sábado, 13 de diciembre de 2014

REVISTA MUJER HOY, DE CERCA, PORTADA, JULIANNE MOORE, ACTRIZ CINE,./ SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO, MUJERES TRAS EL VELO,.

TÍTULO: REVISTA MUJER HOY, DE CERCA, PORTADA, JULIANNE MOORE, ACTRIZ CINE,.

Julianne Moore
Tras su participación en la saga juvenil más vista de los últimos años, Los juegos del hambre, y con tres películas a punto de estrenarse, ...-foto

Tras su participación en la saga juvenil más vista de los últimos años, Los juegos del hambre, y con tres películas a punto de estrenarse, la actriz está en la cumbre de su carrera. Mientras los críticos claman a gritos su nombre para los próximos Oscar, ella ofrece su mirada de mujer amable y de espíritu sosegado como embajadora de L’Oréal Paris.
El problema de entrevistar a Julianne Moore es que es una mujer encantadora con muy buenas películas en su currículum, una exitosa carrera y una vida sin sobresaltos. Así es difícil encontrar un titular. Si uno teclea en Google Julianne Moore polémica, solo encontrará que posó desnuda para una revista o que encarnó a Sarah Palin en un telefilme.
Me cita en un restaurante ecológico cerca de su casa, en Los Hamptons (al este de Long Island, en Nueva York). Empieza pidiendo tofu envuelto en pasta de arroz y termina dándome un abrazo en la calle, preocupada por si se me escapa el tren de vuelta. "¿Esa era la actriz?", pregunta mi taxista mientras mira embobado a la dama sonriente que nos despide con un sombrero de paja. "¡Qué mujer más maravillosa!".
Lo es, sí, pero hay que ver lo egoísta, lujuriosa, taimada, perversa y retorcida que puede volverse cuando interpreta a alguna de las víboras a las que ha encarnado en la pantalla. Desde Vidas cruzadas (1993), pasando por Magnolia (1999), hasta llegar a su último título, Maps to the Stars, Julianne Moore ha trabajado con los mejores directores (Robert Altman, Paul Thomas Anderson, David Cronenberg...). Ella quiere infundir complejidad en todos sus papeles, sea el de una ama de casa o el de una asesina. "En mi carrera me ha tocado interpretar a buenas personas y a otras deleznables. Está bien que pueda hacer distintos papeles, es lo deseable", comenta.
Actriz perturbadora, madre tranquila
En Maps to the Stars, que se estrena en España el 30 de enero, Julianne es Havana, una estrella con ínfulas, fracasada, que vive atormentada por la muerte de su madre y atraviesa una depresión. La película es puro Cronenberg, una sátira desquiciante sobre la decadencia de las familias de Hollywood, cuyas miserias y tensión contenida andan revoloteando en cada fotograma hasta que explotan. El resto del reparto (Robert Pattinson, Mia Wasikowska y John Cusack) perece también aplastado por la ambición, la amargura o el incesto. Y hasta aquí, la sinopsis de la cinta, verdaderamente perturbadora, pero que a Julianne Moore ya le ha reportado el premio a la mejor actriz en el pasado Festival de Cannes.
"Me parece que hay una línea divisoria bastante evidente", responde entre risas cuando le pregunto si hay algo en ella de su horrible personaje. "Creo que siempre he tenido clara la frontera que separa lo que soy de lo que encarno en la pantalla". ¿En quién se inspiró, entonces? "Puede ser cualquier actriz que hayas visto en el cine. Cualquiera que solo encuentre sentido a la vida logrando el éxito en su carrera".
Julianne Moore viste un top blanco y holgado, y se mueve por el restaurante como si fuera un fantasma en una escapada de fin de semana, saludando a todo el personal y haciendo cola de pie, pacientemente, como si fuera una persona anónima. Desde sus primeros largometrajes independientes (Boogie Nights o El gran Lebowski), pasando por los dramones que jalonaron su entrada en la madurez (Lejos del cielo, Las horas), hasta llegar a su reciente repunte en la industria (Los chicos están bien, Un hombre soltero), Moore se ha caracterizado por participar, sobre todo, en películas para un público adulto.
Aunque acaba de sumarse al elenco de Los juegos del hambre, con el personaje de la presidenta Alma Coin, lo que significa que, 29 años después de debutar, se va a convertir en superfamosa. "Es algo estupendo para mis hijos, que al final nunca pueden ver nada de lo que hago", dice sobre su participación en la película más taquilleras del otoño, Los juegos del hambre: Sinsajo.
Julianne Moore tiene un hijo de 16 años y una hija de 12, fruto de su matrimonio con el productor Bart Freundlich, y para ella todo gira en torno a la familia. Comenta que aceptó el papel en esta saga antifascista de culto porque le interesa cómo plantea "la cuestión del libre albedrío" y porque "a los adolescentes les resulta fascinante". Pero sospecho que su elección tuvo que ver con el hecho de que se rodara en Atlanta, lo que le permitía volver a Nueva York y ser mamá a tiempo completo los fines de semana. "Te pasas media vida intentando conseguir trabajo y, cuando lo tienes, no paras de preguntarte: "¿Cuándo podré volver a casa?", dice.
