Fernando García de Cortázar acaba de estrenarse como
novelista con Tu rostro con la marea (Ediciones Martínez Roca), que ha
obtenido el premio de novela histórica Alfonso X el Sabio.
Leyendo sus anteriores libros históricos, así como sus copiosos
artículos, a mí siempre se me antojó que García de Cortázar era, ante
todo, escritor: se le nota demasiado en la calidad de página, en el
vuelo elevado de sus juicios, en sus etopeyas vibrantes de los más
variados personajes históricos, en las pinceladas poéticas que desliza
como secretas brisas aquí y allá, en la elección siempre exacta de los
epítetos, en el uso que hace de la ironía y la elusión. Alguna
vez se lo comenté, pudorosamente, y creo que él lo tomó por un halago;
aunque no me atreví a añadir algo que quizá lo hubiese halagado menos:
que en su escritura se notaba, aherrojada por las obligaciones del
historiador, una vocación imaginativa que pugnaba por desmelenarse y
tenía que conformarse con lanzar un tímido guiño al lector.
Al fin Fernando García de Cortázar ha desembridado su imaginación, dejando que el escritor que lleva dentro aflore sin ambages. En Tu rostro con la marea nos propone una narración caleidoscópica en torno a la figura hechizante de Ángel Bigas, un exquisito escritor guadianesco, diplomático o espía en una Europa azotada por el aroma de la pólvora, amante fervoroso y bizantino que, según se nos cuenta, participó en la compra de armas que algunos de los 'prohombres' más venerados de la Segunda República -con Manuel Azaña e Indalecio Prieto al frente- planearon, para abastecer a los revolucionarios de Asturias, en 1934. Poco a poco, a medida que la existencia borrosa de Bigas va siendo dilucidada, el lector comprende que la participación del protagonista en aquel episodio turbio no es más que un magistral macguffin del autor, que mientras nos mantiene prendidos de la intriga nos brinda un fresco suculento de la Europa de principios del siglo XX y del periodo de entreguerras, cediendo la voz a diversos personajes que trataron, amaron y sufrieron al escurridizo Bigas. En este repertorio de personajes se cuentan algunos nombres ilustres de la literatura, como Ramón Pérez de Ayala, Agustín de Foxá, Rafael Sánchez Mazas o Curzio Malaparte. García de Cortázar mimetiza con virtuosismo (y cierta ironía lúdica o malévola) el particular estilo de estos escritores, brindándonos estampas soberbias del Madrid bohemio por el que Valle-Inclán paseaba sus barbas fluviales; del Burgos convertido en cuartel general de Franco durante la Guerra Civil; de la Roma fascista que esconde alevosamente el cadáver del diputado Matteotti; o del Leningrado sitiado por las tropas alemanas, cuyos palacios todavía relumbran al sol, entre jirones de nieve, mientras su población languidece de hambre. Estos testimonios se alternan con documentos auténticos o apócrifos de la época (o auténticos y apócrifos a un tiempo, hábilmente tuneados por García de Cortázar) y con un epistolario del propio Bigas, en donde García de Cortázar prueba su muy refinada sensibilidad, de una temperatura poética a la vez candente y contenida, así como su condición de gran espeleólogo de almas.
Pero, junto a la peripecia del escurridizo Bigas, cuyo malestar existencial lo empuja de un lugar a otro del atlas, importa en la novela de García de Cortázar la recreación de toda una época signada por la decadencia y la amenaza de ruina. Es una época en la que sucumben los grandes imperios, en la que la metralla riega de sangre el mapa europeo, en la que se asoman cetrinos los totalitarismos, y las revoluciones alzan su voz desgañitada; una época en la que el destierro se convierte casi en un estado anímico o tuberculosis del espíritu. García de Cortázar narra el tumulto furioso de aquellos años con una suerte de discreta melancolía, con una nostalgia finísima del mundo extinto que yace entre sus ruinas, muy en la línea de los grandes escritores desterrados o 'transterrados' de la época, al estilo de Thomas Mann, Stefan Zweif, Joseph Roth, Irène Némirovsky o Sándor Márai. Este es el clima espiritual por el que transita Tu rostro con la marea, lleno de una delicadeza que nunca es delicuescente y unos primores del estilo que logran penetrar con elegancia, con muy pudorosa elegancia en esos recintos del alma que le están vedados al común de los escritores, para mostrar lo más turbulento y lo más sublime de la naturaleza humana, palpitando siempre entre los escombros, dispuesta a resucitar siempre.
