domingo, 31 de agosto de 2014

PROTAGONITAS, VIDAS PRIVADAS, EN DIRECTO, EDUCAR A LOS NIÑOS, / SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO,. DIGITALIZACIÓN US. TRABAJO,. / LIGA TERCERA GRUPO 14-D. BENITO-2- CASTUERA-0-.

TÍTULO: PROTAGONITAS, VIDAS PRIVADAS, EN DIRECTO, EDUCAR A LOS NIÑOS,


  1. En aras de la convivencia, asumimos las opiniones, hábitos y manías de nuestra pareja. Pero cuando se trata de la educación, no hay ...foto,.
     Evita las batallas frontalesLo raro sería estar siempre de acuerdo, y que uno terminara la frase del otro, como si papá y mamá fueran un ser de dos cabezas con un solo cerebro compartido. El problema es que ese ser de dos cabezas a veces se convierte en un monstruo cuando hay que decidir en cuestiones de educación. Los hijos avivan, a menudo, nuestro afán batallador e intransigente, porque son parte de nosotros, quizá el refl ejo de lo que quisimos ser y no hemos podido. Resulta difícil renunciar a las ideas y a los planes que hemos ido haciendo sobre su futuro, con la ingenua convicción de que nuestro cónyuge lo veía con la misma claridad que nosotras. 
    Evidentemente no es posible que dos personas piensen siempre lo mismo, pero es esencial mostrarse de acuerdo ante los hijos. Ninguna decisión alcanzará su objetivo si cada uno dice una cosa cuando nuestros vástagos intentan saltarse las reglas. Si en algo son hábiles los niños, desde pequeños, es en detectar las grietas en el muro formado por papá y mamá... y en hacer chantaje en consecuencia. Te mostramos a continuación las tres reglas de oro para entenderse en cuestiones de educación sin renunciar a las propias convicciones.
    Regla nº 1 
    Arreglar cuentas con la propia educación 
    Funcionamos según la educación que hemos recibido, ya sea identificándonos con su modelo o rechazándolo de plano. “Detrás de cosas aparentemente triviales como la elección del segundo idioma o la asignación de tareas domésticas hay toda una serie de valores y de patrones educativos”, explica la psicóloga Natalia Isoré, psicóloga clínica y terapeuta familiar. “Entra en juego, inconscientemente, la elección de si vamos a reproducir la herencia recibida o vamos a hacer todo lo contrario, algo que implica el estar o no de acuerdo con nosotros mismos”, añade la especialista Caroline Kruse, experta en terapia de pareja, y autora de Cómo seguir hablándose, amándose y deseándose (ed. Marabout).
    “En su opinión, se trata de “enfrentarse con la propia infancia. ¡Y eso multiplicado por dos, puesto que el cónyuge se enfrenta a los mismos ajustes de cuentas por su lado! En realidad, en una pareja siempre hay seis miembros: él, tú y vuestros respectivos padres”. Uno de los confl ictos más usuales es el de la autoridad: demasiado laxa o demasiado estricta. “El exceso de permisividad quizá tiene que ver con un padre demasiado rígido o con una infancia sin límites claros. Si un progenitor opta por estar casi siempre ausente, esa actitud puede estar relacionada con la ausencia del propio padre”, explica Natalia Isoré. Lo cierto es que, cuando nos unimos a una persona, en su equipaje también viene toda su historia familiar. Y hay que aceptarla.
    Regla nº2 
    Saber qué nos jugamos como pareja 
    Es lógico agarrarse al propio punto de vista, sobre todo si estamos discutiendo cosas que influirán en el bienestar y el futuro de nuestros hijos. Pero las divergencias muy acusadas esconden, a veces, otros confl ictos de pareja. Quizá ocurre que hay una parte que siempre impone sus puntos de vista y otra que siempre cede. En el fondo, lo que hay que preguntarse es por qué tiene tanta importancia para nosotros esa decisión. Quizá es una manera de desplazar a otro campo un problema latente entre nosotros. “Es más fácil reprocharle a la pareja sus puntos de vista educativos que su desinterés por nosotros, por ejemplo. Decir: “Estoy enfadada por que cedes a los caprichos de María”, que “estoy furiosa porque ya casi no hacemos el amor”. “En una pa- reja que está en una situación de ruptura virtual, los confl ictos y preocupaciones por la educación de los hijos son una manera de conservar un vínculo que, de otra manera, se rompería”, afi rma Caroline Kruse. “Si no somos capaces de afrontar esa ruptura, el conflicto es una forma de hacer perdurar la relación”. 
    Regla nº 3 
    Frente a los niños, siempre en equipo 
    Debemos conversar con tranquilidad sobre lo que no estamos de acuerdo, sin los niños delante; y, si hay algún asunto que pueda ser espinoso, darles una respuesta del tipo: “Tengo que hablarlo con papá, a ver qué opina él”. Por supuesto, nunca hay que desacreditar la opinión del otro: un niño necesita conservar la imagen de sus padres como autoridad y guía, no como un espectáculo de discusiones. De lo contrario, se sentirá inseguro y, sobre todo, sacará partido de la situación para salirse con la suya. “Hemos pasado de una educación basada en el poder absoluto del padre a otra que descansa sobre una autoridad compartida”, dice la psicóloga Natalia Isoré. A su juicio, “esto puede provocar situaciones confusas sobre quién detenta esa autoridad. La felicidad de los niños depende, en gran parte, de cómo gestionamos nuestra propia angustia, y de que seamos capaces de ponernos de acuerdo, sin eliminar nuestras diferencias”.
    ¿Y tú cómo lo haces? 
    Alejandra B. 
    44 años, casada y con dos hijas de 17 y 14 años. Es profesora de Secundaria. 
    "Si por él fuera, meteríamos a las niñas en una urna" 
    Yo siento menos ansiedad por las niñas que mi marido. Cuanto más crecen, más le gustaría a él retenerlas en una urna, para asegurarse de que no les pasa nada malo. Si se retrasan media hora, las llama al móvil y es muy estricto con la ropa: ni tacones, ni maquillaje, ni minifalda. Se empeña en convencerlas de que es una cuestión de elegancia, cuando en realidad le aterra la idea de que se están convirtiendo en mujeres. Mi papel es el de “madreescoba”, que atempera sus decisiones, negocia y calma. Por ejemplo, no hay maquillaje para ir al colegio, pero sí los fines de semana. El problema es que, para él, la feminidad es en sí misma un riesgo. No sabe tomárselo con distancia, como una parte del juego del crecimiento de sus hijas. Yo creo, al contrario, que lo importante es no convertirlas en adultas temerosas y confusas, ni fomentar que se conviertan en unas simuladoras para poder ser libres. Al fi nal, los hijos son como el agua: siempre buscan la salida”.
    Lucía S 
    38 años, separada, con dos hijos de 10 y ocho años. Trabaja como estilista en televisión. 
    "Yo soy el policía malo y mi ex marido , Papá Noel"
    Mi ex y yo estamos en pleno proceso de divorcio. No nos entendemos en ningún aspecto de la vida cotidiana, especialmente en lo que se refi ere a los niños. Para colmo, mis suegros se han metido por medio en numerosas ocasiones, ¡y para defender a su hijo! Él es partidario de dejarles hacer lo que quieran. Es el prototipo de niño mimado por unos padres ausentes que se sentían culpables, y reproduce el mismo modelo con sus hijos. El resultado: yo soy siempre el policía malo, la que dice que no, la que les lleva al dentista, la que está pendiente de lo que necesitan para el cole... y él es Papá Noel, el que les lleva de viaje y les regala el último juego para la consola”. 
    Patricia J. 
    51 años, casada, con una hija de 21 años. Es directiva en una multinacional. 
    "Vivimos una batalla para ver quién impone su punto de vista" 
    Mi marido quería que nuestra hija aprendiera alemán. Sus abuelos eran alemanes y él lo sigue hablando un poco; así podría ayudarla. Pero a mí me parecía más útil el francés y, al final, fue lo que estudió Clara. Entonces nos pareció normal elegir por ella. Pero después, las cosas se complicaron. Siempre estamos intentando que el otro dé su brazo a torcer, como si se tratara de una apuesta o de algo personal. Por ejemplo, yo imaginaba que estudiaría una carrera técnica, porque siempre fue muy buena en matemáticas, y no entendía a mi marido, que se empeñó en que estudiara Económicas. El resultado fue que acabó matriculándose en Derecho para darnos gusto a los dos (o, mejor dicho, a ninguno), para después dejarlo y dedicarse a las Bellas Artes. Y ahora estudia alemán por correspondencia”.
    Rosana M. 
    48 años, casada, con una hija de 22 años y dos hijos de 20 y 16. Es comercial publicitaria. 
    "Nunca me he sentido apoyada como madre" 
    Me acogí a la media jornada en el trabajo cuando nació mi tercer hijo, así que siempre he tenido más tiempo que mi marido para los hijos. Pero muchas veces, tras una extenuante jornada de negociaciones con los niños, llega él y toma la decisión final. En lo concerniente a estudios, salidas, modales... jamás me he sentido apoyada por él y, en consecuencia, mi autoridad se ve casi siempre cuestionada. Para el pequeño, el más transgresor, ni pincho ni corto. Mi marido se crió en un ambiente muy duro y reproduce el modelo sin cuestionárselo. Cuando los niños eran pequeños, las comidas se eternizaban porque se él empeñaba en que terminaran hasta la última miga. A veces, la tensión en la mesa era insoportable”.
    María F.
    45 años, divorciada y con un hijo de 16 años. Es profesora de danza. 
    "Mi ex implica al niño en nuestras guerras"
    Más de 10 años después de habernos separado, aún estamos en guerra en ciertos temas. En lo referente a los estudios, él ha delegado totalmente en mí, porque no le interesa. Pero comprar o no una moto a su hijo, o la paga semanal que debemos darle, ¡es otra cosa! Para mí no había vuelta de hoja: nada de moto, por seguridad. Entonces, se la compró a mis espaldas. En realidad, es como si estuviera realizando un deseo propio a través de nuestro hijo. Era una de las cosas que más ansiaba en su juventud y que nunca pudo permitirse. Con la paga tuvimos el mismo problema. El problema es que mi ex implica a nuestro hijo en nuestras guerras privadas y en sus mentiras, y eso me enfurece. Es como si mi opinión no valiera nada”.
     
    TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO,. DIGITALIZACIÓN US. TRABAJO,.
    foto,.
     
    Que algo estaba empezando a funcionar de otra manera en el mundo lo empecé a sospechar cuando, en los peajes menores de la autopista, en sustitución de la garita, aparecieron unas máquinas que hablaban con una agradable voz sintetizada. En los primeros tiempos, eran máquinas muy locuaces: decían “gracias”, “hasta pronto”, “buen viaje”, “conduzcan con prudencia”... Luego, como en el resto del mundo, perdieron la cortesía y últimamente también la voz; atrapan el dinero y punto. Esto sucedía hace más de 10 años. 

    Desde entonces, lenta pero inexorablemente, las máquinas han comenzado a sustituir a los seres humanos en un número cada vez mayor de actividades, privando con ello a muchas personas de su trabajo. A las máquinas se sumó posteriormente la digitalización de gran parte del comercio; a partir de ahí, la pérdida de puestos de trabajo ha ido creciendo de manera exponencial. El benefi cio, nos repiten, se encuentra en el ahorro. Pero ¿a quién beneficia un ahorro que obliga a tantas personas y a tantas familias a tener que luchar de sopetón por la supervivencia? 

    Si continuamos a este ritmo, en pocos años dejará de haber librerías –y, por lo tanto, también imprentas, dependientes, distribuidores, transportistas, libreros–; también desaparecerán las tiendas de discos, vestidos, zapatos, mercerías. Todas ellas se verán engullidas por el mercado virtual. La venta on line está haciendo desaparecer para siempre no solo sectores completos de trabajo, sino también una gran parte de nuestra civilización.  En la pequeña ciudad donde vivo hay tres librerías: una pertenece a una gran cadena editorial; la segunda es de una pequeña librera apasionada; y la tercera está especializada en literatura y música alternativas. Las tres (al margen de los golpes de la crisis y de que en Italia ya nadie lee un libro) se verán obligadas a cerrar si siguen comprándose libros a través de internet. Uno de mis rituales del sábado por la mañana consiste en ir a dar una vuelta al mercado, tomar un café con las amigas y visitar estas tres librerías.
    Esta ruta me supone siempre un gran placer: encontrarme con la gente, hablar, hojear libros, encontrarme inesperadamente con ese pequeño ejemplar al fondo de la estantería que estaba esperándome precisamente a mí... En la librería nadie controla qué he leído, como hace Amazon, ni en cuánto tiempo. Nadie me pregunta si me ha gustado mi última lectura, ni me sugiere títulos similares. Como es normal, en ocasiones, cuando estoy de viaje, yo también descargo libros de la web, pero lo hago con la misma cautela de la que hago gala al utilizar ciertos medicamentos, porque soy consciente de que, cada vez que compro un libro on line, una librería corre el riesgo de cerrar.
    Bien, es posible que, una vez pasado el enamoramiento inicial que siempre producen las cosas extraordinarias que el mundo digital y electrónico aportan a nuestras vidas, haya llegado el momento de comenzar a interrogarse sobre el alcance real de esta innovación en nuestras vidas y en la sociedad.
    ¿Vale la pena caminar por una ciudad poblada de persianas metálicas cerradas, de tiendas en quiebra, de relaciones humanas finiquitadas, todo con tal de que nos traigan rápidamente a casa los objetos de nuestro deseo? ¿No estaremos corriendo el riesgo de perder una parte importante de nuestra civilización europea? ¿Y no lo estamos haciendo teniendo, además, la certeza de que estamos siendo continuamente espiados, controlados, presionados en todas las decisiones de nuestra vida, incluso en las más privadas, como el placer por la lectura?

     TÍTULO; LIGA TERCERA GRUPO 14-D. BENITO-2- CASTUERA-0-.

     D. BENITO-2- CASTUERA-0-.Resultado Final,.

      Empezo la segunda parte con dominio del Castuera pero se adelanto el D. Benito en una gran jugada y se puso con -0-2, .etc,.

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