domingo, 27 de octubre de 2013

DESAYUNO DE DOMINGO JORGE VALDANO,./ POR AMOR AL ARTE, Mensaje en una botella

TÍTULO; DESAYUNO DE DOMINGO JORGE VALDANO,
  1. XLSemanal. En sus tiempos de futbolista lo llamaban el poeta...Jorge Valdano. [Sonríe]. La prensa me llamaba poeta, catedrático, filósofo.
     
    Desayuno de domingo con...

    Jorge Valdano: "Yo fui víctima de una decisión de Florentino Pérez, no de Mourinho"

    En mi libro 'Los 11 poderes del líder' (Editorial Mondadori) utilizo el fútbol como escuela de vida y destaco los valores que todo líder debe tener para que su éxito sea constructivo y aporte felicidad.
    XLSemanal. En sus tiempos de futbolista lo llamaban 'el poeta'...
    Jorge Valdano. [Sonríe]. La prensa me llamaba poeta, catedrático, filósofo... Quizá para meterse conmigo.
    XL. ¿Por redicho, por pedante...?
    J.V. Porque el fútbol español ha estado siempre carente de debate y alejado del ideal griego del deporte, que trataba de armonizar el cuerpo y la mente.
    XL. Ya veo... [Risas]. Lleva escritos seis libros sobre fútbol. ¡Vaya filón!
    J.V. El fútbol es el primer productor de conversaciones del mundo y cada día hay menos no creyentes. Hasta los intelectuales le han perdido el miedo.
    XL. 'Los 11 poderes del líder' es un cúmulo de buenas intenciones, presenta un mundo casi idílico.
    J.V. El libro está lleno de ejemplos del mundo real. Considerar la ética como un mundo irreal me parece desmoralizante.
    XL. ¿Y fue ético el mundial que logró Argentina en 1986 tras eliminar a Inglaterra con un gol metido con la mano, la 'mano de Dios' de Maradona?
    J.V. Yo no metí la mano, pero festejé el gol y me convertí en cómplice. Aquel triunfo atenuó el dolor por el tema de las Malvinas. A Maradona solo le faltó volver a Argentina en un caballo blanco.
    XL. Dicen que el banquillo del Madrid es famoso por su juego y sus juergas.
    J.V. Ese es un prejuicio sin ninguna base: los futbolistas juegan partidos cada tres días, duermen en aviones, están sobrevigilados y viven totalmente confinados.
    XL. ¡Si al final van a dar pena!
    J.V. [Molesto]. Pena, no; pero ellos no pueden salir de la casa sin ser acosados por aficionados que, con un móvil, se convierten en paparazis.
    XL. Dicen que fue el responsable de que Vicente del Bosque saliera del Real Madrid.
    J.V. Yo era director deportivo cuando del Bosque se fue y también durante sus tres años como entrenador. Cuando acabó su contrato, el club decidió cambiar de rumbo.
    XL. Con la caña que le daba a Mourinho desde un periódico deportivo, ¿le extrañó que hiciera lo imposible por echarlo?
    J.V. Es cierto que le di mucha caña, pero yo fui víctima de una decisión de Florentino Pérez, no de Mourinho.
    XL. En cinco ocasiones volvió al Real Madrid. ¿Lo hará una sexta?
    J.V. No sé qué me deparará el futuro. Lo único que quise en la vida fue ser futbolista; lo demás lo he encontrado.

    Su desayuno: Jorge Alberto Francisco Valdano, argentino, de 1958, cumple cada día el mismo ritual en el desayuno: «Zumo de naranja, un café con leche, unas nueces y un poco de miel». 

