DESAYUNO-CENA- DOMINGO-
Pedro García Aguado: "Estoy siendo demasiado bueno. Yo no quiero ser como Risto Mejide"
Madrileño, de 46 años. Exwaterpolista.
Tras la 7.ª temporada de 'Hermano mayor' (Cuatro), soy jurado en
'Levántate' (Telecinco), un programa en el que padres e hijos cantan
juntos.
XLSemanal. En una época decía: «Soy campeón
olímpico»; en otra: «Soy alcohólico y cocainómano»; hasta hace poco:
«Soy el Hermano Mayor». ¿Hoy?
Pedro García Aguado. Hoy: un ayudador profesional que trabaja en televisión echando una mano a la gente.
XL. Han sido 14 años consumiendo y lleva 11 sin probar nada, ¿ni una copa?
P.G.A. Ni una. No sé tomar solo una; esa es mi naturaleza. No quiero saber nada de ninguna droga; estoy liberado para siempre, pero sin bajar la guardia.
XL. De coach de chicos rebeldes que maltratan a sus padres a jurado de familias felices que cantan unidas...
P.G.A. ¡Es fantástico! Mira qué evolución.
XL. Entre Ruth Lorenzo y Niña Pastori, le han dado el papel de poli bueno.
P.G.A. No. Si veo una actitud inadecuada, estoy yo para dar caña; aunque lo cierto es que estoy siendo demasiado bueno. Yo no quiero ser como Risto Mejide.
XL. Pues pareció que encajaron muy bien cuando lo entrevistó en el Chester.
P.G.A. Él es muy listo. Grabamos dos horas, hablamos de nuestras cosas y luego solo salieron las mías.
XL. En esa entrevista contó que, al coincidir con Iñaki Urdangarin y con la infanta Cristina en las Olimpiadas, ellos se iban de los sitios sin pagar y que usted les llamó la atención.
P.G.A. Aquello fue una anécdota. Ella explicó que eran los guardaespaldas los que debían pagar, que estaba organizado así. Ahora no sé quién les paga la fiesta [sonríe]. Pero te diré: Cristina era muchísimo más cercana que Iñaki.
XL. ¿Le ha sorprendido lo que les pasa?
P.G.A. Sí. Yo no conocía a Iñaki en esos aspectos... pero no juzgo.
XL. En el nuevo programa, el modo de votar es levantándose de la silla.
P.G.A. Sí. Yo me levanto mucho: soy muy emotivo y las actuaciones me llegan muy dentro. Yo también he tenido mis problemas y este programa para mí es un regalo. Hay quien se va a un balneario; yo, a Levántate, es mi cura.
XL. ¿Habrá octava temporada de Hermano mayor?
P.G.A. Sí, hay muchos casos pendientes y ganas. La gente me cree, sabe que no soy un personaje, que lo que ve es cierto.
XL. ¿Lo paran por la calle para hacerse fotos con usted o para contarle problemas?
P.G.A. ¡Soy un consultorio andante! Incluso quieren llevarme a sus casas para que hable con sus hijos. Algunos incluso quieren pagarme lo que sea porque ya no saben qué hacer. Si yo fuera un cafre, estaría forrado.
Su desayuno: «Café con leche y tres o cuatro magdalenas. Si me pongo estupendo, compro muffins de los americanos, con trocitos de chocolate dentro: buenísimos».
La cena, una tortilla de jamón con queso, beber agua, pan, postre una pera,.
TÍTULO: VIAJANDO CON CHESTER,. LADRÓN DE ALMAS,.
foto,.
Pedro García Aguado. Hoy: un ayudador profesional que trabaja en televisión echando una mano a la gente.
XL. Han sido 14 años consumiendo y lleva 11 sin probar nada, ¿ni una copa?
P.G.A. Ni una. No sé tomar solo una; esa es mi naturaleza. No quiero saber nada de ninguna droga; estoy liberado para siempre, pero sin bajar la guardia.
XL. De coach de chicos rebeldes que maltratan a sus padres a jurado de familias felices que cantan unidas...
P.G.A. ¡Es fantástico! Mira qué evolución.
XL. Entre Ruth Lorenzo y Niña Pastori, le han dado el papel de poli bueno.
P.G.A. No. Si veo una actitud inadecuada, estoy yo para dar caña; aunque lo cierto es que estoy siendo demasiado bueno. Yo no quiero ser como Risto Mejide.
XL. Pues pareció que encajaron muy bien cuando lo entrevistó en el Chester.
P.G.A. Él es muy listo. Grabamos dos horas, hablamos de nuestras cosas y luego solo salieron las mías.
XL. En esa entrevista contó que, al coincidir con Iñaki Urdangarin y con la infanta Cristina en las Olimpiadas, ellos se iban de los sitios sin pagar y que usted les llamó la atención.