Intento sonsacarle alguna crítica o, al menos, algún chascarrillo de su trabajo. En los últimos dos años, ha tenido affaires en la pantalla con tres hombres bastante más jóvenes que ella: Alexander Skarsgard, en ¿Qué hacemos con Maisie?; Joseph Gordon-Levitt, en Don Jon; y Robert Pattinson, en Maps to the Stars. En una industria que se caracteriza por emparejar a actores como Tom Cruise, de 52 años, con chicas que apenas superan la adolescencia, no deja de llamar la atención esa inversión. Moore asiente con la cabeza, pero también se encoge de hombros. Con respecto a Levitt, dice que Don Jon no trataba tanto sobre "la edad, como sobre el modo en que pueden conectar las personas". De Pattinson comenta que "sudaba muchísimo". Pero no quiere hablar de sexo: "Es aburrido y pobre; la gente lo hace para vender más revistas".
¿Doble nominación?
Julianne Moore nació en Carolina del Norte, en 1960, y es hija de un militar y de una trabajadora social escocesa, que falleció en 2009. Dos años después de su muerte, reclamó la ciudadanía británica "en su honor". Y todavía le brillan los ojos cuando habla de la tierra natal de su madre. Eso no le impide admitir que no entiende nada de lo que dicen los políticos escoceses.
Por el contrario, reconoce que sí le importan los Oscar (una confesión extraña entre los actores, que suelen mostrarse, de forma fingida o no, despreocupados con los premios). Aunque ha sido nominada cuatro veces, aún no se ha alzado con ninguna estatuilla. Y esta, por fin, parece su ocasión: en Maps to the Stars es capaz de domar y dar rienda suelta a la vez a los instintos más desbocados de un personaje divertido, furioso y nauseabundo. Y en su papel en Siempre Alice (en cines el 23 de enero) interpreta con maestría a una psicóloga diagnosticada de Alzheimer. Así que puede que el año que viene viva otro 2002, cuando consiguió una doble nominación.
"Lo peor son los esfuerzos para no obsesionarse con el premio, porque, en el fondo, lo verdaderamente valioso es que te hayan dado el papel, haberlo hecho bien y todas esas cosas", confiesa sin convicción. "Pero, ¡por Dios!, es muy difícil dejar de pensar en lo maravilloso que sería ganar un Oscar. A todo el mundo le gustan los halagos, no nos engañemos. Está en nuestra naturaleza. Solo hay que mirar la cara que pone a un niño cuando le dices que lo que ha hecho está muy bien. Todos nos venimos arriba. ¡Me encantaría ganarlo!", concluye.
Le comento que hay mucha gente del cine que se queja del cambio que esta sufriendo esta industria (con la saturación de megaproducciones de superhéroes o, por el contrario, con cintas rodadas sin presupuesto, únicamente con un teléfono móvil). "¡Para mí no ha cambiado nada!", responde riéndose. "Mi peor momento fue, sin duda, en los 80, cuando era una joven actriz que hacía televisión y obras de teatro, pero no lograba un papel para una película. Con el cine independiente de principios de los 90 arrancó mi carrera cinematográfica. Esa ha sido siempre la base de mi trabajo y también he tenido la suerte de participar en películas comerciales. Me gusta poder salir al mismo tiempo en trabajos diametralmente opuestos. Es algo que me permite explorar los dos extremos de la industria: películas que tienen un prestigio autoral y otras con las que me puedo ganar la vida".
Las mujeres en la industria Tras una hora compartiendo charla y una botella de agua, me gustaría sacarle un titular. Le pregunto por el papel que juegan las mujeres en la industria del cine. ¿Cómo podremos estar seguros de que habrá actrices como ella en el futuro? Moore suspira y comenta el caso de su hija, Liv, "que monta a caballo en un pequeño rancho" en el que solo hay chicas, "pero cuando llegan los Juegos Olímpicos, todos los jinetes son hombres". Lo mismo pasa en el mercado laboral, agrega, y, por supuesto, en la industria del cine. "Parece que, en los más altos puestos solo puede haber hombres, pero en la base no hay inconveniente en que estemos nosotras. Es una cosa curiosa y, desde luego, un mal endémico de nuestra cultura. ¿Por qué ocurre esto? Pues no lo sé", termina.
Pese a estar considerada una de las mejores intérpretes, confiesa que a día de hoy le da pánico no tener en cartera algún trabajo estimulante, pero lo cierto es que vive tranquila, asomándose cada cierto tiempo (por lo general, dos veces al año) a la pantalla para contradecir tanto a todos los que dicen que ya no hay buenos papeles para las mujeres adultas, como a los que afirman que ya no se hacen buenas películas.
Sigo sin titular y ni siquiera me queda tiempo para mencionarle la adaptación que protagonizó de El fin del romance, la novela de Graham Green, o para hablar de la infravalorada Hijos de los hombres, sobre un Londres devastado. En su lugar, pasamos los últimos cinco minutos en la calle, mientras me pide un taxi desde su móvil. Desde ese momento, el taxista tiene su número de teléfono, pero, por extraño que parezca, a esta mujer eso no parece importarle demasiado. Lo que más le preocupa es que yo no pierda el tren y llegue bien a casa.

