domingo, 15 de mayo de 2016

DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - José Luis Sanchís es un consultor político ,./ SILENCIO POR FAVOR - AL RICO BOMBON DE HELADO,.

TITULO: DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - José Luis Sanchís es un consultor político ,.

José Luis Sanchís - foto,.

José Luis Sanchís
José Luis Sanchís.jpg José Luís Sanchis
Información personal
Nombre de nacimiento José Luís Sanchis
Nacimiento 1943
Albocacer, Castellón
Residencia Madrid
Nacionalidad Español
Educación
Educación Licenciado en Derecho y en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto,
Información profesional
Ocupación Consultor estratégico
Web
Sitio web
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José Luis Sanchís Armelles (Albocacer, Castellón 1943) es un consultor político español que ha combinado a lo largo de su carrera profesional el marketing político con la consultoría estratégica. Licenciado en Derecho y en Ciencias Económicas por la Universidad de Deusto, inició su actividad en la consultoría política en el año 1977.

Biografía

En sus 40 años de experiencia profesional ha trabajado en 126 campañas electorales en todo el mundo para líderes políticos como Francisco de Sá Carneiro, Adolfo Suárez, Manuel Fraga, Aníbal Cavaco Silva, Jordi Pujol, José Antonio Ardanza, Alberto Fujimori, Carlos Menem o Antonio Guzmán.

Cargos institucionales

Fue Presidente Mundial de la International Association of Political Consultants (IAPC), Secretario General de European Association of Potilitical Consultans (EAPC) y Miembro del Consejo Mundial de IPRA (International Association of Public Relations).
Desde 2012 es presidente de honor de la consultora de comunicación, Torres y Carrera.

Premios y reconomientos

Ha sido galardonado con seis Golden World Awards y un Premio Polly y ha formado parte del Hall de la Fama de la Consultoría Política de América por la publicación especializada Campaigns and Elections.
En la categoría de Public Affairs, ha sido galardonado por las siguientes campañas:
  • Impeding Abuse over Casino
  • Aeroplane Embargo Crisis” (LAB - Bolivian Airlines)
  • “Water for Everyone” (Murcian Regional Government).
En la categoría de Marketing - Established Product:
  • “Nutritionists Enhance Cereal Consumption” (Kellogg's)
En la categoría Issues Management:
  • “Electronic Voting System Launch” (Indra)
En la categoría de Public Service:
  • “If You Overdo It, You're the Loser” (Assoc. of Valencian Discoteque Owners and the Drug Abuse General Directorate)
En 2014 recibe el premio Honorary Victory Award que otorga la organización Marketing Político en la Red.

Análisis de prospección

Los análisis de prospección de sistemas están inspirados en las teorías de juegos matemáticos de estrategia desarrollados por John Forbes Nash, matemático y premio Nobel de Economía, con quien Sanchis coincide en EE.UU, hacia la década de los 70. Es entonces cuando Sanchis decide adaptar sus teorías a la consultoría estratégica con la finalidad de dibujar escenarios de futuro sobre bases históricas y proyecciones matemáticas.

Bibliografía

  • Como se gana el poder1
  • Elecciones. Manual del candidato2
  • Maquiavelo y Borgia: teoría y práctica para directivos3
  • Comunicar con éxito4
  • Ganar el poder5,.
  •   Desayuno: Cafe con leche tostadas de pan  con aceite de oliva ,.

    Cena : Esparragos con mayonesa, pan, tomate y lechuga, beber agua, postre un platano,.

  •  
  • TITULO: SILENCIO POR FAVOR - AL RICO BOMBON DE HELADO,.

    Resultat d'imatges de relato AL RICO BOMBON DE HELADO,.Del helado para ricos a “¡Al rico helado!” ( foto )

