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La Tía Tula es la tía que se convierte en la madre de 5 niños, tras la muerte de su hermana Rosa y de la segunda esposa de su cuñado Ramiro, Manuela. Personaje fuera de lo corriente, mediante el cual se explora la dicotomía virginidad-maternidad ligada a los fundamentos del cristianismo a través de la perspectiva de una mujer paradójica, compleja y de gran fuerza sexual.
Gertrudis
y Rosa son unas hermanas muy unidas. Vivían huérfanas de padre y de
madre desde muy niñas, con un tío materno, sacerdote, que no las
mantenía, pues ellas disfrutaban de un patrimonio que les permitía
sostenerse en la holgura de la modestia, pero les deba consejos y era
buen tío.
Rosa
le preguntó a Gertrudis su opinión respecto a su pretendiente, Ramiro
Cuadrado. Gertrudis, también conocida como Tula, era respetada y
admirada tanto por su tío Primitivo, como por su hermana Rosa y su
opinión era respetada y escuchada. Respecto a Ramiro, objetiva por
demás, aprobaba la unión entre ellos, pues ambos se querrían bien. A
Primitivo, sólo le bastaba la opinión de su sobrina Tula para saber que
Rosa estaría en buenas manos.
Pasaron
un par de semanas y Rosa estaba preocupada porque Ramiro se mostraba
distante cada vez que ella mencionaba el matrimonio, así que se lo
comentó a Tula y ella tomó la determinación de hablar con él. A la
mañana siguiente Ramiro fue a casa de las hermanas esperando encontrarse
con Rosa, pero en su lugar Tula le recibió con mucha dureza y firmeza,
cuestionándole si amaba a su hermana y presionando para fijar el día de
la boda. A la mañana siguiente ya se había estipulado el día del
compromiso.
Primitivo
casó a Ramiro y a Rosa. Gertrudis disfrutó mucho la boda y se divirtió
mucho. Tula visitaba a la pareja de vez en cuando, iba a comer o a
platicar con su hermana. Un día, Rosa recogió a un perro de la calle y
Tula desaprobó esa chiquillada, pues su mayor anhelo es que su hermana
tenga hijos. Un día Rosa fue a visitar a Tula porque ella había
disminuido sus visitas, y le dio la noticia de que había regalado al
perro porque ya estaba embarazada. Desde entonces, Gertrudis empezó a
frecuentar más la casa de su hermana.
En
el parto de Rosa, que fue durísimo, nadie estuvo más valerosa y serena
que Gertrudis. El doctor estaba desesperanzado y Tula exigía, con su
carácter fuerte, que nadie saliera muerto. Ramiro estaba muy angustiado,
pero finalmente conoció a su pequeño hijo. Tula le sugirió a su hermana
que lo llamaran Ramiro y que al próximo niño, el cual sería niña, la
llamara Gertrudis. A partir de ese día, Tula iba diario a casa de su
hermana para cuidar y criar al pequeño Ramiro. Era como una preocupación
en la tía la de ir sustrayendo al niño, ya desde su más tierna edad de
inconciencia, de conocer el amor de que había brotado. Le colgó en el
cuello una medalla de la Santísima Virgen, de la Virgen Madre, con su
niño en brazos. Con frecuencia, Rosa se impacientaba en acallar al niño o
al envolverlo en sus pañales, pero Tula tomaba al niño bajo su cuidado y
enviaba a Rosa con su marido, para así, repartirse el trabajo. Y así
pasaba el tiempo y llegó otra cría, una niña.
Al
poco tiempo de nacer la niña, encontraron un día muerto al bueno de don
Primitivo. Gertrudis lo bañó, limpió y vistió para su entierro. Ella
sufrió mucho su muerte, pues en cierta forma él se había convertido en
un padre para ellas, quien las educó de una manera religiosa y correcta.