García de Cortázar se ha estrenado como novelista con una obra mayor. Y ha venido para quedarse.
TÍTULO; SILENCIO POR FAVOR, María Jesús Álava Reyes. Psicóloga, TENEMOS UNOS JOVENES MUY BLANDITOS,.
Al fin Fernando García de Cortázar ha desembridado su imaginación, dejando que el escritor que lleva dentro aflore sin ambages. En Tu rostro con la marea nos propone una narración caleidoscópica en torno a la figura hechizante de Ángel Bigas, un exquisito escritor guadianesco, diplomático o espía en una Europa azotada por el aroma de la pólvora, amante fervoroso y bizantino que, según se nos cuenta, participó en la compra de armas que algunos de los 'prohombres' más venerados de la Segunda República -con Manuel Azaña e Indalecio Prieto al frente- planearon, para abastecer a los revolucionarios de Asturias, en 1934. Poco a poco, a medida que la existencia borrosa de Bigas va siendo dilucidada, el lector comprende que la participación del protagonista en aquel episodio turbio no es más que un magistral macguffin del autor, que mientras nos mantiene prendidos de la intriga nos brinda un fresco suculento de la Europa de principios del siglo XX y del periodo de entreguerras, cediendo la voz a diversos personajes que trataron, amaron y sufrieron al escurridizo Bigas. En este repertorio de personajes se cuentan algunos nombres ilustres de la literatura, como Ramón Pérez de Ayala, Agustín de Foxá, Rafael Sánchez Mazas o Curzio Malaparte. García de Cortázar mimetiza con virtuosismo (y cierta ironía lúdica o malévola) el particular estilo de estos escritores, brindándonos estampas soberbias del Madrid bohemio por el que Valle-Inclán paseaba sus barbas fluviales; del Burgos convertido en cuartel general de Franco durante la Guerra Civil; de la Roma fascista que esconde alevosamente el cadáver del diputado Matteotti; o del Leningrado sitiado por las tropas alemanas, cuyos palacios todavía relumbran al sol, entre jirones de nieve, mientras su población languidece de hambre. Estos testimonios se alternan con documentos auténticos o apócrifos de la época (o auténticos y apócrifos a un tiempo, hábilmente tuneados por García de Cortázar) y con un epistolario del propio Bigas, en donde García de Cortázar prueba su muy refinada sensibilidad, de una temperatura poética a la vez candente y contenida, así como su condición de gran espeleólogo de almas.
Pero, junto a la peripecia del escurridizo Bigas, cuyo malestar existencial lo empuja de un lugar a otro del atlas, importa en la novela de García de Cortázar la recreación de toda una época signada por la decadencia y la amenaza de ruina. Es una época en la que sucumben los grandes imperios, en la que la metralla riega de sangre el mapa europeo, en la que se asoman cetrinos los totalitarismos, y las revoluciones alzan su voz desgañitada; una época en la que el destierro se convierte casi en un estado anímico o tuberculosis del espíritu. García de Cortázar narra el tumulto furioso de aquellos años con una suerte de discreta melancolía, con una nostalgia finísima del mundo extinto que yace entre sus ruinas, muy en la línea de los grandes escritores desterrados o 'transterrados' de la época, al estilo de Thomas Mann, Stefan Zweif, Joseph Roth, Irène Némirovsky o Sándor Márai. Este es el clima espiritual por el que transita Tu rostro con la marea, lleno de una delicadeza que nunca es delicuescente y unos primores del estilo que logran penetrar con elegancia, con muy pudorosa elegancia en esos recintos del alma que le están vedados al común de los escritores, para mostrar lo más turbulento y lo más sublime de la naturaleza humana, palpitando siempre entre los escombros, dispuesta a resucitar siempre.
García de Cortázar se ha estrenado como novelista con una obra mayor. Y ha venido para quedarse.
TÍTULO; SILENCIO POR FAVOR, María Jesús Álava Reyes. Psicóloga, TENEMOS UNOS JOVENES MUY BLANDITOS,.
