Foto del Castuera,.
CASTUERA-2- SAN JOSE-0,.resultado final,.
El Castuera realiza un buen partido de futbol contra el San Jose ganando con un 2-0- un victoria muy importante para salir de los puestos complicados, y ponerse con 35 puntos, etc,.
TÍTULO: DESAYUNO DE DOMINGO CON, Juan Mayorga: "Los premios te cortan las uñas y te hacen más dócil ...
Juan Mayorga: "Los premios te cortan las uñas y te hacen más dócil. No es mi caso"
Tengo una docena de obras teatrales en
cartel en todo el mundo y algunas de ellas ya se han traducido a 25
idiomas. La última, 'El arte de la entrevista', se acaba de estrenar en
el teatro María Guerrero de Madrid.
XLSemanal. Su padre leía libros en casa en voz alta mientras usted jugaba a las canicas en la alfombra...
Juan Mayorga. Era maestro y decía que adquirió esa costumbre leyéndoselos a un amigo ciego. Igual era una leyenda, pero es hermosa y merece ser cierta.
XL. Es filósofo y matemático. ¿No escogió entre Ciencias y Letras?
J.M. Cuando hice COU, era de Ciencias y pensaba estudiar una ingeniería, pero justo antes de la selectividad opté por Filosofía y Matemáticas. La Filosofía es un plan de vida y todos estamos llamados a interrogar al mundo.
XL. Algunos se preguntan pocas cosas en la vida...
J.M. Este sistema fomenta la docilidad. Yo no sirvo para eso; para mí, el teatro es el arte del conflicto permanente.
XL. Tiene en cartel una docena de obras. ¿No será que faltan autores?
J.M. Tras pasar una época de descrédito del texto, los autores vivimos un buen momento. El oficio se ha revalorizado.
XL. Pero usted gana todos los premios.
J.M. [Ríe]. Todos, no. He tenido la suerte de ganarme la confianza de los jurados, pero me siento sobrevalorado: conmigo se está teniendo una paciencia y un respeto enormes.
XL. La lengua en pedazos se va a llevar al cine y varias de sus obras se emiten en la radio. Es una multinacional...
J.M. Estoy contento, aunque no soy autor de obras que llenen durante mucho tiempo. Pero no me quejo porque he escrito cien textos que me permiten vivir del teatro.
XL. Conforme se hace mayor y recibe galardones, ¿se vuelve menos radical?
J.M. A priori parece que los premios te cortan las uñas y te vuelven más conservador. No es mi caso, porque siento que vivimos en un orden injusto e irracional que premia a los corruptos. Ser conservador en este momento me parece de juzgado de guardia.
XL. En El arte de la entrevista, la nieta hace preguntas a la abuela y se desvela un pasado inesperado.
J.M. No hay nada más imprevisible que el pasado. Al final, nadie quiere creerse lo que cuenta porque es como si se rompiera un puzle familiar y, al recomponerlo, apareciera otra familia.
XL. Defínase.
J.M. Soy un tipo de 48 años que tiene la suerte de poder decir que sus padres y sus hijos tienen salud; que tengo a mi lado una mujer que me ha acompañado, cuidado y defendido siempre y que me ha dado tres hijos a los que quiero mucho. ¿Qué más puedo pedir?
Su desayuno: «Desayunamos los cinco juntos. Primero, zumo de naranja. Los niños toman tostadas y cereales; yo, un bol de cereales con leche y un plátano. Luego, nado y corro».
TÍTULO: DEJENLOS CRECER,.
Juan Mayorga. Era maestro y decía que adquirió esa costumbre leyéndoselos a un amigo ciego. Igual era una leyenda, pero es hermosa y merece ser cierta.
XL. Es filósofo y matemático. ¿No escogió entre Ciencias y Letras?
J.M. Cuando hice COU, era de Ciencias y pensaba estudiar una ingeniería, pero justo antes de la selectividad opté por Filosofía y Matemáticas. La Filosofía es un plan de vida y todos estamos llamados a interrogar al mundo.
XL. Algunos se preguntan pocas cosas en la vida...
J.M. Este sistema fomenta la docilidad. Yo no sirvo para eso; para mí, el teatro es el arte del conflicto permanente.
XL. Tiene en cartel una docena de obras. ¿No será que faltan autores?
J.M. Tras pasar una época de descrédito del texto, los autores vivimos un buen momento. El oficio se ha revalorizado.
XL. Pero usted gana todos los premios.
J.M. [Ríe]. Todos, no. He tenido la suerte de ganarme la confianza de los jurados, pero me siento sobrevalorado: conmigo se está teniendo una paciencia y un respeto enormes.
XL. La lengua en pedazos se va a llevar al cine y varias de sus obras se emiten en la radio. Es una multinacional...
J.M. Estoy contento, aunque no soy autor de obras que llenen durante mucho tiempo. Pero no me quejo porque he escrito cien textos que me permiten vivir del teatro.
XL. Conforme se hace mayor y recibe galardones, ¿se vuelve menos radical?
J.M. A priori parece que los premios te cortan las uñas y te vuelven más conservador. No es mi caso, porque siento que vivimos en un orden injusto e irracional que premia a los corruptos. Ser conservador en este momento me parece de juzgado de guardia.