Rosa
le pidió a su hermana que fuera a vivir con ellos, pues ella se
encargaba enteramente de la crianza de sus hijos; no obstante, Gertrudis
se rehusó afirmando que no quería estorbarles. Tula siguió yendo a su
horas para ir enseñando a los niños y atender todo aquello de lo cual la
pareja no podía ocuparse.
Venía
ya el tercer hijo del matrimonio y Rosa se quejaba de su fecundidad. El
embarazo fue muy molesto y la dejó casi sin fuerzas. Gertrudis la
observaba caminar con dificultad y en cierta forma, presentía algún mal.
Ramiro estaba preocupado porque veía que Rosa no tenía más entusiasmo
por vivir después del parto; su salud se desvanecía y le acongojaba
pensar en su soledad. Rosa le pidió a Gertrudis que cuidara de sus hijos
y de su marido, proponiéndole que ella ocupara su lugar en la familia,
no obstante, Gertrudis le prometió que cuidaría a sus hijos, mas no se
comprometió en casarse con Ramiro.
Tula
trataba de alimentar con el biberón al niño, pero éste gemía y
rechazaba el alimento, así que se encerró en un cuarto con su sobrinito y
le pidió a la Virgen Santísima un milagro para poder alimentar al niño
con su seco pecho. Oyó unos pasos acercarse a la puerta, recogió su
pecho y dejó pasar a Ramiro, quien le daba la noticia de que Rosa había
fallecido. Tula le dijo que ahora habría que cuidar y criar a los niños.
Ramiro
repasa retrospectivamente su vida de casado con Rosa, aprecia el papel y
la actitud de Gertrudis durante el proceso de noviazgo y el matrimonio y
se muestra incrédulo ante la muerte de Rosa. El dolor se le
espiritualizaba y sólo cobraba el sentido cuando entraba Gertrudis. Al
parecer, Ramiro está pensando en Rosa, y luego en Gertrudis como
continuadora del papel de compañera y madre de sus hijos.
Gertrudis
que se había instalado en casa de su hermana desde que enfermó, le dijo
un día a su cuñado que recogería su antigua casa y que vendría por
completo a vivir allá para poder cuidar a los niños. Ramiro emocionado,
le llamaba Tula, pero ella le pedía que siempre le llamara Gertrudis,
especialmente frente a los niños y ella procuraba que estuviera un niño
cuando estaba cerca de Ramiro. Un día Ramiro descubrió que Gertrudis
había mantenido una relación secreta con su primo Ricardo, pero ésta
terminó en cuanto Tula tomó la determinación de dedicarse de lleno a la
educación y cuidado de los hijos de su hermana a quienes llamaba sus
hijos. Ricardo fue a visitar a Tula para pedirle que recapacitara y se
casara con él, pero ella estaba determinada en que no se casaría nunca y
su única misión era cuidar a los niños, pese a que la gente piense que
vive ahora en casa de Ramiro para casarse con él. Ramiro le insinuó a
Tula la posibilidad de unirse, pero Tula, tajantemente, dijo que no
deseaba casarse y sólo quería cuidar a los niños de su hermana. Ramiro
creía que en dado caso Tula debió ser monja, pero ella decía que no le
gustaba que nadie le diera órdenes.
Después
de varios días transcurridos, Ramiro seguía observando a Gertrudis con
la misma intención hasta que un día él le dijo a Tula que era imposible
que ella estuviera en la casa, llenándola de su calor y siendo alma y
cuerpo, sin que él sintiera nada, además, si ella decidía marcharse, los
niños sufrirían mucho porque la quieren a ella más que a su padre.
Gertrudis le pidió que le diera un año para pensar las cosas y entonces
le diría si se casaría con él o no.
Ramiro
decidió meterse en la política y nominarse candidato para ser diputado
local, lo cual hizo muy feliz a Tula, pues de esta forma él se
mantendría ocupado.
En
el alma de Gertrudis se desencadenaba una guerra entre el corazón y la
razón. Ella sentía que su hermana no querría que fuera mujer en carne de
su marido, y todas las tardes rezaba en su cuarto recatado ante la
Virgen Santísima. Hacía esfuerzos para acallar sus pensamientos y calmar
el deseo de su cuñado. Ramirín, uno de sus sobrinitos, llamaba a Tula
mamita, aunque su padre le pidió que la llamara tía Tula, pues
argumentaba que todavía era su tía pero que pronto sería su madre. Ante
esto, Tula le pidió a Ramiro que no confundiera a más a los niños.
La
familia fue a pasar las vacaciones al campo, pues Ramiro buscaba
momentos para estar a solas con su cuñada, y el campo, en lugar de
disminuir el deseo, incrementaba conforme a los hermosos paisajes que
veían. Una noche, al ver la luna rojiza, Ramiro hizo una comparación
entre la luna, inalcanzable, misteriosa y con su parte oscura, y Tula,
quien trataba de frenar el tema. Gertrudis sentía que el campo no era
puro, en la ciudad estaba su convento, allí adormecería a su cuñado y
por ello debían marcharse de regreso cuanto antes.
Tula
sufría tal confusión que fue con el Padre Álvarez al confesionario.
Éste le dijo que la actitud de Ramiro era natural, que ella debía
entenderlo y ayudarle, que no había nada de malo en casarse con él y le
cuestionó su amor por él y qué hubiera pasado si desde un principio él
la hubiese pretendido a ella en lugar de Rosa. Tula salió muy
desconcertada y enojada porque creía que el Padre no la entendía del
todo, no obstante, continuaron confusos sus sentimientos por Ramiro.
De
pronto, observó Gertrudis que su cuñado era otro hombre, que celaba
algún secreto, que andaba desconfiado y que salía mucho de la casa. Y a
fuerza de paciente astucia logró sorprender las miradas de conocimiento
íntimo entre Ramiro y la criada de la casa, Manuela, una joven huérfana
de 19 años. Un día Tula descubrió a la muchacha saliendo de la
habitación de Ramiro y en ese momento fue a pedirle que se casara con
ella. Ramiro no comprendía lo que le pedía Gertrudis e incluso le
recordó que su hermana Rosa había pedido que los niños no tuvieran
madrastra, no obstante, Tula fue firme en su petición porque Manuela
estaba encinta y aclaró que ella continuaría criando a los niños y
seguiría siendo como su madre, pero ahora Ramiro debía cumplir con el
deber, pese a que fuera una criada, pues debió haber pensado bien sus
actos antes de embarazarla.
Manuela
y Ramiro se casaron, pero en la casa parecía ella más la criada y
Gertrudis más el ama de casa. Pese a la vergüenza que sentía Manuela,
Gertrudis solicitaba que ella se sentara en la mesa con todos para que
los niños comprendieran que eran familia y que no debían seguirse
ocultando, pues ello impulsaba pensamientos impuros. El embarazo de
Manuela fue muy incómodo y difícil y Gertrudis hizo lo mismo que en los
embarazos de su hermana, tomó al niño y se lo presentó a su padre, quien
lo veía con lástima.
De
nuevo, la pobre Manuela, la hospiciana, se hallaba preñada y Ramiro muy
malhumorado con ello. El doctor, don Juan, auguraba que la madre no
sobreviviría mucho tiempo después de dar a luz. Gertrudis también lo
veía en el aspecto de Manuela. Don Juan parecía dedicarle un cortejo
platónico a Tula, a quien admiraba y consideraba una mujer especial,
fuerte, sagaz y con hermoso cuerpo.
Cuando
en la casa temían por Manuela y todos los cuidados eran para ella, de
pronto cayó Ramiro en cama por una pulmonía. Una tarde en que la fiebre
lo dejó más tranquilo llamó a Gertrudis a solas y le dijo que él la
amaba desde el principio, cuando Tula insistió en casarlo con su
hermana, era a ella a quien admiraba y veía una vez estando cerca. A
Gertrudis se le llenaron los ojos de lágrimas, confesó que ella lo había
rechazado por temor a los hombres y juntaron sus bocas para besarse.