    Cristales de hielo, nata concentrada, aire… y una pizca de magia. A veces la alquimia culinaria necesita pocos ingredientes para transformar texturas, cambiar la apariencia de los alimentos y convertirlos en un sabroso divertimento para los sentidos. El helado es una buena prueba de ello.
    Aunque ya en la Edad Antigua se tienen noticias de texturas de fruta heladas (en China parece situarse su origen), los verdaderos perfeccionadores de este truco de magia gastronómico fueron, posiblemente, los árabes, cuyos cocineros debieron de dejar asombrados con este postre a los más selectos señores de la Edad Media, según nos relatan varias fuentes. Sin duda, la más sugerente es la de Las mil y una noches, donde los helados son degustados hasta en tres historias. En una de ellas, el creador de la Casa de la Sabiduría de Bagdad es obsequiado con un helado servido, nada más y nada menos, que por tres doncellas. En otra, un personaje es agasajado con un sorbete de rosas, “el más rico que encontraréis en la ciudad”. Finalmente, en otro relato, un pastelero regala a otro personaje, como un don precioso, un sorbete como postre. Las siempre sugerentes historias de esta gran fábula nos hablan, pues, de un postre nacido entre vajillas de oro y manteles damasquinados. Siendo así, era lógico que pronto se convirtiera en un secreto a voces. Su fama en el mundo árabe se extendió hasta el mismo califato de Córdoba y de ahí a toda Europa, donde en la Edad Moderna conquistó también los paladares más exigentes de Europa y América.
    Y en el siglo XVII, el helado entró en los más selectos recetarios.
    Según Harold McGee, el término inglés ice cream aparece por primera vez en un documento de la corte de Carlos II de Inglaterra en 1672 y a finales del siglo XVII nos encontramos ya con recetas de helado en los recetarios más exquisitos de Francia e Italia (Nouveau confiturier, 1682; Nouvelle instruction pour les confitures de François Massialot, 1692…). En España, Fernando Beltrán nos indica que el consumo de helado atravesó ya en la Edad Moderna las puertas de los palacios y llegó al pueblo, distinguiéndose entonces dos tipos de helados, según su textura: el sorbete, que era el helado sin cuajar, líquido, y la garapiña, que era el helado ya sólido. Sin embargo, los rudimentarios instrumentos de la época hacían que los resultados, especialmente en los helados más populares, dejasen a veces bastante que desear, tal y como recogen algunos autores del Siglo de Oro. Por ejemplo Calderón, que en su comedia Dar tiempo al tiempo (1650), señalaba con ironía “Caer, si el unto no me engaña/ En garapiña de lodo/ Porque está frío, que mata/ Y entre líquido y cuajado/ Ni es bebida, ni es vianda”. Así que, aunque ya por entonces se empleaba un buen ramillete de atractivos sabores (limón, aloja, agua de canela, guindas, chocolate, leche…) en su elaboración, el resultado solía ser un engrudo donde los ingredientes no conseguían amalgamar. Su descrédito en España fue tan grande que un autor del siglo XIX, Julio Monreal, señalaba que por aquella época “el helado dejó pronto de ser privilegios de las mesas elegantes y se convirtió en chuchería de las que sirven para captar la benevolencia de las busconas”. Su clientela había cambiado bastante, desde luego.
    Frente a la maltrecha andadura en España, en Europa los helados seguían manteniendo la dignidad y, según McGee, en tiempos de la Revolución francesa ya se habían descubierto tres elementos básicos para hacer un helado sublime: el removido insistente, que permitía obtener texturas más finas y menos cristalinas, la inclusión de yema de huevo (elemento clave para la elaboración de los afamados mantecados franceses y los gelati italianos), y la adición de ingredientes selectos como especias, flores de azahar, té e incluso pan de centeno.
    Pero la verdadera revolución del helado no se produjo en Francia, sino en EE. UU., donde este postre se convirtió en un alimento para las masas gracias a su fabricación mediante métodos industriales. La famosa heladera Johnson-Young, que permitía elaborar grandes cantidades de helado de textura fina, o la idea del lechero de Baltimore Jacob Fussell, que decidió aprovechar los excedentes de nata para hacer helado, junto a otros inventos, convirtieron, a este postre en un must de las casas americanas, donde aún hoy en día se consumen 20 litros por persona y año. Tal es la pasión de los estadounidenses por el helado que, hasta en medio de la guerra, los aviadores americanos se las ingeniaron para fabricarlo en sus aviones. En un reportaje del New York Times de 1943 titulado “Fortalezas volantes que sirven como heladeras”, se relata cómo los pilotos colocaban una mezcla de helado en una lata grande y sujeta a un compartimento del artillero de cola de una fortaleza volante, de forma que la mezcla quedaba bien agitada y perfectamente helada. Un take away en toda regla.

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