P.G.A. Aquello fue una anécdota. Ella explicó que eran los guardaespaldas los que debían pagar, que estaba organizado así. Ahora no sé quién les paga la fiesta [sonríe]. Pero te diré: Cristina era muchísimo más cercana que Iñaki.
XL. ¿Le ha sorprendido lo que les pasa?
P.G.A. Sí. Yo no conocía a Iñaki en esos aspectos... pero no juzgo.
XL. En el nuevo programa, el modo de votar es levantándose de la silla.
P.G.A. Sí. Yo me levanto mucho: soy muy emotivo y las actuaciones me llegan muy dentro. Yo también he tenido mis problemas y este programa para mí es un regalo. Hay quien se va a un balneario; yo, a Levántate, es mi cura.
XL. ¿Habrá octava temporada de Hermano mayor?
P.G.A. Sí, hay muchos casos pendientes y ganas. La gente me cree, sabe que no soy un personaje, que lo que ve es cierto.
XL. ¿Lo paran por la calle para hacerse fotos con usted o para contarle problemas?
P.G.A. ¡Soy un consultorio andante! Incluso quieren llevarme a sus casas para que hable con sus hijos. Algunos incluso quieren pagarme lo que sea porque ya no saben qué hacer. Si yo fuera un cafre, estaría forrado.
Su desayuno: «Café con leche y tres o cuatro magdalenas. Si me pongo estupendo, compro muffins de los americanos, con trocitos de chocolate dentro: buenísimos».
La cena, una tortilla de jamón con queso, beber agua, pan, postre una pera,.
TÍTULO: VIAJANDO CON CHESTER,. LADRÓN DE ALMAS,.
foto,.
Hace poco, tonteando con el mando a distancia, me encontré con una maravilla titulada Qué extraño llamarse Federico. Es
una mezcla de géneros, película y documental, sobre Federico Fellini,
rodada por uno de los mejores amigos que tuvo, Ettore Scola, cineasta
octogenario, autor ya retirado de La familia y Macarroni, que
regresó durante unas semanas a las cámaras para tratar de demorar el
momento inevitable en que Fellini comenzará a ser olvidado por
generaciones que apenas conservarán una brizna de recuerdo de un hombre
que convirtió su apellido en adjetivo. Aquí, por cierto,
seguimos sin incorporar berlanguiano al diccionario de la RAE. Cualquier
día me encadeno a una ventana de la Academia como la baronesa Thyssen
al plátano del paseo del Prado y no desisto hasta que los académicos
claven con alfiler berlanguiano en su colección de palabras cautivas.
No es fácil acostumbrarse a la idea de que un gran amigo, cómplice creativo además desde la adolescencia de ambos en la revista satírica Marco Aurelio, ha muerto. Ese número de teléfono al otro lado del cual nadie responderá. Scola, que evita en todo momento el descenso a lo lacrimógeno, inventa para Fellini una forma burlona de inmortalidad que lo convierte casi en un duende, en un dios Pan, abocado a vagar por Cinnecità. Toma las imágenes reales de la capilla ardiente de Fellini. Cuando el ataúd, escoltado por dos carabinieri de atuendo operístico, estuvo expuesto para una larguísima cola de romanos devotos en el mítico Estudio 5 en el que rodó casi todo. Luego, Scola se imagina que el muerto se escapa, con la bufanda y el sombrero característicos de Fellini, que los carabinieri echan a correr detrás de él con sus alabardas, y que esa fuga interminable que recorre los senderos vacíos de Cinnecità, petrificados los decorados, se transforma en una eternidad de almas poco penitentes. Poco queda de aquella Roma.
El propio Estudio 5 sufrió un incendio alegórico que pareció la pira de un tiempo romano en el que se me cuelan hasta Gregory Peck y Audrey Hepburn viajando en Vespa por la ciudad. La Via Veneto, ya lo dije aquí hace poco, carece de alma, ya no es el apostadero de paparazzis dispuestos a saltar a un descapotable con la convicción de que los llevará a una historia. Y con Fellini sucede en las trattorias lo mismo que con Hemingway en los bares: es una marca de promoción turística que hace optativo el conocimiento de su obra. En Roma gastan fama hasta los camareros cascarrabias que inspiraron a Fellini un actor de reparto fugaz.
De los creadores admirados siempre me ha interesado su técnica para aprehender un universo, para obtener el material humano con el que se construyen las historias. No me refiero tanto a los que se convierten en cobayas de un gran proyecto autodestructivo con coartada literaria, como si crear fuera un ir haciéndose la autopsia. Pasada la edad adolescente, y me refiero a la mental, que a veces dura para siempre, es difícil que semejantes malditismos fascinen. Me refiero a aquellos que tienen una mirada y un oído con los que emulsiona el ambiente. En ese sentido, me gusta la figura del caminante, del flâneur casi inadvertido que va frotándose con ambientes y personas y luego, al llegar a la mesa de trabajo, se los sacude de la chaqueta para que caigan sobre la máquina de escribir.
