lunes, 25 de abril de 2022

El paisano - Viernes - 29 - Abril - Cultiva mango, aguacates y cítricos en Benamargosa ,. / VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Moraleja y Maristas se juegan el campeonato ,. / HOSPITAL -Maternidad: La madre perfecta ,. / VUELTA AL COLE - Pablo Lospitao gana también en La Canonja ,. / EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -4- Mayo- Bill Browder El hombre más odiado por Putin y sus oligarcas,. / EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes -29 - Abril - EL HORROR DEL PLÁSTICO,.

      TITULO: El paisano - Viernes - 29 - Abril - Cultiva mango, aguacates y cítricos en Benamargosa,.

Viernes -  29 - Abril    a las 22:10 horas en La 1 , foto,.


Cultiva mango, aguacates y cítricos en Benamargosa,.

Salió fuera para estudiar Ingeniería Agrícola y más tarde vivió en la ciudad de Almería, donde estudió un master y amplió su formación.


María nació en Benamargosa y es una enamorada de toda su comarca, la Axarquía malagueña.

Salió fuera para estudiar Ingeniería Agrícola y más tarde vivió en la ciudad de Almería, donde estudió un master y amplió su formación.

Pero María tenía un objetivo claro: volver a su tierra y trabajar en el mundo rural. Su familia lleva más de cuatro generaciones dedicándose a la agricultura; cultivan aguacates, mangos, cítricos.

El relevo generacional del campo andaluz está asegurado con jóvenes como ella.

TITULO:   VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Moraleja y Maristas se juegan el campeonato ,. 


Moraleja y Maristas se juegan el campeonato ,. 


foto / Moraleja y Maristas disputan hoy el título en Primera Nacional Masculina. En la primera semifinal, en el pabellón de Los Maristas, el AD Moraleja venció al City of Badajoz CBA 71-86; en la segunda, el Dehesa del Conde Maristas superó 73-61 al ADC.

TITULO: HOSPITAL  -Maternidad: La madre perfecta,.


Maternidad: La madre perfecta,.


foto / Si no recuerdo mal, presenté Casas vacías en Barcelona poco antes del confinamiento. Lo había leído unas semanas atrás en un vuelo Oaxaca-Ciudad de México. Lo engullí en pocas horas, pero es un libro de digestión lenta, y esta inició su proceso de descomposición en el vuelo que me llevaría desde Ciudad de México a Barcelona. Sus personajes y conflictos siguen vivos en mi memoria. El día que tuve la suerte de conocer a la inglesa Nell Leyshon y al chileno Matías Celedón, la editora de la primera me pasó un libro y me dijo: “Sé que te va a gustar”. Se trataba de Casas vacías, de la mexicana Brenda Navarro (Sexto Piso, 2019).

“¿Por qué lloramos cuando acabamos de nacer? Porque no debimos haber venido a este mundo”. Brenda Navarro acaba de publicar Ceniza en la boca (Sexto Piso, 2022). La idea de vivir a pesar de y sentir que si no se estuviera viva tampoco pasaría nada es algo que me persiguió a lo largo de la lectura de gran parte de su primera novela. Ahora coloca al lector en ciertos escenarios que nos llevan a un lugar similar, a preguntarnos si vale la pena vivir en un mundo tan injusto, tan racista, tan machista. La abuela de la protagonista dice: “Se nace donde se nace y se es lo que se es”. ¿De dónde somos? ¿Con qué libertad construimos nuestros afectos? Siri Hustvedt afirma que no somos arrojados al mundo porque nacemos de alguien ¿En qué lugar queda la figura de la madre? “Estamos hechos en y a través de los otros”, nadie puede despojarse de su contexto (Madres, padres y demás. Apuntes sobre mi familia real y literaria, Seix Barral, 2022).

La culpa, el deseo, el arrepentimiento, las maternidades. Todo se me enreda en ambas novelas, pero nada hay de caos en ese enredo tan bien hilado. Todo me parece familiar a pesar de llevar muy pocos años leyendo sobre experiencias que tienen que ver con nuestros cuerpos y nuestros deseos, con la gestación y la crianza, con las no maternidades. Le pregunto a Brenda cómo vive como autora esta irrupción de voces similares a las nuestras en el panorama literario, y a pesar de sus interesantes reflexiones y de cierto optimismo, le sobrevuela el miedo a que seamos una moda.


Brenda Navarro prefiere hablar de maternidades y no de maternidad. Siri Hustvedt escribe: “La maternidad se ha ahogado y se ahoga en tantas barbaridades sentimentales con tantas reglas punitivas sobre cómo actuar y qué sentir que sigue siendo una camisa de fuerza cultural incluso hoy”. En la obra de Brenda Navarro, el conflicto con las maternidades propias y el conflicto con la madre palpita todo el tiempo. Madres que roban niños, madres que han de alejarse de sus hijos biológicos, madres que cuidan hijos que no son los propios, madres que no quieren serlo. Me quedo con el amor que el personaje principal de Ceniza en la boca siente y recibe de una mujer a la que cuida y que está llegando al final de sus días, un amor que llega a pesar del racismo y la injusticia que asfixia la obra de la mexicana y nuestra realidad.

El texto Un paseo con mi madre, de Siri Hustvedt, sigue arrojando luz a nuestras atmósferas viciadas. Me quedo, también, con el amor que la autora y su madre supieron abonar y llenar de grises a lo largo de sus vidas compartidas. No quiero dar la espalda a las injusticias a las que este mundo nos aboca, pero permitidme apartar la vista de la prisión a la que puede dirigirnos la maternidad perfecta y única que supuestamente todas hemos de alcanzar. Qué bien lo explica de nuevo Hustvedt al usar la imagen de las madres que posan con sus hijos en sus relucientes cocinas en Instagram llenando la escena de glamour, perpetuando así la imagen de la “buena madre”. Los niños ignoran, mientras son abrazados o colocados en un lugar concreto de la composición, que han entrado en una competencia visual global que suscita envidia. Que están formando parte del mecanismo patriarcal que tiende a someter a las mujeres con el mandato de la madre perfecta.


TITULO: VUELTA AL COLE -  Pablo Lospitao gana también en La Canonja,.


 Pablo Lospitao gana también en La Canonja,.


foto / El extremeño Pablo Lospitao suma y sigue en la Copa de España Júnior y, tras ganar la primera prueba en su Don Benito natal, ayer volvía al primer cajón del podio en La Canonja (Tarragona), escenario de la segunda prueba de la competición. Lospitao, del Electromercantil GR-100, hizo valer su punta de velocidad en un reducido esprint de 15 ciclista,.

TITULO:   EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -4- Mayo - Bill Browder El hombre más odiado por Putin y sus oligarcas,.

En la tuya o en la mía  - Miercoles - 4 - Mayo   ,.

 En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles  -4- Mayo , etc.

  

EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -  4- Mayo - Bill Browder El hombre más odiado por Putin y sus oligarcas ,.


Bill Browder El hombre más odiado por Putin y sus oligarcas,.


foto / Svetlana era una mujer impresionante. Cuando chocó con Bill Browder hace diez años, en la cola de un bufé, empezaron a hablar. Browder recuerda que esa belleza se mostraba muy interesada en él. Esa misma noche le envió un e-mail. Cuando llegó el segundo correo, Browder –un hombre de mediana edad y no muy atractivo– confirmó sus sospechas: Svetlana era un cebo. «Era un poco ridículo, la verdad», dice. «Solo la conocía desde hacía diez minutos. Pero así hacen ellos las cosas. Son burdos montando estas operaciones». «Ellos» en este caso, y durante toda la conversación, son «los rusos». Todavía no sabe cuáles eran las intenciones de Svetlana. «¿Envenenarme? ¿Chantajearme?...».

A Browder le pasan cosas así. A veces, cuando cruza una frontera, la de Madrid, por ejemplo, se entera de que está en una lista roja de la Interpol y es detenido. A veces, lo demandan en los tribunales de Londres. A veces, sus socios se caen desde un edificio... y mueren.

Hace años, en 2018, mientras estaba de vacaciones en Estados Unidos, se enteró viendo la tele de que a Donald Trump no le parecía mal intercambiarlo a él, un ciudadano británico aunque nacido en Estados Unidos, por unos espías rusos. Se estaba celebrando en Helsinki una cumbre entre Estados Unidos y Rusia cuando un reportero le preguntó a Putin si iba a entregar a Estados Unidos los doce agentes rusos acusados ​​de interferir en las elecciones estadounidenses de 2016. Putin respondió que lo consideraría si Estados Unidos hacía lo mismo con Bill Browder. Trump respondió que era una «oferta magnífica». No hay mucha gente a la que Vladímir Putin declare abiertamente su enemigo. Y muchos menos que sigan vivos. Por ahora, Browder –antiguo banquero de inversiones de 57 años y fundador de la empresa rusa Hermitage Capital Management– está sin polonio en las venas.

La historia de Bill Browder empieza hace doce años en una pequeña celda a las afueras de Moscú. En el suelo yace Serguéi Magnitski, un prestigioso abogado y asesor fiscal de 37 años. Está muerto.

Si se cree la versión de Bill Browder –y a los Parlamentos de 34 países–, a Magnitski lo apalearon hasta la muerte ocho guardias. ¿El motivo? Había descubierto un fraude que implicaba al Gobierno ruso. Si se cree a los rusos, fue el propio Magnitski quien cometió el fraude y falleció de muerte natural. Bueno, esa fue la primera versión que lanzaron desde Rusia. La segunda fue que murió envenenado. ¿Por quién? Por Browder, que, además de jefe de Magnitski, aseguran, es el oscuro capo de una organización criminal.

«He sobrevivido diez años porque Putin ha tenido un pie en el mundo civilizado y otro en el criminal. Ahora ha metido los dos en el criminal. Mi nivel de riesgo se ha disparado»

«El asesinato de Magnitski cambió mi vida», dice hoy Browder. Desde entonces, este hombre de negocios se ha convertido en un agitador contra Putin. «Me sentía culpable. Magnitski no estaría muerto si no hubiera trabajado para mí. Eso ha pesado sobre mis hombros durante los últimos doce años».

Para explicar lo sucedido, puede valer el resumen que hace un lustro hizo del caso el senador republicano Chuck Grassley cuando Browder fue convocado en la Cámara Baja de Estados Unidos para hablar de la injerencia rusa en la política estadounidense: «En 2007, funcionarios del Gobierno ruso y miembros del crimen organizado robaron la identidad corporativa de tres empresas de Hermitage (el fondo de inversiones de Browder) y las usaron de forma fraudulenta, con lo que obtuvieron 230 millones de dólares. Hermitage lo denunció ante la Justicia rusa. En respuesta, el Ejecutivo asignó el caso a los propios funcionarios implicados en el delito que se denunciaba. Los delincuentes se convirtieron en sus propios investigadores. El abogado de Browder, Magnitski, descubrió el fraude, fue encarcelado y murió en circunstancias muy sospechosas».

Cuando Browder denunció el asesinato, creyó que se investigaría; al fin y al cabo, Magnitski era un respetado abogado y las evidencias de su tortura, abrumadoras. «Había tantas pruebas de las cosas terribles que le hicieron...», dice. «Me parecía inconcebible que el Gobierno ruso no actuara. Podían haber metido en la cárcel a varios de los tipos que lo torturaron y declarar el caso cerrado, tal como hicieron los saudíes tras matar a Yamal Jashogyi», explica.

¿Por qué no lo hicieron? Cuanto más se acercaba Browder a dónde habían ido a parar los 230 millones de dólares, más claro estaba que este 'pequeño' fraude no era un caso aislado. Los 230 millones solo eran parte de un gran río de dinero corrupto –cientos de miles de millones– que fluye desde Rusia hacia Occidente. Una enorme cantidad de dinero propiedad de los oligarcas, pero sobre todo, según Browder, del propio Putin a través de testaferros. Así que la investigación de Magnitski era la puerta de algo más grande. «Era el hilo del que, si se tiraba, se podía desenredar todo el sistema».

Browder pronto se dio cuenta de que la clave era seguir el dinero. Tal vez nunca pudiera castigar a los implicados en la muerte de Magnitski, pero si la recompensa por su asesinato era una casa en Kensington o un yate en Biarritz bien podía evitar que consiguiesen su premio.

Esta fue la idea detrás de lo que hoy se conoce como la 'ley Magnitski' y que permite que los bienes fuera de Rusia de rusos vinculados a la corrupción o la violación de los derechos humanos puedan ser embargados. Una ley que gracias a la presión de Browder se ha promulgado en 34 países, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea. La ley Magnitski fue promulgada en 2012 y ha sido clave para aplicar sanciones a los oligarcas rusos por la invasión de Ucrania. No es raro que la gente, cuando conoce a Browder, le pregunte cómo es que sigue vivo...

Para él, la primera razón por la que ha sobrevivido es obvia. No es ruso y nadie puede asesinarle sin consecuencias. Además, asegura, «he sobrevivido estos últimos diez años porque Putin tenía un pie en el mundo civilizado y otro en el criminal. Ahora ha metido los dos pies en el criminal y mi nivel de riesgo se ha disparado», afirma.

Browder ha escrito ahora un libro, Freezing order, sobre su lucha por la ley Magnitski. Nos encontramos con él en un estudio en el centro de Londres. No lleva guardaespaldas. «Los guardaespaldas son mercenarios –explica Browder–. Puedo contratarlos hoy, pero mañana podría contratarlos otro para averiguar dónde estoy. Toda la industria de la seguridad está llena de mercenarios».

Sobre la guerra de Ucrania, no tiene duda. «Putin es un criminal. Participa financieramente en crímenes, ordena asesinatos, miente y crea narrativas falsas. Todo lo que nos pasó a mí y a Serguéi es un calco de lo que está ocurriendo ahora, pero a una escala mucho mayor». Y añade: «Hace diez años, cuando se aprobó la ley Magnitski, él ya sabía que iba a hacer algo horrible y que esa ley se iba a convertir en la herramienta para ir a por su dinero. Por eso, la odiaba tanto».

«Putin es la persona más rica de Rusia. Los oligarcas son sus testaferros. En Rusia o eres el que jode o el jodido, y Putin quiere ser el que más jode de todos»

Conviene aclarar que Bill Browder no siempre fue un cruzado por la Justicia. Tras estudiar Economía en la Universidad de Chicago, decidió ganar dinero a lo grande. Y, en los años noventa, el lugar más emocionante para eso era Rusia: las joyas de la corona del país se vendían a precio de saldo. «En Rusia daban dinero gratis», resume en el libro. También cuenta sin pudor como se enriqueció de forma cuestionable. Según él, la inmensa riqueza del país se repartió entre unas pocas personas lo suficientemente astutas o brutales como para conseguirla a precio de saldo. Browder, luego, se instaló en Londres, se convirtió en ciudadano británico, se divorció de su primera esposa y se casó con Elena, de nacionalidad rusa.

La segunda mitad del libro se centra en su lucha fallida para salvar a Serguéi Magnitski. En este punto, Browder habla en términos casi mesiánicos. «Me han encomendado una misión justa. Luchar por la justicia es infinitamente más satisfactorio que luchar por el dinero». Si Putin es el villano del libro de Browder, los abogados occidentales son su brazo armado. En repetidas ocasiones, Browder se ha visto perseguido por rusos dispuestos a gastar enormes cantidades de dinero en equipos de letrados occidentales para presionar a los políticos y lanzar minas legales en su camino. Eso le indigna. «Los tribunales se convierten en una avanzadilla para que el Gobierno ruso persiga a sus víctimas. Hay un grupo de abogados mercenarios que trabajan para el Estado ruso para aterrorizar, atacar y agotar los recursos de sus víctimas».

El poder de la ley Magnitski, según Browder, radica en que apuntó al dinero de Putin. «En Rusia, no puedes ser un oligarca a menos que Putin decida que tienes derecho a serlo. Si no quiere que seas un oligarca, te meterá en la cárcel o te matará». La función principal de los oligarcas, cuenta Browder, es «actuar como testaferros de Putin, guardar su dinero. Por eso, sancionarlos es tan importante».

¿Pero, si la tesis de Browder es correcta, para qué necesita Putin tantísimo dinero?

«No entendemos la naturaleza medieval de Rusia. No se puede ser la persona más poderosa de Rusia y no ser la persona más brutal y más rica de Rusia. Para ser el zar, no puedes estar subordinado a nadie. En Rusia o eres el que jode o el jodido, y Putin tiene que ser el que más jode de todos».

 TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 29- Abril - EL HORROR DEL PLÁSTICO   ,.

MI CASA ES LA TUYA - VIERNES -29 Abril ,.

 MI CASA ES LA TUYA -', presentado por Bertín Osborne,.

acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco  a las 22:00, el viernes -29- Abril  ,etc.

 EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes-29 - Abril - EL HORROR DEL PLÁSTICO,.

EL HORROR DEL PLÁSTICO,.

foto / Nos comemos una tarjeta de crédito de plástico por semana. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la Universidad de Newcastle, en Australia. Lo ingerimos en forma de microplásticos, cualquier tipo de plástico inferior a cinco milímetros de longitud. ¿La razón? Porque están prácticamente en todas partes: en el aire que respiramos, en el agua del grifo que bebemos y en los alimentos que comemos.

Se han encontrado restos en placenta y en heces humanas. Hace apenas un mes, un estudio de la Universidad Vrije de Ámsterdam, en Países Bajos, ha detectado su presencia por primera vez en nuestro flujo sanguíneo. De hecho, los científicos encontraron estas partículas diminutas en casi el 80 por ciento de las personas analizadas,.


Adaptarse o morir

Hace dos años se descubrió un nuevo tipo de cangrejo en lo más profundo del océano. Vive en la oscuridad de la fosa de las Marianas, a siete mil metros de la superficie, uno de los lugares más alejados del Homo sapiens. Allí se alimenta de los restos de animales muertos que descienden por una columna de agua de varios kilómetros. Desde marzo de 2020 tiene nombre científico: Eurythenes plasticus. Su descubridora, la bióloga marina Johanna Weston, lo bautizó plasticus porque encontró en su intestino un objeto oscuro y alargado formado por tereftalato de polietileno, más conocido como PET. Lo que llega al mundo en forma de botella de agua, film transparente o prenda deportiva acaba, convertido en fibras microscópicas, en el estómago de una criatura de los remotos abismos marinos.

El plástico está en todas partes. Desiertos, selvas, glaciares o fosas oceánicas; los plásticos se han abierto camino hasta el rincón más recóndito. Y transformados en partículas diminutas están ya presentes en gusanos, insectos, peces, aves y mamíferos.

Los expertos calculan que cada año llegan al entorno natural unos veinte millones de toneladas solo en forma de polvo procedente de la industria plástica, fragmentos desprendidos de los neumáticos, colillas, vasos de café... Otro tanto acaba en las aguas del planeta, el equivalente a la carga de dos camiones cada minuto. A grandes rasgos, devolvemos a los océanos en forma de plástico la misma cantidad de carbono que les arrebatamos en forma de pesca.