Al
siguiente día llevó a los niños al lecho de su padre ya moribundo y
sacramentado. Luego fue Manuela y de poco se muere de la congoja que le
dio sobre el enfermo. Ramiro rindió su espíritu despidiéndose de su
Tula. Y ella, la tía, vació su corazón en sollozos de congoja sobre el
cuerpo exánime del padre de sus hijos, de su pobre Ramiro.
Hubo
abatimiento en aquel hogar, pues los niños eran incapaces de darse
cuenta de los que había pasado y la pobre viuda luchaba por mantener
vivo al ser que llevaba adentro, más como estaba previsto, falleció en
cuanto nació la pequeña niña, sola y huérfana, tal como había venido al
mundo. Y fue esta muerte la que más ahondó el ánimo de Gertrudis, que ya
había asistido a otras tres ya. Era como si esta muerte recordara las
otras tres y las iluminará más. Tula se sentía culpable por la muerte de
Manuela, creía que había matado aquella pobre hospiciana huérfana, se
le figuraba que era como Eva, quien también murió sin madre. Y ahora se
quedaba Gertrudis con sus cinco crías, cuidando en especial la última y
considerándolas a todas sus hijos. El mayor, Ramirín era la viva imagen
de su padre, en figura y en gestos, y su tía se proponía a evitar en él
los malos hábitos que tenía su padre.
Gertrudis,
molesta por las insinuaciones de don Juan, el médico, le anunció un día
estar dispuesta a cambiar de médico. Don Juan le confesó que él deseaba
casarse con ella y adoptar a los niños, que tanto le gustan, pero
Gertrudis se negó rotundamente, lo llamó puerco y así se despidieron
para siempre.
Tula
cuestionaba el papel del hombre en el cristianismo, como éste siempre
ha estado fundado en el hombre y no en la mujer, la Virgen, la madre,
Magdalena. El cristianismo, se decía Gertrudis, al final es religión de
hombres.
Corrieron
unos años apacibles y serenos. La orfandad daba a ese hogar una luz de
serena calma. La tía Tula procuraba tratar a todos sus hijos sin
distinciones, pero tenía preferencias por Ramirín y por la más pequeña,
la hija de la muerte, Manuelita, por quien se sentía mucho más
responsable.
A
todos los educó recordándoles a sus padres, pero le preocupaba pensar
en la diferencia que podían sentir entre ellos al saber que son medios
hermanos, así que les inculcó que todos son sus hijos y su única madre
ahora era ella.
Mientras
educaba a los niños, descubrió que le gustaba la geometría porque le
inspiraba pureza y perfección, por el otro lado, no quería saber de
anatomía o fisiología.
Gertrudis
iba a confesarse con el mismo padre que iba Ramirín, pues de esta
forma, también podía controlar y guiar sus pasos. Cuando una vez creyó
observar en el muchacho inclinaciones ascéticas y místicas, acudió
alarmada al padre Álvarez y reveló la culpa que sentía al haber hecho
caer, en dos ocasiones, al pobre Ramiro con su hermana y con la otra,
por soberbia y por amor propio.
Logró
sacar a su sobrino de aquellas inclinaciones ascéticas y lo fue guiando
para unirse con una mujer que ella ya había escogido para él, Caridad.
Tula
y Caridad se hicieron muy amigas, platicaban mucho y juntas se
encargaban del hogar. Gertrudis le pedía a Caridad que cuidara de
Manolita, tan débil, inocente y enfermiza. Caridad creía que Manolita
tenía los mismos ojos que Tula.
