jueves, 19 de diciembre de 2019

LA LOTERIA DEL VIERNES - LOTERIA NAVIDAD - El coste de su hipoteca, al descubierto . / EL DIVAN DE OLGA VIZA - ¿Qué hace Zidane?,.

TITULO: LA LOTERIA DEL VIERNES - LOTERIA NAVIDAD -El coste de su hipoteca, al descubierto    .  
 

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El coste de su hipoteca, al descubierto,.

Una pareja en la firma hipotecaria ante un notario. /R. C.
Una pareja en la firma hipotecaria ante un notario.
En plena época de amortizaciones, interesa quitarse plazo para lograr un ahorro medio del 3% por año, aun a costa de pagar la misma cuota,.

Resultat d'imatges de LA LOTERIA DEL VIERNES  onceEl próximo 31 de diciembre es la fecha límite para cuadrar el presupuesto familiar antes de rendir cuentas con Hacienda a mediados del próximo año en la declaración. Y el uso de su hipoteca como herramienta para desgravar es la principal ventaja fiscal con la que aún cuentan miles de propietarios de vivienda, aunque no siempre optimizan todas las posibilidades que ofrece este tipo de créditos no solo para desgravarse dinero sino, sobre todo, para no pagar al banco más intereses de los necesarios. Veamos.
Dependiendo de cómo se realicen las aportaciones adicionales a la hipoteca –ya sea ahora o en cualquier otra época del año–, las familias pueden estar dejándose hasta un 3% más en el abono de intereses a su entidad, sobre todo en los primeros años de esa hipoteca.
Resultat d'imatges de LOTERIA NAVIDADEstos préstamos no destacan precisamente por su sencillez: ni a la hora de contratarlos, porque las escrituras incluyen decenas de condiciones y requisitos; ni al comprobar cómo se va pagando esa deuda al banco. Primera premisa a tener en cuenta:el cálculo 'francés' (el más extendido) rige en el sistema financiero español. Y eso implica que, aun con la misma cuota durante años, al principio se pagan muchos intereses y a medida que pasa el tiempo se abonan menos, para ir amortizando más capital, que es lo que se debe.
Este 'sencillo' planteamiento es la clave para condicionar cualquier movimiento que realice. Pongamos un ejemplo estándar a partir de los últimos datos publicados por el INE en materia hipotecaria: el de un crédito de 135.420 euros contratado a 24 años con un interés TAEdel 2,5%: resultará una cuota próxima a los 626 euros al mes. Si el titular no realiza ninguna aportación adicional al cuadro de amortización inicial, cuando transcurran esos 24 años habrá devuelto al banco esos 135.420 euros que necesitaba para adquirir la vivienda;y, eso sí, otros 44.811 euros en intereses. Es decir, un plus del 33%. En total, ese crédito le habrá supuesto el abono de más de 180.000 euros.
Hasta aquí, todo razonable desde el punto de vista técnicamente financiero. Pero el titular de esa hipoteca puede recortar ese gasto en intereses si sabe jugar sus bazas con habilidad y si sus ingresos se lo permiten. En un contexto como el actual, en el que los tipos de interés se encuentran en mínimos y, por ahora, sin visos de que puedan incrementarse mucho, la mejor opción de amortizar pasa por quitarse de encima plazo a costa de mantener la misma cuota mensual.
Estas operaciones de amortización, tan habituales entre los hipotecados, ofrecen una doble opción, voluntaria y siempre que lo quieran los titulares: por ejemplo, cuando se aporte el dinero adicional a las cuotas mensuales correspondientes hasta alcanzar el límite fiscal del entorno de los 9.000 euros al año. Ese pago extra se puede hacer a costa de reducir meses del crédito –en la parte proporcional– o de recortar el recibo que le pasa el banco cada mes, manteniendo el número de meses intacto.
Una amortización que sirva para reducir la cuota supondrá un ahorro mínimo al mes, pero un coste más elevado de intereses al final de la vida de ese crédito. Si para el préstamo ejemplificado se aportan 1.500 euros antes de final de año y se recorta plazo del préstamo, con ese dinero se acortarán cuatro meses. Es decir, se finiquitará la hipoteca un cuatrimestre antes de lo pactado en la escritura. Esta simple operación supone que al final la cuantía abonada en interese será de 43.595 euros. Es decir, unos 1.200 euros menos que hay que pagar al banco por habernos prestado ese dinero. Y eso, solo en un año. Si esa misma operación de amortización parcial se repite en varios ejercicios, el ahorro anual del 3% supondrá un pago de intereses cuantitativamente inferior a lo estimado en un principio.
No ocurre lo mismo si se amortiza a costa de recortar la cuota de la hipoteca manteniendo el plazo pactado a 24 años vista. El recibo mensual bajará unos 10 euros, sí. Pero el ahorro final en intereses apenas rozará los 500 euros, frente a los 1.200 euros que se salvarían si la amortización fuera sobre plazo. Esto es, casi tres veces menos. Y esa circunstancia, multiplicada por 24 años, implica una importante cuantía.

El dilema del fijo o variable

Esa misma estructura 'francesa' de la hipoteca puede servir para quienes están planteándose un crédito a tipo fijo o variable. A la hora de realizar los cálculos del coste, es necesario tener en cuenta que durante los primeros años de ese crédito, precisamente los que van a coincidir con una etapa como la actual con tipos en mínimos, se pagan muchos más intereses que hacia el final de vida de la hipoteca. Si ahora se asume un coste medio fijo o variable, hay que tener en cuenta que cuando comiencen a subir los tipos lo harán cuando ya se haya pasado la peor época del crédito en cuanto al pago de intereses, que es precisamente estos primeros años.

 TITULO:  EL DIVAN DE OLGA VIZA -  ¿Qué hace Zidane?,.


Resultat d'imatges de ¿Pero por qué? ¿qué hace?, bramaron varios madridistas (y no madridistas) que estaban viendo el Clásico conmigo cuando Zidane sustituyó a Fede Valverde por Modric en el minuto 80. ¿A quién se le ocurre semejante majadería? Quitar al uruguayo, que había completado el trayecto Madrid-Barcelona a toda mecha por el césped del Camp Nou, por un piernas como Modric, aquel croata que ganó un Balón de Oro en el sorteo de benéfico de la parroquia. Con Valverde también salió Isco, por cierto, el otro sostén en Barcelona. Tal patinazo de Zidane sólo podría desembocar en catástrofe, pero… Contra pronóstico (el de mis descontentos acompañantes) el Madrid fue a más, empujando al Barça en su área, imponiendo su autoridad en el medio aunque no en el área, por donde se le extravió el triunfo a los blancos. Zidane volvió a plantarse en el Camp Nou y, de nuevo, salió sin quemaduras. Apostó por Isco y cuatro centrocampistas y el plan funcionó, no se aturdió con la sí pero no alineación de Busquets, adelantó la presión a los azulgrana y supo dotar a su equipo de ritmo y personalidad. Puede, y sólo digo que se trata de una remotísima posibilidad, que Zidane no sólo sea un alineador con jardín sino también un buen entrenador. Lo primero podría explicar alguna que otra victoria o algún que otro título. Pero no las tres Copas de Europa seguidas, ni los nueve trofeos conquistados en el banquillo, ni su poder casi divino de resucitar muertos. Porque eso es lo que hace Zidane.  La buena representación del Madrid en el Camp Nou exige ponderar la figura del marsellés, que esta temporada fue paseada en un carruaje de madera camino del cadalso hasta en dos ocasiones, tras las debacles de París y Mallorca. Tengo la sensación de que Zidane, a pesar de todas las medallas en el pecho que luce, es visto aún por muchos como un buen gestor de grupos pero aprendiz en la pizarra. Convengamos en que la primera condición no genera dudas a nadie. La segunda debería estar ya fuera de sospecha. La influencia del francés en la atmósfera del club y en lafoto / "¿Pero por qué? ¿qué hace?", bramaron varios madridistas (y no madridistas) que estaban viendo el Clásico conmigo cuando Zidane sustituyó a Fede Valverde por Modric en el minuto 80. ¿A quién se le ocurre semejante majadería? Quitar al uruguayo, que había completado el trayecto Madrid-Barcelona a toda mecha por el césped del Camp Nou, por un ‘piernas’ como Modric, aquel croata que ganó un Balón de Oro en el sorteo de benéfico de la parroquia. Con Valverde también salió Isco, por cierto, el otro sostén en Barcelona. Tal patinazo de Zidane sólo podría desembocar en catástrofe, pero… Contra pronóstico (el de mis descontentos acompañantes) el Madrid fue a más, empujando al Barça en su área, imponiendo su autoridad en el medio aunque no en el área, por donde se le extravió el triunfo a los blancos. Zidane