A pesar de su personalidad expansiva, Fellini era un gran escuchador que le rapiñaba a Roma todos sus susurros. No lo hacía caminando, de esto acabo de enterarme por la película de Scola. Fellini era insomne, apenas dormía. Pero en cambio le encantaba conducir su coche, un desvencijado Mercedes, cuando las calles de la ciudad estaban casi vacías y por las aceras solo circulaba gente de la noche. Se llevaba un amigo a bordo, a menudo el propio Scola, y dedicaba la noche entera a invitar a subir al asiento de atrás a putas, noctámbulos, mendigos, condes crápulas y periodistas a los que escuchaba sin que ellos llegaran a sospechar que les estaba robando el alma.
TITULO: COCINA DOMINGO--QUICHE TONTAINE,.
No es fácil acostumbrarse a la idea de que un gran amigo, cómplice creativo además desde la adolescencia de ambos en la revista satírica Marco Aurelio, ha muerto. Ese número de teléfono al otro lado del cual nadie responderá. Scola, que evita en todo momento el descenso a lo lacrimógeno, inventa para Fellini una forma burlona de inmortalidad que lo convierte casi en un duende, en un dios Pan, abocado a vagar por Cinnecità. Toma las imágenes reales de la capilla ardiente de Fellini. Cuando el ataúd, escoltado por dos carabinieri de atuendo operístico, estuvo expuesto para una larguísima cola de romanos devotos en el mítico Estudio 5 en el que rodó casi todo. Luego, Scola se imagina que el muerto se escapa, con la bufanda y el sombrero característicos de Fellini, que los carabinieri echan a correr detrás de él con sus alabardas, y que esa fuga interminable que recorre los senderos vacíos de Cinnecità, petrificados los decorados, se transforma en una eternidad de almas poco penitentes. Poco queda de aquella Roma.
El propio Estudio 5 sufrió un incendio alegórico que pareció la pira de un tiempo romano en el que se me cuelan hasta Gregory Peck y Audrey Hepburn viajando en Vespa por la ciudad. La Via Veneto, ya lo dije aquí hace poco, carece de alma, ya no es el apostadero de paparazzis dispuestos a saltar a un descapotable con la convicción de que los llevará a una historia. Y con Fellini sucede en las trattorias lo mismo que con Hemingway en los bares: es una marca de promoción turística que hace optativo el conocimiento de su obra. En Roma gastan fama hasta los camareros cascarrabias que inspiraron a Fellini un actor de reparto fugaz.
De los creadores admirados siempre me ha interesado su técnica para aprehender un universo, para obtener el material humano con el que se construyen las historias. No me refiero tanto a los que se convierten en cobayas de un gran proyecto autodestructivo con coartada literaria, como si crear fuera un ir haciéndose la autopsia. Pasada la edad adolescente, y me refiero a la mental, que a veces dura para siempre, es difícil que semejantes malditismos fascinen. Me refiero a aquellos que tienen una mirada y un oído con los que emulsiona el ambiente. En ese sentido, me gusta la figura del caminante, del flâneur casi inadvertido que va frotándose con ambientes y personas y luego, al llegar a la mesa de trabajo, se los sacude de la chaqueta para que caigan sobre la máquina de escribir.
A pesar de su personalidad expansiva, Fellini era un gran escuchador que le rapiñaba a Roma todos sus susurros. No lo hacía caminando, de esto acabo de enterarme por la película de Scola. Fellini era insomne, apenas dormía. Pero en cambio le encantaba conducir su coche, un desvencijado Mercedes, cuando las calles de la ciudad estaban casi vacías y por las aceras solo circulaba gente de la noche. Se llevaba un amigo a bordo, a menudo el propio Scola, y dedicaba la noche entera a invitar a subir al asiento de atrás a putas, noctámbulos, mendigos, condes crápulas y periodistas a los que escuchaba sin que ellos llegaran a sospechar que les estaba robando el alma.
TITULO: COCINA DOMINGO--QUICHE TONTAINE,.
Quiche 'tontaine'
Ingredientes: 4 lonchas de beicon ahumado
de 0,5 cm de grosor, 10 chalotas gruesas cortadas en tiras finas, 2
dientes de ajo picados, tomillo fresco, 2 puñados de hojas de espinacas
crudas lavadas, 8 barritas de pan, 6 huevos, 3,5 dl de nata líquida, 200
g de queso tipo feta, hojas de albahaca fresca, aceite de oliva extra
virgen, sal y pimienta molida.