Gertrudis
empezó a enfermar, sufría mareos y desmayos constantes y su salud
decayó. Poco después Manolita también se enfermó, así que la tía sacó
fuerzas y se recuperó para cuidar a su pequeña, quien no tenía deseos de
seguir viviendo si su madre Tula moría. La salud de Manolita mejoró
notoriamente y Gertrudis contrajo una bronconeumonía. Caridad quería
cuidarla, pero Tula le pedía que se encargara del hijo que llevaba
dentro y que con la ayuda de Manolita, quien revitalizada cuidaba de su
madre, Rosa y Elvira, cuidarían bien de ella.
La
tía Tula no podía ya más con su cuerpo. Comenzó por despedirse de
Manolita, a quien le pidió que no volviera a temer a la vida, que
cuidara de sus hermanos, así como ella lo había hecho. Antes de morir,
Tula les aconsejaba a sus hijos que no hicieran cosas de las cuales se
arrepentirían y menos de no haber hecho algo y les pidió que rezaran por
sus padres y por ella, asimismo, empezó a hablar del purgatorio y del
fango ardiente con el que son lavados los que pasan por allí.
La
tía Tula murió finalmente, pero siempre permaneció en la casa viva
eternamente con la familiaridad inmortal, ya no como la madre, ni como
la tía Tula, sino sólo Tía, una especie de reverencia santificada.
Manolita
adoptó la actitud de la Tía, era quien mantenía la familia unida y se
preocupaba por sus hermanos. Pronto se hicieron bandos entre hermanos y
se formaron dos grupos: de un lado, Rosita, la hija mayor de Rosa,
aliada con Caridad, su cuñada y no con su hermano. De otro, Elvira, la
segunda hija de Rosa, con Enrique, su hermanastro, el hijo de la
hospiciana, y quedaban fuera Ramiro y Manolita. Ramiro vivía atento a su
hijo y a sus negocios y Manolita atenta a mantener el culto de la tía y
la tradición del hogar. Manolita se preparaba a ser el lazo entre
cuatro probables familias venideras.
La alianza entre Elvira y Enrique,
los dos hermanastros, era mucho más estrecha que cualquier otra,
siempre estaban juntos, cuchicheando, no se separaban un solo instante,
hasta que un día Manolita sugirió que ambos debían buscarse una pareja
porque se comportaban como chiquillos.
Rosita
buscaba mucho a Caridad para llevarle sus quejas, sus aprensiones y sus
suspicacias. Parecía que requería mucha atención y al no tenerla, se
quejaba constantemente. Caridad le dijo a Manolita que ya no sabía qué
hacer con las constantes quejas y críticas de Rosita en contra de su
marido Ramiro, así que Manolita enfrentó a Rosita, con tal dureza y
fortaleza, que pareciera que venía del otro mundo, del mundo eterno de
la familia inmortal. Manolita heredó el alma de la Tía Tula y el respeto
por parte de sus hermanos al considerarla la Tía, a través de ella.
PERSONAJES
GERTRUDIS:
Personaje principal. También conocida como Tía Tula. Una mujer de
carácter fuerte, religiosa, mandona, de gran fuerza sexual, imponente,
compleja, autoritaria, individualista y tenaz. Juzga la naturaleza del
hombre y la compara como la de los zánganos en la naturaleza de las
abejas. Es la fundadora de la convivencia familiar, una mujer ejemplar
que se sacrifica casi hasta la santidad. Nunca se deja influir por el
qué dirán y busca la pureza absoluta.
RAMIRO: Personaje
secundario. El amor imposible de Tula, marido de Rosa, la hermana de
Tula y de Manolita, la criada de la casa. respeta y venera a Tula, desea
casarse con ella tras la muerte de su primera esposa, Rosa. Se deja
llevar por sus impulsos, como hombre y no se conoce mucho de
personalidad más que a través de la perspectiva de la feminista
Gertrudis.
ROSA: Personaje
secundario. Hermana de Tula. Amigas inseparables, de gran belleza y
simplicidad en su carácter. Obedecía y escuchaba con atención todo
cuanto su hermana le decía.
MANUELA: Personaje
secundario. Criada de la casa que se convierte en la segunda esposa de
Ramiro porque queda preñada y Gertrudis sugiere que deben de casarse.
