- ¿O es precisa, activa y vigilante, lo que en la jerga macrobiótica sería alguien yang? Si esto le suena a chino, sepa que en rigor proviene de ...
Nutrición La dieta del yin y el yang ¿Por qué están enganchados a la macrobiótica?
Más que una dieta, la macrobiótica es una filosofía de vida. Cada vez más celebridades y millonarios se abonan a este tipo de alimentación en busca de limpieza interior y sanación mental. ¿Pero cuánto hay de cierto en su poder regenerador?Es usted una persona relajada, pasiva y fría; es decir: alguien yin? ¿O es precisa, activa y vigilante, lo que en la jerga macrobiótica sería alguien yang? Si esto le suena a chino, sepa que en rigor proviene de Japón. La macrobiótica es una alimentación basada en el principio de equilibrio del yin y el yang, conceptos del taoísmo, una filosofía, en este caso sí, china que expone la dualidad de las fuerzas opuestas y complementarias de cuanto hay en el universo. El yin es el principio femenino la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción y el yang, el masculino el cielo, la luz, la actividad y la penetración. La macrobiótica adapta las tradiciones culinarias orientales, cuyos ejes son la alimentación, la medicina y la vida interior.
¿En qué se basa? Yin y yang era la forma en que los antiguos orientales aludían a los alimentos que más potasio o sodio contenían, respectivamente explica Juan Rubio, especialista en medicina biológica y macrobiótica de SHA Wellness Center, en Alfaz del Pi (Alicante). De ahí que los alimentos yang sean catalogados como densos, pesados, calientes; y los yin, como expansivos, ligeros, fríos. Son nombres diferentes para un mismo concepto, ya que hoy sabemos que, en bioquímica, la bomba sodio-potasio es clave en la fisiología de las células. A nivel arterial, el exceso de sodio contrae los vasos y aumenta la presión sanguínea; el potasio los relaja y reduce la presión. El equilibrio entre esos elementos es vital para la salud». Esta concepción nutricional traída desde Japón en los años treinta por el filósofo George Ohsawa (1893-1966) busca la sanación física y mental a través del equilibrio energético de los alimentos y una vida menos tóxica y estresada. ¡Todo un start up personal!
¿Qué comen sus seguidores? Con sus menús de cereales integrales, verduras y legumbres, algas y sopas, la macrobiótica anima al consumo de productos de estación y de cultivo local, preferentemente biológicos, lo mismo que comer en horarios regulares, masticar muy bien y evitar alimentos procesados y con aditivos químicos. Shiatsu, masaje tailandés, acupuntura, yoga o meditación son técnicas complementarias para lograr ese equilibrio cuerpo/mente que pregona. El sabor japonés es constante en esta dieta, que propone desde el miso al shoyu, pasando por el kozu, el tofu, la soja, el tempe o el umeboshi, y toda una panoplia de algas y tisanas foráneas.
¿Qué alimentos hay que evitar? Los neófitos deben aprender a evitar los lácteos, la carne roja y los huevos; las hierbas aromáticas y especias; el azúcar y las frutas tropicales; a cocinar sin tomates, pimientos, patatas, calabacines o berenjenas, por su carácter de «yin extremo», según los clásicos, y «por su contenido en el alcaloide solanina, que, se cree, afecta a la absorción de calcio y se asocia a inflamación y osteoporosis», según los expertos de SHA.
¿Todos los seguidores comen lo mismo? La macrobiótica tiene en cuenta el yin o yang de las estaciones (el invierno, frío y húmedo, es yin; el verano, yang) y la personalidad individual. A una persona débil y precavida se le recomiendan, por ejemplo, alimentos que potencien el yang: pescado, alubias, avena integral, verduras de raíz; a alguien incapaz de relajarse, alimentos que estimulen el yin: ensaladas, verduras, frutas frescas. En cualquier caso, los cereales integrales deben ser el 50 por ciento de la dieta porque son los más equilibrados. Además del trigo, el centeno, la cebada o la avena, la macrobiótica utiliza la quinoa, el trigo sarraceno o el mijo; una lista más nutritiva que la de la dieta occidental, dominada por harinas de trigo refinadas.
¿Qué dicen los críticos? Voces críticas señalan, sin embargo, que la macrobiótica, al estar basada en la cultura japonesa, evita muchos alimentos comunes en los países mediterráneos con contrastados beneficios para la salud. Objetan también que el ser muy baja en grasas no es necesariamente bueno: nuevos estudios han comprobado que una dieta mediterránea rica en aceite de oliva virgen extra y en frutos secos es más beneficiosa para la salud que una pobre en grasas. Los críticos señalan también que la macrobiótica pone gran énfasis en los cereales integrales, lo que aumenta el riesgo de desequilibrios nutricionales. Restringir, por último, en exceso las proteínas animales (incluidos los pescados y mariscos) puede dar lugar a déficits de vitaminas del grupo B, hierro, cinc y ácidos grasos omega 3.