    TÍTULO;  POR AMOR AL ARTE,.

     foto de Carmen posadas


    Mensaje en una botella

    Escribo estas líneas mientras se celebra la larguísima Feria del Libro de Madrid, una cita anual que permite a un escritor conocer por fin a muchos de sus lectores. Siempre que reflexiono sobre este viejo oficio de juntar palabras, me acuerdo de esos chistes de náufragos en los que puede verse a un barbudo individuo en una minúscula isla escribiendo un mensaje para luego encerrarlo en una botella y lanzarlo al mar. Porque escribir conlleva precisamente eso: uno nunca sabe a qué playa o a qué otro náufrago puede llegar. Y es que la nuestra es una actividad tan solitaria que, cuando uno se encuentra con un lector que le dice “tal frase de su libro me ayudó en un momento duro” o tal artículo “se lo he mandado a todos mis amigos porque es lo que yo siempre quise decir y no sabía cómo”, se piensa con infinita satisfacción: “Qué alegría, esta botella al menos no se estrelló contra las rocas, hay alguien por ahí a quien le llegó el mensaje” y, entonces, se siente uno el náufrago más feliz del mundo. Claro que todo eso era antes, porque ahora internet, ese inmenso océano por el que navegamos todos, está lleno de islas (llámense páginas, portales, blogs o como se quiera) y no digamos de náufragos, que lanzan multitud de botellas con sus correspondientes mensajes.
    Una de mis “islas” favoritas, por cierto, se llama Canal Literatura y surgió de las profundidades de la más antigua red de conversación en tiempo real (IRC-Hispano) allá por el año 2000 gracias a la iniciativa de María Luisa Nuñez. El objetivo era –y es– dar oportunidades a escritores noveles, fomentar la lectura así como cualquier otro tipo de actividad literaria, aprovechando para ello las ventajas de las nuevas tecnologías, con el objetivo primordial de dar voz y difusión a los que no la tienen. Algo muy necesario en este gremio nuestro en el que, a la soledad del náufrago a que antes aludía, hay que sumar otra aún más dura: la dificultad de romper ese inexorable círculo vicioso de “No me conocen-no me publican; no me publican-no me conocen” con el que todos nos hemos encontrado al principio de nuestras carreras. Si les hablo de Canal Literatura, no es porque María Luisa y su marido Salvatore sean mis amigos, que lo son, sino porque la labor que llevan a cabo me parece extraordinaria. Para que se hagan una idea, les diré que en 2010 su portal –o isla como a mí me gusta llamarla– ha alcanzado la muy significativa cifra de dieciséis millones y medio de visitas, con casi cuatro millones de páginas vistas además de estar, por supuesto, presente en las principales redes sociales como Facebook o Twitter. Toda esta actividad está destinada, además de a dar a conocer los textos de sus visitantes, a facilitar el intercambio de información y experiencias diversas pero también a propiciar encuentros tanto virtuales como presenciales. Primero entre los escritores en ciernes y luego con escritores consagrados, algo que nosotros, los viejos náufragos de la era pre-internet, jamás hubiéramos soñado siquiera. Sin embargo, lo que más me gusta de la isla de María Luisa son dos cosas que aún me falta enumerar. La primera, el concurso literario que organizan cada año con premios para las distintas disciplinas literarias. En él participaron en la edición anterior cerca de quinientos escritores. Y una vez acabada la cena y la entrega de premios, todos los años e indefectiblemente, acabamos bailando salsa, merengue y lo que se tercie para confirmar que la literatura es algo divertido y no esa cosa solemne y pomposa que algunos se empeñan en encerrar en la tan famosa como aburridísima torre de marfil. Y la segunda y más importante razón que me admira de esta iniciativa es la forma en la que su isla se mantiene a flote sin más medios que el apoyo desinteresado de algunos (como el periódico La Verdad de Murcia, por ejemplo). Claro que nada de esto sería posible sin el entusiasmo y la entrega de María Luisa y los suyos que lo hacen todo por amor al arte –o más concretamente en este caso, por amor al viejo arte de juntar palabras. Por eso yo, en nombre de todos los náufragos que día tras día nos dedicamos a lanzar nuestros mensajes en otras tantas botellas al mar, quiero darles las gracias. Desde que existen islas como Canal Literatura nuestra labor es un poquito menos solitaria y, desde luego, mucho más feliz.

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