Huérfana de nacimiento, débil, miedosa y frágil.
MANOLITA: Personaje
secundario. Hija de la hospiciana y de Ramiro. La hija consentida de
Tula. En un principio era la más triste, débil y enfermiza de los
hermanos, pero en cuanto su tía cae enferma, cobra valor a la vida y
tras la muerte de Tula, se convierte en la heredera de su alma y su
espíritu, la unificadora familiar.
RAMIRÍN: Personaje secundario. Hijo mayor de Rosa y Ramiro. Favorito de la Tía Tula porque era la viva imagen de su padre.
CARIDAD: Personaje secundario. Esposa de Ramirín y confidente de Tula cuando ésta se muda a la casa con la familia.
ELVIRA, ROSITA Y ENRIQUE: Personajes secundarios. Elvira y Rosita son hijas de Rosa y Ramiro, mientras que Enrique es hijo de la hospiciana.
PARA QUE TE LUZCAS
-
La Tía Tula es una novela que explora los temas de la sexualidad, la familia, la maternidad-virginidad, la pureza del ser, la fortaleza sexual en el sexo femenino y el cristianismo. A lo largo de la novela se presentan varias críticas al papel de la mujer en la religión cristiana y cómo ésta es una religión de hombres, así como la comparación entre el mundo animal de las abejas, donde hay una reina y una serie de zánganos y la relación familiar que Tula conlleva, mantiene y sostiene como parte de su única misión en la vida. Un curioso detalle en esta novela es que Unamuno llega a cambiar por equivocación, y en varias ocasiones, el sexo de los hijos de Rosa, así como los nombres de éstos, hasta que finalmente, y por orden de edades, quedan de la siguiente manera: Ramiro, Rosa y Elvira (hijos de Rosa) y Enrique y Manolita (hijos de Manuela).Fue publicada por primera vez en 1921, aunque el proyecto ya existía desde 1902.
LAS PAJARITAS DE PAPEL,fotos, CINE EL CUERPO,.
- Reparto
- José Coronado, Belén Rueda, Hugo Silva, Aura Garrido, Juan Pablo Shuk, Cristina Plazas, Oriol Vila, Manel Dueso, Nausicaa Bonnín,.
- Un guardia de seguridad de la morgue huye y es atropellado. En el depósito de cadáveres, la policía descubre que la puerta de una de las neveras está abierta y el cadáver de una mujer ha desaparecido. El inspector de policía encargado de la investigación cuenta con la colaboración del marido de la difunta, aunque no descarta la posibilidad de que esté relacionado con el asunto... Debut en la dirección del guionista Oriol Paulo (Los ojos de Julia).
- TÍTULO: ME RESBALA, INVENTOS,.
- Los inventos más locos en el próximo 'Me Resbala' -foto,.
Los inventos más locos en el próximo 'Me Resbala'
El próximo programa de 'Me Resbala' está dedicado a los inventos. Nuestros humoristas tendrán que enfrentarse a curiosas creaciones de lo más divertidas.
¡No os lo perdáis!,.
Antena 3 emite mañana viernes, en prime time, una edición especial de Me Resbala dedicada a los inventos. En este especial, los cómicos Jorge y César Cadaval, Carlos Latre, Edu Soto, Anabel Alonso, Pepe Viyuela, Cristina Castaño y Ángel Rielo se someterán a diversas pruebas en las que demostrarán su ingenio, reflejos y su gran capacidad humorística y de improvisación para provocar la risa de toda la familia. ¿Participará Arturo Valls en alguna de estas pruebas?,.
Alguna de las pruebas más divertidas del programa del viernes serán: Giros lingüísticos, Teatro de pendiente Basculante, Kareto Kid, Kara o Ke ase, Marcha atrás, La Mansión de Shin Lu, Te pongo verde, Pegar Bailados, Fotomatopeyas y Brincomanía.
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