Elaboración: se calienta el horno a 200 ºC. Sobre la tabla se corta el beicon en lardones y se sofríe después unos segundos.Se añaden la chalota, el ajo y el tomillo deshojado y se pochan durante diez minutos. Mientras, se forra un molde con el pan, con la parte plana tocando el fondo. Se baten los huevos con la nata y se salpimienta.Se añaden entonces las espinacas al sofrito y se salpimienta otra vez.Se dispone el sofrito sobre el fondo de pan y se coloca encima el queso roto, desperdigado, y la albahaca rota.
Acabado y presentación: se vierte la mezcla de huevos en la boca del horno y se hornea durante unos 20 minutos. Se saca del horno la quiche cuando su superficie presente un tono dorado.
Mis trucos
Es importante precocinar no solo los embutidos frescos, también las carnes y verduras que incorporemos a nuestras quiches. Si no, soltarán las grasas y los jugos cuando la mezcla se esté cocinando y el resultado no será el óptimo.
Reinos de humo, por Carlos Maribona
Un bocado prehistórico
Estamos en plena temporada de lamprea. Hasta que cante el cuco, mediado el mes de abril, este pez marino del que se dice que tiene 400 millones de años, de aspecto repulsivo, cilíndrico y alargado, sin escamas, sin aletas y sin espinas, con una boca enorme en forma de ventosa, remonta las aguas de los ríos gallegos para desovar en el lugar en que nació. En su lucha contra la corriente, la carne de la lamprea se hace más prieta y apetecible. Carne oscura y sabrosa, intensa y con una textura especial, que levanta pasiones o grandes rechazos. Aunque entra por muchos ríos, la lamprea por excelencia es la del Miño.
«El poso del Miño», como la calificó Cunqueiro. Y en sus orillas, Arbo es su capital. Allí se captura en los llamados 'pescos', construcciones de piedra con redes artesanales que datan del tiempo de los romanos. La localidad incluso ha dado nombre a una forma de prepararla, similar a la bordelesa, guisada con su propia sangre, vino y cebolla. Así es como la elaboran la mayoría de los restaurantes de Galicia, de Madrid o de Barcelona que la tienen estos días. Pero mi receta favorita es el timbal, que tanto gustaba a Cunqueiro. Una receta ancestral en la que la lamprea, entera, se cocina dentro de una masa gruesa de pan. Al abrirla surgen, potentes, todos los aromas del guiso. Una maravilla.
Elaboración: se calienta el horno a 200 ºC. Sobre la tabla se corta el beicon en lardones y se sofríe después unos segundos.Se añaden la chalota, el ajo y el tomillo deshojado y se pochan durante diez minutos. Mientras, se forra un molde con el pan, con la parte plana tocando el fondo. Se baten los huevos con la nata y se salpimienta.Se añaden entonces las espinacas al sofrito y se salpimienta otra vez.Se dispone el sofrito sobre el fondo de pan y se coloca encima el queso roto, desperdigado, y la albahaca rota.
Acabado y presentación: se vierte la mezcla de huevos en la boca del horno y se hornea durante unos 20 minutos. Se saca del horno la quiche cuando su superficie presente un tono dorado.
Mis trucos
Es importante precocinar no solo los embutidos frescos, también las carnes y verduras que incorporemos a nuestras quiches. Si no, soltarán las grasas y los jugos cuando la mezcla se esté cocinando y el resultado no será el óptimo.
Reinos de humo, por Carlos Maribona
Un bocado prehistórico
Estamos en plena temporada de lamprea. Hasta que cante el cuco, mediado el mes de abril, este pez marino del que se dice que tiene 400 millones de años, de aspecto repulsivo, cilíndrico y alargado, sin escamas, sin aletas y sin espinas, con una boca enorme en forma de ventosa, remonta las aguas de los ríos gallegos para desovar en el lugar en que nació. En su lucha contra la corriente, la carne de la lamprea se hace más prieta y apetecible. Carne oscura y sabrosa, intensa y con una textura especial, que levanta pasiones o grandes rechazos. Aunque entra por muchos ríos, la lamprea por excelencia es la del Miño.
«El poso del Miño», como la calificó Cunqueiro. Y en sus orillas, Arbo es su capital. Allí se captura en los llamados 'pescos', construcciones de piedra con redes artesanales que datan del tiempo de los romanos. La localidad incluso ha dado nombre a una forma de prepararla, similar a la bordelesa, guisada con su propia sangre, vino y cebolla. Así es como la elaboran la mayoría de los restaurantes de Galicia, de Madrid o de Barcelona que la tienen estos días. Pero mi receta favorita es el timbal, que tanto gustaba a Cunqueiro. Una receta ancestral en la que la lamprea, entera, se cocina dentro de una masa gruesa de pan. Al abrirla surgen, potentes, todos los aromas del guiso. Una maravilla.
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