Los macroplásticos son las bolsas, los neumáticos... Luego están los microplásticos, igual de nocivos. Se han encontrado 50.000 partículas en un kilo de arena

La presencia de plásticos es especialmente elevada en el Mediterráneo, en el mar Amarillo y en el de China Oriental. También se han medido valores muy altos en el hielo del Ártico. Por si fuera poco, otra inmensa cantidad de plástico da vueltas en cinco grandes remolinos formados en la superficie de los océanos. En total, unas 300.000 toneladas repartidas por Pacífico, Atlántico e Índico.

Sin embargo, esto no es más que una diminuta fracción de lo que hay en los mares. La mayor parte está en el fondo. Algunos, como el PET y el PVC, son más pesados que el agua y se hunden. Los tipos más ligeros –polietileno o polipropileno– se deshacen en pequeñas partículas, se introducen en algas, moluscos y cangrejos y se hunden más lentamente. Nadie sabe cuánto plástico se mueve en la columna de agua. Probablemente millones de toneladas.

La producción mundial crece a toda velocidad

Entre 1950 y 2015 se produjeron en el mundo unos 8300 millones de toneladas de plástico. Y, como sus moléculas no son biodegradables, buena parte persiste en vertederos, playas, en animales y plantas o almacenado en los sedimentos. En otras palabras: en la Tierra ya hay más masa de plástico que masa animal. Incluso aunque no se fabricara ni un solo gramo más, todavía hay unos 2600 millones de toneladas en uso. Y en algún momento buena parte acabará en el medioambiente.

Aun así, nadie tiene intención de cerrar las fábricas de plástico. Al contrario: la producción crece a toda velocidad. Para 2030 se habrá pasado de los más de 400 millones de toneladas anuales a los cerca de 550 millones. La industria petroquímica de Estados Unidos es la que más apuesta por el crecimiento. La tecnología del fracking suministra gas barato, pero la pujanza de las renovables apunta a un próximo desplome de la demanda de combustibles fósiles. Y el aumento de la producción de plástico debe compensar esa caída. Por eso, las petroquímicas ya invierten miles de millones en plantas de producción de más y más plástico.

Polietileno, polipropileno, poliacrilonitrilo, policloruro de vinilo… Hace cien años, estas moléculas solo se hallaban en laboratorios químicos. Hoy están en todas partes. Los geólogos del futuro se valdrán de su presencia en las rocas para identificar el arranque del Antropoceno, la era en la que el ser humano empezó a dominar los ciclos materiales.

Las petroquímicas quieren impedir una regulación

La amenaza ha hecho que la ONU ponga en marcha un acuerdo internacional sobre el plástico. «El pacto ambiental más importante desde la firma del Acuerdo de París contra el cambio climático», dice el organismo. Reunida en Nairobi el pasado febrero, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, con 175 países, acordó crear un instrumento vinculante para los estados en la lucha contra la contaminación plástica. Es un gran paso, pero tardará en concretarse. En junio comenzará a trabajar el comité que elaborará un tratado para finales de 2024, momento en que arrancará el proceso de ratificación. Un signo de esperanza es que China, el mayor productor mundial, exige «objetivos ambiciosos y medios para llevarlos a la práctica».

Un indicio del alcance práctico que podría tener un convenio de este tipo es la vehemencia con la que la industria petroquímica quiere impedir la regulación de la producción y trata de dirigir la atención exclusivamente a la contaminación atmosférica. Por otro lado, recalcan la enorme utilidad de los plásticos en campos como, por ejemplo, la medicina. Lo cual es cierto, en ningún otro lugar está más justificada la filosofía del usar y tirar que allí donde la prioridad es prevenir infecciones.

Pero el plástico ha conquistado todos los ámbitos. «Se infiltra en todos lados, es una metástasis», decía Norman Mailer en Harvard Magazine allá por 1983. El escritor hablaba de una enfermedad que afectaba a la sociedad. Hoy, el enfermo es el planeta entero.

Evidentes son los daños causados por la basura visible, los llamados 'macroplásticos': bolsas, neumáticos... Estos a menudo suponen una amenaza letal para los animales. Las tortugas marinas se comen las bolsas porque las confunden con medusas. En Nueva Inglaterra han aparecido ballenas varadas con líneas de pesca hundidas en la piel. Y en las islas Midway, en medio del Pacífico, los albatros alimentan a sus polluelos con tapones de botella, tubitos de plástico y capuchones de bolígrafo.

La amenaza global de los microplásticos

Menos visibles, pero no menos serios, son los efectos nocivos de los microplásticos, que se acumulan en grandes cantidades en los fondos marinos, flotan en las aguas de los océanos: se han llegado a encontrar hasta 50.000 partículas de plástico en un kilo de tierra.

Sus efectos, además, solo se conocen parcialmente. Podrían mejorar la calidad de los suelos ya que reducen su densidad, facilitan la aireación y favorecen así el crecimiento de las raíces, pero, por otro lado, causan graves daños a los animales. Todo apunta a que reducen la fertilidad de caracoles y nemátodos, debilitan su sistema inmunitario y limitan su actividad enzimática. También hacen que lombrices y colémbolos crezcan más despacio y aminoran su vitalidad.

Las especies de animales invasoras se aferran a los fragmentos de plástico, como si fueran un flotador, para viajar a nuevos hábitats y colonizarlos

La ingesta de microplásticos, de hecho, está muy extendida en el reino animal. Muchas criaturas, desde ostras a ballenas, los filtran del agua, mientras que los corales los incorporan a sus organismos. Y también se han encontrado ovillos de fibras plásticas en los estómagos de camarones famélicos.

Otro efecto muy temido es la propagación de especies invasoras. Ya se conocen más de un millar que se aferran a los fragmentos de plástico para, a modo de flotadores, viajar hasta nuevos hábitats. El tsunami de 2011 arrastró 289 especies nativas de Japón hasta las costas de Hawái y América del Norte. La mayoría llegaron a bordo de plásticos.

Junto con el plástico también llegan al medioambiente grandes cantidades de otros elementos utilizados en su producción, como sustancias colorantes, anticorrosivas o ignífugas. Muchas podrían tener efectos tóxicos sobre los animales. Hace un año, un equipo de investigadores estadounidenses identificó como causante de la muerte de numerosos ejemplares de salmón una sustancia procedente de la degradación de un antioxidante usado para fabricar neumáticos.

Acelerar el calentamiento global

El mundo académico también debate acerca del posible efecto de la riada de plástico sobre los ciclos naturales. No es descabellado asumir que la capa que flota en los mares aumente el consumo de oxígeno bajo el agua y favorezca la aparición de las temidas 'zonas de la muerte' frente a las costas. También es factible pensar que la ingesta de partículas debilite la llamada 'bomba de carbono' y, con ello, la capacidad de los mares de captar dióxido de carbono. Y la creciente presencia de plástico en el hielo del Ártico podría reducir su capacidad para reflejar la radiación solar, acelerando así el calentamiento global. Por ahora, son especulaciones, pero es inquietante que la ciencia ya no descarte categóricamente este tipo de efectos.

Así las cosas, la cuestión es: ¿qué posibles soluciones podría haber para la crisis plástica planetaria? Dejar de usarlo no parece estar sobre la mesa, porque el plástico es imprescindible en ámbitos como el de la medicina. En otros casos, el balance ecológico de los productos alternativos naturales no es mucho mejor.

Lo que sí podemos hacer es ahorrarnos mucho plástico. Por ejemplo, en España gran parte de la basura plástica se debe a los envases y nadie niega que se envasa mucho más de lo necesario. Pero la reducción de la basura plástica no resuelve la cuestión de su gestión como residuo. Para ello solo hay una salida: «Tenemos que ver al plástico como un material valioso que se puede volver a emplear. No hay alternativa», dice Katharina Landfester, directora del Instituto Max Planck de Investigación de Polímeros.

Solución: seguir el ejemplo de la naturaleza

El objetivo es una economía circular. Una ayuda en este capítulo podríamos encontrarla en los plásticos biodegradables. Pero hay un problema: los más extendidos son los de ácido poliláctico que, aunque es compostable en determinadas circunstancias, en el mar es tan resistente como el plástico convencional. Dicho esto, en el caso de la mayor parte de los plásticos, la descomposición no es una alternativa, básicamente porque supondría la destrucción de recursos. El objetivo debería ser, más bien, que los residuos de un recurso se conviertan en la materia prima de otro. «Tendríamos que seguir el ejemplo de la naturaleza», dice Katharina Landfester. Precisamente este es el enfoque en el que se basa el Plan de Acción para la Economía Circular, adoptado por la Comisión Europea hace dos años, aunque de momento la realidad es muy diferente.

Hoy por hoy, la mayoría de la basura plástica acaba en las plantas de reciclaje muy mezclada y hay que someterla a un proceso de separación. Además, buena parte de los residuos se clasifican como no reciclables antes de llegar a esa fase, como suele suceder con los llamados 'envases multicapa'. «Los envases de queso son productos de alta tecnología formados por media docena de láminas muy delgadas», dice Matthias Franke, del Instituto Fraunhofer de Tecnologías Medioambientales, de Seguridad y Energía.

Los escáneres infrarrojos permiten separar la basura plástica por tipos de material, pero el nivel final de impurezas aún es elevado. Por otro lado, los colores no son separables. A lo que se suma la presencia de sustancias añadidas en la fabricación que no se pueden eliminar. Otro problema aparece en el proceso de triturado: muchas de las cadenas de polímeros se rompen, lo que reduce su flexibilidad y maleabilidad. El resultado es un producto reciclado con escaso valor para la mayoría de los propósitos. No es apropiado para el envasado de alimentos ni para la medicina. Se usa para hacer cosas como bancos, macetas o pies para vallas de obra. Poco hay aquí de economía circular.

Los expertos esperan una mayor eficiencia del reciclaje químico, en el que se dividen las largas cadenas de polímeros en sus componentes individuales para, a continuación, sintetizar a partir de ellos nuevas moléculas poliméricas. Pero el reciclaje químico todavía se encuentra en pañales. De momento no es competitivo. Y tampoco está todavía claro si el balance ecológico de un proceso tan complejo y que exige tanta energía hace que sea realmente práctico. Esperemos que lo sea, porque la crisis del plástico es un problema de dimensiones planetarias y su resolución exige esfuerzos planetarios. Y lo más rápido posible.

La historia del plástico comenzó cuando el químico estadounidense Leo Hendrik Baekeland fabricó en 1907 un material novedoso y modelable a partir de los residuos del procesado del carbón. No tardó en percatarse de sus enormes posibilidades.

En adelante, el ser humano ya no dependería más de los materiales procedentes de los mundos animal, mineral y vegetal, aseguraba la General Bakelite Corporation. Con el nuevo material, bautizado como 'baquelita', se abría una puerta «a un cuarto mundo, cuyos límites se encuentran en el infinito».

El plástico no empezó a conquistar los mercados de masas hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Los militares reconocieron enseguida el potencial de los materiales sintéticos. Tras la guerra, la industria química se lanzó a buscar nuevos mercados para sus productos, como el PVC.

Lo que siguió fue uno de los éxitos más espectaculares de la historia de la economía. Para 1983, el consumo de plástico ya había superado al del acero. La gente necesitó unos cuantos años para aprender que los nuevos tiempos implicaban también nuevas reglas. Al principio, se lavaban los platos, vasos y tenedores de plástico para volver a usarlos. Fue la industria de la comida rápida la que  les enseñó a verlos como basura. Dado que se podía conseguir plástico en todas partes y a un precio muy bajo, las cosas perdieron su valor,.

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