¿Es eficaz, como dicen, frente al cáncer? Aún más polémico es que este enfoque nutricional algunos lo creen eficaz contra el cáncer. Aunque las sociedades oncológicas no recomiendan la dieta macrobiótica a los pacientes de cáncer ni existen estudios científicos que corroboren su eficacia, muchos enfermos oncológicos, sobre todo en estadios avanzados, han recurrido a ella en busca de curación o alivio, a menudo como último recurso. Más como un clavo ardiendo al que agarrarse que como un remedio efectivo. Uno de los casos más citados es el de Steve Jobs, quien, según algunos, era adepto a la macrobiótica. El médico de Harvard Ramzi Amir, especialista en el tipo de cáncer de páncreas que acabó con el empresario, llegó a afirmar que «Jobs sucumbió a la enfermedad más rápidamente por su negativa a usar la medicina convencional».
¿Cómo se defienden sus fieles? «Aclaremos las cosas interviene Juan Rubio, tajante. En primer lugar, la macrobiótica aplicada por un profesional de la medicina con la formación adecuada no por desaprensivos tras un seminario de dos semanas es evolutiva, como la ciencia. En segundo lugar, aunque tiene profundas raíces en la medicina oriental, no excluye la occidental. Dicho eso, ni la macrobiótica ni ningún otro tipo de dieta puede anunciarse como 'cura para el cáncer': los tumores son consecuencia de muchos factores, incluidos los ambientales y genéticos. Lo que sí corrobora la ciencia es que una dieta como la macrobiótica, abundante en vegetales de estación, baja en grasas y rica en fibra, ayuda a reducir el riesgo de padecer varios tipos de cáncer y otras muchas enfermedades, incluida la diabetes, las afecciones cardiovasculares y las inflamatorias».
Profetas del equilibrio: Este método interesó primero a la contracultura y, luego, a John Lennon y Yoko Ono y el movimiento hippy. Hoy, respaldada por adeptos de la new age, neopaganos y desengañados de la medicina oficial, está atrayendo cada vez a más ricos y famosos, como Madonna, Gwyneth Paltrow. Jennifer Garner, Tom Cruise, Julia Roberts, Paul McCartney, Isabel Preysler, Naomi Campbell, Elsa Pataky, Alejandro Sanz y numerosos empresarios y ejecutivos, millonarios del Este de Europa y fortunas del petróleo.
En qué consiste la dieta macrobiótica: La macrobiótica no solo se fija en el valor nutricional de los alimentos, sino en su parte energética. Todos los alimentos tienen cualidades yin o yang, pero en cada uno predomina una de las energías. El objetivo es equilibrarlas. Haciéndolo, se pierde peso.
Alimentos yin y yang
Muy yang: Sal, Huevos Carne roja, Carne blanca, Queso curado, Pescado azul, Pescado blanco.
Yin yang: Cereales, Legumbres, Verduras de raíz, Verduras redondas, Verduras de hoja, Semillas, Frutos secos.
Muy yin: Fruta, Verduras tropicales, Frutas tropicales, Lácteos blandos, Azúcar, Alcohol.
25 términos prácticos
-Algas: habituales en la dieta, como el agar-agar (para gelificar) o la hiziki (rica en calcio).
-Arroz: el alimento perfecto. Contiene todos los principios yin-yang en equilibrio justo.
-'Azuki': judía roja.
-'Bulgur': trigo integral partido.
-Chucrut: col cortada y fermentada con sal.
-Cuscús: sémola de trigo tratada.
-'Daikon': rábano japonés blanco y largo.
-'Dulse': alga marina rojiza y rica en hierro.
-Equilibrio: con los alimentos y los hábitos de vida, la macrobiótica busca el equilibrio emocional y espiritual.
-Energía: el yin y el yang son las dos energías contrapuestas que rigen el universo.
-Fibra: la parte de los cereales, verduras o frutas que la digestión no desintegra.
-Gomasio: condimento tostado elaborado con sésamo y sal marina.
-Jengibre: raíz picante usada como condimento.
-Mijo: pequeño cereal amarillo que se agrega a sopas, ensaladas... 'miso': fermento de soja y cereales. ¡Vital!
-'Pickles': verduras prensadas fermentadas.
-Principio único: eso significa el nombre de macrobiótica en japonés.
-'Seitán': proteína obtenida a partir del gluten del trigo.
-'Shoyu': salsa de soja. Se usa como aderezo.
-'Shiatsu': principal terapia complementaria.
