TÍTULO; En la boca del lobo,.HOMBRE LOBO,.
HOMBRE LOBO-foto.
En tiempos no muy lejanos existía una
pareja de novios, se amaban más que nada en el mundo, ella de ojos verdes y piel blanca
oriunda de Maracaibo Edo y él, un joven llamado Zulia, moreno de ojos negros profundos y
cabellos largos oriundo de Guatire, Caracas.
Un viernes noche quedaron para salir con unos amigos pero él se retrasó por un incidente inesperado, había sido atacado por un enorme lobo siberiano que le regaló una antigua compañera de trabajo, un lobo de ojos azules y piel oscura, parecía una bestia sacada del mismísimo infierno.
A pesar de su retraso consiguió llegar a la esperada cita, pero algo andaba mal, un grupo de chicos, entre ellos el antiguo novio de la chica, empezaron a molestar al joven que ya estaba herido por el ataque del animal pero aún así se abalanzó sobre los malhechores, aunque no pudo hacer nada y resultó apaleado.
Pasó el día y juró vengarse.
El día siguiente pasó para el joven lentamente, aunque sus heridas sanaron de forma sorprendente, asombrado y confuso por todo lo acontecido decidió visitar a una bruja, ella, con solo ver sus ojos se dio cuenta de que había sido poseído por la marca de la bestia, pero había algo misterioso dentro de él, algo que no dejaba que el ser malévolo se apoderase completamente de su alma.
Por fin llegó la noche, noche de luna llena, sólo faltaba un minuto para las doce, nuestro desafortunado amigo se encontraba en la azotea de un edificio, y justo al sonar el gran reloj de la plaza, sus ojos se volvieron rojos, sus costillas empezaron a sufrir modificaciones genéticas, su corazón latía a paso veloz mientras recordaba con gran sufrimiento a la mujer que amaba, entre la confusión gritó con todas sus fuerzas su nombre acabando con un gran aullido, la transformación se había realizado, había cruzado la puerta entre la realidad y lo fantástico, el hombre lobo había dejado de ser una leyenda urbana.
La ganas de comer y saborear la sangre humana ya eran incontenibles así fue como sucedió, se dirigió a un centro comercial repleto de personas, se escuchó un fuerte aullido, pero la gente pensó que se trataba de una atracción más del centro comercial, pero no, sus peores temores se habían hecho realidad, ahí estaba el hombre lobo, dispuesto a matar a todo ser viviente en ese lugar, dedos, orejas, pies, corazones y cabezas, estaban desplegados a lo largo del centro comercial, él ya había cometido su primera masacre.
Pero su instinto asesino todavía estaba latente, era la hora de la venganza, había que encontrar a los chicos que le dieron la paliza el día anterior, cuando los encontró los mató uno a uno brutalmente, con el suspiro de un alma que vaga en soledad pasó el resto de la noche delante del balcón donde dormía su amada, simplemente observándola, eso le bastaba. Los instintos asesinos del lobo se convertían en instintos de protección cuando estaba cerca de ella.
Pasaron los días y continuó matando para alimentarse y todos los días después de saciar su sed de sangre acudía para observar a su amada.
Un día cualquiera se acercó para observarla como cada noche pero vio como la chica estaba en peligro, estaba siendo agredida por unos ladrones, eran muchos, cuando vieron acercarse a la enorme bestia comenzaron a dispararle hasta que el cuerpo del animal cayó al suelo convirtiéndose en hombre, los delincuentes asustados se marcharon y la indefensa chica lo dejó tirado para buscar ayuda, había que salvar su vida como fuese, pero al volver, su cuerpo ya no estaba pero la luz de la luna llena dejaba ver entre las sobras las siluetas oscuras de unos nueve o diez lobos.
Nunca se ha vuelto a ver al chico lobo pero en algunas noches de luna llena se escuchan aullidos y el nombre de la chica a lo lejos…
Un viernes noche quedaron para salir con unos amigos pero él se retrasó por un incidente inesperado, había sido atacado por un enorme lobo siberiano que le regaló una antigua compañera de trabajo, un lobo de ojos azules y piel oscura, parecía una bestia sacada del mismísimo infierno.
A pesar de su retraso consiguió llegar a la esperada cita, pero algo andaba mal, un grupo de chicos, entre ellos el antiguo novio de la chica, empezaron a molestar al joven que ya estaba herido por el ataque del animal pero aún así se abalanzó sobre los malhechores, aunque no pudo hacer nada y resultó apaleado.
Pasó el día y juró vengarse.