Belleza madura
Julianne Moore ya ha cumplido los 50, pero sigue manteniendo intacto todo su atractivo. Con una imagen que se sale del estereotipo, sus grandes bazas para conquistar se resumen en una piel impecable y llena de pecas, y una espectacular melena pelirroja.

TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO, MUJERES TRAS EL VELO,.

 foto,.

Azita Rafaat tiene 36 años, estudios superiores, habla perfecto inglés y fue una de las primeras diputadas en el Parlamento afgano. Aunque a primera vista la vida de esta reconocida activista por los derechos humanos parece una excepción, ha sufrido la misma violencia y marginación que la mayoría de las afganas. De joven soñaba con estudiar Medicina, pero su padre la forzó a casarse con un primo hermano.
Aquel matrimonio con un hombre analfabeto la obligó a abandonar Kabul y a trasladarse a una remota aldea al noroeste del país. Pasó a vivir entre extraños, en una casa sin agua ni luz, obligada a trabajar como una criada y a soportar los malos tratos de su marido y de su suegra. En apenas cinco años dio a luz a cuatro hijas que nacieron en casa, sin asistencia médica. Cada parto era una nueva decepción para su familia que deseaba un varón para perpetuar el apellido. Tras la caída del régimen talibán, su vida dio un giro inesperado.
Azita fue elegida diputada en el 2005 y toda la familia –incluida la segunda esposa y la hija de él– pudo trasladarse a Kabul, pero su marido puso condiciones. Ella podría dedicarse a su carrera política si asumía los gastos de la casa y le pagaba un sueldo de 500 dólares al mes. Aunque hubiera querido divorciarse de su esposo, que no la valora y le echa en cara que no haya tenido un varón, no puede porque perdería la custodia de sus hijas. Azita es una de las protagonistas del libro Mujeres. Afganistán (Blume), que pretende visualizar el drama que viven 15 millones de mujeres en ese país. Un proyecto que ha sido posible gracias a otra mujer valiente y solidaria, la periodista Mónica Bernabé.
Cuando viajó por primera vez allí en 2000, en la época de los talibanes, lo que vio le pareció tan injusto que decidió implicarse a fondo. A su regreso fundó ASDHA (Asoc. por los Derechos Humanos en Afganistán) y hace siete años se instaló en Kabul. Hoy es la única reportera española que reside permanentemente en Afganistán. Para ella, el burka es el menor de los males ante la brutal violencia doméstica que sufren las afganas.
Por este libro valiente que te llena de indignación desfilan los testimonios desgarradores de más de 200 afganas, que han sido retratadas por la cámara de Gervasio Sánchez, reportero comprometido y curtido en conflictos bélicos. Niñas y mujeres que se han atrevido por primera vez a quitarse el velo y a contar su drama personal. Historias de pequeñas obligadas a casarse por dinero con ancianos y que acaban marcadas de por vida. Niñas que se inmolan a lo bonzo porque no aguantan los abusos en casa, y otras que intentar quitarse la vida ingiriendo matarratas.
Todo ello en un país donde todavía las mujeres viven bajo el yugo del hombre. El silencio y la indiferencia ante esta tragedia nos hacen a todos cómplices mientras, mujeres como Azita siguen dispuestas a luchar hasta el fi nal de sus días por los derechos de sus hijas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario