Villanueva de la Serena luce ya un nuevo monumento. Se trata de la escultura homenaje a la tortilla de patatas, plato inventado en esta localidad. La obra es obra del escultor villanovense Antonio Ramos Calderón, que hace cuatro años resultó ganador del concurso de ideas convocado por el ayuntamiento, entre las 18 propuestas que se presentaron, algunas procedentes de lugares como Linares, Madrid, Valencia, Barcelona y varios puntos de Extremadura.


La escultura, de cinco metros de altura, simboliza una porción de tortilla llena de letras, pinchada por un tenedor dibujado en el aire. La tortilla es de hormigón y el tenedor de hierro. Ramos ha explicado que “estas letras simbolizan los textos de los documentos en los que durante mucho tiempo estuvo oculto el origen de la tortilla de patatas”.

La escultura tiene unas dimensiones de unos cinco metros de altura, la peana es de granito y el tenedor de hierro. Se ha instalado en la calle San Francisco, esquina con calle Conventual.

TITULO: Ven a cenar conmigo - EL HOROSCOPO  -   Miguel Ángel Muñoz,.

 Miguel Ángel Muñoz,.


foto / Miguel Ángel Muñoz: "Siempre seré el chico de 'Un paso adelante' y a mucha honra",.

Tras su gran éxito con el documental 100 días con la TataMiguel Ángel Muñoz se sube a las tablas para interpretar al marido fallecido de Marina, la protagonista de la obra El síndrome del copiloto, en los Teatros del Canal.

