaron por Extremadura. La situación política y social de su tierra ha degenerado hasta un punto que a ellos, como a otros muchos antes, se les ha hecho insoportable. «Yo decidí salir de Venezuela antes que mis padres -cuenta Luz-. Tuvimos una reunión familiar y ellos dijeron que se quedaban, pero yo ya quería salir». La visión de Ángel, el padre, esposo, abuelo, suegro, el extremeño de la familia por muchas décadas que haga que emigró, está condicionada por la rica mochila vital que acarrea.
De Jerte salió siendo un crío con dirección al Seminario de Plasencia. Siguió estudiando en Burgos y en Madrid, donde hizo Arquitectura y Bellas Artes (es pintor, sus cuadros ya adornan los pasillos del piso de Jerte). Con 24 años, ya ordenado sacerdote, se fue de misionero a Colombia, a una zona casi selvática, donde permaneció seis años, en la década de los sesenta. Contra su voluntad, le tocó regresar a España, pero no tardó en volver a cambiar de país. Se fue a Venezuela, donde la vida le cambió. «En vez de convertir a la fe, fui yo el convertido», bromea. Dejó el sacerdocio, se casó con Luz Mar y tuvo tres hijos.
«Yo ahora no quería irme de Venezuela -cuenta Ángel Martín-, porque muy bravo tiene que ser el vendaval para poder conmigo, pero tengo que mirar por mis hijos y mis nietos, por eso me decidí a salir». Él y su esposa, Luz Mar -que admite que tiene «el corazón y la cabeza» en su país, y se le nota- llegaron a Jerte el 1 de septiembre. Luz y Daniela, el 22 de octubre. Y el pasado día 1 aterrizó Edré, que no tiene claro qué va a hacer. Los demás tienen la nacionalidad española, por su parentesco con Ángel, pero él no. «Yo tuve que sacar un pasaje (billete) de avión de vuelta para que me dejaran salir. El vuelo es el 28 de febrero», explica Edré, que en breve perderá su condición de último en llegar.
De los otros dos hijos de Ángel y Luz Mar, uno, el varón de 49 años, llegará en enero y la mujer, de 44, lo hará después. Para entonces, ya estarán todos juntos de nuevo. En Jerte, donde los cortes de luz duran minutos y no días, y donde no hay que hacer una cola de nueve horas para echar gasolina al coche. A Ángel le falta casi toda su librería -«todo lo que nos pudimos traer cabe en dos maletas», dice-, pero tiene tranquilidad. Y tiene cerca a Daniela, que es la cara de la esperanza.

 
 TITULO: Escala humana -  Asociaciones y comandos ,. , Miercoles -1- Enero,.

El miercoles -1- Enero a las 21:00 por La 2, foto.

 

Asociaciones y comandos.-

Asociaciones y comandos

Algunos domingos voy a misa en latín y con el cura de espaldas. Hay mujeres con velo y parece que estás en una novela de los años 40. El sector servicios (religiosos o no) es inabarcable. Vivimos mejor que nunca. No voy a hablar de fe, ni de liturgia, ni del Concilio Vaticano II, solo de cosas que pasan. Seguramente no habría visto 'La primera tentación de Cristo' si la Asociación de Abogados Cristianos no la hubiera señalado porque creen que ha sacado a un Jesucristo homosexual. Es cierto que no me suelo ofender por nada, pero me parece que la película tiene gracia (sin pasarse). La sede brasileña de Porta dos Fundos, la productora de humor responsable, se vio atacada por cócteles molotov, que es una actividad muy cristiana en Navidad. Vale que la cosa no ha llegado a 'Charlie Hebdo', pero una sociedad es civilizada cuando se puede reír de lo más sagrado. De lo más grande, que dirían en 'Sálvame'.
Es una comedia, demonios, con unos tipos irreverentes que son más como el 'Funny or Die' americano que como Monty Python. En el especial navideño se cuenta cómo Jesús viene de estar 40 días en el desierto y en su casa le tienen preparada una fiesta sorpresa por su 30 cumpleaños. Jesús, que se parece a Gad Elmaleh, viene con un amigo sarasa. Además, sus padres le cuentan que es adoptado (Dios, que Jesús creía que era su tío, también está presente). Como no ha habido víctimas me voy a reír civilizadamente de quien se ha atribuido la autoría de los cócteles: el Comando de Insurgencia Popular Nacionalista de la Gran Familia Integrista Brasileña. ¿Esto es serio? Desde luego es más gracioso y montypythoniano que el soso Asociación de Abogados Cristianos.
También he visto 'Los dos Papas'. Casi me ofendo con ese ensalzamiento de Francisco frente a Benedicto XVI. Es como poner a hablar al padre Ángel con Xavier Zubiri. Me voy a misa en latín.

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