El día siguiente pasó para el joven lentamente, aunque sus heridas sanaron de forma sorprendente, asombrado y confuso por todo lo acontecido decidió visitar a una bruja, ella, con solo ver sus ojos se dio cuenta de que había sido poseído por la marca de la bestia, pero había algo misterioso dentro de él, algo que no dejaba que el ser malévolo se apoderase completamente de su alma.
Por fin llegó la noche, noche de luna llena, sólo faltaba un minuto para las doce, nuestro desafortunado amigo se encontraba en la azotea de un edificio, y justo al sonar el gran reloj de la plaza, sus ojos se volvieron rojos, sus costillas empezaron a sufrir modificaciones genéticas, su corazón latía a paso veloz mientras recordaba con gran sufrimiento a la mujer que amaba, entre la confusión gritó con todas sus fuerzas su nombre acabando con un gran aullido, la transformación se había realizado, había cruzado la puerta entre la realidad y lo fantástico, el hombre lobo había dejado de ser una leyenda urbana.
La ganas de comer y saborear la sangre humana ya eran incontenibles así fue como sucedió, se dirigió a un centro comercial repleto de personas, se escuchó un fuerte aullido, pero la gente pensó que se trataba de una atracción más del centro comercial, pero no, sus peores temores se habían hecho realidad, ahí estaba el hombre lobo, dispuesto a matar a todo ser viviente en ese lugar, dedos, orejas, pies, corazones y cabezas, estaban desplegados a lo largo del centro comercial, él ya había cometido su primera masacre.
Pero su instinto asesino todavía estaba latente, era la hora de la venganza, había que encontrar a los chicos que le dieron la paliza el día anterior, cuando los encontró los mató uno a uno brutalmente, con el suspiro de un alma que vaga en soledad pasó el resto de la noche delante del balcón donde dormía su amada, simplemente observándola, eso le bastaba. Los instintos asesinos del lobo se convertían en instintos de protección cuando estaba cerca de ella.
Pasaron los días y continuó matando para alimentarse y todos los días después de saciar su sed de sangre acudía para observar a su amada.
Un día cualquiera se acercó para observarla como cada noche pero vio como la chica estaba en peligro, estaba siendo agredida por unos ladrones, eran muchos, cuando vieron acercarse a la enorme bestia comenzaron a dispararle hasta que el cuerpo del animal cayó al suelo convirtiéndose en hombre, los delincuentes asustados se marcharon y la indefensa chica lo dejó tirado para buscar ayuda, había que salvar su vida como fuese, pero al volver, su cuerpo ya no estaba pero la luz de la luna llena dejaba ver entre las sobras las siluetas oscuras de unos nueve o diez lobos.
Nunca se ha vuelto a ver al chico lobo pero en algunas noches de luna llena se escuchan aullidos y el nombre de la chica a lo lejos…
TÍTULO; REVISTA DOMINICAL DE MODA,.Del orfanato a la gloria. La Verdad
REVISTA DOMINICAL DE MODA,-foto
GENTE
Del orfanato a la gloria
Olivier Rousteing es el primer
modisto mestizo en dirigir una casa de alta costura. Arrasa en Balmain y
sigue sin conocer a sus padres biológicos
A sus padres adoptivos les pasó lo que a tantos cuando su
pequeño les soltó que quería ser diseñador. Echaron pestes al principio,
pero se tranquilizaron creyendo que se trataría de un sarpullido
pasajero. Soñaban con verle trabajar en un despacho internacional de
abogados. Así que el muchacho comenzó la carrera de Derecho, pero se
desvió enseguida. «Mi familia pensaba que solo era pasión, pero yo
esperaba que algún día se pudiera convertir en mi profesión», cuenta.
Para tranquilizar a sus padres, Olivier Rousteing mostraba un interés
simulado por las páginas deportivas del periódico 'L'Équipe', pero en
realidad disfrutaba con las páginas de la revista de moda 'Elle'. Más
que un modisto, Rousteing parece un plusmarquista obstinado en
pulverizar todos los registros: ya de niño se encerraba en su habitación
a diseñar ropa.
Ha necesitado muy pocas lecciones para doctorarse en un
mundo en el que se maneja con extraordinaria soltura pese a su juventud.
Todo lo que sabe comenzó a aprenderlo a los 19 años, junto a grandes
nombres de este negocio. Cuando la escuela de moda a la que asistía
rechazó su admisión en su filial de Sao Paulo, tomó rumbo a Roma. Y,
claro, siendo casi un adolescente, este francés sacó tiempo para todo.
Para apurar la 'dolce vita' y empaparse del 'savoir faire' de algunos de
los mejores creadores italianos. Se puso a hacer prácticas cuando sus
padres dejaron de pasarle la paga.