-Té 'Bancha': o té de tres años, alcaliniza y refuerza.
-Tofu: queso de la leche de soja.
-'Umeboshi': ciruelas japonesas fermentadas.
-'Wakame': alga marina usada en la sopa de miso.
-'Yannoh': café de cinco cereales tostados.
El gurú más buscado: Asesor de la ONU, la OMD y la Federación de Medicina Natural, Michio Kushi es uno de los padres de la macrobiótica moderna y fundador del famoso Kushi Institute, al norte de Nueva York. Conferenciante en el Congreso de los EE.UU. y merecedor del Premio de Excelencia de las Naciones Unidas, asesora a su vez a diversas celebrities, como Madonna o Gwyneth Paltrow, y en el pasado al propio John Lennon. Cree en poder cambiar a la humanidad a través de la comida. «Podemos controlarla al 90 por ciento, y lo que comemos nos afecta».
TÍTULO: ¿Qué explicación científica tiene el fenómeno fan?
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¿Qué explicación científica tiene el fenómeno fan?
Este mes, el número de mis fans en Facebook ha sobrepasado el millón. Somos una gran familia -la primera, que yo sepa, que llega a esa cifra dedicándose a la divulgación científica- empeñada en conseguir que vaya disminuyendo, sin bofetadas, el espacio reservado al dogma y, sobre todo, sugiriendo que el entretenimiento debe mezclarse con el conocimiento.
Es posiblemente tan útil como que grandes futbolistas como Cristiano Ronaldo o Leo Messi, la joven cantante Miley Cyrus o los actores Kristen Stewart y Robert Pattinson superen con creces el nivel mencionado de fans. Lo inaudito, lo que da que pensar sobre un público tan mal traído por la fama y los críticos de la educación, es que los amantes de la divulgación científica superen en América Latina y en España el millón.
Vamos a procurar que se entere cuanta menos gente mejor -contamos con la ayuda incalculable del propio estamento noticiero-, pero al hablar en voz baja y entre nosotros es imposible negar la gran noticia de que más de un millón de hispanohablantes siguen la divulgación científica, que están a favor de la mezcla de entretenimiento y conocimiento, que son partidarios de escuchar otras opiniones y aprender de más materias aparte de las que les interesan, y que están menos interesados por el dogma que por la ciencia.
Vale la pena entonces que dediquemos algún tiempo a reflexionar sobre la naturaleza de los forofos. Y algo nos ha enseñado la divulgación científica sobre este tema. Recuerdo haberme interesado hace ya muchos años por los jóvenes de entre 12 y 15 años que podían esperar toda una noche a que apareciera su ídolo a primera hora de la mañana. ¿Qué es lo que, de veras, les interesaba a ellos? Me costaba creer que sus risas y griterío escondían como solía decir la mayoría del mundo supuestamente informado las ganas de obtener una mirada o una sonrisa de sus ídolos.
Cuando estudié el tema en profundidad, concluí que lo que esperaban, lo que realmente buscaban con aquella vigilia aunque fuera de forma inconsciente, era descubrir el secreto de la fama; lo que costaba ser conocido. La ciencia estima hoy que a Bill Gates le hicieron falta diez mil horas para hacerse rico, pero cuando estudié el tema, nadie me hubiera creído ni aceptado que esa era la razón de la vigilia. Hoy sabemos que el fan tiene un elevado sentimiento de empatía por su ídolo y tiende a ponerse en la piel de quien admira; luego, las neuronas espejo hacen el resto. La excitación que provocan los logros de los ídolos un gol, por ejemplo hace que el cerebro libere grandes dosis de dopamina, la molécula portadora de la sensación de placer.
Influidos por el resto de la manada, los fans pueden dejarse arrastrar y mostrar su faceta más oscura y no solo la más hermosa. Me refiero al torrente que a veces arrastra hacia alborotos públicos y acciones violentas. Hace un millón de años nacía el altruismo, el sentimiento capaz de transmitir, generación tras generación, el amor a los demás: saber que se pertenece a un mismo grupo, contribuir de alguna manera a que este funcione y tener la seguridad de que el grupo, más tarde, le corresponderá a uno.
Quiero terminar esta reflexión como la empecé. No quisiera que mis lectores pasaran por alto el hecho insólito de que hemos superado el millón de fans interesados por los efectos de la divulgación científica sobre la cultura popular. Con toda seguridad, eso quiere decir que cualquier tiempo pasado fue peor, que nuestro colectivo es cada vez más altruista y que no debemos cejar hasta que se enteren de ello los políticos que nos gobiernan.
lunes, 27 de enero de 2014
La dieta del yin y el yang ¿Por qué están enganchados a la macrobiótica? / ¿Qué explicación científica tiene el fenómeno fan?
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