¿Cómo se interpreta a un fantasma?
Óscar es un tío coherente y honesto que quizás no ha hecho bien las cosas, pero él no sabía que lo estaba haciendo mal.
¿En qué se ha equivocado Óscar?
Si no estás enamorado, debes ser valiente y dar un paso. Él no lo da, pero ella tampoco. Y de esto va la obra: de que cada uno tiene marcar su rumbo. Se llama el síndrome del copiloto porque Marina ha sido siempre la copiloto de la vida de su marido. No tomar una decisión es tomar una muy importante.
¿Sigue habiendo muchas mujeres que necesitan una pareja que les marque el rumbo de su vida?
Muchas personas. Esto es traspasable a cualquier ser humano que no vive su vida, sino la de los demás.
Has triunfado con '100 días con La Tata', donde te has atrevido a mostrar la vejez, algo que nadie quiere ver.
Honestamente no era mi intención hablar de todo esto ni me puedo poner una medalla. Yo quería contar mi historia y mi miedo a cuando no fuera a estar con mi Tata. Y, de repente, llegó el Covid y mostré nuestra verdad, nuestra pandemia, cómo es envejecer, el aceptar la falta de independencia... Estoy muy orgulloso, pero no lo hice a propósito. Si lo llego a pensar así, no sale.
No has tenido reparos en mostrarte vulnerable, que parece que es algo que a los hombres les está prohibido.
Reconozco que cuando veo la película en la sala de cine todavía tengo mucho pudor con mis escenas de terapia abierta. Hay un momento muy concreto en la película donde me rompo y cuento lo que me está pasando en ese momento. Yo soy así. Todos lloramos y lo pasamos mal. A veces proyecto una imagen de una persona joven y exitosa que puede con todo y no puedo con todo.
¿Cómo sería para ti la nueva masculinidad?
Yo no sé si entro ahí. He cambiado a lo largo de los años. Cuando era mucho más joven, también me costaba más expresar las emociones. A mí me ha salvado mi profesión. Conocerme a mí mismo, hacer terapia y poder poner mis emociones al servicio de los personajes. Si un hombre no llora, ¿cómo va a llorar el personaje que tiene que interpretar? A través de mi profesión inicié el mundo terapéutico y eso me ha nutrido como ser humano y como actor.
¿Has tardado mucho en que te tomasen en serio en esta profesión?
Pues nunca me he hecho esa pregunta. Siempre he sentido que me tomaban en serio en el trabajo porque así lo he hecho yo desde que tengo 10 años. Empecé haciendo una película con Jaime de Armiñán, rodábamos en negativo y aprendí esta profesión a la antigua de una manera muy especial con Paco Rabal, Carmen Maura y Amparo Baró. Me nutrí de ellos en mi primer trabajo y esa esencia la he mantenido hasta el día de hoy. Por eso intento que la percepción del público o de la crítica no defina mi estado de ánimo.
¿Te ha costado quitarte la etiqueta de 'Un paso adelante'?
¡Qué va! Eso no te lo quitas nunca. Yo seré siempre el chico de 'Un paso adelante' y a mucha honra y con mucho orgullo. Nunca me molestó. Han pasado 20 años y la gente me lo sigue diciendo. Me hace sentir muy orgulloso. Es un trabajo bien hecho. Podría ser 'La casa de papel' de hoy en día. Salimos a 60 países, había un grupo de música, llenábamos el Palau San Jordi y todas las plazas de toros de España. Yo he rodado con Sharon Stone y he visto toda su filmografía.
¿Has rodado con Sharon Stone?
Claro, 'What about love', una película en Estados Unidos.
¿Cómo es ella, por favor?
Es una actriz formidable con un carisma excepcional y el otro actor era Andy García, que es 'El Padrino'. A día de hoy cada vez que voy a Los Ángeles quedo con Andy y le pido que me cuente otra vez cómo le dieron el papel de 'El Padrino', como le he pedido que se lo contase a mi amigo Perico y a cada español que llega. Y Andy estará harto de que se lo pregunten, pero se siente orgulloso. Que me pregunten por un 'Paso adelante' me hace ilusión.
¿Volverás algún día a los escenarios? Llegaste a actuar con Janet Jackson.
En el documental hay un momento en el que se ve unos segundos del concierto que compartí con Janet Jackson, en el que se me sale el hombro cantando. Durante años, he dicho que no, pero nunca se sabe. Si llega un proyecto interesante, ¿por qué no? Espero hacer un musical en algún momento de mi vida. Lo de cantar y bailar viene todo el rato, a mi pesar muchas veces.
Se quejaba Kit Harington, el actor de 'Juego de Tronos', de que se le tratase como a una cara bonita. ¿Te has sentido alguna vez hombre objeto?
No. La vida y la profesión le pone a cada uno en un sitio. Muchas veces no puedes cambiar las cosas, pero sí sentirte bien con lo que estás haciendo. En 'Un Paso Adelante' nos quitaban la camiseta continuamente, pero estaba justificado porque estábamos bailando y sudábamos un montón. Quizás también había una parte de culto al cuerpo. Si he visto un guion donde era algo gratuito, se lo he comentado al director. Y si hemos llegado a un acuerdo y lo he hecho ha sido porque yo he querido, aunque no haya estado de acuerdo con la escena. En algunas ocasiones me han quitado de más la camiseta y en otras, hasta lo he podido proponer yo.
¿Tu papel de 'El Moro' en 'El crack cero' fue un salto cualitativo en tu carrera?
Sin lugar a dudas. No sólo por la complejidad del personaje y lo que se alejaba de mí, sino porque un director tan importante como José Luis Garci me diese la oportunidad de hacer ese papel.
Has relatado que esperabas hacer el papel protagonista.
Estaba enfadado. Son cosas del ego y la vida te pone en tu sitio. Yo había hecho una obra de teatro con Garci y me dijo que íbamos a rodar El crack. Cuando me llamaron para decirme que iba a hacer El Moro, yo dije: "¿Qué Moro? Yo soy el protagonista. Dile a Jose que yo soy El crack. ¿En serio me lo estáis diciendo?". Además, iba a ser Víctor Clavijo en vez de Carlos Santos. Y, al final, no pudo Víctor y tampoco fui yo, sino Carlos.
Te lució mucho más 'El Moro'.
Eso pasa muchas veces. Te empeñas en hacer algo y no es para ti, aunque te duela. Es para otro. Hace poco, en otro proyecto me pasó lo mismo. Yo quería hacer un personaje y no me lo dieron. Y me enfadé porque tenía amistad con quienes lo dirigían.
¿Cuál es la orden que más le cuesta acatar al actor?
Confiar en que va a salir bien. Son esos momentos en los que tienes que salir a escena y tienes el miedo de si vas a llegar a la emoción, de si va a ser creíble o si te vas a olvidar del texto... Ahí el director tiene que saber transmitirte esa confianza. Se trata de dejar a un lado los miedos y confiar en tu intuición. En El Crack cero me costó bastante y José Luis me decía: "Confía, confía".
¿Qué es lo que más te enfada de los casting?
No tener la información. En Estados Unidos cuando vas a hacer una prueba te dan todos los datos: el perfil del personaje, quién lo ha escrito, los productores, la escena y el guion completo. Así puedes hacer mejor la prueba. Aquí te dan unas líneas y tira. Y yo lo paso mal. Si sabes el director y el productor, puedes hacer un mejor trabajo.
¿Eres un gran seductor?
Uff, pero qué frase, ¿no? Imagínate el titular: "Soy un gran seductor". No me identifico con ese titular. Pero mi manera de relacionarme tiene que ver con agradar. Por ejemplo, me gustan tus gafas amarillas. Me las pondría. Te lo diría. Eso te puede hacer sentir bien. No es que quiera ligar contigo ni algo concreto de ti. Pero eso, a veces, se puede malinterpretar.
¿Te molesta ser perseguido por la prensa del corazón?
No me molesta, pero no me encanta. Lo acepto, pero intento llevar la misma línea discreta de toda mi vida. Intento por todos los medios tener una parcela de intimidad que sea lo más infranqueable posible. Procuro estar al margen y no leerlo.
Das la imagen de ser una persona perfecta. ¿Escondes algún defecto?
Tengo que hacer algo para quitarme la imagen de yerno perfecto porque es que no es verdad. A ver si hago algún personaje de malo malísimo
¡Ya has hecho 'El Moro'!
Y en 'Un paso adelante' no te quiero ni contar. En 'Sin identidad' era un sinvergüenza. Pero desde 'Masterchef' me dicen lo del yerno perfecto. No es cierto. Tengo miles de defectos. Para empezar mi hiperactividad. Doy esa imagen y no sé qué hacer. Soy mucho más canalla de lo que la gente se piensa.
Sabemos mucho de La Tata, pero muy poco de tu madre, que era una famosa vidente en los 90. ¿Mantienes relación con ella?
¡Hombre, claro! De hecho cuando recibí el Premio Forqué se lo dediqué a ella. Va en la tónica de mi intimidad con mi familia. Intento llevar mi vida personal con la máxima discreción. Lo mismo me pasa con las parejas que he tenido siempre. Tengo una familia maravillosa y muy buena relación con todos ellos
¿Cuál es el mayor palo que te has llevado en la vida?
La muerte de mi amigo José Samano hace dos años. Era el productor de 'El cartero de Neruda' donde nos conocimos. Es de las personas más importantes de mi vida profesional y personal. Le recuerdo cada día y me siento orgulloso de que parte de él está en mí. Recientemente se ha ido otro amigo Javier Muñoz, con quien coescribí el primer borrador de la Tata. La desaparición de las personas que más quieres es lo que peor llevas. Hay que prepararse y en ello estoy haciendo una formación terapéutica que tiene que ver con el duelo, la muerte y los cuidados paliativos.