- La autora de La inutilidad del sufrimiento nació en El Pardo un día de Nochebuena y en la lotería de la vida le tocaron unos padres «con ...La autora de 'La inutilidad del sufrimiento' nació en El Pardo un día de Nochebuena y en la lotería de la vida le tocaron unos padres «con mucha inteligencia emocional que nos hicieron sentir los hijos más queridos del mundo». Ella no ha tenido hijos, pero en lo suyo ha llegado muy lejos. Dirige en Madrid uno de los más prestigiosos centros de piscología clínica y figura entre las 'Top 100 Mujeres líderes en España'.-Enhorabuena, aunque la vanidad la tendrá muy trabajada...-La vanidad es una de las cosas más tontas que existen, sobre todo cuando uno tiene un nivel de autoexigencia alto.-¿Líder se nace?-Todos nacemos con un temperamento único, que es perfectamente visible a los tres o cuatro meses de edad. En el caso del líder, tiene que ser alguien que sepa estimular a la gente. Somos un país de muchos jefes y pocos líderes.-Con la crisis, el mundo empresarial se ha endurecido.-Los directores de Recursos Humanos se están deshumanizando y estamos pagando un precio muy alto. Todos esos tumores, ictus... Tienen que ver con el nivel de presión que soportamos. Pero hay otra forma de hacer las cosas. Chile es un país con un crecimiento enorme y en la mayoría de sus empresas hay 'gerencias de la felicidad'.-¿Eso es productivo?-Claro, porque la gente cuanto más feliz, mejor ambiente de trabajo crea y más produce. Está cuantificado. Sangrar a los empleados es cortoplacista y tiene consecuencias. En España el consumo de ansiolíticos y antidepresivos se ha disparado con la crisis.-¿Se explica el llamado crimen de Santiago?-Estos juicios públicos me parecen espantosos. Pero si se confirma, la pregunta sería: ¿hay padres que matan a sus hijos? Los hay. Sin embargo, ningún padre mentalmente sano mata a un hijo. Si esto de verdad ha ocurrido, nos indica que la sociedad está fallando. En algún momento, esa persona sometida a un tratamiento depresivo tendría que haber avisado a la familia o al médico de cabecera... Tiene que haber alarmas que salten antes y eviten que se llegue a estos extremos.-¿La han llamado de la tele para analizar los rostros de los presuntos asesinos?-Nos llaman, pero siempre decimos que no, porque es una prostitución de la psicología. Lo que quieren es que les expliques si esta persona mentía, si ha sido capaz de matar. ¿A qué estamos jugando aquí, a la 'Psicojeta', que miras la jeta de una persona y en función de eso dices si es asesino o no? ¡Seamos serios y no contribuyamos a ese circo!-El perfil de Asunta, tan perfecta, parece exagerado.-Hay muchos niños adoptados en España y no es un tema nada sencillo. Hay padres adoptivos pasando situaciones muy difíciles porque no es sencilla la adopción y hay niños que no acaban de estar bien. Nosotros vemos en nuestro gabinete a más de 500 niños al año y lo que nos preocupa es que son cada vez más inseguros y vulnerables.-¿Por qué?-Porque estamos fracasando en su educación. En lugar de prepararles para el futuro los estamos sobreprotegiendo y reforzando sus manipulaciones y tiranías. Y luego se vienen abajo ante la primera contrariedad. Tenemos unos jóvenes intelectualmente preparadísimos, pero que emocionalmente van con muletas.-Para ellos el psicólogo debe de ser un 'comecocos'...-No. Desde hace unos cinco años los jóvenes están llenando nuestras consultas. Lo hacen ante la falta de recursos que tienen, por su poca resistencia a la frustración. A los jóvenes los tenemos muy blanditos. Por suerte, la psicología del siglo XXI es tremendamente eficaz. Nos tenemos que olvidar de aquellos tratamientos que duraban años.-¿Conoce algún buen chiste de psicólogos?-Más que con un chiste yo terminaría con un mensaje positivo. Todos podemos ser felices si nos lo proponemos. Poner el cerebro a nuestro favor no es tan complicado. Y la generosidad también ayuda. La gente cuando es generosa y agradecida es mucho más feliz.
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