volvió a plantarse en el Camp Nou y, de nuevo, salió sin quemaduras. Apostó por Isco y cuatro centrocampistas y el plan funcionó, no se aturdió con la sí pero no alineación de Busquets, adelantó la presión a los azulgrana y supo dotar a su equipo de ritmo y personalidad. Puede, y sólo digo que se trata de una remotísima posibilidad, que Zidane no sólo sea un alineador con jardín sino también un buen entrenador. Lo primero podría explicar alguna que otra victoria o algún que otro título. Pero no las tres Copas de Europa seguidas, ni los nueve trofeos conquistados en el banquillo, ni su poder casi divino de resucitar muertos. Porque eso es lo que hace Zidane.
La buena representación del Madrid en el Camp Nou exige ponderar la figura del marsellés, que esta temporada fue paseada en un carruaje de madera camino del cadalso hasta en dos ocasiones, tras las debacles de París y Mallorca. Tengo la sensación de que Zidane, a pesar de todas las medallas en el pecho que luce, es visto aún por muchos como un buen gestor de grupos pero aprendiz en la pizarra. Convengamos en que la primera condición no genera dudas a nadie. La segunda debería estar ya fuera de sospecha. La influencia del francés en la atmósfera del club y en la confianza del vestuario es para convertirse en asignatura troncal de la Escuela Universitaria Real Madrid. Como jugador, Zidane parecía saber la contraseña de cada jugada. Recibía el balón, lo escondía con habilidad, lo filtraba con inteligencia y aclaraba el cielo con un pase, una roulette o una volea. Como entrenador, parece haberla rescatado. Cuando hay confusión, ahí aparece Zizou.
En su primera etapa recondujo a un grupo desnortado y quemado, lo refrescó con su mensaje sencillo (no confundir sencillez con simpleza) y tomó decisiones esenciales: blindó a Keylor, respaldó a Marcelo, reculó con Casemiro (al principio le ignoró) y le convirtió en el dique de su equipo, abrazó a Isco y Modric y se partió la camisa por Cristiano y Benzema. Esa receta le dio nueve títulos, tres Copas de Europa. Hay quien puede atribuirlo a tres golpes de suerte o a un ramo de flores. Bien. Váyase usted de ese equipo porque considere que su mensaje no cala en la caseta, contemple desde su asiento del Bernabéu la autodestrucción de su grupo campeón, resuelva regresar jugándose su leyenda para intentar reanimarlo y, tras varias crisis (3-7 del Atleti, un 3-0 del PSG y un 1-0 del Mallorca) que le acaban señalando, logre resucitarlo de nuevo. Ya no cabe la casualidad. En su segundo advenimiento ha vuelto a mover las piezas con maestría. Cubrió a Courtois cuando volaban los cuchillos, se vistió de psicólogo con Isco y le ha reenganchado, mimó a Modric cuando le atacó la fatiga, comenzó a moldear a Rodrygo, impulsó de nuevo a Varane, apostó por Mendy como oxígeno de Marcelo y, sobre todo, se sacó de la manga a Fede Valverde, un jugador al que ya había echado el ojo y que ha cambiado todo el andamiaje del centro del campo. Aparte de su amplísima zancada, sus siete pulmones, su buena colocación y su atrevimiento en el golpeo, ha inoculado en el Madrid ese gen uruguayo de quien no necesita jugar una final de Copa de Europa para abrirse en canal sobre el césped y vaciarlo todo. Su celebración con el gol del empate de Benzema en Mestalla, caído sobre el campo y golpeándolo de forma incesante, refleja ese carácter sanguíneo. Un carácter que mostró el Madrid en el Camp Nou y que le tiene colgado de lo más alto de la tabla, algo impensable hace justo dos meses. Y esa resurrección la está obrando Zidane. Eso es lo que está haciendo.


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