Además de poner pasión a todas las cosas que hacía y de
buen humor a la gente que le rodeaba, Olivier siempre ha estado
obsesionado con explotar a toda prisa su talento. Domina el francés,
inglés, alemán e italiano y sabe «un poco de griego». Al poco tiempo de
ponerse a trabajar para Roberto Cavalli, donde permaneció cinco años,
fue nombrado jefe de taller. Y tardó menos de doce meses en hacerse el
amo de la firma que fundó Pierre Balmain en 1945. Palabras mayores en la
alta costura. Cuenta que una de las mejores cosas de bregar en
cualquier firma italiana es «descubrir que si quieres hacer algo, lo
puedes hacer».
Allí aprendió a hacer de todo. Desde el bordado en cuero
hasta estampados. Trabajó tanto que llegó a olvidarse del día de su
cumpleaños. Da vértigo pensar hasta dónde puede llegar el primer
diseñador mestizo, después de hacerse con la dirección creativa de una
mítica 'maison' que creó un estilo propio a mediados del siglo pasado
para vestir a mujeres «desenfadadas, elegantes y activas», como Brigitte
Bardot, Marlene Dietrich o Katherine Hepburn.
La precocidad de este creador de 27 años que desconoce los
orígenes de sus padres biológicos recuerda a la de genios como Christian
Dior o Yves Saint Laurent. A Olivier Rousteing no le tose nadie.
Tampoco conviene fiarse de las apariencias y de su presunta fragilidad.
Mientras otros creadores se ponen como flanes en los instantes previos a
los desfiles, él mantiene siempre la sangre fría. Lo mismo da que una
periodista le ase a preguntas media hora antes de la presentación de la
colección o que le avisen por sorpresa de que unas telas bordadas
procedentes de India permanecen retenidas en la aduana francesa. O
disimula muy bien o Rousteing es un témpano. Pero no. «Por dentro, en
realidad, vivo estresado», razona. Cuando Balmain le tocó ya sabía dónde
se metía. En una industria voraz que exige éxitos a todas horas, su
antecesor acabó hecho un trapo. Christophe Decarnin levantó una casa
decadente que daba tumbos y cuando la puso en órbita, hasta el extremo
de acuñarse el término 'balmanía', se vio de patitas en la calle e
interno en un centro psiquiátrico «mentalmente exhausto». Aún se le
sigue buscando. Nadie sabe nada acerca de su paradero.
Olivier no dudó en tomar el relevo de Decarnin. Cree que
rechazar esta propuesta no habría sido «respetuoso ni inteligente»,
aunque el ofrecimiento le provocó «vértigo». Admite que el «verdadero
reto» fue poner su rostro al frente de la firma. Porque, en el fondo,
sabía que iba a trabajar con el mismo equipo. «Mi trabajo consistía en
ayudar a Christophe, en entender lo que quería y en dirigir el equipo».
Las migas del niño Olivier
Cuando aceptó el envite, de las primeras personas que se
acordó fue de sus padres, con los que vivió una infancia y una
adolescencia feliz en Burdeos. Pasó año y medio en un orfanato hasta que
le adoptaron. «Mi madre es morena con ojos verdes y mi padre, rubio con
ojos azules. ¡Así que evidentemente todos nos hacen preguntas!»,
confesó, sonriente, a 'Elle'.
Hace dos años fueron los invitados de lujo a su primer
desfile como director creativo de Balmain, una empresa donde se han
disparado el prestigio y las ventas: «Estaban muy contentos, pero no se
dan cuenta de hasta qué punto mi trabajo es intenso. Yo no se lo
confieso porque, si lo supiesen, no estarían tan entusiasmados y quiero
seguir siendo para ellos el pequeño Olivier que no debe dejar las migas
sobre la mesa».
Su antecesor vistió a millonarias con un estilo punk
mediante tachuelas, hombreras y minivestidos. Rousteing ha respetado su
legado, si bien ha renovado el fondo de armario. Ha llegado a inspirarse
en el huevo de Fabergé que Richard Burton regaló a Liz Taylor para
modernizar el discurso estilístico de la casa y evitar que enmohezca. La
apuesta no le ha podido salir mejor a este creador que escucha «todo»
lo que se dice de su trabajo. Revisa todos los días Facebook, Twitter y
lee todos los comentarios, «tanto los buenos como los malos». Otras
veces le basta mirar lo que tiene delante para darse cuenta hasta dónde
ha llegado. «Cuando caminaba sobre la alfombra roja, cerca de Justin
Timberlake y detrás de Anna Wintour, no podía creer que fuera real».
Tuvo que pellizcarse para sentir que «todo aquello era de verdad». Algo
que no debería sorprender en quien maneja la filosofía de «querer es
poder».
No hay comentarios:
Publicar un comentario