XL. En El arte de la entrevista, la nieta hace preguntas a la abuela y se desvela un pasado inesperado.
J.M. No hay nada más imprevisible que el pasado. Al final, nadie quiere creerse lo que cuenta porque es como si se rompiera un puzle familiar y, al recomponerlo, apareciera otra familia.
XL. Defínase.
J.M. Soy un tipo de 48 años que tiene la suerte de poder decir que sus padres y sus hijos tienen salud; que tengo a mi lado una mujer que me ha acompañado, cuidado y defendido siempre y que me ha dado tres hijos a los que quiero mucho. ¿Qué más puedo pedir?
Su desayuno: «Desayunamos los cinco juntos. Primero, zumo de naranja. Los niños toman tostadas y cereales; yo, un bol de cereales con leche y un plátano. Luego, nado y corro».
TÍTULO: DEJENLOS CRECER,.
- En el circo en que se ha convertido últimamente la televisión no faltan los payasos, las fieras, los engendros (ahora llamados frikis) y mucho ...En el circo en que se ha convertido últimamente la televisión no faltan los payasos, las fieras, los engendros (ahora llamados frikis) y mucho me temo que tampoco los enanos. Y no me refiero ahora a los mentales, sino permítaseme el juego de palabras a los locos bajitos que diría Serrat, es decir, a los niños. Por suerte, todavía no hemos llegado al nivel de otros países en los que están haciendo realities y Grandes hermanos donde los protagonistas son menores a los que se incita a competir y a luchar para conseguir una sustanciosa cantidad de dinero. Aquí la pugna, de momento, se disfraza de competición artística por la que se intenta encontrar al nuevo Joselito o la nueva Marisol.
En principio, todo tiene un aire de lo más inofensivo e incluso edificante. Tres o cuatro cantantes famosos actúan como jurado y se les pide que vayan seleccionando las mejores voces, los artistas más talentosos. No quiero pecar de mojigata y predicar que donde deben estar los niños es en el colegio y no intentando saltar a la fama y convertirse en Justin Bieber. Tampoco voy a recordar aquí lo que pasa con la mayoría de los niños prodigio, empezando por Judy Garland, Michael Jackson o Macaulay Culkin hasta llegar al propio Justin Bieber. Lo que sí me gustaría es usar sus ejemplos para hablar de algo que hace tiempo me preocupa. Me da la sensación de que los niños de ahora son, por un lado, más infantiles y, por otro, más adultos que nunca. Y es que, por una parte, se los sobreprotege, se intenta preservarlos de todo lo feo o negativo de la vida y, por otra, se los incita a vestirse como adultos y a tener actitudes que no son las que corresponden a su edad.
Por ejemplo, en las historias, en los libros que uno les lee, la muerte no existe. Nada del Lobo que se comió a la Abuela de Caperucita, qué horror, no sea que el niño se traume. Sin embargo, acto seguido, se lo sienta ante la consola a matar malos durante horas. Otro ejemplo: se intenta mantenerlos en su idílico mundo infantil hasta entrada la adolescencia, pero, a la vez, muchos padres no tienen reparos en convertir a sus hijos en testigos de sus desavenencias conyugales o incluso obligarlos a tomar partido por papá o por mamá, sobre todo cuando se produce una ruptura. ¿En qué quedamos? ¿Deseamos que sean niños o que no lo sean? ¿Que crezcan o que sigan en Babia?
Después, la gente se asombra de la precocidad de ciertos niños y niñas que con diez u once años piden por su cumpleaños que les dejen hacerse un piercing o cuentan en casa que «están enamorados». Ya sé que es difícil desmarcarse de lo que pasa a nuestro alrededor y que hay muchos padres que intentan que sus hijos crezcan a un ritmo normal, quemando etapas, y no que las etapas los achicharren a ellos. Pero sería interesante que alguien los ayudara en su empeño. Me consta que los educadores son una gran ayuda en este sentido. Ellos más que nadie conocen a los niños de hoy y ven cómo la niñez está acortándose y alargándose la adolescencia. Adolescencia que, por cierto, llega ahora hasta los treinta y muchos años, pero esa es otra historia.
Sería muy deseable que los medios de comunicación, y en especial la televisión, no echaran más leña al fuego convirtiendo en ídolos y carne de paparazi a unos niños que ya tendrán tiempo más que suficiente de serlo. Sé de sobra que la guerra de las audiencias no se rige por criterios morales. De ahí que el circo del que antes les hablaba tenga un desfile de engendros cada vez más nutrido. Pero se me ocurre que los anunciantes, sobre todo los de productos directamente relacionados con los niños, tal vez tengan ganas de hacer algo por ellos. Hay tan buenas iniciativas y divertidas en las que los niños pueden participar sin caer en el frikismo... No sé, tal vez me he despertado utópica esta mañana. Pero ya lo dijo no sé quién: creer en la utopía es la única forma de cambiar este viejo y resabiado mundo.
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